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domingo, 2 de diciembre de 2012

La Primera Cruzada - Al-Hakim - Roberto II de Normandía - Godofredo de Bouillón

La Primera Cruzada inició el complejo fenómeno histórico de campañas militares, peregrinaciones armadas y expansión colonial en Oriente Próximo que convulsionó esta región entre los siglos XI y XIII y que es denominado por la historiografía como las Cruzadas.

Aprovechando la llamada de auxilio del Emperador bizantino Alejo I Comneno, enfrentado con los turcos selyúcidas, el papa Urbano II predicó en 1095 a los diferentes estados cristiano-romanos de Europa Occidental la conquista de la llamada Tierra Santa. Al intento de Pedro el Ermitaño, siguió la movilización de un ejército organizado, inspirado por el ideal de la guerra santa y liderado por nobles principalmente provenientes del reino de Francia y del Sacro Imperio Germánico, que fue nutriéndose en su avance de caballeros, soldados y numerosa población, hasta transformarse en un fenómeno de migración masiva. Los cruzados penetraron en el llamado Sultanato de Rüm y avanzando hacia el sur, fueron apoderándose de diversas ciudades y rechazando las fuerzas enviadas en su contra por los gobernadores divididos en sus disputas internas, hasta que adentrándose en los territorios de la dinastía Fatimí, conquistaron en el 1099, la ciudad de Jerusalén.

La Primera Cruzada supuso políticamente la constitución de los Estados Latinos de Oriente y la recuperación para el Imperio bizantino de algunos territorios, a la vez que significó un punto de inflexión en la historia de las relaciones entre las sociedades del área mediterránea, marcado por un periodo de expansión del poder del mundo occidental y por el uso del fanatismo religioso para la guerra. También permitieron aumentar el prestigio del papado, y el resurgir, tras la caída del Imperio romano, del comercio internacional y del incremento de los intercambios que favorecieron la revitalización económica y cultural del mundo medieval.

Alejo I Comneno
Entre los años 1086 y 1091, el emperador bizantino Alejo I (1081-1118) tuvo que repeler en Tracia las invasiones de los pechenegos y los cumanos, a los que se daba el calificativo artificial y clásico de escitas. Lo sucedido entonces, así como muchos otros de los hechos relevantes acaecidos durante el reinado de Alejo, fue narrado por la hija del soberano, Ana Comneno, en su obra "La Alexíada". Es éste un libro historiográfico de gran detallismo escrito con la intención de exaltar la labor política, militar, social y religiosa desarrollada por Alejo. El estilo empleado por Ana Comneno en su obra es bastante panegirista y retórico, pero a pesar de ello su contenido aporta una inestimable visión interna de los muchos problemas que afectaban al Imperio Bizantino y del modo en que Alejo trataba de atajarlos. En el caso de la llegada de los ejércitos pechenegos y cumanos a territorios interiores del Imperio la situación llegó a ser desesperada. Alejo tuvo que recurrir por entonces a la confiscación de muchos bienes eclesiásticos que le aportasen ingresos con los que financiar la guerra.


Con la situación consolidada en su retaguardia, Alejo aprovechó con gran habilidad la división entre los turcos de Rum para obtener las máximas ganancias territoriales de la Primera Cruzada.

El Imperio fatimí 
O califato fatimí, gobernó el Norte de África del año 909 al 1171El nombre "fatimí" deriva del nombre de la hija del profeta Mahoma, Fátima az-Zahra, y su esposo, Alí, primo del profeta.

Los fatimíes entraron en Egipto en 972, donde fundaron una nueva capital junto a la ciudad de Fustat a la que llamaron al-Qáhira (El Cairo), que significa "La Triunfante". Siguieron conquistando las áreas circunvecinas hasta que gobernaron desde Túnez a Siria, y llegaron hasta Sicilia.

 Mezquita de al-Hakim
Acabada en 1103 (comenzó a construitrs en el año 990), la enorme mezquita de Al-Hakim es una de la más antiguas de la capital de Egipto, pero rara vez se usó como lugar de culto. Ha sido utilizada como prisión de los cruzados, establo, almacén, escuela para niños y, más apropiadamente, teniendo en cuenta el carácter de su famoso fundador, como un manicomio.
Las verdaderas obras maestras de esta mezquita son sus dos espléndidos minaretes de piedra, los más antiguos que se conservan en la capital de Egipto, gracias, en parte, a una restauración llevada a cabo por Beybars al-Gashanskir después de un terremoto en el año 1304.
El imperio siguió creciendo y floreciendo bajo el califa Al-Hakim, cuyo reinado empezó con la construcción de la gran mezquita entre Bab Al-Futuh y Bab An-Nasr en El Cairo (la Mezquita de al-Hakim). Rompiendo con la tradición, se mezcló con su pueblo para tomar el pulso de sus súbditos. Sin embargo, gradualmente, fue enloqueciendo hasta que ejecutaba a cualquiera que le desagradara y promulgó leyes arbitrarias, como la proscripción de los zapatos de mujer o la prohibición de trabajar de día y dormir de noche.

Con su locura también acabó con la tolerancia hacia cristianos y judíos, a quienes cargó con varias leyes, entre ellas la obligación de llevar ropas distintivas. En 1009, Al-Hakim hizo destruir la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén. Este hecho fue la excusa bajo la que se convocó la Primera Cruzada en 1099, a pesar del tiempo transcurrido, desde que el emperador bizantino Constantino IX reconstruyó la iglesia en 1048 y de que la situación de los cristianos palestinos había vuelto a su cauce tras la muerte del califa.

Su muerte está velada por el misterio: simplemente desapareció cuando daba un paseo nocturno en burro, solo, por los alrededores del monte Muqattam, en las inmediaciones de la capital. La mayoría pensó que había sido asesinado para propiciar un cambio en el poder, pero algunos afirmaron que era divino y había ascendido a un ámbito espiritual. Los creyentes de esta tradición son conocidos como drusos y aún viven en el Líbano, Siria, Jordania e Israel.

Godofredo de Bouillón 
Caballero de la primera Cruzada, creador del Reino de Jerusalén (Baisy, Brabante, h. 1061 - Jerusalén, 1100). Era duque de la Baja Lorena (Países Bajos) y fiel aliado del emperador Enrique IV, a quien había ayudado en sus luchas contra Rodolfo de Suabia y contra el papa Gregorio VII. Cuando el papa Urbano II hizo un llamamiento a la Cristiandad para una Cruzada que liberara los «Santos Lugares» de manos del Islam, Godofredo fue uno de los primeros en acudir (1095). Vendió la mayor parte de sus dominios para financiar un ejército propio, con el que llegó a Constantinopla en 1096. Prestó vasallaje al emperador bizantino a cambio de que le aportara víveres y tropas. Y, tras su destacada participación en varias batallas victoriosas contra los musulmanes (Nicea, Dorilea, Antioquía), se convirtió en jefe de los cruzados. Éstos le nombraron rey de Jerusalén una vez tomada la ciudad en 1099; pero Godofredo no admitió el título, alegando humildad cristiana, y lo cambió por el de «protector del Santo Sepulcro». Organizó como una teocracia el nuevo Estado, que se extendía por el territorio actual de Israel, sur del Líbano y partes de Siria y Jordania. Muerto al año siguiente, le sucedió su hermano Balduino, ya con el título de rey.


Libros recomendados:
  • La mujer en tiempos de las cruzadas "Regine Pernoud"
  • Leonor de Aquitania "Régine Pernoud"
En tiempos de Guillermo de Tiro en el siglo XII, Godofredo ya era una leyenda entre los descendientes de los Cruzados. Se cree que tenía una fuerza física proverbial, ya que se decía que había luchado con un oso y le había vencido, también se decía que había cortado la cabeza de un camello de un solo golpe con su espada.

En la "Divina Comedia", Dante ve el alma de Godofredo en el cielo de Marte junto a otros Guerreros de la fe. Godofredo es el personaje principal del poema épico "Jerusalén libertada" (Gerusalemme liberata, 1575), de Torquato Tasso (1544-1595).

Roberto II de Normandía, o Roberto de Curthose
(ca. 1051 – 10 de febrero de 1134), hijo de Guillermo I de Inglaterra, fue duque de Normandía desde 1087 hasta 1106 y pretendiente al trono de Inglaterra. Participó en la Primera Cruzada. Su gobierno como duque está marcado por su enfrentamiento con sus hermanos en Inglaterra. Este enfrentamiento finalizaría con la absorción de Normandía como una posesión del reino de Inglaterra.

Roberto fue el hijo mayor de Guillermo I de Inglaterra, apodado el Conquistador, el primer rey de Inglaterra de la dinastía Normanda. Su madre fue Matilda de Flandes. En 1087 su padre murió a causa de las heridas sufridas en un accidente montando a caballo durante el asedio de Ruan. A su muerte, supuestamente, quería desheredar a su hijo mayor, pero fue persuadido para dividir los dominios normandos entre sus dos hijos mayores. Roberto heredó el ducado de Normandía y Guillermo recibió el Reino de Inglaterra. El hijo menor, Enrique, recibió dinero para comprar tierras.

Roberto II de Normandía luchando en la Primera Cruzada,
durante el Sitio de Antioquía.
En 1096 Roberto partió hacia Tierra Santa en la Primera Cruzada. En el momento de su partida, supuestamente era tan pobre que a menudo debía permanecer en la cama por falta de vestimenta. Con el fin de conseguir suficiente dinero para la cruzada hipotecó su ducado a su hermano Guillermo a cambio de una suma de 10.000 marcos.

Cuando Guillermo II murió el 2 de agosto de 1100, y según el acuerdo hereditario previo, Roberto debería haber heredado también la corona de Inglaterra. Sin embargo, en ese momento se encontraba volviendo de la Cruzada, y casándose con una joven y rica esposa para poder recomprar su ducado. Mientras, su hermano Enrique fue capaz de consolidar su poder y conseguir convertirse en el nuevo rey de Inglaterra.

A su retorno, Roberto dirigió una invasión a Inglaterra para tomar la corona usurpada por su hermano. En 1101 Roberto llegó a Portsmouth con su ejército, pero la falta de apoyo popular entre los ingleses, así como la incapacidad de Roberto de gestionar las tácticas de invasión permitieron a Enrique resistir. Roberto se vio obligado a través de la diplomacia, a renunciar al trono en el tratado de Alton.

En 1105, sin embargo, debido en parte a los continuos intentos de Roberto de sembrar la discordia en Inglaterra, y aprovechando también el desorden civil en Normandía, Enrique aprovechó para invadirla. En 1106 Enrique logró una victoria decisiva sobre Roberto en la batalla de Tinchebray, tras lo cual reclamó Normandía como posesión del reino de Inglaterra, situación que duraría durante casi un siglo. Roberto fue capturado tras la batalla, y fue encerrado en una prisión en el castillo de Devizes durante 20 años, para luego ser trasladado a Cardiff.

Murió en 1134, estando todavía en prisión en el Castillo de Cardiff. Fue enterrado en la abadía de San Pedro, en Gloucester

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