- Nacionalidad: Holanda
- Haarlem 1628-29 - Haarlem 1682
- Pintor
- Barroco Centroeuropeo
Las marinas escasean en el catálogo de Jacob van Ruisdael pero las existentes alcanzan el grado de dramatismo que observamos en esta imagen. El encrespado mar y el fuerte viento dominante juegan con las numerosas embarcaciones que pueblan el estuario del río, contemplándose en la línea del horizonte la lejana silueta de la ciudad de Amsterdam.
Tomando como punto de partida los campos de blanqueo con las piezas de tela extendidas al sol ante la ciudad de Haarlem, Jacob van Ruisdael nos presenta una visión ligeramente fantaseada de la realidad, ajustando a su elección la altura y el punto de vista desde donde presenta la escena. La silueta de la ciudad se recorta sobre el amplio horizonte, ocupando el cielo dos terceras partes del lienzo, destacando sus edificios más significativos, entre ellos la iglesia de San Bavón o el Ayuntamiento. Las nubes ocupan un importante espacio del cielo, distribuyendo la luz en los campos para crear un contraste de claroscuro de gran belleza. La industria del blanqueo de telas era de las más productivas de Haarlem, importando tejidos desde Inglaterra, Alemania y el Báltico para sacar provecho del sol y el agua holandeses.
- Nacionalidad: Holanda
- Amsterdam 1638 - Amsterdam 1709
- Barroco Centroeuropeo
El Barroco puede ser considerado como el gran momento del paisaje holandés. Entre sus máximos artífices destacará Meindert Hobbema, uno de los más directos colaboradores de Jacob van Ruisdael, estableciéndose entre ambos una profunda amistad. Será a partir de 1662 cuando sus trabajos estén tremendamente influidos por su maestro, diferenciándose en la utilización más nerviosa de los contrastes lumínicos y la búsqueda de contrastes cromáticos. Sus obras están llenas de realismo por el que sentirán especial atracción los clientes de su tiempo, dotadas eso sí de cierto poso romántico al igual que ocurre en las imágenes de Ruisdael. Desde 1668 se dedicará ocasionalmente a la pintura, aunque su producción nunca se interrumpirá hasta su fallecimiento en 1709.
Sin la visión sintética de Ruisdael, y careciendo de su riqueza de recursos, Hobbema es por su perfección de factura la otra cima del paisaje naturalista holandés. Su realismo minucioso y su fidelidad a los detalles le condujeron a elaborar -con una poética algo triste que canta la soledad y el infinito- paisajes que, por sus atmósferas fijadas, parecen detenerse en el tiempo. Por la audacia en el enfoque y la acelerada fuga en perspectiva, quebrada por los contrastes de luz y de sombra, esta pintura es una gloriosa excepción en el por momentos cada vez mayor esquematismo de su producción.
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