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domingo, 1 de febrero de 2015

Los cosacos - El asedio de Azov - Cosacos contra Napoleón - Iván Stepánovich Mazepa - La Gran Guerra del Norte

¿Temibles nómadas? ¿Rusos u otra etnia? ¿Fieles defensores del zarismo o la primera comunidad democrática de la Europa medieval? ¿La mejor caballería irregular del mundo o grupos de bandidos y aventureros? La historia de los cosacos ha pasado por todas estas etapas.


A lo largo de varios siglos los cosacos han tenido un papel clave en las guerras y en la formación del Estado ruso. Mediante una larga transformación de una explosiva mezcla de grupos de aventureros y buscadores de libertad con las tribus que habitaban las estepas entre los mares Negro y Caspio nació una casta militar que a juicio de muchos extranjeros que la vieron “en acción” fue una caballería única e incomparable en el mundo.


La respuesta de los cosacos de Zaporozhia al sultán Mehmed IV de Turquía. Pintado por Iliá Repin entre 1880 y 1891.
Jinetes natos, los cosacos se mostraban también brillantes guerreros polifacéticos, sabiendo sobrevivir y vencer en combates de todo tipo. Los cosacos pudieron resistir asedios de tropas enemigas muy superiores actuando como artilleros y zapadores. En las largas marchas por desiertos y estepas y en condiciones de agua racionada y escasez valían más que la caballería regular de cualquier país, Rusia incluida.

Menos conocida e incluso más importante que sus proezas y audacia en la guerra fue el duro servicio de los cosacos en las extensas fronteras rusas y su lucha contra las incursiones de pueblos nómadas (de los que adquirieron varias de las tácticas y maniobras “de estepa” que tanto sorprendían a la caballería regular de los países europeos, por ejemplo en la guerra contra Napoleón). Los destacamentos cosacos hicieron una importante labor de escolta de numerosas expediciones de geógrafos, oficiales de inteligencia militar, exploradores y topógrafos rusos y también sirvieron de guardianes de embajadas rusas en Estados asiáticos.

El mapa italiano de «Tataria Europea» (1684). Ucrania Dniéper está marcado como «Ucrania o la tierra de Cosacos de Zaporozhia (Vkraina o Paese de Cossachi di Zaporowa)». En el este hay «Ucrania o la tierra de Cosacos de Don, que dependen de Moscovia (Vkraina ouero Paese de Cossachi Tanaiti Soggetti al Moscouita)».
El origen étnico de los cosacos es aún una cuestión en estudio, pero en cualquier caso con el tiempo entre ellos empezó a predominar la etnia eslava y la religión cristiana ortodoxa.

Los cosacos eran antiguamente nómadas o seminómadas; étnicamente son eslavos y en la actualidad residen fundamentalmente en territorios de Rusia y de Ucrania.

Los núcleos principales de la población cosaca se encuentran en las regiones de los ríos Don, Kubán y Dniéper, y reciben el nombre de cosacos del Don y de Kubán, respectivamente. En la actualidad existen once comunidades cosacas tradicionales en los territorios del ex-Imperio ruso y ex-Unión Soviética. La mayoría de estas se concentran en territorios de la actual Federación rusa. Los cosacos originarios de estas regiones reciben el nombre respectivo - Cosacos del Térek, etc. Cada una de estas regiones cuenta con autoridad administrativa local cosaca. Además existen organizaciones cosacas en Moscú y San Petersburgo con representaciones de su región específica:

1. Región de Don
2. Región de Kubán
3. Región de Térek
4. Región de Astracán
5. Región de Ural
6. Región de Oremburgo
7. Región de Semirechie
8. Región de Siberia
9. Región de Transbaikal
10. Región de Amur
11. Región de Ussuri



Origen de los cosacos

Los principales núcleos de población cosaca se encuentran en las regiones de los ríos Don y Dniéper. A finales del siglo XIV en estas regiones se formaron varias comunidades grandes cerca de las vías comerciales más importantes de la época. En el siglo XVI las comunidades cosacas formaron dos potentes organizaciones territoriales independientes, las llamadas “huestes”: la Hueste del Don (en los meandros bajos del río Don) y la Hueste de Zaporozhie (en el río Dniéper, también llamada “Zaporózskaya Sech”). Estas comunidades sirvieron de imán para todo tipo de buscadores de fortuna, aventureros, siervos huidos de sus amos… Varios historiadores afirman que los destacamentos cosacos también incluían pueblos de origen turco. 


El Estado Cosaco del Don, a orillas del río Don, separando el Gran Ducado de Moscú de los estados Nogai, vasallos del Imperio Otomano. La capital del Estado Cosaco del Don era en un principio Cherkassk y después se trasladó a Novocherkassk.

Más tarde, con el crecimiento del Estado ruso y la incorporación a Rusia de Ucrania (en cuyo territorio se ubicaba la Hueste de Zaporozhie), en el territorio ruso surgieron otras “huestes” de cosacos. A inicios del siglo XX en el país había once huestes cosacas: la del Don, la del Kubán, la de Oremburgo, la de Siberia, la de los Urales (denomida “del Yaik” hasta la sublevación de Pugachov), la del Amur, la de Semirechie, la de Astracán, la del Ussuri, la del Térek y la del Yeniséi.



Los cosacos de Zaporizhia, centrados alrededor de los meandros bajos del Dnieper, en el interior del territorio de la actual Ucrania, con la capital fortificada de Zaporizhian Sich, que llegó a llamarse Malorossia, la “pequeña Rusia”.

En 1917, año en que estalló la revolución rusa, en el país había 4 434 000 cosacos.

Hoy por hoy no existen datos oficiales sobre el número de cosacos y sus descendientes ya que en la elaboración del censo no se pregunta sobre el origen étnico. Según diferentes sondeos, en Rusia residen cerca de cinco millones de cosacos.

Organización interna

Inicialmente los principios básicos de la organización interna de las comunidades cosacas eran la libertad personal de todos sus miembros, la igualdad social, el respeto mutuo y la libertad para expresar su opinión en el Círculo de Cosacos, el máximo organismo administrativo de la comunidad. Cualquier cosaco podía votar en la elección de los atamanes, así como ser electo a este cargo administrativo. 

Hasta el siglo XVIII los cosacos fueron totalmente independientes en cuanto a su administración militar y civil, jurisdicción, relaciones exteriores, etc. Pero durante este siglo el Imperio ruso les exigió el servicio militar y lealtad a cambio de tierra, salario y otros privilegios. La paulatina subordinación de las comunidades cosacas al poder de los zares con frecuencia llevaba a sublevaciones de estos guerreros, muchos de los cuales recordaban los relatos de sus antepasados sobre los años de su independencia. El control estatal, recrudecido sobre todo durante el gobierno de Pedro I desembocó en varias sublevaciones (a veces protagonizadas por campesinos pero siempre encabezadas por cosacos), las más importantes de las cuales fueron las de Stepán Razin (en el siglo XVII), Kondrati Bulavin (durante el reinado de Pedro I) y la lucha campesina liderada por cosacos con Yemelián Pugachov a la cabeza (durante el reinado de Catalina II).


AÑO 1973 - BICENTENARIO DE LA GUERRA CAMPESINA - COMANDANTE PUGACHOV
Para saber más de Yemelián Pugachov pincha aquí


Los pronunciamientos de los cosacos recibieron siempre una contundente respuesta punitiva de las autoridades rusas.Por ejemplo, tras la sublevación de Bulavin, la Hueste del Don fue oficialmente privada de su autonomía. Para castigar la fuerte y violenta insurrección campesina de Pugachov, liderada por los cosacos de la Hueste del Yaik, Catalina II mandó, además de privar a los cosacos de la zona de autonomía que les quedaba, cambiar el nombre tanto del río Yaik como de la propia hueste cosaca, que, como el río, recibió entonces el nombre de “Ural” en uno de los pocos casos de la historia en los que un cambio de nombre no se efectuó para recordar sino para olvidar. La misma Catalina ordenó la disolución de la Hueste de Zaporozhie y el derribo de la fortaleza de estos cosacos ucranianos por temor a que brindaran apoyo a Pugachov. Como consecuencia de ello parte de los cosacos de Ucrania hubo de retirarse a las orillas del río Kubán, donde formaron la Hueste del Kubán.


Un cosaco en el escudo del Hetmanato, el estado cosaco que existía en las regiones centrales y noroccidentales de la actual Ucrania durante 1649 y 1764
A inicios del siglo XIX los cosacos constituían una clase social reconocida en Rusia, siendo los principales defensores de las fronteras del país (aunque el Gobierno también tuvo que enviar tropas regulares a sus fronteras meridionales para defenderse de las incursiones de los tártaros de Crimea). El contingente cosaco participaba además en todas las guerras que llevaba a cabo Rusia e incluso formaba parte de la guardia personal de los emperadores. Como recompensa a su servició militar recibieron una amplia autonomía social, tierras de cultivo y la exención del pago de impuestos.

A partir de 1815, un año después de la derrota definitiva de Napoleón, a la que inestimablemente contribuyeron los cosacos, todas las Huestes pasaron a ser administradas por el Estado Mayor del Ministerio de Defensa. Además, también después de las guerras napoleónicas, tres regimientos de cosacos se incorporaron a la guardia rusa. Se estableció que el servicio militar de los cosacos durase veinte años (reducidos a dieciocho años en 1909).

Cabe destacar que el Gobierno daba tanta importancia a esta espina dorsal de la caballería rusa que a partir del 1827 el atamán formal de todas las Huestes cosacas era también heredero al trono imperial.





Los cosacos después de la revolución de 1917

Durante la guerra civil rusa la mayoría de los cosacos intervino en contra del poder soviético. Pese a que algunos tomaron partido por el lado bolchevique (quizá el más conocido de ellos fue Semión Budionny, futuro mariscal del Ejército Rojo), las regiones con población cosaca fueron un baluarte del movimiento blanco. Sus agrupaciones más numerosas fueron el ejército del Don, en el sur de Rusia, y los ejércitos de Oremburgo y los Urales, en el este.

Sin embargo, al inicio de la guerra civil, los cosacos se limitaron a expulsar a los bolcheviques de sus tierras sin brindar apoyo al emergente movimiento blanco. Varios cosacos de la Hueste del Don tenían planes para fundar su propio Estado y otra parte de los cosacos se unió al Ejército Blanco. Cuando el movimiento antibolchevique fue derrotado, los cosacos se quedaron solos ante el Ejército Rojo.

Durante la guerra civil la población cosaca fue sometida a represiones masivas, que comenzaron en 1919 por decisión del Comité Central del Partido Bolchevique. Lev Trotski fue totalmente tajante: “Los cosacos son la única parte de la nación rusa capaz de alcanzar la autodeterminación. Por esta razón deben ser eliminados”, afirmó el fundador del Ejército Rojo y segunda persona más importante del país. Lenin respaldó el macabro fallo y empezó la llamada “descosaquización”: fusilamientos, arrestos y deportaciones. Las tierras cosacas fueron repobladas por personas leales al nuevo régimen. Gran parte de los cosacos que participaron en el movimiento blanco emigró. En el exilio algunos de los que durante las guerras anteriores habían formado parte de los destacamentos de plastuný sirvieron de instructores de combate cuerpo a cuerpo en la Legión francesa y en unidades de la Infantería de Marina estadounidense.


Plastuný

En 1936 las tropas cosacas renacieron en la Unión Soviética y los cosacos volvieron al Ejército por decreto especial del Gobierno. Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial una parte, sobre todo emigrados, batalló del lado alemán.

En 1945 los “cosacos colaboracionistas” (parte de los cuales no eran ciudadanos soviéticos) fueron extraditados por las tropas británicas a la URSS. Distintas fuentes indican que se trataba de entre 45000 y 50000 personas. Los generales y oficiales colaboracionistas fueron ejecutados. Los cosacos de unidades colaboracionistas fueron condenados a distintas condenas de exilio y trabajos forzados. En 1955 fueron amnistiados.


Fiódor Vasílievich Tókarev
Además de las unidades puramente cosacas, muchos cosacos destacaron individualmente. Los más famosos fueron el armero Fiódor Tókarev, diseñador de la famosa pistola TT-30/33 y el fusil semiautomático SVT-40; el oficial tanquista Dmitri Lavrinenko, el mejor de las tropas blindadas soviéticas, que destruyó 52 tanques alemanes hasta su muerte en diciembre de 1941; el teniente general Dmitri Kárbyshev, especialista de fama mundial en fortificaciones, torturado hasta la muerte en 1945 junto con otros 500 prisioneros del campo de concentración de Mauthausen; y el almirante Arseni Golovkó, comandante de la Flota del Norte durante la guerra.


Dmitri Lavrinenko
Dmitri Kárbyshev
En los años de postguerra los cosacos fueron vistos por el Gobierno como simples campesinos, aunque con tradiciones folclóricas y trajes regionales propios. Hasta finales de los años ochenta del siglo XX, durante la perestroika de Mijaíl Gorbachov, los descendientes de cosacos no comenzaron a reavivar sus tradiciones. Tras la desintegración de la URSS los cosacos participaron activamente en varios conflictos militares en el territorio del extinto país.

Actualmente el Gobierno ruso está impulsando el restablecimiento de los cosacos como casta militar. Se fundan nuevas escuelas de cadetes que se rigen por las antiguas reglas del Imperio ruso. 

Campañas y hazañas cosacas más destacadas

Colonización del sur de Rusia, Siberia y Lejano Oriente


Hasta el siglo XVI las relaciones entre los cosacos y el poder central ruso se caracterizaron por los esfuerzos del Gobierno por canalizar la actividad y belicosidad cosaca en provecho del país… en caso contrario estos atrevidos amantes de la libertad podrían lanzarse en alguna empresa peligrosa.

Bastaría como ejemplo de esta política de contención la fundación en 1589 a orillas del Volga de la ciudad de Tsaritsin, llamada a defender esta importante vía fluvial de las incursiones cosacas, y que a mediados del siglo XX entraría en la historia de la Segunda Guerra Mundial bajo el nombre de “Stalingrado” (ahora Volgogrado).



Sin embargo, mediante una colonización económico-militar los cosacos unieron a Rusia vastos territorios en las estepas al sur del país que ahora forman parte de Rusia y Ucrania. Pero un regalo aún más importante fue entregado a Rusia en el siglo XV, cuando un destacamento de 500 cosacos encabezado por el atamán Yermak Timoféyevich conquistó Siberia e, incapaz de retener tal extensión de tierra, recurrió a la ayuda del Gobierno ruso.





Terminado el periodo de caos y guerra civil en Rusia que siguió a la muerte del entonces zar ruso Borís Godunov, fueron los cosacos los que procedieron a una colonización normal de Siberia hasta el océano Pacífico y fundaron fortalezas que pronto se convirtieron en ciudades. Ahora estas ciudades y puntos geográficos llevan los apellidos de estos cosacos, como el cabo Dezhnev, el punto más oriental de Asia, en la costa ártica de Siberia, o la ciudad de Jabárovsk, llamada así en honor a Yeroféi Jabárov.




El asedio de Azov

A medida que el Gobierno ruso estrechaba sus lazos con los cosacos con el envío de “salario” y pertrechos (plomo y pólvora), las comunidades cosacas, sobre todo la Hueste del Don, se iban sintiendo más dependientes de Rusia. Finalmente los cosacos del Don optaron por recuperar su independencia absoluta tomando la ciudad de Azov, el punto más importante de las tierras adyacentes al estratégico mar Negro y mar de Azov, desde el cual podrían controlar las rutas comerciales del área. En 1637 los cosacos del Don, dirigidos por Mijaíl Tatarin (por cierto, apellido que significa “tártaro”) y en alianza con los de Zaporozhie, empezaron el asedio de esta ciudad, parte entonces del Imperio otomano. Los trabajos de ingeniería, durante los que se voló un fragmento del muro de la fortaleza, fueron dirigidos por un cosaco “de la tierra alemana”, según los manuscritos. En menos de tres meses, tras un ingenioso asedio, la fortaleza fue tomada por asalto y la guarnición turca eliminada.

Los cosacos declararon que la ciudad sería la capital de la Hueste del Don… tremenda bofetada al poderoso Imperio otomano. Durante las conversaciones con el Gobierno turco, Rusia condenó la incursión cosaca, pero tal como siempre había defendido, afirmó que los cosacos son independientes de Rusia. Además la permanencia de cosacos en Azov relajó considerablemente la presión sobre las fronteras rusas por parte de los tártaros de Crimea (vasallos de Turquía) y redujo drásticamente la cantidad de incursiones tártaras en el sur de Rusia. Los cosacos recibieron (en secreto) cantidades adicionales de pertrechos.  


Azóv (en ruso Азов ; llamada Tanaïs ; Τάναϊς en griego antiguo; Tana en la Edad Media y Azaq bajo el dominio turco) es una ciudad rusa del óblast de Rostov situada en la ribera del río Don a 3 kilómetros del mar homónimo, el mar de Azov, del cual esta ciudad toma su nombre

Los turcos tardaron años en reunir un ejército para recuperar la ciudad. Inicialmente la contraofensiva se postergó debido a una guerra contra Irán y a la muerte en 1640 del sultán Murad IV. El nuevo sultán, Ibrahim I, envió un enorme ejército turco, calculado en 240 000 guerreros, en 1641.

Unos 7500 cosacos se defendían en la fortaleza. Tras un intento fallido de asalto, los turcos procedieron al asedio, que empezó en junio de 1641, hostigando la fortaleza con la artillería e intentando minar sus muros. Pero los cosacos resultaron superiores a los turcos en el arte de la guerra de minas: las contraminas cosacas volaban las galerías subterráneas turcas con los zapadores dentro. Aunque en agosto la artillería turca había prácticamente arrasado los muros de la fortaleza, los turcos cesaron los ataques, con graves bajas y totalmente desgastados. El veintiséis de agosto el ejército turco de retiró. Los cosacos pagaron cara su sorprendente victoria: tan solo mil defensores sobrevivieron.

Los supervivientes se dieron cuenta de que en lo sucesivo no podrían resistir ante un enorme imperio y enviaron una embajada a Moscú para solicitar, como sucediera en Siberia durante el reinado de Iván el Terrible, que “tomara la ciudad bajo el mando del zar ruso”. Esta vez Rusia, tras largas discusiones, rechazó el “regalo” cosaco y recomendó a los guerreros que abandonasen la ciudad. 

En 1642 los cosacos se marcharon de Azov.

En 1695 Rusia quiso repetir la hazaña de los siete mil cosacos pero el numeroso ejército enviado fracasó en la misión. Un año después, y con el propio Pedro I a la cabeza, otro gran ejército ruso se enfrentó al reto. En esta ocasión lo superó, pero con multitud de bajas. Sin embargo, en 1711 Rusia tuvo que devolver la ciudad a Turquía. Finalmente, tras otra guerra ruso-turca, en 1739 la ciudad pasó definitivamente a formar parte de Rusia.

Cosacos contra Napoleón


Los méritos de los cosacos del Don en la lucha contra la invasión napoleónica son ampliamente conocidos. Hasta la toma de París, todas las tropas cosacas estuvieron bajo las órdenes del conde Matvéi Plátov, legendario atamán de la Hueste del Don.

Matvéi Ivánovich Plátov (17 de agosto de 1753 – 15 de enero de 1818), militar ruso nacido en stanitsa Pribylinskaya (territorios de cosacos del Don).
En todo el Ejército ruso y hasta en Europa se dio a conocer la extraordinaria promesa de Plátov  contraída durante la retirada de las tropas francesas. El afamado general prometió la mano de su hija María (las mujeres cosacas tenían fama de ser muy hermosas) y dos mil rublos (una suma colosal, puesto que en aquella época una vaca costaba entre dos y tres rublos) a cualquier soldado que hiciese prisionero a Napoleón.

El teniente Jean-Baptiste Nicolas Savin-Dernier, el último veterano vivo de la Grande Armée, se quedó a vivir en Rusia y durante sesenta años sirvió de profesor en un colegio de Sarátov. El antiguo militar recordaba que cuando fue llevado ante Plátov, el furioso general le golpeó en la cara y mandó que le llevasen un vaso de vodka para que no se congelara.


Afirmó ser el último sobreviviente de los Guerras Revolucionarias Francesas de 1792-1802 y el último oficial francés de las Guerras Napoleónicas.
Jean-Baptiste Nicolas Savin (17 de abril 1768 - 29 de noviembre 1894)
“Los cosacos son la mejor caballería ligera de todas las existentes. Si los tuviera en mi ejército, cruzaría todo el mundo con ellos”, afirmó Napoleón sobre este pueblo. Sin embargo, pronto abandonaría los elogios…  

En su huida de Rusia, el emperador se detuvo en Varsovia, donde en presencia del asombrado Gobierno polaco narró que había tenido que pelear en Rusia contra bárbaros y contra cosacos que no eran sino demonios transformados en seres humanos. “El diablo está dentro de los cosacos”, asustó a su auditorio el emperador. 

El mismo retrato fue repetido por Napoleón en vísperas de la toma de París por las tropas aliadas. En toda la ciudad se desplegaron imágenes de cosacos con cara de feos diablos prendiendo fuego a casas. Sin embargo, los parisinos vieron atractivos jinetes, perfectamente formados, uniformados y disciplinados. Según recordó el famoso escritor Victor Hugo, los cosacos se mostraron apacibles y corteses.

Iván Stepánovich Mazepa 

(20 de marzo de 1639 - 28 de agosto de 1709) fue un noble cosaco que luchó por restablecer la independencia política y militar de Ucrania frente al dominio de Rusia.


10 Grivnia, divisa ucraniana mostrando la imagen de Mazeppa.
Nació en 1639 cerca de Bila Tserkva, luego parte de la Reino de Polonia, actualmente llamada República de las Dos Naciones, en una familia noble. En 1659 sirvió en el tribunal del rey polaco Juan II Casimiro Vasa.

Juan II Casimiro o Casimiro V (Cracovia, 22 de marzo de 1609 - Nevers, 16 de diciembre de 1672). Rey de la Mancomunidad polaco-lituana (1648-1668). Segundo hijo del monarca sueco-polaco Segismundo III

Por su educación, Mazepa ascendió rápidamente en las filas cosacas y entre 1682 y 1686 sirvió como general Yesaul.

En 1687 Iván Mazepa acusó a Samoylóvych de conspirar para independizarse de Rusia, logró su derrocamiento y fue elegido atamán del Margen izquierdo de Ucrania, con la ayuda de Vasili Vasílievich Golitsin, del gobierno de Moscú.

Gradualmente Mazepa acumuló grandes riquezas, convirtiéndose en uno de los terratenientes más grandes de Europa. Durante su gobierno se construyeron multitud de iglesias por toda Ucrania, en el llamado estilo barroco ucraniano. 

El Barroco Ucraniano o Barroco Cosaco es un estilo arquitectónico que surgió en Ucrania durante la era del Hetmanato cosaco, en los siglos XVII y XVIII, como parte de la Arquitectura de Ucrania.

El Barroco Ucraniano se distingue del Barroco de Europa Occidental por medio de una ornamentación más moderada y unas formas más simples. Muchos Ukrainian edificios barrocos ucranianos se han conservado, incluyendo numerosos ejemplos en el Monasterio de las Cuevas de Kiev y el Monasterio de San Miguel de Vydubichi en Kiev.
El Monasterio de San Miguel de las Cúpulas Doradas en Kiev, iniciado en 1113, representa uno de los más típicos ejemplos de la arquitectura barroca ucraniana.

Iglesia y monasterio Troitska en Chernigov

Monasterio de las Cuevas de Kiev
Muchos cosacos, sin embargo, se sentían cada vez más frustrados por las reglas represivas y autoritarias de la nobleza del Atamanato cosaco. Se produjeron varias sublevaciones contra estas reglas, que comenzaron en la Sich de Zaporozhia, pero fracasaron.

En 1702, los cosacos del Margen derecho de Ucrania, bajo dirección del atamán Semén Paliy, comenzaron una sublevación contra Polonia, que después de tempranos éxitos fue derrotada. Mazepa convenció al zar ruso Pedro I de Rusia para que le permitiera intervenir, lo que hizo con éxito, asumiendo el control de partes importantes del Margen derecho de Ucrania, mientras que Polonia fue debilitada por la invasión de rey sueco Carlos XII. Temiendo la fama de Paliy, Mazepa lo exilió a Siberia.

Mapa de la Gran Guerra del Norte, de 1700 a 1709.
Mapa de la Gran Guerra del Norte de 1709 a 1721.
La Gran Guerra del Norte

Al inicio del siglo XVIII, por los reveses sufridos por el Imperio ruso en la Gran Guerra del Norte, el zar Pedro I de Rusia decidió reformar su ejército y centralizar el control sobre su reino. En la opinión de Mazepa, la consolidación de Rusia podía poner en riesgo la amplia autonomía concedida al Atamanato cosaco por el Tratado de Pereyáslav. Las exigencias para reforzar el control sobre los cosacos incluían la obligación de hacerlos luchar en cualquiera de las guerras de los zares, en lugar de defender sus propias tierras contra enemigos regionales, como se había convenido en el tratado.

Las fuerzas cosacas tuvieron que luchar en guerras distantes en Livonia y Lituania, en vez de proteger sus propios hogares contra los tártaros y los polacos. Sin equipamiento ni entrenamiento para combatir en igualdad contra los ejércitos europeos modernos, los cosacos sufrieron grandes pérdidas y su moral decayó, pues además sus comandantes eran rusos y alemanes, que a menudo menospreciaban las vidas y capacidades militares de los cosacos. La población de Ucrania tuvo que soportar la presencia del ejército ruso, que fue acusado de comportamiento irrespetuoso y de saqueo en las ciudades ucranianas en donde se había instalado. 

Los rusos deponen armas y estandartes ante Carlos XII de Suecia, tras la batalla de Narva. Pintura de Gustaf Cederström, 1910.
Cambio de bando

La gota que derramó el vaso en su relación con el zar Pedro I fue el rechazo de éste a su petición de defender Ucrania del rey polaco Estanislao I Leszczynski, aliado de Carlos XII de Suecia, que amenazó con atacar al Atamanato cosaco en 1708. Pedro I lo hizo porque esperaba un ataque del rey Carlos XII y decidió que él necesitaría todas sus tropas. En la opinión de Mazepa, esto violaba evidentemente el Tratado de Pereyáslav, puesto que Rusia rechazó proteger el territorio de Ucrania, apropiándose de ellos. Cuando los ejércitos sueco y polaco avanzaron hacia Ucrania, Mazepa se alió a ellos el 28 de octubre de 1708. Solo cerca de 3.000 cosacos lo siguieron, mientras que los otros continuaron siendo leales al zar. Esto se debía en parte a la propaganda de los clérigos ortodoxos en favor del zar. El ejército ruso, sin embargo, buscó su venganza destruyendo la capital cosaca de Baturyn, matando a la guarnición que la defendía y a toda su población, atando a los cosacos muertos en cruces y llevándolos de esta forma en una flota del ejército ruso que navegó por el río Dniéper al Mar Negro con la intención de atemorizar a las personas leales a Mazepa que vivían a lo largo del río.

Carlos XII de Suecia.
Pedro I de Rusia.
Los cosacos que no estaban del lado de Mazepa eligieron a un nuevo atamán, Iván Skoropadsky, el 11 de noviembre de 1708. El miedo de otras represalias y la suspicacia hacia los suecos (los nuevos aliados de Mazepa) evitaron que la mayoría de la población de Ucrania se le uniera. Curiosamente, la única ayuda significativa que obtuvo, vino del Sich de Zaporozhia, que a pesar de haber tenido desacuerdos con el atamán en el pasado, lo consideró a él y a la nobleza que representaba de menor peligro que al zar. El apoyo a Mazepa le costó caro a los cosacos del Sich. El Sich fue destruido por el imperio zarista en 1709, publicándose además un decreto que permitía ejecutar a cualquier cosaco activo de Zaporizhia.


Augusto II de Polonia, elector de Sajonia, intentó alcanzar la paz con Suecia en 1702, pero la exigencia sueca sobre su dimisión lo motivó a seguir combatiendo hasta 1706.
Luis XIV de Francia intentó aliarse con Suecia en la Guerra de Sucesión Española.
La alianza entre Dinamarca, Rusia y Polonia-Sajonia fraguó, en el mayor secreto, en el otoño de 1699. El 12 de febrero de 1700, tropas sajonas atacaron la ciudad sueca de Riga y sus fortificaciones aledañas en Livonia. El 20 de marzo del mismo año, Federico IV de Dinamarca intervino militarmente contra Holstein-Gottorp, dando inicio a la guerra.
Federico IV de Dinamarca y Noruega.
La batalla decisiva

Los ejércitos rusos y suecos estuvieron en maniobras la primera mitad de 1709, buscando una posición ventajosa para la gran batalla que se veía venir, al mismo tiempo que trataban de asegurarse el apoyo de la población local. Finalmente en el mes de junio, los ejércitos se enfrentaron en la Batalla de Poltava, que fue ganada por los rusos, poniendo de este modo fin a las esperanzas de Mazepa de transferir el control de Ucrania al reino sueco, el que a su vez le había prometido la independencia en un tratado previo. Derrotado, huyó al Imperio otomano junto con Carlos XII a la fortaleza de Bender, donde moriría un tiempo después.

Carlos XII de Suecia e Ivan Mazeppa después de la batalla de Poltava. Pintura de Gustaf Cederström.

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