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lunes, 25 de julio de 2016

(IV) Ciudadano Kane - William Randolph Hearst - Arthur Byne (El americano que expolió España)

Arthur Byne destrozó monasterios y se los llevó a EEUU piedra a piedra. Desmanteló iglesias, palacios y conventos para vendérselos a magnates. Robó, engañó y sobornó. Pero pasó a la historia como un experto amante del arte español.

 Llegó a España en 1915 y murió en 1935, en accidente de tráfico. Fue enterrado en Carabanchel.
Cuando William Randolph Hearst buscaba una noticia, llamaba a un fotógrafo y después se inventaba una guerra. Cuando quería llevarse a casa una catedral, el trabajo era mucho más sencillo. Sólo necesitaba a Arthur Byne.

William Randolph Hearst -  Castillo Hearst - El Antiguo Monasterio Español: El pasadizo que conecta a Miami con la Europa Medieval -  Hispanic Society of America - Archer Milton Huntington, pincha aqui

Byne (Filadelfia, 1884) era licenciado en arte y se presentaba como arquitecto. Nunca construyó nada. Pero durante las dos décadas que vivió en España, de 1915 a 1935, desmembró decenas de iglesias, palacios y conventos, que compró ilegalmente y trasladó a Estados Unidos, para que el ciudadano Kane decorase con los despojos sus delirantes mansiones en Florida y California. Colocó sobre la cabeza del magnate de la prensa más de 80 artesonados hispano-musulmanes.Se llevó, piedra a piedra, monasterios enteros. Robó, engañó y sobornó. Y consumó el mayor saqueo conocido del patrimonio arquitectónico español.

William Raldolph Hearst junto con Arthur Byne en Toledo en 1934
Europa sigue embarcada en su eterna guerra con EEUU por los pillajes arqueológicos. En su última ofensiva, el gobierno italiano ha iniciado un proceso contra el museo Getty de Los Angeles, para exigirle que devuelva cuatro piezas que salieron irregularmente del país. Grecia demandará también al museo para recuperar las suyas. España no podrá reclamar ninguna.

Cuando Byne llegó a Madrid con su mujer -Mildred Stapley, cinco años mayor que él- ambos eran miembros de la Hispanic Society de Nueva York y encandilaron a la alta sociedad de la capital.«El era muy alto y guapo, pero se había desviado de la cuestión, y aunque la señora Byne se comportó con la máxima discreción, el asunto trascendió a la servidumbre», contó Julia Sanza, hija del portero y la doncella de la casa. A pesar del desencuentro sexual, el tándem funcionaba. Mientras ella escribía, él especulaba con cientos de piezas sin que nadie lo advirtiera, cada vez que un millonario norteamericano sacaba el talonario.

Hearst no era un coleccionista ni un amante del arte, sino un comprador compulsivo y maniático, que ni lo entendía ni sabía valorarlo. En 1925 decidió que nada quedaría mejor en su palacio de San Simeón (California) que un claustro medieval español.Y Byne encontró en Segovia el Monasterio cisterciense de Sacramenia, que estaba en manos privadas. Por unos miserables, incluso entonces, 40.000 dólares lo compró, lo desmontó y se llevó las piedras a Nueva York en pequeños lotes, haciéndolas pasar por materiales de construcción.

Montaje en agosto de 1952 del monasterio de Sacramenia, comprado por Hearst, en Miami
España aprobó en 1926 la primera ley que prohibía la exportación de obras de arte. Pero eso no le detuvo. «Afortunadamente, el dueño del monasterio es una de las figuras preeminentes dentro de la dictadura militar. Forma parte del acuerdo que él allanará todo tipo de críticas de la prensa (y como aún queda un pago de 10.000 dólares, puede estar segura de que lo hará. Pero no es un trabajo fácil. Todo el mundo a lo largo del proceso debe ser acallado con dinero. ( ) Es la única manera de que un asunto de esta envergadura pueda realizarse», escribió a Julia Morgan, la arquitecta de Hearst. Los problemas de Byne no acabaron ahí.«Varias veces el proyecto fue denunciado al Ministerio de Bellas Artes, ( ) Ejercí mi influencia con el ministro y obtuve el permiso para mover las piezas embaladas ».

Los muros de Sacramenia llegaron al puerto de Nueva York empaquetados cuidadosamente en 10.571 cajas. Pero el embalaje era de paja y el Departamento de Agricultura las paralizó por miedo a la fiebre aftosa. Sus cerca de 36.000 piedras fueron embaladas de nuevo y guardadas, durante una cuarentena que duró tres años, en una nave del puerto. En 1931, cuando no quedaba ni una en España, la República declaró el monasterio monumento nacional.

El museo imaginado 

De España salieron en el siglo XX innumerables obras, no todas inventariadas. Varios profesores universitarios catalogan, desde 1996, los cuadros españoles en exilio forzoso. El proyecto se llama Museo Imaginado y de sus virtuales paredes cuelgan lienzos de Goya, Velázquez, Murillo, Ribera, Gris y Picasso, muchos de ellos desparecidos entre 1933 y 1945. Hoy algunos se muestran en el Louvre o la National Gallery. Otros fueron subastados y se les perdió el rastro. «Cuando es un robo claro, según la Unesco se pueden reclamar las piezas, si han pasado menos de 50 años desde su desaparición. Pero lo que sacó Byne de España es imposible de exigir. Se vendió y se pagó, aunque fuera de forma ilegal», asegura José Miguel Merino de Cáceres, profesor de Historia de la Arquitectura.

Las piedras de Sacramenia criaron polvo durante un cuarto de siglo en unos almacenes del Bronx. Cuatro meses después de que Hearst muriera, en 1954, las compraron dos empresarios para volver a montar en Florida el rompecabezas más grande de la historia. Byne, condecorado por Primo de Rivera, murió en un accidente de coche en Ciudad Real, en julio de 1935. «La muerte del Sr.Byne, insigne hispanófilo, constituye una verdadera pérdida para el arte español», terminaba su largo obituario en Abc. Hoy, los restos de Sacramenia son parte de un templo protestante cercano a Miami Beach. Los de Byne descansan bajo otra piedra, en el cementerio inglés de Carabanchel.


El botín de Byne 

CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE CUELLAR (SEGOVIA). Fue desmembrado entre 1907 y 1927 con la participación de Byne. Algunas de sus partes se encuentran en la Hispanic Society de Nueva York y otras se utilizaron en la reconstrucción del monasterio de Sacramenia, en Miami.

El monasterio de San Francisco fue un monasterio de la Orden de San Francisco fundado en el siglo XIII en la villa de Cuéllar (Segovia), que en el siglo XV su patronato pasó a manos del Ducado de Alburquerque, siendo Beltrán de la Cueva, primer duque, quien creó el panteón de la Casa de Alburquerque en su capilla mayor. Fue desamortizado en el siglo XIX, trasladando parte de su estructura al castillo de Viñuelas, y sus obras de arte repartidas por la catedral de Segovia, el Museo Federico Marés y la Hispanic Society of America, entre otros museos e instituciones.
En la actualidad perdura en pie su iglesia, sin cubierta, así como las capillas laterales y sacristía que son propiedad del Ayuntamiento de Cuéllar, quien los utiliza con fines culturales.
CASTILLO DE BENAVENTE (ZAMORA). Byne vendió a Hearst en 1930 parte de su estructura gótica. Actualmente su paradero es desconocido.

Una imagen (arriba a la derecha) idealista de la fortaleza benaventana comparte cartel con tres fotografías en las que se aprecia su abandono. Foto Claudio F. de la Cal.
MONASTERIO DE OVILA (GUADALAJARA). Hearst lo compró en 1931 con la intención de reconstruirlo en Wyntoon, su residencia de San Francisco. Nunca lo hizo y hoy algunas de sus piedras siguen arrumbadas en el parque del Golden Gate. Existe un proyecto de reconstrucción, paralizado.

Estado que presenta en la actualidad el Monasterio
El Monasterio de Óvila fue fundado por donación de Alfonso VIII de Castilla en 1175, concediendo también otras múltiples donaciones y acrecentamientos a los monjes blancos que inicialmente habían acudido desde el Monasterio de Santa María de Valbuena en Valbuena de Duero (Valladolid).
El definitivo fin del Monasterio comenzó en 1928, cuando el Estado lo vendió a un particular por 3000 pesetas de la época: Fernando Beloso, director del Banco Español de Crédito en Madrid en aquella época y dueño del llamado Coto de San Bernardo en Óvila, con magníficas tierras de regadío, campos de cereal y montes en torno a Óvila. Fernando Beloso lo vendió, por partes, al magnate de la prensa estadounidense William Randolph Hearst (Ciudadano Kane en la película de Orson Welles). Asesorado por Arthur Byne, Hearst lo desmontó y envió piedra a piedra, no sin dificultades, a Estados Unidos para instalarlo en su mansión californiana de Wyntoon.
Tras muchas complejidades legales, fueron desembarcadas en el puerto de San Francisco y desde entonces permanecen olvidadas, deterioradas y dispersas las piedras del claustro, la sala capitular, el refectorio y el dormitorio de novicios en los jardines y almacenes del Golden Gate Park de San Francisco. La portada manierista de su iglesia tuvo mejor suerte y está instalada desde 1965 en el Hearts Court del M. H. de Young Memorial Museum de San Francisco. Más tarde, esta portada fue donada a USF (Universidad jesuita de San Francisco) en 2002 y posteriormente en 2008 adherida a la construcción de un nuevo edificio denominado "Kalmanovitz Hall".
REJA DE LA CATEDRAL DE VALLADOLID. Arthur Byne se la vendió a Hearst en 1922. Nunca llegó a usarla. En 1956 se vendió al Metropolitan de Nueva York, que la instaló, después de mutilarla convenientemente para que cupiera. Puede visitarse allí.

Hay espíritus malévolos que dicen que, cuando la sala del museo norteamericano queda en silencio, entre los barrotes de la reja viajera se oyen tristes cantos gregorianos que ensalzan a un dios: el Dólar.
Historias de Valladolid: LA REJA DE LA CATEDRAL
El capítulo de la reja de la catedral de Valladolid forma parte de la historia negra del maltratado patrimonio de la ciudad. Un turbio episodio en torno a la especulación y al desprecio del legado histórico-artístico en tiempos pasados, aunque no excesivamente lejanos, ya que hablamos de 1928.
 
Pero volvamos al encargo de la reja a Rafael y Gaspar de Amezúa, cuyas dimensiones eran descomunales, todo un reto para una obra que habría que ajustarse al milímetro a su grandilocuente emplazamiento. Tras meses y meses de trabajo, los rejeros vizcaínos la terminaron en 1763, siendo trasladada en carretas, despiezada, desde Vitoria a Valladolid. Fue montada y asentada el 7 de diciembre de aquel mismo año, hecho que se celebró con una fiesta, y pintada y dorada al año siguiente por doradores segovianos, los mejores de la época.
 Así permaneció hasta 1928, momento en que se hace una remodelación de la catedral que culmina con un desaguisado de turbios intereses, similar a la venta de los frescos de la Ermita de San Baudelio de Casillas de Berlanga, Soria, a un anticuario estadounidense en 1922, el mismo año en que se asienta en la catedral vallisoletana, en teoría provisionalmente, el retablo de la iglesia de Santa María la Antigua, junto a una pequeña sillería, ambas obras de Juan de Juni, con motivo de unas obras realizadas en aquella iglesia, a la que tampoco volverían jamás.
Ante las necesidades de fondos para rematar la remodelación de la catedral, pronto apareció en escena Arthur Byne, marchante de antigüedades estadounidense que había trabajado como conservador en la Hispanic Society of America de Nueva York, cuyo fundador, Archer Milton Huntington, había prescindido de sus servicios al rechazar sus prácticas poco legítimas en la compra de obras de arte en España. Este personaje, ave de rapiña, bien informado por alguna alta jerarquía de la catedral, se presentó en Valladolid en 1928 ofreciendo sumas de dinero por distintas obras que al Cabildo parecieron suculentas y no supo rechazar. Así se consumó un desgraciado expolio mediante la compra a la catedral de dos órganos, una biblioteca entera de cantorales y la reja de la catedral. Toda una ganga.
Posteriormente, Arthur Byne vendió la reja en Estados Unidos al poderoso empresario de la prensa William Randolph Hearst, creador de la Fundación Hearst, para ser colocada en su rancho de San Simeón, aunque finalmente, por dificultades de instalación, éste la donó en 1956 al Metropolitan Museum de Nueva York, en una de cuyas salas se exhibe en la actualidad rodeada de piezas medievales y renacentistas de procedencia europea, con un letrero explicativo que lacónicamente dice que al colocar el nuevo retablo de la catedral de Valladolid en los años 20, la reja “ya no era necesaria”.
La Catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Valladolid es un templo católico ubicado en la ciudad de Valladolid con categoría de catedral, sede de la Archidiócesis de Valladolid. Concebida en el siglo XVI como última obra de Felipe II y diseñada por el arquitecto Juan de Herrera, es un edificio de estilo herreriano con añadidos barrocos. Debía ser la catedral más grande de Europa, si bien se encuentra construida en un 40-45%, debido a la falta de recursos para un proyecto de tal magnitud y a los gastos provocados por la difícil cimentación del templo, situado en una zona con un gran desnivel en el terreno.
Presbiterio de la Catedral, con el retablo de Juan de Juni (mediados del siglo XVI)
Juan de Juni (Joigny, Francia, 1506 – Valladolid, 10 de abril de 1577) fue un escultor franco-español.
Junto con Alonso Berruguete, Juni formó la gran escuela de la escultura castellana, con una gran y extensa obra realizada mayormente en los más de treinta años que permaneció en Valladolid. Eso le ha valido su presencia destacada en el Museo Nacional de Escultura, especialmente, y en el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid, entre otros lugares de la ciudad.

El Santo Entierro (detalle), escultura en madera policromada, actualmente en el Museo Nacional de Escultura, en Valladolid, España.
Presentó un gran dominio en los materiales escultóricos como el barro cocido, la piedra y la madera y un perfecto conocimiento de la anatomía humana.
Su oficio fue el de escultor, también denominado como "maestro de hacer imágenes" o como entallador que por misión tenía el hacer los elementos decorativos de fachadas, portadas o retablos, así también se dedicó a la construcción y al montaje de la arquitectura de los retablos a quienes se les llamaba ensamblador y como prueba de su oficio de arquitectura se sabe que realizó en el año 1565, en Valladolid, el Arco para recibir a la reina Isabel de Valois, conservándose aún el diseño de dicha obra.
Salomé, Galería Uffizi (Florencia) -  Berruguete
Martirio de san Sebastián, Museo Nacional de Escultura -  Berruguete
Alonso González Berruguete (Paredes de Nava, c.1490 — Toledo, 1561), escultor castellano, hijo del pintor Pedro Berruguete, es uno de los referentes fundamentales de la imaginería española del Renacimiento. También realizó obras pictóricas.
CATEDRAL DE SEO DE URGEL (LÉRIDA). Uno de sus arcos de jaspe rojo se encuentra en el Castillo de San Simeón, en California.También la sillería del coro, que Hearst instaló en su comedor. COLECCIÓN DE ARTE DEL CONDE DE LAS ALMENAS. Byne se la llevó a Estados Unidos con la excusa de montar una exposición y después la vendió. Sus artesonados y mobiliario están desperdigados en ese país.


Fuente: El mundo - Josefa Paredes. Periodista. Madrid

La catedral de Santa María de Urgel es un templo católico español situado en la localidad de Seo de Urgel (provincia de Lérida), sede del Obispado de Urgel. Es la única catedral íntegramente románica en Cataluña, considerada un ejemplar único dentro del arte románico en Cataluña por sus características italianizantes, altamente visibles en la ornamentación de la fachada y la galería abierta de la cabecera del templo.
El templo actual data del siglo XII y está presidido por Virgen de Urgel (Magna Parens o Magna Domina Urgellitana), patrona de la ciudad.
Ábside de la catedral de Urgel.
Claustro de Santa María de Urgel 
Fin del curso "América... de cine"

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