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lunes, 7 de agosto de 2017

Señorio Guendulain cendea de Cizur - Palacio Iñíguez de Abarca Sangüesa - El Palacio de los Mencos, de Tafalla - Jerónimo de Ayanz, el mejor inventor del siglo de Oro

Sebastián de Eslava y Lazaga - Palacio de Guendulain, pincha aqui

Guenduláin​ (Gendulain en euskera) es una localidad de la Cendea de Cizur, en la Comunidad Foral de Navarra (España) actualmente despoblada y abandonada.

Señorio Guendulain cendea de Cizur merindad de Pamplona Navarra

Fue en otros tiempos, un señorío de gran importancia, no sólo en la Cendea de Cizur, sino en toda Navarra. Situado en pleno Camino de Santiago, entre Cizur Menor y Zariquiegui, su silueta recuerda el pasado glorioso de un lugar privilegiado. La colegiata de Roncesvalles tuvo posesiones ahí durante el siglo XIII. Posteriormente estuvo bajo la protección y dominio del conde de Genduláin y señor de Ayanz y de las generaciones de su linaje desde el siglo XVI. El Papa Clemente IX suprimió en 1669 los beneficios de que ocupaba la parroquia del lugar.
Durante 1817 el lugar contaba, además del palacio con almenas, con 23 casas, una salera, un colmenar e, incluso, un Profesor de ciencias. El palacio se puede definir como castillo-palacio, al tener elementos defensivos, propios de construcciones militares de final de la edad media. La antigua parroquia de San Andrés hoy abandonada, es un edificio del siglo XVII. Cabe incluir que, de camino a Guendulain, se encuentra el cementerio municipal que antiguamente era utilizado por los habitantes de dicho pueblo. Se encuentra en lo alto del camino, en difícil acceso, y donde se encuentran lápidas saqueadas de antiguos difuntos.

Palacio Iñíguez de Abarca
El palacio Iñíguez de los Abarca es renacentista. La primera planta, construida en ladrillo, tiene dos balcones. La planta superior tiene dos arcos de medio punto. El patio interior tiene dos pisos sobre columnas. 
El hijo más ilustre de esta casa fue José Iñíguez Abarca, nacido en 1639. Fue fiscal de la inquisición en Córdoba; diputado del reino y prior de Roncesvalles. Este palacio pasó a propiedad del Conde de Guenduláin por entronques familiares.
El palacio Iñíguez de los Abarca se encuentra en la Calle Mayor, 14 Sangüesa (Navarra)


Sangüesa está situada en la parte oriental de la Zona Media de Navarra, a 45 kilómetros de Pamplona. Ocupa una posición singular, de paso entre las primeras sierras pirenaicas y la depresión del valle del Ebro. Se encuentra enclavada en la Zona Media de Navarra, es cabeza de Merindad y por ella pasa el río Aragón. Está situada a 404 m. de altitud. Tiene una población de 5.248 habitantes (datos de 1 de enero de 2010). El municipio se extiende sobre una superficie de 71,7 km2 y está compuesto también por las localidades de Rocaforte y Gabarderal. El título de “La que nunca faltó” que aparece en su escudo, se debe a la concesión que hizo el rey Luis Hutín en 1312 por la victoria en la batalla de Vadoluengo y por su fidelidad en la defensa del reino.
Un poco de historia:

Enrique II de Navarra (Sangüesa, en la casa de los Sebastianes, 25 de abril de 1503 - Pau, 25 de mayo de 1555) fue rey de Navarra en la Baja Navarraa​ desde 1530 hasta su muerte, copríncipe de Andorra, conde de Foix, de Périgord, de Bigorra y de Albret y vizconde de Bearn, Tursan, Gabardan, Tartas y Limoges. La casa natal de Enrique II de Albret es el Palacio de los Sebastianes. Edificio tardogótico, del s. XV en el n.º 56 de la calle Mayor.
En 1515, Enrique y su padre, Juan III de Albret, residían en la corte francesa, donde conoció a Margarita de Angulema, hermana del rey Francisco I de Francia, con quien casará en 1527.
Margarita de Angulema, llamada también Margarita de Francia, Margarita de Navarra o Margarita de Orleans (Angulema, Francia, 11 de abril de 1492 - Odos, Altos Pirineos, 21 de diciembre de 1549), fue una noble francesa, princesa de la primera rama de Orleans de la dinastía de los capetos, duquesa consorte de Alençon (1509-1525), reina consorte de Navarra (1527-1549), escritora y humanista. Fue una mujer muy avanzada en su tiempo. Apreciada por su carácter abierto, su cultura y por haber hecho de su corte un brillante centro del humanismo, acogió con agrado los inicios de la Reforma difundiendo el evangelismo y el platonismo. Como escritora su obra más conocida es el Heptamerón siguiendo el modelo del “Decamerón” de Bocaccio pero con la inversión de la situación en el papel de hombres y mujeres ya que en la obra de Margarita son las mujeres quienes ridiculizan a los hombres.
Palacio de los Sebastianes
Palacio tardo gótico del siglo XV con dos portales gemelos apuntados y escudos en las claves.
Perteneció a la noble familia de los Sebastianes, ricos comerciantes locales y prestamistas de los reyes navarros. En él nació Enrique de Labrit, último Príncipe de Viana, hijo de los reyes Juan y Catalina, el 25 de abril de 1503.
El Palacio de los Mencos, de Tafalla (pincha aqui)

El Palacio de los Mencos está en Tafalla, una ciudad y municipio de la comunidad Foral de Navarra.
Linda con el convento de Recoletas al que se une mediante un arco. Conforma un gran bloque cúbico de sillería de dos alturas más un ático. Articulado por ventanas rectas, a excepción de la puerta principal que consta de un arco de medio punto, sobre él, en la parte más alta del edificio, hay colocado un escudo que lleva las armas de los Mencos. El edificio tiene adosado en escuadra un torreón prismático de cantería, que aprovecha en su parte baja estructuras de un antiguo torreón medieval, posible resto de la antigua muralla de Tafalla. El cuerpo alto, concebido a modo de mirador, se articula por arcos de medio punto sobre pilares.
Está elevado sobre una pequeña colina enfrente de las viejas murallas de la ciudad de Tafalla, hoy derruidas, y en ese altozano se supone que hacia el año 1590, por parte de la familia Mencos, que vivía cerca de la iglesia Santa María, se compró un terreno “fuerapuertas”, al borde del camino Real que conduce a Olite, y allí edificaron la nueva casa.

Desde entonces la familia Mencos la vivió como casa principal hasta que en 1770 por el matrimonio de Joaquín José Mencos y Areizaga (conde de Guendulain y barón de Bigüezal, Alcaide de los Reales Alcázares de Tafalla) con Magdalena Eslava y Eslava, (marquesa de la Real Defensa y condesa del Fresno de la Fuente), trasladan los Mencos su residencia principal a la casa de los Real Defensa, en la calle Zapatería de Pamplona. Queda entonces esta de Tafalla como segunda casa. Desde mediados del siglo XX vuelve a ser la casa principal del mayorazgo de los Mencos de Tafalla.

Hoy la familia Mencos ha optado por la organización de eventos y especialmente bodas para dar a conocer la casa y conservarla con todo el desembolso que ello supone en viviendas de estas características.
La casa ha sido ocupada en diversas ocasiones cuando ha habido guerras, por las tropas, como ocurrió con el ejército francés entre 1808 y 1813, en la guerra de la Independencia, o como también pasó en la primera guerra carlista, cuando fue cuartel del ejército Cristino de 1833 al 1839. Posteriormente, en la tercera guerra carlista, la de 1873 al 1876, fue hospital de la Cruz Roja (parece ser el primer hospital que la llamada en sus comienzos Humanitaria Sociedad de Socorro a los heridos en campaña instaló en el frente de guerra). En el siglo XX, en 1936 en la guerra civil, fue de nuevo ocupada y esta vez utilizada como escuela de suboficiales y Comandancia de la Guardia Civil. La casa, por lo tanto ha sufrido bastante, no obstante, se comienza a arreglar a partir de los años cuarenta del pasado siglo, por Don Tiburcio Mencos y Bernaldo de Quirós, marques de la Real Defensa y hoy nos ofrece un aspecto mejor incluso que el que pudo tener antes de la guerra civil.

La aristócrata centenaria que tuvo por madrina a la hermanastra de Isabel II

María Cristina Chico de Guzmán y Mencos -  Foto Óscar Del Pozo
05/03/2015  - Cumplir 101 años y derrochar alegría no está al alcance de todos. Para María Cristina Chico de Guzmán y Mencos, sí. Historia en estado puro. Castiza hasta la médula, nació un 4 de marzo de 1914 en la Plaza de la Villa. El Bautismo lo recibió en brazos de María Cristina Muñoz y Borbón Dos Sicilias, hermanastra de Isabel II. Tiene muchos recuerdos. ¡Y móvil! «Sí, hija, sí. Es lo único bueno de estos tiempos», dice.
Como único apunte,  María Cristina Muñoz y Borbón-Dos Sicilias, la madrina de la protagonista de esta noticia, no fue hermanastra de Isabel II, sino medio hermana por compartir ambas progenitora, la reina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, conocida como la Gobernadora y viuda de Fernando VII.
Jerónimo de Ayanz y Beaumont (Guenduláin, Navarra; 1553-Madrid; 23 de marzo de 1613) fue un militar español. Hombre polifacético, destacó como militar, pintor, cosmógrafo y músico, pero, sobre todo, como inventor. Fue el precursor del uso y diseño de la máquina de vapor, mejoró la instrumentación científica, desarrolló molinos de viento y nuevos tipos de hornos para operaciones metalúrgicas, industriales, militares e incluso domésticas. Inventó una campana para bucear e incluso llegó a diseñar un submarino. Quizá su obra más destacada fue la máquina de vapor, ya que registró en 1606 la primera patente de una máquina de vapor moderna.

Retrato de Jerónimo de Ayanz y Beaumont. Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, Eulogia Merle.
Con todas sus dotes y cualidades, Jerónimo de Ayanz llegó a la edad de 31 años sin haber encontrado mujer y como ya había hecho muchos méritos en su vida, quiso buscar la mejor o al menos la más rica. Su tío, por entonces inquisidor en Murcia, le presentó a doña Blanca Dávalos Pagán, la joven heredera de una de las familias de más nombre y fortuna de la ciudad. A Murcia se marchó el buen Jerónimo y una vez casado, aprovechó su experiencia en la corte para involucrarse en los asuntos de la ciudad, llegando a ser regidor de Murcia y más tarde gobernador de Martos. Tan bien se adaptó Ayanz a aquellas tierras y a su nueva familia que cuando su mujer murió a los pocos meses de casarse, decidió desposar a su hermana pequeña doña Luisa. 

Hijo de Carlos de Ayanz, capitán de la guarnición de Pamplona, y de Catalina de Beaumont, fue el segundo de los hermanos varones, siendo el primogénito D. Francés de Ayanz, nacido un año antes. La crianza de Jerónimo y sus hermanos estuvo a cargo de su madre, doña Catalina de Beaumont y Navarra, que inculcó a sus hijos los principios de una educación propia de su rango. Pasó la infancia en el señorío de Guenduláin hasta que en 1567 fue a servir al rey Felipe II como paje. ​En la Corte se instruyó en las dotes miliciales, en las letras y las artes y también en el manejo de las matemáticas que, posteriormente, le servirían para sus estudios de cosmografía. Don Carlos de Ayanz intervino en las campañas de Francia, participando en la batalla de San Quintín en 1557. Combatió, además, en Túnez, Lombardía, Flandes, Portugal, las Azores, La Coruña. 
Durante el reinado de Felipe II convivieron en la corte algunos de los grandes genios científicos de la época. Acaba de llegar el gran arquitecto Juan de Herrera, artífice del Escorial y el ingeniero Pedro Juan de Lastanosa era el maquinario mayor. En este ambiente de excelencia, la destreza de Ayanz en el campo de las matemáticas, cuya enseñanza englobaba la aritmética y la geometría, pero también la astronomía, la náutica, la ingeniería y la arquitectura, le convierte en un joven muy popular. 
Además, Jerónimo era un portento físico que doblaba barras de hierro sobre su nuca y agujereaba planchas de plata con los dedos, por lo que su conjunto era el de un genio atípico que despertaba más simpatías que recelos.
Jerónimo de Ayanz se hizo famoso en su época por su fuerza y por las hazañas que realizó en Flandes. Lope de Vega refleja la vida aventurera de Ayanz en la comedia titulada 'Lo que pasa en una tarde'
En 1587, fue nombrado Administrador General de Minas del Reino, es decir, gerente de las 550 minas que había entonces en España y de las que se explotaban en América.

Ayanz inventó muchas cosas: una bomba para desaguar barcos, un precedente del submarino, una brújula que establecía la declinación magnética, un horno para destilar agua marina a bordo de los barcos, balanzas «que pesaban la pierna de una mosca», piedras de forma cónica para moler, molinos de rodillos metálicos (se generalizarían en el siglo XIX), bombas para el riego, la estructura de arco para las presas de los embalses, un mecanismo de transformación del movimiento que permite medir el denominado «par motor», es decir, la eficiencia técnica, algo que sólo siglo y pico después iba a volver a abordarse. Hasta 48 inventos le reconocía en 1606 el «privilegio de invención» (como se llamaba entonces a las patentes) firmado por Felipe III. Uno de los inventos más llamativos fue el de un traje de buceo. La primera inmersión de un buzo documentada ocurrió en el río Pisuerga frente al palacio de la Ribera (en Valladolid) y el propio Felipe III asistió al acontecimiento desde su galera, junto con miembros de la corte.
Desde 1608 se había dedicado a la explotación privada de un yacimiento de oro cerca de El Escorial y a la recuperación de las minas de Guadalcanal, las mismas donde había aplicado por primera vez en el mundo una máquina de vapor. Pero enfermó gravemente. El 23 de marzo de 1613 moría en Madrid. Sus restos se trasladaron a Murcia, la ciudad que había gobernado, primero al convento de San Antonio de Padua, y luego a la Catedral.

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