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domingo, 20 de octubre de 2019

(II) El placer de coleccionar arte - Mecenas, el amigo de Augusto y de los poetas - Los Horti de Mecenas - Auditorium de Mecenas - Periégesis

El placer de coleccionar arte -- ¿Qué es lo que impulsa a coleccionar arte? - Período helenístico -El Neoaticismo - La escultura helenística, pincha aqui

Cayo Cilnio Mecenas

El templo de saturno, en el foro de Roma, era la sede del tesoro público. Éste, como la fortuna de Mecenas, aumentó considerablemente debido a las confiscaciones a los senadores.

Persona que patrocina las artes y las letras»: así define el Diccionario de la Real Academia Española el término «mecenas», en referencia a los individuos que dedican parte de sus riquezas a financiar obras culturales diversas, sea un museo, una ópera o un premio artístico o literario. El término procede, como también indica el Diccionario de la Academia, de un personaje de la historia romana que patrocinó con sus riquezas y su influencia a los grandes literatos de la Roma de aquellos años, como Horacio, Virgilio o Propercio. Sin su ayuda, es posible que alguno de los versos más bellos de la literatura universal no hubieran visto la luz. Pero el primer Mecenas de la historia no fue sólo un protector de las artes. Amigo y consejero de Augusto, fue uno de los hombres más poderosos del reinado del primer emperador de Roma.

Augusto de Prima Porta, estatua de César Augusto fue descubierta el 20 de abril de 1863 en la villa de Livia, en Prima Porta, un suburbio de Roma. Se trata de una copia en mármol de un modelo en bronce anterior. Hoy se exhibe en el Braccio Nuovo de los Museos Vaticanos.
La estatua es una imagen idealizada de Augusto que se basa en el Doríforo de Policleto del siglo V a. C. Acoge la forma de contrapposto de esa escultura, creando diagonales entre los miembros tensos y los relajados, es un rasgo típico de la escultura clásica.
Augusto (Roma, 23 de septiembre de 63 a. C.-Nola, 19 de agosto de 14 d. C.) fue el primer emperador romano. Gobernó entre 27 a. C. y 14 d. C., año de su muerte, convirtiéndose así en el emperador romano con el reinado más prolongado de la historia.Nacido bajo el nombre de Cayo Octavio Turino (Gaius Octavius Turinus), fue adoptado por su tío abuelo Julio César en su testamento, en el año 44 a. C. Desde ese instante hasta 27 a. C. pasó a llamarse Cayo Julio César Octaviano (Gaius Iulius Caesar Octavianus). En 27 a. C. el Senado le concedió usar el cognomen de «Augusto», y por consiguiente se convirtió en Emperador César Augusto (Imperator Caesar Augustus).
El joven Octavio se convirtió en heredero de Julio César tras el asesinato de éste en 44 a. C. Un año después, en 43 a. C., conformó junto a Marco Antonio y Lépido una dictadura militar conocida como el Segundo Triunvirato.
Al servicio de Octavio
Cayo Mecenas nació probablemente en Arretium (Arezzo), una localidad etrusca del centro de Italia. Se decía que tenía sangre real, como descendiente de los monarcas etruscos de la ciudad a través de la familia de su madre, los Cilnios. Horacio, por ello, lo llamaba «Mecenas, nacido de reyes antiguos, mi dulce baluarte y honor». Sin embargo, Mecenas perteneció siempre al orden de los caballeros, inferior al de los senadores, y nunca quiso incorporarse al Senado, algo que habría estado a su alcance en cualquier momento gracias a su estrecha relación con Octavio.
Aunque era unos años mayor, Mecenas fue un amigo de primera hora de Octavio, sobrino de Julio César. A la muerte de éste, en 44 a.C., se le unió de inmediato en su lucha por hacerse con el poder. A lo largo del triunvirato que Octavio formó con Marco Antonio y Marco Emilio Lépido (43-33 a. C.), Mecenas realizó importantes gestiones diplomáticas al servicio de su amigo. 

En 40 a.C. arregló su matrimonio con Escribonia, pariente de Sexto Pompeyo (hijo de Pompeyo el Grande), con la intención de cimentar una alianza entre Octavio y el almirante republicano que evitara una guerra civil con éste y le diera ventaja sobre los otros triunviros. El matrimonio, desde luego, no fue feliz, pero sí dio a Octavio su única descendencia, Julia, cuyos nietos y bisnietos gobernarían el Imperio durante el siguiente siglo. Tres años más tarde marchó a Tarento como enviado personal de Octavio, y allí suscribió un tratado en el que se acordaba un nuevo reparto de las áreas de influencia entre éste y Marco Antonio que dejó a Lépido prácticamente fuera de juego.

En 36 a.C., la paz con Sexto Pompeyo fracasó y Octavio marchó a Sicilia a combatirlo. Mecenas permaneció en Roma investido del máximo poder
en la ciudad y en Italia. También participó, como mano derecha de Octavio, en la campaña militar que culminaría en la batalla de Actium, que representó la victoria definitiva de aquel sobre Marco Antonio.

Mecenas en el jardín de su Villa del Esquilino. C.F. Jalabert. Siglo XIX. Nimes.  Museo de Bellas Artes

El perfecto sibarita
Las ocupaciones políticas, sin embargo, nunca absorbieron totalmente a Mecenas. Muy al contrario, el influyente ministro de Augusto era conocido entre sus contemporáneos por su tren de vida derrochador y su afición ilimitada por los placeres y los refinamientos. De hecho, muchos consideraban estos gustos como un signo de molicie y afeminamiento, diciendo que podía «superar a una mujer en su dedicación a la indolencia y el lujo». 

Inmensamente rico, Mecenas se hizo construir una gran residencia en el monte Esquilino, rodeada por los célebres Jardines de Mecenas de los que hoy se conservan aún algunos restos, aunque en absoluto dan una idea del esplendor de esa propiedad, que después pasaría a ser la residencia de Tiberio, el sucesor de Augusto, tras la vuelta de su exilio en Rodas. Allí celebraba espléndidos banquetes con manjares exquisitos que puso de moda en Roma, como la carne de monos jóvenes. Se decía que le gustaba conciliar el sueño al son de música lejana tocada por músicos escondidos entre los setos.

Aficionado a la música, el teatro –en particular los mimos– y también a la poesía, Mecenas se rodeó de los principales escritores de Roma, como Virgilio, Horacio y Propercio.

Tras la proclamación de Octavio Auigusto como emperador, con el nombre de Augusto, en el año 27 a.C., Mecenas siguió desempeñando un papel prominente en la corte, pero en un segundo plano frente a Agripa, quien llegó a ser considerado como el sucesor de Augusto. Con el tiempo, las relaciones con el emperador se enfriaron por causas difíciles de determinar; quizá fue el affaire de Augusto con la esposa de Mecenas, Terencia, o bien la intercesión del consejero para librar a su cuñado Terencio Varrón Murena de una acusación por traición. Al final, Mecenas se retiró a su palacio del Esquilino, donde se dedicó a sus libros y a sus artistas. 


Quinto Horacio Flaco a​ (Venusia, hoy Venosa, Basilicata, 8 de diciembre de 65 a. C.-Roma, 27 de noviembre de 8 a. C.), conocido como Horacio, fue el principal poeta lírico y satírico en lengua latina.
Fue un poeta reflexivo, que expresaba aquello que desea con una perfección casi absoluta. Los principales temas que trató en su poesía son el elogio de una vida retirada («beatus ille») y la invitación de gozar de la juventud («carpe diem»), temas retomados posteriormente por poetas españoles como Garcilaso de la Vega y Fray Luis de León. Escribió, además, epístolas (cartas), las últimas de las cuales, dirigida «A los Pisones», es conocida como Arte poética.
A pesar de tener múltiples amantes de ambos sexos, estuvo casado con Terencia con la que pasó media vida discutiendo aunque siempre acababan reconciliándose. Y aquí aparece el motivo por el que las relaciones con Augusto se enfriaron hacia 23 a.C. Parece ser que Terencia mantuvo un affaire con el Príncipe, lo que no molestaba a Mecenas; el problema surgió a causa de la indiscreción que cometió el consejero al comentar asuntos de Estado con su esposa (una conspiración contra el principado en la que estaba implicado el hermano de Terencia, Aulo Terencio Varrón Murena y a la que ella advirtió de correr peligro). Este asunto irritó mucho a Augusto. El propio Suetonio lo comenta en su Vida de Augusto “Echó en falta discreción en Mecenas pues había revelado a su mujer Terencia el secreto en que se tenía el descubrimiento de la conjura de Murena”. Siguieron relacionándose con cierta cordialidad y Augusto continúo recurriendo a él de vez en cuando en busca de consejo pero el emperador lo excluyó de su círculo íntimo de máxima confianza.
Así y todo, Mecenas lo nombró su heredero cuando murió en el septiembre del 8 a.C. Mecenas era hipocondríaco y temía mucho a la muerte. Para tranquilizarlo Horacio le dedicó una oda bellísima (Oda 2, 17, 8-12) en la que le prometía seguirle en la muerte, promesa que cumplió, pues murió dos meses después que su patrón:
“El mismo día
tirarán tierra sobre los dos:
Presto el juramento del soldado:
tú diriges e iremos los dos juntos,
preparados para pisar el camino
que pone fin a todos los caminos,
como amigos inseparables”

El comportamiento de Mecenas fue imitado por muchos a través de los siglos. El caso más significativo es el de Los Medici en Florencia que reunieron en su torno a sí los más grandes talentos de su tiempo.
Villa de Mecenas con las cascadas en Tívoli. Jacob Philipp Hackert (1783)
Auditorium de Mecenas
“Ahora se puede habitar en el saludable Esquilino y pasear en su llanura soleada, por donde hace poco los desdichados contemplaban el deforme campo por los blancos huesos”.   Horacio. Sátira. I, 8  
Gracias a estos versos del poeta Horacio, unos restos arqueológicos encontrados en el Esquilino se identificaron como los de la villa que Cayo Cilnio Mecenas se construyó en esa zona de Roma durante los años 40-30 a.C.
Mecenas sentía un gusto desmedido por el lujo y los placeres, de ahí que se construyera una de las más suntuosas villas de Roma en esta zona del Esquilino que antes había sido ocupada por un cementerio (de ahí la alusión de Horacio al campo cubierto de huesos). Para la construcción de la misma fue necesario cubrir la antigua necrópolis con una gran capa de tierra en la que se plantaron flores y árboles a la vez que se tuvieron que aplanar parcialmente los terraplenes de la Muralla Serviana, dando lugar a uno de los más bellos jardines de la antigua Roma, los horti Maecenatis, que estaban decorados con numerosas obras de arte, lo que evidencia el gusto de Mecenas por el coleccionismo de antigüedades. Sabemos también por las fuentes que Augusto “cuando se encontraba enfermo dormía en casa de Mecenas”., por lo que podemos hacernos una idea de la inmensa paz que transmitía el lugar.

Plano del Esquilino con la localizaciòn de los Horti Maecenatis
Fuente: http://www.trasecoli.it/sito/index.php?option=com_content&view=article&id=197&Itemid=89
El edificio encontrado fue excavado en 1874. Los restos que aún se conservan pertenecen a una gran sala rectangular de 13 x 24 metros. En uno de los lados cortos la pared se curva en un gran ábside al que se abren una serie de nichos a modo de ventanales ficticios donde aún pueden verse trazas de la decoración pictórica. En cada uno de los dos lados más largos se distribuyen 6 nichos. Una techumbre moderna cubre la construcción sustituyendo a la original, hoy desaparecida, que debió ser abovedada.

Auditorium de Mecenas
Recreación con efectos audiovisuales 3D del Ninfeo de Mecenas
A los pies del ábside surge una escalinata de 7 escalones concéntricos que evoca una especie de cavea teatral lo que dio nombre al edificio, sin embargo la estrechez de los escalones han identificado el lugar como un ninfeo monumental. Desde el escalón más alto descendían los flujos que vertían abundante agua en la sala. Probablemente la escalinata se decoraría con jarrones con flores entre los que discurriría la corriente lo que unido a la decoración de jardín de los nichos daba la idea de un magnífico parque subterráneo. 
Tras su muerte, Mecenas legó su impresionante villa a Augusto que posteriormente la cedió a su hijastro Tiberio al regresar de su exilio en Rodas. A éste se deben las espectaculares pinturas que adornaban el ninfeo, datadas a finales del siglo I d.C. Estos frescos murales pertenecen al tercer estilo pompeyano y están íntimamente conectados con las pinturas murales del Triclinio estivo de la villa que su madre, Livia, poseía en Prima Porta.

Escenas dionísiacas en el ábside
Desgraciadamente de las pinturas de la Villa de Mecenas sólo podemos hacernos una idea a partir de las reproducciones de los mismos de la época del descubrimiento de los mismos. Cada nicho estaba decorado por árboles movidos por el viento sobre los que sobrevuelan diferentes pajarillos. Al igual que en la Villa de Livia, un friso marmóreo abierto en el centro cierra el jardín por la parte baja.

Detalle de pájaro del ninfeo de Mecenas

La maravillosa villa de la emperatriz Livia en Prima Porta - La estatua de Augusto - El Palazzo Massimo alle Terme, pincha aqui

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