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miércoles, 7 de julio de 2021

Fernando Botero Angulo ODB

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Fernando Botero Angulo ODB (Medellín, 19 de abril de 1932) es un pintor, escultor y dibujante colombiano, domiciliado en Pietrasanta (Italia), París, Mónaco y Nueva York.

“Soy el pintor vivo que más ha expuesto en el mundo. Hasta los niños chicos reconocen un ‘botero”

Fernando Botero, junto a su 'The Street' en la galería Marlborough de Madrid.LUIS SEVILLANO

Fernando Botero, pintó el color y los volúmenes de la naturaleza de su país ubérrimo desde que era un adolescente. Es, también, el artista incendiado que, sin dejar de lado los volúmenes que han hecho tan singular su estilo, se llenó de ira ante las torturas de Abu Ghraib y también afrontó las heridas que dejó en Colombia la guerra más larga y cruenta que ha sufrido su país y el continente americano.

La acusación artística de Fernando Botero: Abu Ghraib

Abu Ghraib es una pequeña población al este de la capital de Irak, en ella existe una prisión que lleva el mismo nombre que el poblado. La cárcel fue construida en 1980 y durante el régimen de Saddam Hussein fue utilizada para retener a los prisioneros políticos. Luego de la invasión por parte de Estados Unidos, en 2003, la cárcel fue controlada por tropas norteamericanas donde alojan a unos 7,000 supuestos “criminales y rebeldes”. En 2004 un programa de la cadena CBS  y la publicación The New Yorker informaron sobre abusos y torturas por parte de los militares estadounidenses a los prisioneros de Abu Ghraib.

Luego de conocer las atrocidades cometidas en Abu Ghraib, el pintor colombiano Fernando Botero decidió representar su indignación por medio de sus obras de arte. 80 pinturas y dibujos fueron el resultado de poco más de un año de trabajo del artista nacido en Medellín. El objetivo de las obras de Botero es representar el horror que las imágenes reales le produjeron y exponerlas haciendo un llamado a la paz. “El arte es una acusación permanente” explica Botero, “su propósito es hacer visible lo que es invisible, y su intensión es crear un testimonio artístico de un episodio dramático que no se debe olvidar”.

A diferencia de otras obras del artista, la colección de Abu Ghraib no cuenta con los colores vivos y escenarios pintorescos de otras pinturas. Muy al contrario, predominan los grises e incluso negro, mucha sombra, en escenarios naturalmente como celdas. Las tonalidades empleadas por Fernando Botero buscan representar la obscuridad de aquella prisión y aquel momento. El artista pinta, a su estilo, lo que él leyó en las fotografías que mostraban la deshumanización por parte de los soldados de Estados Unidos. Fernando Botero busca que la tragedia de Abu Ghraib jamás se olvide.
En su obra reciente, Botero ha recurrido temáticamente a la situación política colombiana y mundial. Por ejemplo, la serie sobre "Abu Ghraib" está compuesta por 78 cuadros que representan los horrores de la tortura y de la guerra, relacionada con la invasión de los Estados Unidos a Irak y los sucesos de la Prisión de Abu Ghraib, a partir de las declaraciones de las personas allí torturadas.

El pintor reparte su tiempo entre Italia y Mónaco, donde mantiene estudios. Aunque su figura despierta el recelo de la potencia que económicamente le reporta su arte, conserva su humor antioqueño que le permite reírse también de las sombras de sus figuras y, a su manera, de los que, según le cuentan, le critican el gusto que el mercado tiene por sus cuadros y por sus esculturas. Es, lo dice él mismo, “el pintor más expuesto del mundo”, y según las estadísticas, de los más cotizados.

Gloria Zea (Bogotá, 3 de diciembre de 1935-Bogotá, 11 de marzo de 2019) fue una gestora cultural, coleccionista de arte y mecenas colombiana. Conocida por ser la directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá durante cuarenta y seis años (1969-2016).
Hija del líder político liberal Germán Zea Hernández y nieta del médico y científico Luis Zea Uribe. Fue la primera esposa del pintor Fernando Botero entre 1955 y 1960, con quien tuvo tres hijos: Fernando Botero Zea, político liberal y exministro de Defensa, el escritor Juan Carlos Botero Zea y la presentadora de televisión Lina Botero Zea. Era bachiller del Gimnasio Femenino y profesional en Filosofía y Letras de la Universidad de los Andes.
Dentro de sus logros como gestora cultural se cuentan la ampliación y consecución de los terrenos actuales del Museo de Arte Moderno y la construcción del edificio actual del museo diseñado por Rogelio Salmona, así como la restauración del Teatro Colón, el Camarín del Carmen, el Museo Nacional, el Museo de Arte Colonial de Bogotá y la Biblioteca Nacional.

La Mano es una escultura del artista colombiano Fernando Botero que representa una mano humana. Esta obra no es un regalo del escultor a la ciudad de Madrid a diferencia de La Mujer con Espejo de Botero, sino que fue adquirida por Telefónica y posteriormente cedida al Ayuntamiento de Madrid, aun así Telefónica sigue conservando su propiedad. Se encuentra en el Paseo de la Castellana, en Madrid, España.

Mujer con espejo es una escultura urbana del artista colombiano Fernando Botero situada en Madrid al final de la Calle Génova donde esta desemboca en la plaza de Colón, punto de intersección entre el Paseo de la Castellana y el Paseo de Recoletos. Desde la remodelación de la plaza de Colón está situada en mitad de una isleta entre dos pasos de cebra. Anteriormente estaba en un pequeño parterre rodeada de flores y césped

En España hay cinco esculturas de Botero. Llegaron con las 21 piezas que formaban parte de la exposición “Botero en Madrid” que se realizó en la primavera de 1994 en la capital española y que se quedaron en este país por varias razones. La Mujer con espejo, que está en la plaza de Colón de Madrid, fue regalada por el escultor colombiano a la ciudad tal y como lo prometió al ver la gran acogida que tuvieron sus "gordas" durante los tres meses durante los que se prolongó la exposición. La mano fue comprada por Telefónica y la cedió durante 10 años a la ciudad para exhibirla en donde actualmente permanece, en el Paseo de la Castellana a la altura de Nuevos Ministerios; y las tres restantes, Rapto de Europa, Caballo y Mujer Recostada fueron adquiridas por la sociedad AENA y están en los aeropuertos Barajas de Madrid y en el Son Sant Joan de Palma de Mallorca.

El rapto de Europa es una escultura urbana del artista colombiano Fernando Botero realizada en 1992. Se encuentra entre el aparcamiento y la Terminal T1 de llegadas del Aeropuerto de Adolfo Suárez Madrid-Barajas.

La fuerte estridencia tonal de la pintura de Botero se fue diluyendo a mediados de los años 60, dando paso a una armonía más clásica en los colores, y la influencia del arte pop contribuyó a distanciarlo radicalmente de la pincelada expresionista, por lo cual esta tela pertenece al posterior lenguaje pictórico del artista, ya definido y concluido el período de investigación mientras vivía en Nueva York

El viudo

Retomado el conjunto familiar en El viudo, la disposición de los personajes en el espacio y la presencia del perro en la parte inferior derecha son prueba de que el cuadro está basado en Las meninas, de Diego Velázquez (1656), obra también de conjunto que aparece en numerosas ocasiones reinterpretada por Botero. Asimismo, pueden encontrarse reminiscencias de las numerosas sagradas familias pintadas por Peter Paul Rubens, y muy especialmente del retrato de Deborah Kip (1629-1630), donde la presencia del niño en el regazo de la madre ha sido reinterpretada con un padre consagrado, que, como en el óleo de Rubens, está acompañado por el resto de sus vástagos. Como elemento común en las obras de este período, el pintor introduce algunos objetos en el suelo de la composición, entre ellos cigarrillos, frutas y un balón, que pretenden equilibrar el espacio y no dejar grandes áreas de color planas o descubiertas.

Retrato de Deborah Kip con niños – Peter Rubens

La producción de Botero ha sido ampliamente mirada a la luz de sus contemporáneos literatos del boom latinoamericano encabezado por Gabriel García Márquez, con quienes comparte la ironía frente a la idiosincrasia de los países latinoamericanos, la violencia como elemento de la cotidianidad y la religión como arraigo de una sociedad mojigata y machista. En El viudo la violencia parece implícita en el tema de la temprana ausencia de la madre-esposa, a la que se le ha consagrado un altar con su juvenil imagen, una veladora y un rosario. Sin embargo, lejos de remitir a la desgracia o ser entristecedora –a pesar de los rostros bañados en llanto de todos los personajes de la escena, incluyendo el perro–, la pintura parece hacer risible la fría e inexperta actitud maternal de un padre en una sociedad que otorga este rol con exclusividad a la mujer. De esta forma, el amor y la muerte como temas de la narrativa latinoamericana coinciden con la tragicomedia que Botero plantea en esta imagen.

En 1960, Botero regresó a Nueva York para instalarse. Una vez allí, alquiló un pequeño apartamento donde vivía modestamente, pues acababa de separarse de su esposa; además, sus obras no tenían mucho éxito, pues los gustos neoyorquinos de la época cambiaban rápidamente y entonces se imponía la abstracción.

La apoteosis de San Juan, 1962. Imagen tomada de: Padilla, Christian (2012). Fernando Botero. La búsqueda del estilo: 1949 - 1963. Fundación Proyecto Bachué. ISBN 978-958-57671-0-2.

La obra marcó el inicio de una importante relación con uno de sus mecenas, el coleccionista, galerista, crítico musical y dueño de un sello discográfico Jean Aberbach. Éste adquirió el cuadro después de varias semanas de buscar infructuosamente al pintor, de quien había visto un trabajo que había llamado su atención en una muestra colectiva del Metropolitan Museum de Nueva York (La familia presidencial, 1967). Después de conseguir el contacto con Botero, Aberbach visitó su taller y compró El viudo, la primera transacción de una numerosa serie de adquisiciones al artista. La amistad que surgió entre ambos sirvió para que el pintor hiciera contactos en los círculos comerciales del arte en Nueva York y aprendiera a desenvolverse mejor en ellos. Es así como, a partir de la intermediación de Aberbach, Marlborough, una de las más prestigiosas galerías de arte neoyorquinas, se propuso negociar con Botero una exclusividad para la venta de sus obras, operación comercial con la cual éste obtuvo una considerable difusión.

De esta manera, puede decirse que El viudo es una obra importante en el advenimiento de Botero como artista reconocido mundialmente, y de su éxito comercial al inicio de su carrera en Nueva York.




La influencia del expresionismo abstracto ya se hacía evidente desde las obras de 1958, resultado de los primeros viajes de Botero a Nueva York, donde había podido ver los formatos enormes de Jackson Pollock, Franz Kline y de Kooning. Este encuentro marcó la producción de Botero, que, sin embargo, conservó su lenguaje figurativo, pero experimentó con la pincelada agresiva, la utilización de tonalidades fuertes y el uso de formatos grandes. Mientras su estudio por el volumen parecía pasar a un segundo plano por la preocupación por la pincelada y el color, Botero creó interesantes series como la de la Monalisa (una de las cuales fue adquirida por el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1962) y la de Los niños de Vallecas en homenaje a Diego Velázquez.



En 1963 trasladó su residencia al East Side y alquiló un nuevo estudio en Nueva York. Es allí donde surgió su estilo plástico en muchas de sus obras de este período, con colores tenues y delicados. Su pasión por Rubens se dejaría ver en sus obras.

A comienzos de 2008, Fernando Botero recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Autónoma de Nuevo León, en Monterrey, México. Igualmente, presentó por primera vez en esta ciudad su colección de pinturas sobre "Abu Ghraib" y su enorme escultura en bronce titulada "Caballo".

En 1962 fue organizada en EE. UU. su primera exposición Una nueva muestra en el Milwaukee Art Center recibió críticas ampliamente positivas. Es así como Botero empezó un período de muestras y exposiciones entre Europa, los Estados Unidos y Colombia. En 1969 expuso en París; fue a partir de ese momento que Botero empezó un peregrinaje por todo el mundo en busca de inspiración; se movía continuamente de Bogotá a Nueva York y a Europa.

En 1970 nació en Nueva York su hijo Pedro Botero, llamado Pedrito. Paralelamente, su fama mundial aumentaba cada vez más y lo convirtió en ese entonces en el escultor viviente más cotizado del planeta. En 1974, cuando su hijo apenas tenía cuatro años, Botero tuvo un accidente de tránsito en España, lo que le costó la vida a Pedrito.

La muerte de su hijo dejaría trazos en la obra de Botero que, a partir de ese momento, comenzó a tener cambios profundos, considerados por la crítica como huellas de la pérdida de su hijo. Además, su matrimonio con Cecilia Zambrano no superó la pérdida de Pedrito y Botero se separó por segunda vez.

Un año antes, él se había instalado en París y había comenzado a trabajar la escultura. En 1976, Botero hizo una donación de dieciséis de sus obras al Museo de Antioquia, que le consagró una sala permanente para sus obras, la sala Pedrito Botero.

Un año antes, él se había instalado en París y había comenzado a trabajar la escultura. En 1976, Botero hizo una donación de dieciséis de sus obras al Museo de Antioquia, que le consagró una sala permanente para sus obras, la sala Pedrito Botero.

En lo pictórico se destaca el manejo magistral del óleo, el pastel y la acuarela, así como el dibujo en carboncillo, lápiz, bistre y sanguina sobre lienzo y papel, y en lo escultórico, el esculpido del bronce en diversas pátinas y en mármol de Carrara principalmente.

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