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LA MOVIDA MADRILEÑA. ARTISTAS Y MOVIMIENTO
LOS AÑOS 70
La década de los años setenta estuvo protagonizada por una violencia ideológica extrema, en lo militar, en lo político y en lo económico, efecto de las artificiales consistencias de la Guerra Fría, cuya dinámica entró en su máximo descrédito en las guerras de Indochina, en las que los bloques aplicaron masivas técnicas de exterminio: entre 3,8 y 5,7 millones de vietnamitas murieron, además de sufrir gigantescos daños medio ambientales; dos millones de camboyanos y otros dos millones de indonesios y timorenses fueron asesinados, sin olvidar los efectos, aún devastadores en los años setenta, del «Gran Salto Adelante», el macro programa económico con el que Mao llevó a la muerte a 30 millones de chinos.
También en los países occidentales, el fenómeno de la lucha armada, especialmente independentista y/o de extrema izquierda, alcanzará masa crítica: Ejército Republicano Irlandés (IRA), Fracción del Ejército Rojo en Alemania, Brigadas Rojas en Italia, ETA (Euskadi y Libertad), FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota) o GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre) en España.
Mientras en África las dictaduras fueron promovidas por algunas potencias occidentales a fin de mantener el control sobre la extracción de las inmensas riquezas minerales, atizando el fuego de los conflictos nacionalistas, o por países de la órbita comunista como forma de mantener la internacionalización de la revolución, en América Latina la lógica dialéctica se materializó en dictaduras directamente apoyadas por Estados Unidos y apadrinadas por los nuevos programas neoliberales creados por la academia estadounidense, en especial por la Escuela de Chicago y su doctrina del libre mercado, que apostaba por la plena desregulación global, económica y financiera, y por la que el economista Milton Friedman recibirá el Premio Nobel en 1976. Una parte importante de La diáspora de intelectuales huidos de aquellas dictaduras (Argentina, Uruguay, Chile) recalaría en España, en donde aportarían sus conocimientos en variados campos profesionales, destacando, en lo que aquí nos interesa, en los terrenos literarios y visuales, rompiendo a la vez el gran desconocimiento popular que había en España de las realidades latinoamericanas.
Contexto político español
La historia política española de la década de los setenta se mueve en medio de las tensiones naturales de un régimen que ve cuestionada su autoridad en casi todos los frentes sociales, en paralelo a la degradación física del dictador y de la economía.
La muerte de Franco en 1975 es la constatación de ese proceso y la que ejercerá de bisagra al uso para establecer un antes y un después.
La avanzada edad de Franco fue el motivo por el que el propio dictador había establecido un sistema sucesorio basado en las instituciones cuya creación él mismo había ido promoviendo a lo largo de su gobierno, y en la restauración monárquica en la persona del Príncipe de España, Juan Carlos de Borbón. Sin embargo, el asesinato por ETA del presidente del gobierno Luis Carrero Blanco había sembrado la inquietud dentro del propio régimen, aumentando el número de quienes consideraban que era necesario reformar el mismo para conseguir que sobreviviera al dictador.
Tras la muerte del dictador el 20 de noviembre de 1975, el nuevo rey Juan Carlos I depositó su confianza en el primer gobierno que formó y se esperaba que liderara las primeras reformas. Sin embargo, Arias Navarro careció del liderazgo necesario y se vio continuamente superado por aquellos ministros de mayor empuje, sobre todo Manuel Fraga (Gobernación) y José María de Areilza (Exteriores). Sus continuas desafecciones al ritmo e intensidad de los cambios y su insistencia en preservar el legado del dictador, en una sociedad que reclamaba públicamente la normalización democrática, propiciaron finalmente su caída. Por otro lado, tuvieron lugar dos hechos que ensombrecieron la imagen del gobierno: el 3 de marzo de 1976, durante los llamados «sucesos de Vitoria», la Policía Armada realizó disparos contra varios manifestantes que se saldaron con 5 muertos y más de un centenar de heridos. Varios meses después tenían lugar los «sucesos de Montejurra», en Navarra.
En España reinaba un ambiente de gran crispación política. El primer gobierno de la monarquía, presidido por Carlos Arias Navarro, estaba sumido en la inoperancia ante las resistencias de este para avanzar en la reforma política. La conflictividad social y laboral iba en aumento y, en marzo, habían tenido lugar los denominados sucesos de Vitoria, que se habían saldado con cinco trabajadores muertos.
Carlos Arias Navarro (Madrid, 11 de diciembre de 1908-Madrid, 27 de noviembre de 1989) fue un político español, presidente del Gobierno durante la dictadura franquista y la transición.
El 24 de febrero era leída en las iglesias de Vizcaya una homilía del obispo de Bilbao, Antonio Añoveros Ataún, en la que, de forma no directa, este se mostraba favorable al uso de la lengua vasca, haciendo además una defensa de los valores y cultura de los vascos. El gobierno Arias reaccionó indignado ante lo que consideraba un grave ataque a la unidad de España y ordenó el arresto domiciliario tanto del obispo como de su vicario, llegando a enviar incluso un avión al aeropuerto de Sondika para trasladar al obispo fuera de España. Tanto el Vaticano como la Conferencia episcopal respaldaron a Añoveros y se mostraron firmes, llegando a amenazar con la excomunión de todo el gobierno si se producía la expulsión del obispo. El caso Añoveros estuvo a punto, incluso, de llevar a un conflicto diplomático con el Vaticano. Finalmente, Arias hubo de echarse atrás en sus propósitos, pero desde entonces fue evidente la crisis que existía entre la Iglesia católica y el franquismo. Unos días después tenía lugar otro suceso que echaba por tierra la voluntad aperturista: el 2 de marzo era ejecutado el anarquista catalán Salvador Puig Antich, condenado al garrote vil por la muerte de un comisario de policía que se produjo durante el operativo para la detención de otro anarquista, Xavier Garriga. A pesar de la ola de indignación y las protestas que se desataron en toda Europa, ni Franco ni el propio Arias se mostraron favorables a conmutar la pena de muerte. Con estos dos hechos quedaba definitivamente desprestigiado el anuncio aperturista del «12 de febrero».
Debido a la calle en la que ocurrió, el suceso fue conocido como el atentado de la calle del Correo.
El atentado de la cafetería Rolando, también conocido como atentado de la calle del Correo, fue un atentado terrorista cometido el 13 de septiembre de 1974 por la banda terrorista ETA-V Asamblea en una cafetería de la calle del Correo situada en el centro de Madrid (España), a escasos metros de la Puerta del Sol. Causó un total de trece muertos y más de medio centenar de heridos.
El atentado tuvo diversas implicaciones políticas: contribuyó a frenar el tímido aperturismo del Gobierno franquista de Arias Navarro; salpicó al opositor Partido Comunista de España, que fue acusado de colaboración con el terrorismo; marcó definitivamente a ETA como una organización terrorista y agravó su preexistente división interna que conduciría poco después a la escisión de la llamada ETA militar. ETA-V no llegó a reivindicar la autoría del atentado e, incluso, afirmó que había sido cometido por grupos de extrema derecha próximos al régimen de Franco. Los autores nunca llegaron a ser juzgados y se beneficiaron de la amnistía concedida en 1977. El 5 de noviembre de 2018 se hizo público que en el último boletín interno Zutabe, fechado en abril de 2018, ETA asumía la autoría del atentado.
La historia de la política artística del Estado español es como una montaña rusa, como un bucle. Allí donde aparentemente parece recomenzar cada tanto se da la circunstancia de que es donde acababa la etapa anterior. La política cultural emprendida por los gobiernos españoles de la transición no es una excepción: estos harán suyos una parte de los argumentos y programas culturales no solo del tardofranquismo sino también de los años cincuenta. Habremos de ver numerosos ejemplos de ello, cuyo colofón más evidente fue que la política cultural del gobierno socialista, a partir de 1982, mimetizará una parte esencial del relato franquista sobre la función del arte y sobre el rol del Estado en su gestión. Sin embargo, el período de la transición, el que lleva de principios de los años setenta y se extiende a los años ochenta, aportó unas circunstancias que hacen que refleje con especial claridad las líneas oficiales de continuidad que recorren tanto la dictadura como la monarquía parlamentaria. Y, sobre todo, y afortunadamente, el período que nos ocupa vino acompañado de una pluralidad de políticas culturales que conectó, por activa o por pasiva, las directrices ilustradas proyectadas desde arriba, y que en barrios, universidades, asociaciones o entidades independientes y autónomas dio forma a múltiples formas de gestión no burocratizadas.
¿Cómo surge la Movida Madrileña?
Antes de los años 80, los españoles pasaron buena parte del siglo bajo el régimen del dictador Francisco Franco. Franco llegó al poder tras un golpe de Estado en 1936, y España pasaría los siguientes 40 años bajo una dictadura conservadora y semifascista. Este periodo se caracterizó por una dura represión contra los opositores al franquismo, así como grandes limitaciones a la libertad de expresión.
Tras la muerte de Franco en 1975, España inició un proceso de transición pacífica hacia la democracia. La transición trajo consigo una gran cantidad de mejoras para la sociedad española. Con la dictadura en el pasado, los españoles—en particular los jóvenes—experimentaron una época de liberación cultural e ideológica, donde la homosexualidad y el consumo de drogas empezaron a dejar de ser un tabú.
En Madrid, la vida nocturna vio un renacimiento. Inspirados por la subcultura punk del Reino Unido, el Pop Art y la estética del glam rock, muchos grupos jóvenes empezaron a hacer música de manera independiente. Poco a poco, estas bandas se dieron a conocer a través de programas de radio y de la escena underground en los locales nocturnos.
En la Nochevieja de 1979, José Enrique Cano Real, baterista de una banda de pop llamada Tos, falleció en un accidente de tráfico. En su honor, la emisora de radio Onda 2 organizó un concierto con algunos de los grupos new wave que empezaban a destacar en la escena musical madrileña. El concierto en homenaje a Canito—en el que participaron Alaska y Los Pegamoides, Mamá, Nacha Pop y Mermelada, entre otros—tuvo lugar el 9 de febrero de 1979, y a menudo es considerado el evento que concretó la Movida Madrileña.
El estilo musical de las bandas de la Movida fue increíblemente variado, incluyendo desde glam-pop y hasta punk y rock. Además de las bandas que fundaron la Movida Madrileña, el movimiento también daría origen a algunas de las agrupaciones más importantes del rock en español. Entre las bandas que surgieron durante esta época encontramos a Radio Futura, Mecano, Hombres G, Duncan Dhu, Gabinete Caligari. La popularidad de muchos de ellos incluso se extendería a varios países de Latinoamérica, un mercado importante para la música en español.
La movida madrileña. Escenario
La genealogía de la movida madrileña suele situarse en diversos espacios que se empezaron a dibujar en Malasaña, Chueca, Prosperidad, Vallecas o La Elipa. No eran muy diferentes de los que también surgían en Barcelona, Sevilla, Zaragoza o Vigo. Eran espacios de todo género que respondían a la diversidad de los motivos por los que la gente se reunía en ellos. La música fue sin duda el principal carburante, lo que implicó que, además de la existencia de los antros para ensayar, los bares y las salas de concierto también se convirtieran en nuevos espacios sociales, con la adición posterior de los festivales organizados por las nuevas administraciones municipales, la radio y la televisión.
La fotografía y el cine también se desarrollaron efusivamente, muy vinculada a la moda y a la música en el caso de la fotografía. En el ámbito del cine, seguía imperando el súper 8, y el vídeo fue abriéndose camino, conectando pronto con la música. La importancia «espacial» en el relato de la movida reside en la constatación de que fue un fenómeno de carácter colectivo, permisivo y no cooptado por algunas de las principales premisas estéticas sobre la autoría y la excelencia.
Las fechas en las que enmarcar la movida artística son del todo imprecisas, y las que hay suelen fijarse en circunstancias siempre vinculadas a actividades populares y multitudinarias. Algunos fijan el inicio en las fiestas del 2 de mayo de 1976, cuando, en el barrio de Malasaña, una multitud desbordó las previsiones municipales y se produjo una suerte de kermés pública, con la gente desnuda subida a las estatuas. Otros señalan el ano 1977, con la aparición de PREMAMA (Prensa Marginal Madrileña), ACOCHU (laboratorios Colectivos de Chueca), la Cascorro Factory del dibujante y artista Ceesepe y del fotógrafo García Alix o el Equipo Antigona. Entre algunos círculos, especialmente musicales, se considera que el concierto-homenaje al músico José Enrique Cano Leal «Canito», en 1980, y su gran difusión en los nuevos medios de radio y prensa aparecidos entonces fueron el pistoletazo de salida del movimiento.
El festival Canet Rock fue un gran concierto al aire libre que se celebró por primera vez en julio de 1975 y al que le sucedieron cuatro sesiones más, siempre en Canet de Mar, provincia de Barcelona, España. Estuvo precedido por las Seis Horas de Canción (en catalán Sis Hores de Cançó), también organizadas en Canet de Mar, y se inspiró en festivales internacionales anteriores como el Woodstock de 1969 en Nueva York y el de la isla de Wight, entre 1968 y 1970 al sur de Inglaterra. En 2014 se impulsó un festival bajo el mismo nombre en Canet de Mar, con grupos de música pop del momento.
Félix Lorrio habla en Dialecto CA2M. "Dos de mayo de 1976", 1976.PINCHA AQUI
Fotógrafo industrial y reportero gráfico, autor de la icónica fotografía de la Transición de dos jóvenes desnudos subidos a la estatua de Daoiz y Velarde. Lorrio se convirtió en exponente del nuevo fotoperiodismo y la imagen, en todo un símbolo de Malasaña.
Ministerio de Cultura y Bienestar se creó de nueva planta en 1977 - Herramienta para «democratizar el país»
¿Cómo gestionar la reconciliación de la producción cultural española del siglo XX, completamente contaminada de ideología?
Juan Genovés - El abrazo' de Genovés, icono de la Transición - Ir y volver (Su última exposición), PINCHA AQUI
Guernica es un cuadro de Pablo Picasso, pintado en París entre los meses de mayo y junio de 1937, cuyo título alude al bombardeo de Guernica, ocurrido el 26 de abril de dicho año (1937), durante la guerra civil española. Fue realizado por encargo del director general de Bellas Artes, Max Aub, a petición del Gobierno de la Segunda República Española para ser expuesto en el pabellón español durante la Exposición Internacional de 1937 en París, con el fin de atraer la atención del público hacia la causa republicana en plena guerra civil española.
En la década de 1940, puesto que en España se había instaurado la dictadura militar del general Franco, Picasso optó por dejar que el cuadro fuese custodiado por el Museo de Arte Moderno de Nueva York, aunque expresó su voluntad de que fuera devuelto a España cuando se reinstaurara la república. Con todo, en 1981 la obra llegó a España. Se expuso al público primero en el Casón del Buen Retiro, y luego, desde 1992, en el Museo Reina Sofía de Madrid, donde se encuentra en exhibición permanente.
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