jueves, 31 de diciembre de 2020

AMÉRICA LATINA ENTRE LO REAL Y LO FANTÁSTICO - (III) Los espacios del mundo Moche - Museo Larco: la colección erótica de memoria inca más grande de Perú - Trujillo

AMÉRICA LATINA ENTRE LO REAL Y LO FANTÁSTICO - (II) Los espacios del mundo Moche - La tumba de la Señora de Cao, líder del pueblo mochica - ‘Mural de los Mitos’ - El Brujo Hoy, pincha aqui

Un tumi de oro lambayeque. Colección del Museo Etnográfico de Berlín
Los ejemplares arqueológicos más conocidos son los que proceden de sitios arqueológicos de la costa norte peruana, especialmente los del período Lambayeque (700-1300 d. C.) (también llamado Sicán). La sección del mango de estos Tumis muestra una elaborada figura de forma humana y ojos almendrados (figura que tradicionalmente se ha identificado con Naylamp, un dios-rey de los mitos lambayeque) , a veces con incrustaciones de piedras semipreciosas. Los Tumis lambayeque son algunas de las piezas más famosas del arte precolombino peruano.

El Tumi es un tipo de cuchillo ceremonial usado en el Antiguo Perú por la cultura Sicán. Habitualmente está formado por una sola pieza metálica. El mango de un tumi tiene forma rectangular o trapezoidal. Aunque su longitud es variable, esta siempre excede el ancho de una mano. En uno de los extremos del mango está la marca característica de los tumis: una hoja cortante en forma semicircular (donde el lado curvo es el que tiene el filo y el lado recto es perpendicular al mango).

Los ejemplares arqueológicos más conocidos son los que proceden de sitios arqueológicos de la costa norte peruana, especialmente los del período Lambayeque (700-1300 d. C.) (también llamado Sicán). La sección del mango de estos Tumis muestra una elaborada figura de forma humana y ojos almendrados (figura que tradicionalmente se ha identificado con Naylamp, un dios-rey de los mitos lambayeque) , a veces con incrustaciones de piedras semipreciosas. Los Tumis lambayeque son algunas de las piezas más famosas del arte precolombino peruano.

La representación es la de un personaje mítico, que algunos estudiosos sostienen que es la del antiquísimo Naylamp. La cabeza del personaje en su parte superior termina en una diadema en media luna que en su campo medio presenta ocho esmeraldas incrustadas y rodeada por adornos circulares en el mismo metal, sobre las esmeraldas aparece en arco una hilera de catorce dibujos en forma de “S” en posición horizontal y entrelazadas unas con otras sobre la cual hay otra fila de adornos en zig-zag y se remata la parte superior y enmarcada entre dos hileras de adornos globales, una fila de doce figuras en forma de “S” horizontales.

Usos del tumi

El arte andino precolombino (especialmente el arte moche) muestra claramente el degollamiento de prisioneros con tumis. Se sabe que los antiguos peruanos curaban a sus heridos con traumatismos craneales severos (algo común en la guerra, que utilizaba las mazas contundentes como una de sus principales armas) practicando cortes y extracción de la parte dañada del cráneo (trepanaciones craneanas). Estas operaciones muchas veces permitían que el herido siguiera viviendo, tal como lo demuestra la evidencia arqueológica de cráneos trepanados encontrados sobre todo en la costa sur peruana (especialmente de las culturas paracas y nazca). Es una idea común que esos cortes se practicaban con cuchillos de pedernal y con tumis metálicos.

Ello ha influido en la simbología médica contemporánea. De hecho, la famosa Vara de Esculapio con una serpiente enroscada, uno de los símbolos universales de la práctica médica, es sustituida en el Perú contemporáneo por la silueta de un tumi, como se puede ver en los isotipos de instituciones médicas del país (Gremios médicos, clínicas, etc.). En algunas entidades el tumi va acompañado de las clásicas serpientes entrelazada.

Vara de Esculapio

Atributo de Asclepio, la serpiente en la vara.
En la mitología griega, Asclepio o Asclepios, Esculapio para los romanos, fue el dios de la medicina y la curación, venerado en Grecia en varios santuarios.
El nombre del símbolo deriva de su precoz y extensa asociación con Asclepio, hijo de Apolo, quien era un practicante de la medicina en la antigua mitología griega. Sus atributos, la serpiente y la vara, a veces por separado en la antigüedad, se combinan en este símbolo.

La vara es el símbolo de la profesión médica, y la serpiente, que muda periódicamente de piel, simboliza, por lo tanto, el rejuvenecimiento. Fue instruido en la medicina por el centauro Quirón.

La vara de Esculapio en el logotipo de la Organización Médica Colegial de España.

La vara de Esculapio en la bandera de la Organización Mundial de la Salud.

El mundo de los moches estaba regido por un calendario ceremonial que emulaba el ciclo de la naturaleza, las estaciones, el movimiento de los astros y los principales fenómenos naturales, como el inicio de la época de lluvias, los solsticios, equinoccios y eclipses de sol y luna. En la Huaca de La Luna los sacerdotes y gobernantes Moches celebraron las principales fechas de este calendario ceremonial, adornando esta pirámide con bellos frisos y altorrelieves multicolores. Su extensión es de 290m. por 210 m.

Reconstrucción tridimencional computarizada de Huaca de La Luna y las partes que la forman.
Los arqueólogos que han estudiado por largos años este sitio arqueológico han determinado que los mochicas tenían un modelo establecido para el diseño de las pirámides ceremoniales, el que consiste en una pirámide (la Plataforma I) con un amplio espacio delantero cercado por un muro (Plaza 1). Al lado derecho una larga plataforma (Anexo). Para llegar a la cima de la pirámide una larga rampa (Rampa Principal). En la cúspide, una plataforma (Nivel Alto) que cobija al altar, el lugar más sagrado de todo el conjunto, y un patio (Nivel Bajo). Este mismo modelo es posible verlo en otro importante sitio de la cultura Moche, como es el Complejo Arqueológico El Brujo (valle de Chicama, al norte de Huaca de La Luna)(Uceda y Tufinio 2003).
La complejidad en la construcción, observable en este monumento, se debe a la variedad de ceremonias celebradas en este edificio lo que explica la presencia de muchos otros ambientes, como la Terraza 1 y 2, los patios 2 y 3, la Plataforma 2, la Plataforma 3, entre otros que complementan el modelo básico de Pirámide + Plaza + Anexo.

Después de muchos años de investigación los arqueólogos Santiago Uceda y Ricardo Morales del proyecto arqueológico Huaca de La Luna han llegado a conocer que esta pirámide no estuvo dedicada a este astro, sino al dios de las montañas: Aiapaec. Los antiguos peruanos relacionaban a objetos de la naturaleza (como cerros, piedras o ríos) como poseedores de voluntad divina. Los cerros eran los proveedores del agua, muy necesaria para la agricultura. El Cerro Blanco, sobre cuya falda esta Huaca de La Luna, era la montaña sagrada de los moches.

La Huaca del dios de la Montaña (Huaca de La Luna) tiene plazas, patios, rampas y pirámides, todas muy necesarias para las ceremonias en honor a esta divinidad. Muchos de los ambientes de esta huaca estaban decorados con hermosos frisos de muchos colores. Las imágenes en los muros tenían relación con los ritos y ceremonias practicados en dichos lugares.

Dibujo de un combate entre guerreros moches. Iconografía dibujada sobre cerámica.

El agua es escasa en la desértica costa peruana. Sin embargo los estrechos río, que descienden raudos desde las alturas de los andes, irrigan fértiles valles en avenidas estacionales. Pero este equilibrio es precario en los andes, pues los años de abundante agua son sucedidos por otros de escasez total. Es por eso que para los moches era muy importante predecir el comportamiento del agua, sujeto a la "voluntad" del dios de la montaña. Por eso los moches consultaban oráculos, hacían adivinaciones y ofrendaban sacrificios para de ese modo mantener el orden y la venida del agua.

Lo primero era hacer una ceremonia adivinatoria en donde los chamanes (brujos) consultaban, usando coca u otro alucinógeno, cual será la voluntad del dios y que tipo de ofrendas exigirá. El dios de la Montaña pedía sacrificios humanos. En las pampas desérticas próximas a Moche se realizaba una batalla, los prisioneros serán sacrificados. Los que caían capturados eran despojados por sus captores de todas sus armas y ropa. Luego eran llevados desnudos y amarrados a la gran plaza delantera (Plaza 1) donde eran presentados ante los sacerdotes y el soberano. Un friso sobre la fachada de la pirámide representa este momento.

Fachada de la Plataforma 1 que da hacia la Plaza 1. A la derecha, dibujos de los frisos.

Subían a la cima de la pirámide por una larga rampa. Luego eran llevados a una pequeña habitación en el patio trasero, en la cima de la pirámide, allí eran adoctrinados por mujeres como una preparación para el sacrificio. Luego de varios días eran sacados al patio en donde serán degollados. Este patio está decorado con frisos donde destaca, al centro el rostro del dios de las montañas. En el nivel más alto de la fachada de la pirámide está también la imagen, en cuerpo entero, del dios de la montaña: aiapaec, también conocido como "el degollador" pues es frecuentemente representado con un tumi (cuchillo) en una mano y una cabeza cercenada en la otra (Uceda y Tufinio 2003).

La sangre vertida por el sacrificado era depositada en una copa, y presentada al gobernante moche que esperaba de pie sobre un altar. El Curaca (gobernante) moche ofrendaba esta sangre al dios de la montaña (Uceda y Tufinio 2003).

Friso en el patio del Nivel Bajo de la Plataforma 1 en Huaca de La Luna, representa al dios Ai Apaec.

Línea de tiempo que relaciona a la cultura Moche con los estilos alfareros y la Huaca de La Luna con sus respectivas fases constructivas.

Fuente: Textos, fotos y dibujos: Lizardo Tavera

La antara es un instrumento sonoro frecuentemente representado en el arte moche, particularmente asociado a rituales y ceremonias ambientados tanto en el mundo de los vivos (kay pacha) como en el mundo de los muertos (hurin o uku pacha). 

Museo Larco: la colección erótica de memoria inca más grande de Perú.


Una casona virreinal del siglo XVII alberga la colección de huacos prehispánicos más grande del mundo. Son 45.000 piezas de barro, y otras tantas de orfebrería en oro, plata y cobre.
El conjunto permite acercarse a la cosmovisión de los antiguos peruanos y su relación con la naturaleza. También, su vínculo con la sexualidad. En la famosa Sala Erótica, la cerámica dibuja las más variadas posiciones y formas del amor compartidas por mujeres, hombres y animales. ¡Y entre los muertos!


La colección fue fundada en 1926 por Rafael Larco Hoyle, uno de los pioneros de la arqueología peruana. Nació en su hacienda de Trujillo, Chiclín, a partir de un primer ceramio que le regaló su padre, Rafael Larco Herrera, y allí creció hasta que él decidió trasladarla a la capital del Perú para que fuera más accesible al público. Nadie debería perderse este museo, considerado el número 1 en Sudamérica y 20 del mundo según el ranking de TripAdvisor. 

Los cerámicos de la Sala Erótica muestran el sexo explícito sin tapujos en un sinfín de posiciones sexuales que hacen ruborizar a más de uno. Pero no es lo que pensamos: para la cultura Moche, que vivió en el norte del país andino del siglo I al VIII d. C. aproximadamente -y a la cual pertenecen la mayoría de los huacos eróticos-, el arte de amar se relacionaba con la tierra, la prosperidad y la fecundidad. Su representación tenía que ver más con ritos que con el placer en sí: propiciar la lluvia o detenerla, lograr una buena cosecha, detener una desgracia, lograr un buen nacimiento

Para la cultura Moche, el arte de amar se relacionaba con la tierra, la prosperidad y la fecundidad. Fuente: Lugares - Crédito: Mariana Roveda

¿Cómo podemos explicar esto? Para el antiguo Perú, a grandes rasgos, existían tres mundos: el mundo de arriba o de los dioses, representado por las aves; el mundo terrenal o de los vivos, caracterizado por los felinos; y el mundo de abajo o de los muertos, a partir de las serpientes. Había interacciones entre los tres mundos: incluso, había actividad sexual en el mundo de abajo; esa cosmogonía se recompuso a través de estas artesanías.

Las uniones sexuales se pueden entender como intercambios en donde hay entrega de fuerzas y fluídos entre seres que pertenecen a géneros o mundos distintos. En las vasijas se plasmó la vida ritual, la mitología, el cuerpo femenino y la maternidad (lo que hoy llamaríamos partos humanizados), la unión sexual, la fertilidad y el mundo de abajo. También hay representaciones detalladas de órganos genitales masculinos y femeninos que hacen alusión a la dualidad: la unión de fuerzas opuestas pero complementarias que hacen posible la vida.

Pero aún es mucho más compleja su forma de ver el universo. Isabel Collazos, curadora de las colecciones del museo, lo describe de esta manera: "a partir de estas representaciones sexuales en los huacos podemos acercarnos a la cosmovisión Mochica, pues están vinculadas a los rituales de fertilidad, sacrificio y culto a los ancestros.

Entre las representaciones mitológicas más destacadas tenemos la unión sexual primigenia entre Ai Apaec la deidad suprema, también llamado el degollador-, y la madre tierra. El fruto de esta unión es el inicio de la vida, representado por el árbol. Por otra parte, las representaciones de unión sexual entre hombre y mujer, simbolizan la unión de opuestos complementarios que generan vida. Finalmente, la fertilidad de la tierra es asegurada por los ancestros, quienes son representados sexualmente activos y masturbándose, propiciando la emisión del semen, líquido fertilizador".

Orejeras de la cultura Moche expuestas en el museo. Fuente: Lugares - Crédito: Mariana Roveda

Pero aún es mucho más compleja su forma de ver el universo. Isabel Collazos, curadora de las colecciones del museo, lo describe de esta manera: "a partir de estas representaciones sexuales en los huacos podemos acercarnos a la cosmovisión Mochica, pues están vinculadas a los rituales de fertilidad, sacrificio y culto a los ancestros.

Entre las representaciones mitológicas más destacadas tenemos la unión sexual primigenia entre Ai Apaec la deidad suprema, también llamado el degollador-, y la madre tierra. El fruto de esta unión es el inicio de la vida, representado por el árbol. Por otra parte, las representaciones de unión sexual entre hombre y mujer, simbolizan la unión de opuestos complementarios que generan vida. Finalmente, la fertilidad de la tierra es asegurada por los ancestros, quienes son representados sexualmente activos y masturbándose, propiciando la emisión del semen, líquido fertilizador".
Dentro del sector hay una sala dedicada a los ritos de unión sexual no reproductiva de formas no tradicionales. Todo es bastante explícito, no apto para mojigatos. La cerámica muestra también otros actos que no llevan a la fecundación, como masturbaciones y felaciones: estas tres prácticas, en general, vinculan simbólicamente el mundo de los vivos con el de los muertos.

Por último, hay una sala de propiciación sexual y cuerpo masculino donde este se representa como fertilizador: toca, acaricia y besa pero también recibe lo mismo.

Trujillo es una ciudad peruana, capital de la provincia homónima y del departamento de La Libertad. Es la tercera ciudad más poblada del Perú y la más poblada de la entidad subnacional peruana de la Macro Región Norte (MRN) albergando una población de  914 mil habitantes según estimación y proyección del INEI, 2018 - 2020, hecho en enero de 20203​ y extendiéndose sobre una superficie aproximada de 111 km².

La ciudad es el núcleo del área metropolitana conocida como Trujillo Metropolitano; que integra a nueve distritos 20​, incluyendo al distrito homónimo, sede del gobierno de la ciudad y región, siendo la más importante y poblada del norte peruano.


En el territorio actualmente ocupado por la ciudad de Trujillo se desarrollaron diversas culturas precolombinas como la Cupisnique​, la Mochica, o la Chimú.
La cultura Moche o Mochica se desarrolló entre el 100 a. C. y el 700 d. C. en el valle Moche teniendo como sede el territorio que hoy se denomina Huacas del Sol y de la Luna​, complejo arqueológico que abarca aproximadamente 60 hectáreas de extensión y fue el centro de poder de la cultura Mochica; esta cultura se extendió hacia los valles de la costa norte del actual Perú. Las sociedades moche desarrollaron una compleja tecnología de canales de riego, con lo cual evidenciaron amplios conocimientos en ingeniería hidráulica y ampliaron la frontera agrícola. Además, hicieron uso intensivo del cobre en la fabricación de armas, herramientas y objetos ornamentales.

Arquitectura del Paseo Pizarro una de las calles de más alto tránsito en el centro histórico de Trujillo, al fondo se observa la histórica y tradicional Plazuela el Recreo y su alta alameda.

La Catedral de Trujillo (también conocida como Catedral basílica de Santa María) es la catedral y principal iglesia de Trujillo, Perú. Su construcción duró 19 años, desde 1647 hasta 1666. En 1967, fue elevada a la categoría de "Basílica menor", por el papa Paulo VI.