lunes, 3 de julio de 2017

Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech - Marqués de Dalí de Púbol - “El perro andaluz”

Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech, marqués de Dalí de Púbol (Figueras, 11 de mayo de 1904-ibídem, 23 de enero de 1989), fue un pintor, escultor, grabador, escenógrafo y escritor español del siglo XX. Se le considera uno de los máximos representantes del surrealismo.

La familia Dalí en 1910: desde la izquierda, su tía María Teresa, sus padres, su tía Catalina (segunda esposa de su padre), su hermana Ana María y su abuela Ana.
Dalí tuvo dos posibles influencias para el bigote que lucía: a la izquierda, Josep Margarit, un militar catalán cuyo retrato colgaba en la sala de estar de la casa paterna del artista; a la derecha, Diego Velázquez, el maestro pintor andaluz admirado por el genio catalán.
Escudo del Marquesado de Dalí de Púbol
El Marquesado de Dalí de Púbol, más conocido como Marquesado de Púbol, es un título nobiliario español creado por el rey Juan Carlos I de España el 24 de julio de 1982 a favor de don Salvador Dalí i Domènech, insigne pintor español, máximo representante del surrealismo. La denominación del título hace referencia al apellido familiar y al Castillo de Púbol en Púbol (Gerona), lugar de residencia del pintor.
En un principio, el título fue concedido con carácter perpetuo y hereditario. Sin embargo, a petición expresa del otorgado, se convirtió en vitalicio
Salvador Dalí es conocido por sus impactantes y oníricas imágenes surrealistas. Sus habilidades pictóricas se suelen atribuir a la influencia y admiración por el arte renacentista. También fue un experto dibujante.

El paisaje es simple; aparece el mar al fondo y una pequeña formación rocosa a la derecha de forma insólita. En primer plano a la izquierda, se observa un bloque probablemente de cartón tejido a mano, que hace las funciones de una mesa, sobre el que se disponen dos relojes y un árbolhola de la obra aparece una extraña figura que simula una cabeza blanda, cuyo cuello se diluye en la oscuridad. Llama la atención la enorme nariz, la especie de lengua que sale de ella y el ojo cerrado con largas pestañas. La figura parece dormir sobre la arena. El artista ha colocado sobre esta figura un cuarto reloj, igualmente blando y que también parece derretirse o escurrirse. Los elementos anteriormente descritos se ambientan en lo que parece una playa desierta, con el mar y una cala rodeada de acantilados al fondo. El cielo y el mar se confunden. -- Dalí, según él mismo dice, se inspiró en el queso camembert a la hora de añadir el homenaje al cuadro, relacionándolos por su calidad de «tiernos, extravagantes, solitarios y paranoico-críticos». Uno de los relojes cuelga en equilibrio de la rama de un árbol. Más abajo, en el centro del cuadro, otro se acopla a modo de montura sobre una cara con largas pestañas inspirada en una roca del cabo de Creus. La cara aparece también en otros cuadros del autor como El gran masturbador y El enigma del deseo. El tercer reloj blando está, quizás, a punto de deslizarse por un muro. Sobre este reloj hay una mosca y sobre el reloj de bolsillo, situado sobre el muro, hay multitud de hormigas que no están ahí por casualidad –este tipo de reloj se lleva próximo a los genitales–. Los relojes, como la memoria, se han reblandecido por el paso del tiempo. Son relojes perfectamente verosímiles que siguen marcando la hora, supuestamente en torno a la seis de la tarde. Dalí dijo sobre el cuadro: «Lo mismo que me sorprende que un oficinista de banco nunca se haya comido un cheque, asimismo me asombra que nunca antes de mí, a ningún otro pintor se le ocurriese pintar un reloj blando».
Los recursos plásticos dalinianos también abordaron el cine, la escultura y la fotografía, lo cual le condujo a numerosas colaboraciones con otros artistas audiovisuales. Tuvo la capacidad de acrisolar un estilo genuinamente personal y palpable al primer contacto, que en realidad era muy ecléctico y que «succionó» de innovaciones ajenas. Una de sus pinturas más célebres es La persistencia de la memoria, realizada en 1931.

El niño enfermo (autorretrato en Cadaqueés), 1923
Como artista extremadamente imaginativo, manifestó una notable tendencia al narcisismo y la megalomanía, cuyo objeto era atraer la atención pública. 

Retrato de Hortensia, payesa de Cadaqués, 1918-19
Esta conducta irritaba a quienes apreciaban su arte y justificaba a sus críticos, que rechazaban sus conductas excéntricas como un reclamo publicitario ocasionalmente más llamativo que su producción artística. Dalí atribuía su «amor por todo lo que es dorado y resulta excesivo, su pasión por el lujo y su amor por la moda oriental» a un autoproclamado «linaje arábigo», que remontaba sus raíces a los tiempos de la dominación árabe de la península ibérica.
Retrato triple de Garcia Lorca, 1924. Realizado en el café Oriente de Madrid
Retrato de mi padre 1920-21
Autorretrato con cuello rafelesco, 1920-21
Entre 1922 y 1923, y aproximadamente hasta 1928, tiene lugar en la trayectoria de Salvador Dalí la denominada etapa cubista, en la que, en numerosas ocasiones, la influencia de este movimiento se entremezcla con la evocación de motivos procedentes de la pintura metafísica, estos últimos siempre concebidos como pesados volúmenes de apariencia inmóvil e inquietante.

Autorretrato cubista, 1923
En este autorretrato, Dalí sitúa su propia cabeza en el centro de la composición, perfectamente reconocible entre la complicada maraña de líneas abstractas que constituyen el resto del cuerpo. En la pintura, resulta innegable la influencia de los retratos de Ambroise Vollard o de Daniel-Henry Kahnweiler, realizados por Picasso en 1910
El distanciamiento entre Buñuel y Dalí -quien todavía en 1982 propuso al calandino por telegrama una nueva colaboración cinematográfica-, iniciado con la irrupción de Gala en el verano de 1929, agravado por el contencioso de La edad de oro y por el exilio republicano del primero y el acatamiento franquista del pintor, haría que en los testimonios autobiográficos de ambos, iniciados en 1942 con La vida secreta de Salvador Dalí, su intensa compenetración juvenil haya quedado algo distorsionada o difuminada. En verdad, fue una amistad apasionada que ha legado dos obras maestras a la historia del cine: Un perro andaluz y La edad de oro.

“Un perro andaluz” refleja el ambiente de la Residencia de Estudiantes en la que Dalí, Lorca y Buñuel convivían. El hombre castigado cara a la pared, los pupitres, la rebelión ante la autoridad, los hermanos maristas o el deseo carnal, así parecen atestiguarlo.
“Un perro andaluz” está considerada la película más significativa del cine surrealista.
FICHA TÉCNICA: “El perro andaluz” (Un chien andalou)
  • Director y productor: Luis Buñuel
  • Guión: Luis Buñuel y Salvador Dalí
  • Personajes: Pierre Batcheff, Simone Mareuil, Jaume Miravitlles, Salvador Dalí y Luis Buñuel.
  • Director de fotografía: Albert Duverger
  • Montaje: Luis Buñuel
  • Blanco y negro. 
  • Música: Fragmentos de “Tristán e Isolda”, (Richard Wagner), de Beethoven y canciones populares (tangos) seleccionados por Luis Buñuel.
  • Año: 1929
  • Duración: 17’
Sinopsis:
La película comienza con el rótulo "Érase una vez". Un hombre (Luis Buñuel, como actor) afila una navaja de afeitar mientras observa, asomándose al balcón, cómo una filosa nube corta la luna. Del mismo modo, él secciona el ojo a una mujer.
Aparece un nuevo título que narra “Ocho años después”. Un ciclista pedalea por una calle desierta. En tanto, la joven de antes, que estaba leyendo, siente algo y se levanta, tirando el libro al suelo, que se queda justo abierto en una reproducción de La encajera, de Vermeer. El ciclista se detiene y cae golpeándose la cabeza bruscamente contra el canto de la acera. Ella corre escaleras abajo y lo besa frenéticamente.
De vuelta a la habitación, dispone las ropas del ciclista encima de la cama, como recomponiendo la imagen del cuerpo. Al darse la vuelta, ve al mismo hombre mirando las hormigas que surgen de un agujero negro de su mano. Mediante fundidos encadenados, se transforma en el vello axilar, un erizo de mar y en un grupo de personas que rodean a una mujer de apariencia andrógina que tantea con un bastón una mano cortada que yace en medio de la calle. Un policía recoge la mano, se la entrega y el andrógino la mete en la caja de rayas diagonales que llevaba el ciclista. La gente se “disuelve” y un coche atropella al andrógino, dejándolo en el suelo inerte.
El hombre y la mujer han visto toda la escena desde la ventana de la habitación, y la muerte y atropello del andrógino causa al hombre una gran excitación sexual, que le lleva a perseguir a la mujer al ritmo de un tango para acariciar sus pechos, que se funden en nalgas. Cuando le vemos, sus ojos están en blanco, su rostro en éxtasis y de su boca chorrea una baba sanguinolenta. Para defenderse ella le amenazará con una raqueta triangular, y el hombre busca algo a su vez, encontrando una cuerda en el suelo, pero al tirar de ella están atados dos trozos de corcho, dos frailes maristas y dos pianos de cola con sendos burros putrefactos encima. La joven emprende la huida, pero al cerrar la puerta atrapa la mano del hombre de la que brotan hormigas. El cuarto al que accede la muchacha es idéntico al de antes y tumbado en la cama aparece el ciclista con los ropajes de antes.
Nuevo rótulo: “Hacia las tres de la madrugada”. Un hombre con ademán autoritario ordena al hombre de las ropas extravagantes que las arroje por la ventana. Después, como en un castigo escolar, lo pone de cara a la pared y carga sus brazos en cruz con libros, que pronto se transforman en revólveres con los que tirotea a su doble, que cae contra la espalda desnuda de una mujer en un parque, de donde es recogido por transeúntes que por allí pasean.
La mujer entra en la habitación y ve en la pared la Acherontia atropos, una mariposa cuyo tórax tiene un aspecto semejante a una calavera; y también al hombre, que carece de boca y que es sustituida por el vello de la axila que acaba de desaparecer de la de la muchacha. Esta abre la puerta y accede directamente a una agreste playa, donde aparece un nuevo joven con el que pasea, encontrando a su paso los adminículos del ciclista.
Un nuevo rótulo “En primavera” aparece sobreimpresionado en el cielo donde se ve un paisaje desierto en el que están enterrados hasta el pecho el hombre y la mujer, según concluía el guión original, «ciegos, con los vestidos desgarrados, devorados por los rayos del sol y un enjambre de insectos».
Fotograma de la película 
 Curiosidades:
  • El título de la película fue elegido porque no guardaba relación alguna con los temas del filme, que en un primer momento iba a titularse Es peligroso asomarse al interior como inversión del aviso que tenían los trenes franceses: “C'est dangereux de se pencher au dehors” ("Es peligroso asomarse al exterior").
  • Para rodar la secuencia en que el ojo de la mujer es sajado por una navaja de afeitar se utilizó el de una vaca a la que se afeitó el pelo de la piel que lo rodea.
  • En el cartel de la película “El silencio de los corderos” (1991), de Jonathan Demme, concretamente en la boca del rostro de Jodie Foster, se utilizó la imagen de “Un perro andaluz” de la mariposa Acherontia atropos, cuyo tórax semeja a una calavera, en la versión de la fotografía de Philippe Halsman In voluptate mors (1951), que retrata a Dalí con una calavera formada por cuerpos desnudos de mujer. 

Retrato de Luis Buñuel 1924 - Centro de Arte Reina Sofía, Madrid
Ian Gibson (Dublín, 21 de abril de 1939) es un hispanista y especialista en historia contemporánea de origen irlandés y nacionalizado español desde 1984. Es conocido por sus trabajos biográficos sobre Federico García Lorca (1898-1936), Salvador Dalí (1904-1989) y Antonio Machado (1875-1939), así como por obras sobre la Guerra Civil española (1936-1939) y el régimen del general Franco (1939-1975).
Ian Gibson recrea los años que los tres compartieron en la Residencia de Estudiantes
No es menor ni poco importante su bibliografía, pero el hispanista irlandés Ian Gibson no llegó a la Feria del Libro de Córdoba (2015) con un producto editorial bajo el brazo, sino con una conferencia en la que se retrotrajo a una época fundamental para la historia de la cultura en España: los años 20. Una etapa en la que entraron en contacto Federico García Lorca, Salvador Dalí y Luis Buñuel, que todavía no había descubierto su vocación como director de cine.
Salvador Dalí, Federico García Lorca i Pepín Bello al Museu de Ciències Naturals de Madrid, 1925
Precisamente el realizador aragonés fue el protagonista que destacó en la conferencia de Ian Gibson, quien sin embargo también se refirió con asiduidad a los demás. Cuando coincidieron en la Residencia de Estudiantes a principios de la década comenzó un periodo en el que unos se influyeron a otros. Así, Ian Gibson dijo estar seguro de que el director de la película «Un perro andaluz», primera de Buñuel y considerada la carta de naturaleza del surrealismo en España, no era otro que Federico García Lorca. «En los 18 minutos que dura esa cinta hizo un relato muy personal», contó, mientras hablaba de cómo el que luego sería uno de los directores más importantes de la historia todavía no tenía claro que se quisiera dedicar al cine.

Federico García Lorca y Salvador Dalí, en Cadaqués en 1927
Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, Granada, 5 de junio de 1898-camino de Víznar a Alfacar, Granada, 18 de agosto de 1936)2 fue un poeta, dramaturgo y prosista español, también conocido por su destreza en muchas otras artes. Adscrito a la llamada Generación del 27, fue el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo XX. Como dramaturgo se le considera una de las cimas del teatro español del siglo XX, junto con Valle-Inclán y Buero Vallejo. Murió fusilado tras el golpe de Estado que dio origen a la Guerra Civil Española solo un mes después de iniciada esta.
Gibson abundó en la historia, ya conocida, de que el poeta granadino se sentía atraído por el pintor catalán, y que éste, de alguna manera, mantuvo con él «una relación casi amorosa», aunque con el pavor de su rechazo teórico a la homosexualidad. «Era una época en que Federico García Lorca ya había publicado su primer libro y Salvador Dalí ya pensaba que podía ser un genio, y sobre todo lo pensaba él», dijo el estudioso, que durante su conferencia aseguró que «es difícil escribir biografías de gente tan compleja». Tal y como recordó Gibson, la presencia de Federico García Lorca en Luis Buñuel y Salvador Dalí fue completa durante el resto de su vida. Ambos habían conocido la obsesión que tenía el poeta con morir de forma violenta y prematura, como así pasó, y, según Gibson, «seguramente no hubiera un día en que no pensaran en él».

Lorca y Buñuel en la famosa fotografía en la que aparecen montados en un avión de cartón.
Luis Buñuel Portolés (Calanda, Teruel, 22 de febrero de 1900-Ciudad de México, 29 de julio de 1983) fue un director de cine español, que tras el exilio de la Guerra Civil Española se hizo ciudadano mexicano.
Es considerado uno de los más importantes y originales directores de la historia del cine.
El autor del primer libro sobre el asesinato de Lorca -desde entonces, toda una autoridad en la materia- recordó cómo Salvador Dalí le concedió una entrevista poco antes de su muerte. «Era impresionante. Pesaba 40 kilos, él, que había sido un hombre fornido, y no dejaba de repetir la palabra Lorca, Lorca, Lorca...». Ian Gibson dedicó parte de su conferencia en Córdoba a hablar de cómo los tres artistas se formaron en un Madrid que ya era un hervidero cultural por entonces, con figuras como Ramón Gómez de la Serna, aunque lo sería todavía más en los años posteriores y se extendería a toda España, al menos hasta la guerra.
Figura asomada a la ventana, 1925
Representa a la hermana del artista, Ana María, a la edad de diecisiete años, asomada a la ventana, de espaldas, en la casa de vacaciones que la familia poseía en Cadaqués, a la orilla del mar. Dalí realiza un trabajo de gran uniformidad cromática y sencillez en la composición, donde la muchacha nos introduce en el paisaje que ella contempla.
Claramente, los valores cromáticos de la obra son azules, al igual que en las obras tempranas de Picasso las cuales estaban formadas sólo por gamas de color azul.

Venus y amorcillos, 1925
Para llamar la atención en España, era indispensable que la reputación del joven pintor traspasara las fronteras de Cataluña. Diferentes exposiciones en Madrid y Barcelona habían captado el interés del público. "Picasso - señala Dalí - había visto mi Muchacha de espaladas en Barcelona y la había elogiado mucho. Por este motivo recibió una carta de Paul Rosenberg en la que me pedía algunas fotos que expresamente no le envié. Sabía que el mismo día de mi llegada a París me los metería a todos en el bolsillo.

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