sábado, 28 de enero de 2017

Patinir y la invención del paisaje - Quentin Massys

Patinir
(Dinant, h. 1480-Amberes, 1524). Pintor flamenco. Nacido a las orillas del Mosa, es considerado como el primer paisajista flamenco. Sus amplios paisajes, muy característicos, presentan horizontes altos con extensas campiñas en las que destacan macizos de rocas puntiagudas, de carácter fantástico, mezclándose lo real y lo simbólico. Sus temas son un mero pretexto para desarrollar el paisaje que se convierte en el protagonista principal de sus composiciones. Se piensa que pudo trabajar primero en Brujas, en donde conoció la obra de Gérard David y en 1515, al igual que éste, aparece citado como maestro en Amberes. 

El bautismo de Cristo (h. 1515) Museo de Historia del Arte de Viena.
Fue precisamente en esta ciudad donde conoció a Alberto Durero, durante su viaje por los Países Bajos (1520-1521) y se inició su amistad. El propio Durero le haría un retrato e incluso asistió a la boda de su hija. Fue amigo también de Quinten Massys, que colabora realizando algunas figuras de sus cuadros, como sucede en Las tentaciones de san Antonio Abad (Prado), tal como consta en el inventario de El Escorial de 1574. 

Las tentaciones de san Antonio Abad (Prado),
El modo de reflejar las tentaciones que sufrió San Antonio durante su retiro como ermitaño es tremendamente atractivo, en este cuadro que realizaron Joachim Patinir y Quentin Metsys. Especialmente Patinir es el más hábil a la hora de insertar una escena en un paisaje, cuya amplitud roba el protagonismo a las figuras. Patinir es único a la hora de pintar paisajes como si estuvieran vistos desde un punto elevado, panorámicas, lo que motivaba que sus servicios fueran contratados por otros pintores, como Metsys, para realizar los fondos de sus obras. La escena central debe mucho a la herencia que autores como El Bosco dejaron en la pintura flamenca y alemana. La expresividad, el feísmo, la aparición de monstruos y figuras grotescas en medio del paisaje son elementos que El Bosco supo explotar en su obra y que se repiten en escenas como ésta, posteriores en el tiempo a la pintura de aquél.
Su amistad fue tan duradera, que su hijo Cornelis fue discípulo de Patinir, llegando incluso a ser el tutor de las dos hijas habidas con su primera mujer Francisca Buyts, hija de pintor. En 1521 contrae nuevo matrimonio con Jeanne Nuyts. Aunque se le han atribuido obras de dudosa calidad que no le pertenecen, deja una producción reducida, dada su corta vida. Alcanza gran fama especialmente por sus últimas obras, tanto por su maestría de ejecución como por su creatividad. De ello dan fe los elogios de sus contemporáneos.

Paisaje con San Jerónimo, 1515-1519, óleo sobre tabla, 74 x 91 cm, Museo del Prado, Madrid.
Sabemos que Durero en su Libro de viaje le califica como «buen pintor de paisajes». En 1540, Felipe de Guevara, amigo y consejero artístico de Car­los V y más tarde de Felipe II, en sus Co­mentarios de la pintura, le cita entre los tres más grandes pintores junto a Rogier van der Weyden y Jan van Eyck. Su pintura tuvo también gran interés para el mercado artístico. Pensemos que en Amberes, durante el siglo XVI, se trabajaba no por encargo sino para compradores que buscaban la obra terminada. 

El paso de la laguna Estigia o Caronte cruzando la laguna Estigia es quizá la obra más famosa del pintor flamenco Joachim Patinir. Fue realizada hacia el año 1520. Es un cuadro sobre tabla de 64 cm de alto y 103 cm de ancho. Se conserva en el Museo del Prado de Madrid, España.
En la mitología griega, Estigia  era una oceánide, hija de Océano y Tetis o, según Higino, una diosa hija de Érebo (las tinieblas) y Nix (la noche). Personificaba un río del Hades (el inframundo griego): el río Estigia.
Esta pintura representa el tema clásico relatado por Virgilio en su Eneida  y Dante en el Inferno  en el centro del cuadro dentro de las tradiciones cristianas del Juicio Final y el Ars moriendi. La figura más grande de la barca es Caronte, quien «pasa las almas de los muertos a través de las puertas del Hades». El pasajero en la barca, demasiado pequeño para distinguir sus expresiones, es un alma humana decidiendo entre el Cielo, a su derecha (la izquierda del espectador), o el Infierno, a su izquierda. La laguna Estigia divide la pintura por el centro. Es uno de los cuatro ríos del mundo subterráneo que pasa por la parte más profunda del infierno. En el lado izquierdo de la pintura está la fuente del Paraíso, el manantial del que surge el río Leteo a través del Cielo: «el agua del Leteo tiene el poder de hacer que uno olvide el pasado y concede la eterna juventud». En el lado derecho de la composición está la visión que Patinir tiene del Infierno, que se debe ampliamente a las influencias de El Bosco. Adapta la descripción del Hades, en que, «según el escritor griego Pausanias, una de las puertas estaba ubicada en el extremo meridional del Peloponeso, en una ensenada todavía visible en el cabo Matapan». Enfrente de las puertas está Cerbero, un perro de tres cabezas, que guarda la entrada de la puerta y asusta a todas las almas potenciales que entran en el Hades. El alma de la barca al final elige su destino mirando hacia el Infierno e ignorando al ángel en la orilla del río en el Paraíso que le hace señas para que se acerque al más dificultoso sendero que lleva al Cielo (Devisscher).
Su estilo desde los comienzos está influido por El Bosco, aunque sin alcanzar la fuerza satírica del gran maestro, y en menor medida por Gérard David, de quien tomará la perfecta ejecución y quizá también el gusto por el paisaje. Su nombre aparece en dos obras de juventud, San Jerónimo (Staatliche Kunsthalle, Karlsruhe) y Huida a Egipto (Koninklijk Museum voor Schone Kunsten, Amberes). 

Descanso durante la huida a Egipto, 121 x 177 cm, Museo del Prado, Madrid
En el primer plano, en el centro, sobre una colina de forma semiesférica, aislada del resto como en la tabla de la Gemäldegalerie de Berlín, María, con una toca blanca cubriéndole los cabellos, túnica azul y manto blanco azulado, está sentada en el suelo, amamantando a su Hijo, totalmente vestido. En el plano medio, detrás de la Virgen, se inicia el bosque oscuro, integrado en el paisaje del fondo, al margen de la figura principal. De ese modo, aparecen perfectamente separados el espacio de campo a la derecha, con la granja, el pueblo en el plano medio y la ciudad a distancia -motivos habituales en otras obras de Patinir-, del de la izquierda, con Heliópolis al pie de la alta montaña pétrea de la izquierda. Esta naturaleza solitaria está unida al primer plano, más elevado, por el color del terreno y por los caminos intrincados por los que asciende san José con el recipiente de comida en las manos.En la tabla del Descanso del Prado, Patinir incorpora la Matanza de los Inocentes, en el extremo derecho, al fondo.En ese mismo lado, en el plano medio, sitúa el Milagro del Trigo, igual que en las otras dos tablas.A la derecha de la Virgen, la bola de piedra con los pies es el único resto de una imagen pagana. A la izquierda se alza la ciudad con edificios románico-góticos, en la que los ídolos caen precipitándose desde la torre, mientras que en otro edificio anexo los fieles presentan ofrendas ante uno de sus dioses, cuya cabeza semeja la de una rata. Aluden a la huida a Egipto las alforjas blancas atadas al bastón de san José, la cesta de mimbre y la calabaza para el agua con tapón, en primer plano, a los pies de María, lo mismo que san José, a la izquierda, en el plano medio, y el asno comiendo, representado de espaldas, en un escorzo pronunciado, al otro lado.El manzano con pocas frutas a la izquierda de María es el Árbol del Bien y del Mal, seco a raíz del pecado original, pero que brota de nuevo tras la Encarnación de Cristo, con la que se inicia la Redención. La vid sin uvas enroscada en este árbol alude a las palabras de Cristo: Soy la vid, y se asocia a su muerte en la cruz, a la Redención, lo mismo que la hiedra que también se enrosca en él, que simboliza asimismo la muerte en la cruz y la vida eterna. El castaño del segundo plano, a la izquierda de María, se asocia con la resurrección y sus frutos caídos en el suelo -algunos abiertos dejando ver las castañas-, aluden a la Inmaculada 
Paisaje con San Cristóbal (h. 1520) Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
La inscripción, sin embargo, en otras tres tablas, el Bautismo de Cristo (Kunsthistorisches Museum, Viena), Paisaje con san Jerónimo y Las tentaciones de san Antonio Abad (Prado), quizá pueda deberse a añadidos posteriores. El Museo del Prado conserva, procedente del monasterio de El Escorial, uno de los conjuntos más importantes de sus obras, fundamentales para conocer el estilo de este maestro: el San Jerónimo, con un bello paisaje en una gama de verdes; El descanso en la Huida a Egipto, con un especial desarrollo de la vida rural; o la magnífica Las tentaciones de san Antonio Abad, en cuyas figuras interviene Massys, así como el incomparable paisaje de El paso de la laguna Estigia con una espléndida representación de los Campos Elíseos y del Infierno en donde funde la tradición clásica con el pensamiento religioso medieval. Desa­rrolla una imaginación poética que le permite expresar un mundo ideali­za­do o patético con profundo sentimiento. Todo ello con una técnica perfecta, con un magnífico estudio de la luz y las sombras, que en cierta manera anticipa a los grandes maestros holandeses del siglo XVII, con un excelente manejo del color en donde destaca la deliciosa gama de azules y verdes, que infunden novedad y un atractivo especial a sus obras.

La duquesa fea, h. 1525-30 (National Gallery de Londres).
La duquesa fea o también conocida como Una mujer mayor, es un cuadro del pintor flamenco Quentin Massys, realizada cerca de 1513, al óleo, es un retrato satírico de una mujer aristócrata que de forma inapropiada trata de recrear su juventud con un atuendo fuera de su edad, las malformaciones en la mujer se debe a que sufría de la enfermedad de Paget que ocasiona malformaciones en los huesos
Quentin Massys (Lovaina, c. 1466 - 1530). Pintor flamenco fundador de la escuela de Amberes, cuya obra representa la primera síntesis efectiva entre la tradición flamenca y las ideas del renacimiento italiano. Parece ser que nació en Lovaina y trabajó en Amberes desde 1491 hasta su muerte. Su apellido también puede verse escrito como Metsys, Matsys, o, menos frecuentemente, Metzys o Matzys. Dirk Bouts fue su principal influencia en su ciudad natal, donde se formó. Respecto a su biografía, estuvo casado y tuvo varios hijos que trabajaron tanto con él como en el taller, como son Jan y Cornelys.
 Cristo presentado al pueblo (Museo del Prado, Madrid) Quentin Massys
Patinir murió en Amberes el 5 de octubre de 1524. Su suegro y colega Quentin Metsys se hizo cargo de su taller y sus hijos.
Rocas fantasmagóricas
La evocación fantástica la consigue con un determinado tipo de formaciones rocosas, casi siempre las mismas en todos los paisajes del autor y posteriormente en las de su supuesto sobrino Hendrick met de Bles, imitadores y otros seguidores. Se trata, según los eruditos, de su representación evocadora de una síntesis de peñascos hoy famosos en los parajes que pudo conocer Patinir en su infancia y juventud: el «rocher Bayard» en las orillas del Mosa, en Dinant; la «roche-a-Chandelle» en las proximidades de Furfooz y Hulsonniaux, (en la actual Valonia), también en Namur).

La «roche-a-Chandelle» (izquierda), peñascos roqueros de Patinir en la tabla Paisaje con San Jerónimo, de la Galería Nacional de Arte (centro), y la roca Bayard, a orillas del río Mosa, en Dinant (Bélgica), en una postal de 1890. (derecha)
Paisaje con la destrucción de Sodoma y Gomorra, ca. 1520, 22.5 x 30 cm, Museo Boymans Van Beuningen, Róterdam.

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