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Teotihuacán - Su esplendor monumental sigue fascinando a todos los visitantes.
Vista general de Teotihuacán, con la calzada de los Muertos en el centro de la imagen. |
Los aztecas encontraron una inmensa ciudad abandonada en la cuenca de México. Fue tal su impresión que la llamaron Tollan-Teotihuacán, “allí donde los hombres se convierten en dioses”. Creyeron que había sido construida por gigantes y crearon el mito de que en ella se habían reunido los dioses para asegurar la existencia del mundo.
La historia de esta ciudad era ya leyenda cuando, el 7 de julio de 1520, Hernán Cortés y sus hombres pasaron entre sus ruinas durante la conquista de México. Declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1987, Teotihuacán está situada en un amplio valle del Altiplano Central mexicano, a poco más de 50 km al norte de la capital.
Expedición de Hernán Cortés desde Cuba hasta Tenochtitlán |
Pirámide del sol Teotihuacán |
A partir del siglo II la ciudad se extendió hacia el sur con edificios públicos que flanqueban la calzada de los Muertos. El colosal templo de Tláloc-Quetzalcóatl fue uno de ellos. Está situado al otro lado del río San Juan, que cruza la ciudad, y en la parte central de la Ciudadela, recinto amurallado que cuenta con otros veintiún monumentos en perfecta simetría.
El templo tenía decoradas sus cuatro fachadas con las representaciones de los dioses que le dan nombre. No sería el único. También el palacio de Quetzalpapálotl, levantado entre las pirámides del Sol y de la Luna siglos más tarde, decoró sus paredes con símbolos relacionados con el agua, así como con figuras geométricas.
Un gobierno teocrático
Toda la ciudad se llena de pinturas y esculturas que representan las deidades, entre ellas Huehuetéotl, dios del fuego, el mencionado Tláloc, Chalchiuhlicue, diosa del agua, y Quetzalpapálotl, la mariposa divina, todos ellos términos náhuatl que conocemos a través de los aztecas. Al igual que otras antiguas culturas, como la egipcia, la griega o la mesopotámica, Teotihuacán creó un elenco de divinidades que bajo diferentes nombres serían veneradas posteriormente por otros pueblos.
Máscara teotihuacana de caliza negra en el Walters Art Museum, Maryland, EE.UU. |
Las construcciones se sacralizan y nos informan de que los líderes religiosos son a la vez los políticos que rigen el destino de la ciudad. Teotihuacán es concebido como espacio sagrado, centro cósmico y ombligo del mundo. Los expertos creen que muchos actos públicos de carácter civil y religioso se celebraban en la gran explanada de la Ciudadela. Este edificio era la sede del Estado teotihuacano.
Además, sostienen que las características de este Estado responden a las propias de las organizaciones corporativas, concepto con el que los arqueólogos califican a aquellas que realizan una planificación urbana, poseen un gobierno compartido y llevan a cabo una serie de ritos para la fertilidad de la tierra y la renovación del universo.
Linda Manzanilla, una de las más reconocidas arqueólogas mexicanas, y Leonardo López Luján creen que el gobierno teotihuacano estuvo en manos de sacerdotes y que la sociedad se encontraba muy jerarquizada. El arqueólogo estadounidense de origen francés René Millon ahondó en el tema y estudió dónde vivía cada una de las jeraquías y cómo eran sus viviendas.
En su opinión, las élites residían en conjuntos amurallados, situados en los alrededores del centro ceremonial, formados por estructuras desprovistas de ventanas y con un solo acceso, mientras que la población lo hacía a las afueras, en casas de adobe.
Se calcula que a principios del siglo V, época de esplendor teotihuacana, la ciudad ocupaba una extensión de 30 a 32 km2 y tenía unos 100.000 habitantes, que dos siglos después llegarían a 250.000. Junto a agricultores y comerciantes convivían grupos dedicados a las labores religiosas, a la administración, a la producción artesanal (cerámica, textil...) y a la construcción y ornamentación de edificios.
El ocaso
Entre los años 650 y 750 la sociedad teotihuacana se desintegró. ¿Por qué una ciudad en pleno florecimiento y con un desarrollo económico tan alto pudo acabar pasto de las llamas? Las causas aún están por esclarecer. Los arqueólogos barajan varias hipótesis, desde la incursión de grupos bárbaros, entre ellos los chichimecas, posibles responsables del incendio de la ciudad, hasta problemas agrícolas y de deforestación.
René Millon aventura otros motivos: la mala administración de la economía y la política, la inflexibilidad hacia un cambio, la existencia de una burocracia ineficiente y el deterioro de las redes de intercambio comercial. Es probable que varias de estas causas coincidieran y que en el siglo VII las autoridades se vieran incapaces de hacer frente a la acumulación de conflictos internos y externos.
La Pirámide de la Luna –dedicada a la diosa del agua y la fertilidad– que ahora se observa es producto de varias fases constructivas, que abarcaron de 100 a 600/650 d.C. |
Tras el incendio, un buen porcentaje de la población se dispersó por el oeste y el sudeste de México, y la ciudad fue saqueada. Las huellas de aquella destrucción son evidentes en muchos de los edificios que jalonan la calzada de los Muertos, como el palacio de Quetzalpapálotl, en el que se quemaron techos y se rompieron columnas esculpidas. En la pirámide de la Luna se destruyó la escalera monumental y se dispersaron todos sus escalones por la plaza del mismo nombre.
Durante los doscientos años siguientes, vencedores y vencidos convivieron en el área, pero nunca reconstruirían los templos. Teotihuacán fue cayendo en el olvido. Así la encontraron los aztecas y, tras su derrota a manos de Cortés, los españoles.
Descubrimiento
Hay que esperar a las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX a que los arqueólogos tracen un mapa de la antigua ciudad. El más detallado lo realizó Millon. El arqueólogo señaló los principales elementos urbanos, las estructuras, las calles y las avenidas que debieron de existir en la época de mayor esplendor. Las excavaciones efectuadas por William T. Sanders e Ignacio Bernal contribuyeron a ello.
Máscara teotihuacana de mármol |
Algunos de los proyectos más recientes tratan de averiguar qué funciones cumplieron las pirámides del Sol y de la Luna. En este sentido, Linda Manzanilla ha situado en la pirámide del Sol un detector de radiaciones cósmicas, similar al ubicado en la pirámide de Kefrén, para determinar si existen cavidades en su seno. Con ello pretende esclarecer si se trató de un templo estatal o funerario.
Y mientras los expertos se afanan por desvelar sus secretos, la ciudad revive cada día con turistas dispuestos a recorrer sus calles y acometer la subida de los tortuosos escalones de las pirámides.
Fuente: Revista Historia y Vida.
cuartos, pórticos, corredores y patios abiertos con muros pintados |
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