Interactive Map Washington, DC: pincha aqui
Los planos secretos de Washington D.C, inspirado en Pierre de Châtillon
Hoy sabemos que de los 23 firmantes de la Declaración de independencia de Filadelfia, en 1776, 21 eran francmasones. Esta hermandad espiritual era sólo una de las diferentes sectas y religiones provenientes de la Europa anglosajona llegadas a Estados Unidos con la esperanza de establecer la “nueva Jerusalén”. Es decir, imbuidos del espíritu mesiánico de los movimientos religiosos perseguidos por la Iglesia católica: por ello dejaron sus símbolos inscritos en la nueva tierra, comenzando por el archiconocido símbolo del dólar.masoneria.
La pirámide de dos pisos que aparece en el billete de un dólar estadounidense, como símbolo de la masonería y prueba de su influencia, con los lemas Annuit Cœptis («justificó las cosas que inició») y Novus Ordo Seclorum («Nuevo Orden de los Siglos [o las Eras]»). |
Como primer presidente de los Estados Unidos, George Washington representa en la mente de los norteamericanos el ideal de libertad que su país representó a lo largo de los años. La evidencia de que el billete de dólar ha albergado desde hace siglos los símbolos de la secta iluminati (la pirámide con “El ojo que todo lo ve” y el búho, dios babilónico Moloch, emblema de los iluminati de Baviera) ha hecho volver los ojos a los muchos símbolos que alberga la ciudad donde se asienta el Poder de los Estados Unidos y por ende, del mundo.
De acuerdo a las investigaciones de Pierre Chatillôn, renombrado poeta y profesor de la universidad francófona de Canadá, George Washington habría querido dejar inscrito en los planos de la propia ciudad, la advertencia de los acontecimientos que estaban por venir, incluido el cambio climático. Todo ello, en manos del arquitecto francés Pierre Charles L’Enfant, quien expresó, tras ver el lugar donde se edificaría la ciudad: “Un pedestal a la espera de un monumento”. Tan claro lo vio Châtillon en su día, que no necesitó planos para ejecutar su diseño de la capital de la república, una especie de “Brasilia” del siglo XIX, pues hubo una planificación urbanística clara desde el principio, que se ha mantenido en el tiempo con pocas variaciones.
Las sorprendentes indagaciones de Châtillon sobre los planos de L’Enfant se basan en la situación de varios edificios emblemáticos de la capital de los Estados Unidos en lo que se conoce como “National Mall” (“Bulevard Nacional) y en la distancia entre unos y otros. El Capitolio (donde trabaja el Parlamento), la Casa Blanca (donde reside el presidente), el Memorial Jefferson y el perímetro que rodea estos tres edificios conforman un triángulo isósceles. Entre la fuente de la entrada a la Casa Blanca y el memorial Jefferson hay, exactamente, 1776 metros. El mismo año de la fundación de los Estados Unidos y también, de la secta Iluminati. Por encima, se sitúa una gran explanada circular y el Capitolio.
El español que colocó la primera piedra de la Casa Blanca
El 12 de octubre de 1792, la taberna Fountain Inn, en Georgetown, se convirtió en punto de reunión para gran parte de los habitantes de la futura capital federal. El ambiente era festivo y continuamente se escuchaban brindis y frases de júbilo. No era para menos. El grupo de hombres allí reunidos, entre los que se encontraban vecinos, curiosos y prohombres de la localidad, se disponían a asistir a un acto cargado de significado para la recién nacida nación de los EE.UU.: la ceremonia de colocación de la primera piedra de la “Casa del Presidente” (en aquella época todavía no se conocía como Casa Blanca). Cuando todos los organizadores del acto estuvieron presentes, el gentío se puso en marcha hacia su destino: un solar de la todavía inexistente ciudad de Washington D.C.
El grupo iba precedido por un distinguido número de masones de una logia de Georgetown, la nº 9 de Maryland. Y, precisamente, fue su Gran Maestro, Peter Casanave, quien tuvo el honor de oficiar la ceremonia, colocando la piedra angular y pronunciando una oración.
Lo más singular de aquella ceremonia fundacional –que daba el pistoletazo de salida a la construcción del primer edificio federal de la ciudad y que hoy es uno de los emblemas más reconocibles de los EE.UU.–, es que el hombre que la dirigió, el citado Peter Casanave, era español.
Aunque sus vecinos de Georgetown le llamaban Peter, aquel joven comerciante católico que se había ganado el aprecio la confianza de todos se llamaba en realidad Pedro, y había nacido en la región española de Navarra. Es muy posible que su apellido tampoco fuera Casanave, pues las escasas fuentes conservadas que hacen referencia a su persona lo citan como Casaneva, Casenave, Cazenave e incluso Casanova. Por desgracia, es muy poco lo que sabemos de él, a pesar de que, como veremos, alcanzó rápidamente el éxito social y económico en su patria de adopción.
Al parecer, Peter Casanave (le llamaremos así ante el enigma de su verdadero nombre) llegó a los EE.UU. en 1785. En su bolsillo sólo se contaban 200 libras, y el joven navarro apenas conocía la lengua de Shakespeare. Afortunadamente, contaba con inmejorables referencias: su tío, Juan de Miralles, había ejercido como enlace entre la Corona española y los insurgentes americanos durante la Guerra de la Independencia, jugando un destacado papel en la revolución americana, y ganándose por ello el aprecio y la amistad del mismísimo George Washington. Así pues, este parentesco debió abrirle a Casanave algunas puertas, y pronto estableció su primer negocio: un almacén en el que distribuía aceite, carne de cerdo española y polvos para el pelo. A aquel primer negocio pronto le siguieron otros, algunos bastante insólitos, como un “salón de baile nocturno para caballeros que no disponen de tiempo durante el día”.
Unos años más tarde, en 1790, su situación había mejorado bastante, y se convirtió en agente de la propiedad, motivo por el que aparece en varios documentos de la época, en los que se le nombra como vendedor de terrenos de la futura ciudad de Washington.
Una fotografía de la Casaneve House (hoy desaparecida), vivienda en la que residió la viuda de Peter Casaneve. |
Con una posición social ya afianzada, su siguiente paso en la comunidad fue pedir la mano de una joven católica de Georgetown, Ann Nancy Young, hija de Notley Young, próspero empresario de la ciudad que también se dedicaba al negocio de la venta de suelos. La pareja se casó en septiembre de 1791, en una ceremonia que ofició el obispo Carroll, tío de la joven. Aquel matrimonio conectó a Casanave con algunas de las familias más importantes del estado de Maryland.
Georgetown es un barrio del Distrito de Columbia (EE. UU.).Fundado en 1751 en la ribera del río Potomac, la ciudad de Georgetown precedió substancialmente al establecimiento de la ciudad de Washington y el Distrito de Columbia. En 1776, Georgetown era una de las mayores ciudades de Maryland, y mantuvo un estatus de autonomía hasta 1871, cuando fue asimilado al Distrito de Columbia.Hoy, los principales corredores comerciales de Georgetown son la calle M y la avenida Wisconsin, que cuentan con centros comerciales, bares, restaurantes, etc.Georgetown es el hogar de la Universidad de Georgetown y de la Old Stone House, los edificios más antiguos del Distrito. Las embajadas de Francia, Mongolia, Suecia, Tailandia, Venezuela y Ucrania están localizadas en Georgetown .
Casas residenciales en Georgetown |
En aquellas fechas, el español decidió ampliar aún más sus compromisos con la comunidad, y se convirtió en “agente” y patrocinador de los estudiantes que acudían al Georgetown College (hoy convertido en la universidad del mismo nombre). En dicho puesto se encargaba de administrar los fondos de los alumnos y cubrir sus gastos. En muchos casos, cuando los estudiantes eran extranjeros o carecían de recursos, él mismo se encargaba de pagar las cuotas de su propio bolsillo, de forma totalmente altruista. Al parecer, el propio Casenave fue alumno de la institución, a la que acudió para perfeccionar su todavía deficiente inglés, y más tarde uno de sus hijos, también llamado Peter, fue matriculado allí.
Notley Young y su esposa, suegros de Peter Casanave |
En 1793 el navarro dio un nuevo paso en su avance social, y se unió al Consejo Común de la Corporación de la ciudad. Apenas un año después, aquel joven navarro y católico –que había llegado a la nueva nación nueve años antes sin apenas dinero y con unas nociones mínimas de inglés– fue elegido alcalde de Georgetown, convirtiéndose en la quinta persona en ocupar el cargo.
Unos meses antes se había producido el episodio de la ceremonia masónica en la Casa Blanca, por lo que probablemente su pertenencia a la Hermandad se iniciara pocos años antes, estando ya en los EE.UU. Peter Casanave falleció en 1796, sin que sepamos exactamente cuál era su edad en ese momento. De cualquier modo, debía ser bastante joven, pues algunos testimonios que describen su participación en la inauguración de la Casa del Presidente apuntan que en ese momento rondaba la treintena.
Poco más sabemos de su vida. Algunas notas sobre él refieren que era el decimotercero hijo de un jurista y comerciante navarro. Una copia de su testamento descansa desde 1860 en los archivos de la Logia nº 5 de Potomac (la antigua Logia nº 9 de Maryland, de la que fue Gran Maestro).
Esta es la borrosa semblanza de Pedro Casanave, el comerciante español que, a finales del siglo XVIII, abandonó España para terminar convirtiéndose en un próspero hombre de negocios de EE.UU., Maestro Masón y quinto alcalde de Georgetown (la “semilla” de la actual capital del país). Y además, fue su mano, la que colocó la primera piedra de la Casa Blanca.
Bibliografía:
-WARNER, William W. At peace with all their neighbors: catholics and catholicism in the national capital, 1787-1860. Georgetown University Press, 1994.
-HOLMES, Oliver W. Suter’s Tavern: Birthplace of the Federal City. 1973, Historical Society of Washington, D.C..
La Corona española puso armas, dinero y hombres a disposición de los patriotas de las "Trece colonias", como se conocían en el siglo XVIII las posesiones británicas en lo que hoy es Estados Unidos, con las que De Miralles comerciaba desde Cuba ya antes de ser nombrado por Carlos III su representante ante los independentistas.España también aportó inteligencia, pues, entre otras muchas cosas, De Miralles armó un servicio secreto que operó en favor de los independentistas y en contra de Inglaterra, con "superagentes" como el fraile Antonio de Sedella, quien "no fue descubierto en 50 años", relata Larrúa Guedes en una entrevista con Efe.
Juan Miralles , el español que murió en la casa de George Washington |
Juan de Miralles y Trayllon (Petrel, Alicante, 23 de julio de 1713 - Morristown, Nueva Jersey, 30 de abril de 1780) fue un comerciante español establecido en La Habana en 1740, diplomático en los Estados Unidos y mensajero del Congreso Continental.
Sus padres fueron D. Juan de Miralles, capitán de Infantería, y Dª Gracia Trayllon (o Trailhon), natural de Arbus (Arabus en la Baja Navarra Baja francesa).
Durante la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos que tuvo lugar entre 1775 y 1783 el monarca español Carlos III de Borbón decidió posicionarse a favor del bando revolucionario, comandado por el que sería primer presidente de la nación norteamericana George Washington.
Ese apoyo tenía la astuta intención de ir contra intereses británicos, los grandes enemigos por aquella época de la Corona Española.
Para realizar las tareas de apoyo, tanto económico como militar, se contó con la inestimable colaboración de Juan de Miralles, un próspero hombre de negocios nacido en la población alicantina de Petrel y que residía desde 1740 en Cuba, por aquel entonces colonia española.
Nos trasladamos a la Habana del siglo XVIII, allí tenemos a un alicantino, de Petrer, Juan de Miralles Trailhon. En 1740 había llegado a Cuba con una pequeña fortuna que le sirvió para cortejar, y más tarde poder desposar, a Mª Josefa Eligio de la Puente, la soltera más deseada de toda la isla por su belleza y por las posibilidades económicas de su familia.
Con los contactos de su familia política, su astucia y su escasez de escrúpulos logró amasar una inmensa fortuna comerciando con azúcar, café, tabaco, cacao… y esclavos. El gobernador de la isla hacia la vista gorda cuando comerciaba con el “enemigo” inglés asentado en la Florida porque informaba de los movimientos de los ingleses. Era un agente secreto al servicio de la corona española.
Tras la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, el 4 de julio de 1776, de las Trece Colonias británicas, Carlos III decidió apoyar la independencia para debilitar a nuestro enemigo y sacar tajada más tarde. En 1777 el Capitán General de Cuba, Diego José Navarro, nombró a Juan Miralles embajador para negociar con las Trece Colonias. Tras varias visitas a los rebeldes americanos en las que ofrecía apoyo militar y financiero logró ganarse la confianza, e incluso la amistad, del futuro primer presidente de los EEUU, George Washington. En una visita a Morristown – campamento de invierno de los rebeldes – contrajo una enfermedad pulmonar. Ni el médico personal del general, ni los cuidados de la futura primera dama pudieron salvarle la vida. En 1780 moría en la casa de George Washington.
En su entierro se rindieron honores militares como si fuese un jefe de Estado y buena prueba de la amistad con George Washington es la carta que éste le remitió a su viuda:
Todas las atenciones que me fue posible dedicar a su fallecido esposo fueron dictadas por la amistad que sus dignas cualidades me habían inspirado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario