viernes, 3 de febrero de 2017

Italia en época de El Bosco - Luca Signorelli

Luca Signorelli  (Cortona c. 1445-1523), hijo del pintor Egidio di Ventura Signorelli, se cree que fue discípulo de Piero della Francesca en Urbino, con quien aprendió el tratamiento de la perspectiva. Completó su formación en Florencia en contacto con Andrea del Verrocchio, en cuyo taller se formaron Leonardo da Vinci, Sandro Botticelli, Domenico Ghirlandaio, Lorenzo di Credi y Pietro Perugino. Fue como ayudante de Perugino que Luca Signorelli trabajó en la decoración de la Capilla Sixtina y realizó su primera obra documentada, Testamento y muerte de Moisés. Entre este fresco pintado hacia 1482 y su última obra, una Inmaculada Concepción en 1523, transcurrieron cuarenta años de extensa y fructífera carrera marcada por numerosos encargos procedentes de gremios, y comitentes tan ilustres como los Vitelli, los Della Rovere o los Médicis, condujo al artista a Roma, Cortona, Città di Castello, Florencia, Siena y Orvieto. 

Autorretrato de Luca Signorelli.
Fue en la catedral de esta última ciudad, en el Cappella Nova, donde Signorelli ejecutó entre 1499 y 1504 su ciclo de frescos más célebre con el tema del Juicio Final. En esta obra, el artista demuestra su capacidad inventiva, espacial y formal y un extraordinario dominio de la técnica, evidente en el poderoso modelado de los cuerpos sometidos a sorprendentes torsiones y escorzos. Hoy restaurada, la Cappella Nova revela en todo su esplendor la fuerza creativa de Luca Signorelli.

Conversión de San Pablo 1477-1480, Luca Signorelli, (Basílica de Loreto, Sacristía de la Cura). Luca Signorelli comprendió que el ejemplo de Piero della Francesca y la variada cultura de Urbino le ofrecían la oportunidad de poder crear, él también, obras libres de todo prejuicio y de retórica eficaz, incluso utilizando la puesta en escena teatral. Y de hecho es una impresión teatral la que produce la decoración de la Sacristía de la Cura que Signorelli realizó entre 1477 y 1480. En ella se pone de manifiesto algunas influencias estilísticas que recuerdan Bramante, Perugino, Verrocchio, pero el conjunto de la obra destila un increíble énfasis dramático claramente teatral.
Luca Signorelli y el ciclo Monteoliveto
El ciclo de frescos de la Vida de San Benito, realizados en el claustro de Monteoliveto Maggiore, cerca de Siena, es un serie de diez episodios que Signorelli realizó ayudado por su taller entre 1497 y 1498, casi todos ellos inmediatamente anteriores a los frescos de Orvieto. El pintor fue llamado a Monteolivetto por el monje benedictino fray Domenico Airoldi, y cuando en 1505 sera elegido abad de la congregación, encomendará al pintor sienés Il Sodoma la tarea de completar el ciclo. Los episodios más extraordinarios de este ciclo son las escenas que contienen pocos personajes o algunos detalles naturalistas. Por ejemplo, en el episodio de San Benito evangelizando a los habitantes de Montecassino Signorelli representa una serie de monjes ocupados en derrocar a los ídolos, en un espacio interior cuya perspectiva recuerda las obras de Piero della Francesca. La obra maestra de la serie es el célebre episodio de los dos monjes que habiendo comido en una posada fuera del monasterio, serán reconocidos por San Benito y sufrirán los reproches de éste por haber violado la regla. En esta escena Luca Signorelli da rienda suelta a su extraordinaria vena de realismo descriptivo.

San Benito amonestando a los monjes por haber violado la regla, 1497-1498, Luca Signorelli,  (Monteoliveto, Siena, Abadía). Signorelli describe con gran precisión y al mismo tiempo dándole un cierto aire poético, el interior de una posada en la que los dos monjes están comiendo con evidente satisfacción, servidos por hermosa sirvientas. Se trata de una verdadera cocina italiana, grande y un poco oscura, con la puerta entreabierta por el calor del verano y entre la luz de los batientes medio cerrados se recorta la silueta de un joven ocioso.

Las sirvientas con su aire de coquetería un poco rústico, el niño que sostiene un recipiente y avanza lentamente para no volcarlo, las mujeres al fondo de la escena dedicadas a sus ocupaciones, son episodios de notable realismo poco frecuente en la pintura italiana de la época.


Giorgio Vasari en “Las Vidas de pintores, escultores y arquitectos” elogió a Signorelli en estos términos: “Por su conocimiento del dibujo, y especialmente de los desnudos, por la gracia de su ingenio y la composición de sus pinturas, preparó el camino para la perfección final del arte, seguido por la mayoría de los artistas de quienes trataremos ahora y que hicieron culminar el arte.” El estilo de Signorelli es el resultado de una meditación seria sobre los dos componentes principales del arte del siglo XV en Italia central, el dinamismo florentino y los suaves y luminosos efectos de profundidad de Piero della Francesca. Por la exaltación de los volúmenes y la energía del cuerpo humano, en composiciones severamente dramáticas, los frescos de Orvieto representan un precedente capital para la pintura de Miguel Ángel.


Los frescos de la Capilla de San Brizio en Orvieto

Fue en Orvieto, donde Signorelli consiguió su mayor logro en la obra que le valió fama universal. El 5 de abril de 1499, Signorelli firmaba el contrato para la decoración de las bóvedas y las paredes superiores de la capilla de San Brizio, una gran capilla gótica construida alrededor de 1408. Luca debía terminar el trabajo que dejó inacabado Fra Angelico ayudado por Benozzo Gozzoli en 1447. La decoración fue planificada y llevada a cabo por Signorelli en solo tres años (1499-1502), con eficacia y rapidez sin igual en la historia del arte italiano. Las fuentes literarias en las que se apoyó Signorelli fueron, aparte del Evangelio, el Apocalipsis de San Juan y la Leyenda Dorada, el libro de Revelaciones de Santa Brígida, impreso en 1492 en Lübeck y probablemente también en grabados alemanes, como los del Apocalipsis de Durero. Es posible que en la Predicación del Anticristo, se haga alusión a Savonarola, el monje dominico que fue ahorcado y quemado en Florencia el 23 de mayo 1498. Identificar a Savonarola con el Anticristo es plausible en una ciudad “papal” como Orvieto y en un pintor como Signorelli, que fue uno de los artistas protegidos por los Médicis y se consideraba de alguna manera perseguido políticamente por el gobierno democrático florentino.

Predicación del Anticristo, 1499-1502, Luca Signorelli, (Catedral de Orvieto). En esta escena, Signorelli ha representado la atmósfera siniestra que emana de la profecía evangélica. Ante un vasto y desolado paisaje, dominado a la derecha por un edificio clásico de dimensiones inusuales y perspectiva distorsionada, el falso profeta lleva al mundo su mensaje de mentiras y devastación. Los personajes que lo rodean y que han acumulado sus dones al pié del pedestal, están ya corrompidos por las iniquidades de las que habla el Evangelio.
Esta escena es particularmente interesante por los dos caballeros vestidos de oscuro que están en la esquina inferior izquierda, al parecer un autorretrato en el hombre rubio que mira al frente, mientras que el hombre a su derecha podría ser Fra Angélico.

En el lado izquierdo de la escena, vemos una horrible masacre descrita con toda suerte de detalles; una joven prostituta que recibe dinero de un viejo comerciante, y a su lado varios hombres representados en actitudes de insolente arrogancia. En segundo plano vemos al Anticristo que cae del cielo derribado por el ángel, y a sus discípulos exterminados por la cólera divina. Probablemente, el mismo Signorelli se dio cuenta que esta escena constituía, por su originalidad y fantástica evocación, el “capolavori” de todo el ciclo, como lo demuestra su autorretrato al lado de un monje (se trataría de Fra Angelico). Va vestido con elegante sobriedad, como corresponde a un artista de su rango.

Apocalipsis, detalle, Luca Signorelli
Apocalipsis, (Catedral de Orvieto). Para la descripción del Apocalipsis, el pintor tuvo que usar el reducido espacio que quedaba a ambos lados de la entrada de la puerta de la capilla, viéndose obligado a dividir el episodio en dos grupos narrativos. En la parte derecha, representa los primeros signos del apocalipsis. Las estrellas se apagan, los incendios y terremotos devastan la tierra, por todas partes se multiplican las guerras y los homicidios. En el oscuro cielo revolotean criaturas espantosas lanzando dardos encendidos sobre la tierra, y los últimos supervivientes caen unos encima de otros como maniquíes desarticulados.



En los episodios, la Resurrección de los muertos, los Elegidos y los Condenados, el Paraíso y el Infierno, Signorelli dio rienda suelta a su imaginación aplicando las más modernas técnicas de lenguaje figurativo. A pesar de algunos detalles puramente retóricos y su gusto por la teatralidad, hay que reconocer sin embargo que nunca antes se había asistido en la pintura italiana a un despliegue tan memorable de hallazgos figurativos. En los frescos de Orvieto, debemos aislar los detalles para entender el genio creativo de Signorelli. Miguel Ángel podría haber visto en la capilla de San Brizio un precedente iconográfico útil y también en cierto modo un amplio abanico de invenciones inusitadas y sorprendentes.

Los Condenados

Probablemente este fresco fue el que más atrajo la curiosidad de Miguel Ángel, las escenas con  demonios y otras figuras imaginarias, escenas que muestran el temperamento excéntrico, la ironía y el humor macabro de Signorelli.

 Entre la multitud vemos de nuevo a Luca Signorelli que se ha retratado como un diablo con un solo cuerno en medio de la frente, que agarra a una hermosa mujer

Los elegidos



El Paraíso y El Infierno


La escena de los condenados la realiza de manera casi surrealista, la barca de Caronte llega por el río, mientras una multitud de figuras desnudas compiten por el espacio mientras caminan a lo largo de la ribera del Aqueronte, con un espléndido grupo en primer plano

Basándose en una idea ya explotada por Pinturicchio en los Apartamentos Borgia del Vaticano (1494), Signorelli terminó la decoración de Orvieto con una serie de grutescos rodeando los bustos de filósofos y poetas y escenas de sus vidas en el basamento de la capilla. Es posible que los bustos de estos filósofos y poetas sean símbolos de razón y moralidad, únicos instrumentos de los que el hombre dispone para gobernar la tumultuosa bestialidad de su naturaleza humana y poder acceder así a las más altas esferas del espíritu. En la serie de grutescos, Signorelli despliega toda su fantasía con admirable facilidad creativa, solo comparable a los logros de Filippino Lippi en la Capilla Strozzi de Santa Maria Novella.

Entrada de Dante y Virgilio en el Purgatorio, 1499-1502, Luca Signorelli, (Catedral de Orvieto)
Basándose en una idea ya explotada por Pinturicchio en los Apartamentos Borgia del Vaticano (1494), Signorelli terminó la decoración de Orvieto con una serie de grutescos rodeando los bustos de filósofos y poetas y escenas de sus vidas en el basamento de la capilla. Es posible que los bustos de estos filósofos y poetas sean símbolos de razón y moralidad, únicos instrumentos de los que el hombre dispone para gobernar la tumultuosa bestialidad de su naturaleza humana y poder acceder así a las más altas esferas del espíritu. En la serie de grutescos, Signorelli despliega toda su fantasía con admirable facilidad creativa, solo comparable a los logros de Filippino Lippi en la Capilla Strozzi de Santa Maria Novella.

Testamento y muerte de Moisés es un fresco del pintor Luca Signorelli, realizado en 1482, que se encuentra en las paredes laterales de la Capilla Sixtina del Palacio Apostólico de la Ciudad del Vaticano. Fue realizado durante el papado de Sixto IV y originalmente se denominó Repetición de la Ley escrita, hecha por Moisés al narrar los acontecimientos finales de la vida del profeta.
Conociendo su cercana muerte, Moisés se despide de los israelitas exigiendo lealtad a Yahvé. Después, bendijo a las doce tribus y escogió a Josué como su sucesor. A continuación, subió al monte Nebo, donde vislumbró la Tierra Prometida que no llegaría a pisar. Poco después murió a los 120 años y su cuerpo desapareció.Moisés es representado por la iconografía en la cima de la montaña, en ocasiones acompañado del Arcángel Miguel (como en esta obra), observando la tierra de Canaán desde lo lejos. Los evidentes paralelismos entre las vidas de Moisés y Jesús hicieron que se representara a Moisés desde el arte paleocristiano de las catacumbas y los sarcófagos.
El Testamento y muerte de Moisés - Sandro Botticelli. Castigo de Coré, Datán y Abirám. Pared sur. 

En medio de las numerosas figuras que pueblan la escena, hay algunos cuya complexión anatómica llena de energía, como el joven desnudo sentado en el centro, por ejemplo, o las dos figuras vestidas de espaldas al espectador, o el hombre con el palo apoyado en el trono de Moisés, muestran la mano de Luca Signorelli. 
Lucca Signorelli y ayudantes. Testamento y muerte de Moisés. Pared sur.
Signorelli presenta a la derecha de la escena a Moisés bendiciendo desde un trono a los hijos de Israel según narra Deuteronomio  y a sus pies, el arca del pacto con las Tablas de la Ley y la urna con maná. Un poco centrado en la imagen hay un joven desnudo que tal vez sea una figura alegórica de su antepasado Leví, quién había sido excluido del reparto de tierras en la división de la Tierra Prometida. A la izquierda, se representa a Moisés cediendo el bastón de mando a su sucesor, Josué.
Arriba, en el centro, el ángel le indica la tierra prometida mientras a la izquierda, se representa a los israelitas llorando la muerte de Moisés, aunque el relato bíblico no hable de la exposición del cuerpo de Moisés.

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