jueves, 28 de noviembre de 2024

(44) EL FINAL DE LA RUTA DE LA SEDA - LA CARRERA HACIA ORIENTE - Por qué Cristóbal Colón se mudo a Portugal - Los vikingos - Toscanelli - El mundo según Colón -Taínos y caribes

(43) EL FINAL DE LA RUTA DE LA SEDA - LA CARRERA HACIA ORIENTE - Eratóstenes (c. 276-195 a.C.) -  Posidonio (c. 135 a. C. - 51 a. C.) - Roger Bacon - Pierre d'Ailly - Ugolino y Vadino Vivaldi - Lanceloto Malocello  - pincha aqui

 ¿Por qué Cristóbal Colón se mudo a Portugal?

En 1476 llegó a Portugal debido a un naufragio en un combate naval. Permaneció allí durante 9 años donde ejerció como agente de la casa Centurione en Madeira y realizó frecuentes viajes en los que adquirió conocimientos navales. Durante su estancia en Portugal conoció a su mujer con la que se casó en 1480.

Sabemos que viajó a Inglaterra; al oeste de Irlanda, donde él mismo dijo que vio a un hombre y a una mujer que habían llegado de Catay por el oeste, cruzando el Atlántico; y quizá llegase hasta Islandia, lo que ha servido para plantear si pudo conocer alguna noticia acerca de los viajes de los vikingos a través del Atlántico Norte.


También frecuentó las rutas portuguesas por la costa occidental de África, visitando San Jorge de Mina, la gran factoría portuguesa en Guinea. Y quizá conociese las Islas Canarias. Ello quiere decir que conocía la Volta da Mina y, por lo tanto, la circulación de los alisios en el Atlántico.

Ya casado, vivió en la isla de Porto Santo y en Madeira, y quizá viajó también hasta las Azores; por tanto, cabe suponer que conocía bastante bien lo que se ha dado en llamar el «Mediterráneo Atlántico»: el espacio entre los tres archipiélagos de la Macaronesia e incluso más allá.


Durante su estancia en Portugal contrajo matrimonio en 1480, en el que cabe destacar dos importantes aspectos:

Su mujer, D.ª Felipa Monis de Perestrello, pertenecía a la clase alta portuguesa de fines del siglo XV. Presumiblemente, sus relaciones personales abrieron a Colón muchas vías para la maduración de su proyecto y, entre ellas, los investigadores sugieren contactos con la Orden de Cristo, que le habrían proporcionado influencias considerables.

Por otro lado, el suegro de Colón, al que no llegó a conocer al haber fallecido antes del matrimonio, tuvo una participación muy directa en la colonización de las islas atlánticas. Distintos autores afirman que fue fundamental para Colón el hecho de poder consultar la documentación acumulada por el padre de D.ª Felipa: mapas, noticias de viajeros y, sobre todo, referencias a restos recogidos en alta mar, presumiblemente arrastrados por las corrientes marinas desde tierras situadas al oeste de las islas hasta entonces conocidas.

Importancia de los vikingos en la historia de América

Los vikingos, conocidos por su habilidad en la navegación y su espíritu aventurero, dejaron una huella indeleble en la historia de América. Su llegada a América, específicamente a la zona que hoy conocemos como Terranova en Canadá, representa uno de los primeros contactos documentados de europeos con el continente americano. 

Aunque su presencia en América fue temporal y no tuvo el impacto duradero de las expediciones posteriores, la importancia de los vikingos en la historia de América no puede ser subestimada. Su viaje a América demuestra la capacidad de los vikingos para cruzar el Atlántico, una hazaña que desafió los límites de la exploración en su tiempo y abrió la puerta a futuros descubrimientos.

Los vikingos, conocidos colectivamente como vikingos o nórdicos (“Northmen”), fueron un grupo de guerreros marineros que, desde alrededor del año 800 hasta el siglo XI, dejaron sus tierras natales en Escandinavia para buscar fortuna en otros lugares. Estos audaces exploradores comenzaron sus incursiones atacando sitios costeros, especialmente monasterios indefensos, en las Islas Británicas. Durante los siguientes tres siglos, dejaron su huella como piratas, invasores, comerciantes y colonos en gran parte de Gran Bretaña y el continente europeo, así como en partes de la Rusia moderna, Islandia, Groenlandia y Terranova.


Piedra-monumento a Colón en el paseo español de la ciudad de Galway
Galway o Galvia es la capital del condado de Galway, en Irlanda. La ciudad se encuentra en la costa oeste de la isla, en el rincón noroccidental de la bahía de Galway. El río Corrib atraviesa la ciudad. Juvenil y dinámica, es una de las ciudades con más crecimiento económico de la Unión Europea, con una población de 79.504 habitantes (según el censo de 2016), aumenta constantemente con la llegada de estudiantes a sus dos universidades, la National University of Ireland, Galway y la GMIT. 

Y en Portugal, en el contexto de una sociedad volcada en la exploración del Atlántico, con el objetivo último de sortear el continente africano para llegar a la lejana Tierra de las Especias, es donde Colón, sin duda, concibió y maduró el proyecto de llegar a las maravillas del Extremo Oriente que describió Marco Polo, pero por una ruta radicalmente distinta: por el oeste, a través del Atlántico.

La influencia de su hermano Bartolomé, que, aunque sea olvidada a menudo por la historiografía, tuvo un peso considerable. Sobre Bartolomé Colón se conoce muy poco; únicamente que acabó residiendo en Portugal junto a Colón y que fue su eficaz colaborador en todo momento. Bartolomé se ganaba la vida elaborando mapas y esferas, como especialista en cosmografía y navegación.

Las lecturas que posiblemente influyeron de forma más directa en sus planteamientos fueron tres; la Biblioteca Colombina conserva ejemplares con múltiples anotaciones marginales (2.125 entre las tres obras) que evidencian una lectura atenta, aunque se discuta su significación.


Los viajes de Marco Polo, conocido también como El libro de las maravillas, es el título con el que suele traducirse al español el libro de viajes del mercader veneciano Marco Polo, conocido en italiano como Il Milione (El millón). El libro relata los viajes de Marco Polo a China, a la que él llama Catay (norte de China) y Mangi (sur de China). Polo supuestamente dictó su obra a un amanuense, Rustichello de Pisa, quien fue su auténtico autor, basándose en relatos de comerciantes italianos y en su fantasía mientras estuvo preso en Génova en 1298 y 1299; Marco Polo solo es el personaje novelesco protagonista.

Il Milione, dictado por Marco Polo, en una edición de 1485. En esta obra, Cristóbal Colón sin duda encontró las referencias geográficas a ese Extremo Oriente en el que pretendía desembarcar tras la travesía del Atlántico, y con ellas esas noticias de las riquezas de los imperios asiáticos con los que tanto deseaban conectar los europeos de la época.

Historia rerum ubique gestarum, de Eneas Silvius Piccolomini -que después sería Pío II-, editado en Venecia en 1477.

Imago Mundi, de Petrus Alliacus, publicado en Lovaina en 1480-1483.

Monumento a Colón, Vespucci y Toscanelli (representado a la izquierda) en la Basilica di Santa Croce de Florencia / foto Sailko en Wikimedia Commons

Paolo dal Pozzo Toscanelli nació en Florencia en el año 1397. Era hijo de un médico y apenas se tiene unos pocos datos sobre su juventud, salvo una discutida biografía decimonónica de Gustavo Uzielli en la que este historiador y geólogo italiano le sitúa en Padua para estudiar en la universidad. En 1424 obtuvo su graduación, que le valdría ganarse el apodo de el Físico, pues aprendió filosofía, medicina y matemáticas.

Fruto de esos conocimientos fueron sus estudios de la órbita de los cometas, incluyendo uno que pasó en 1456 que luego sería bautizado con el nombre del científico inglés Edmund Halley por predecir su regreso para 1789.

Entre sus influyentes amigos merece una mención aparte Filippo Brunelleschi, arquitecto de Santa María del Fiore -la catedral florentina-, con quien colaboró en los cálculos de la espectacular cúpula y hacia 1468 hasta diseñó el gnomon, con cuya sombra se podía calcular el mediodía con medio segundo de error y determinar con gran precisión las alturas del Sol en los solsticios.


Para entonces, Toscanelli había empezado a mostrar un interés especial por la geografía y, más en concreto, la cosmografía y la cartografía, técnicas que en aquel siglo XV empezaban a adoptar formas científicas; no en vano, era el comienzo de la llamada era de los descubrimientos.

Fruto de los datos acumulados, Toscanelli concibió la idea de utilizar una ruta que atravesara el Atlántico en dirección oeste para alcanzar las islas de las Especias. Al fin y al cabo, éstas constituían el verdadero interés de buena parte de los viajes de esa época, dadas las dificultades que las rutas caravaneras encontraban a través de territorio musulmán (con su consiguiente repercusión en los precios) y, por ejemplo, ya en el siglo XIII los hermanos genoveses Ugolino y Vandino Vivaldi habían intentado abrir -infructuosamente- una ruta bordeando África, como la que lograría luego Vasco de Gama. 

Mapa del Atlántico según Toscanelli / foto dominio público en Wikimedia Commons

Comenta lo cultos que eran los chinos que acompañaban al delegado diplomático, lo que considera un indicativo de las grandes riquezas que esperaban. Incluso hay una referencia al mito del Preste Juan:

«Asi que cuando se haga el dicho viaje será a reinos poderosos e ciudades e provincias nobilisimas, riquisimas de todas maneras de cosas en grande abundancia y a nosotros mucho necesarias, ansi como de todas maneras de especieria en gran suma y de joyas en grandisima abundancia. También se irá a los dichos Reyes y Principes que están muy ganosos, más que nos, de haber tracto e lengua con cristianos destas nuestras partes, porque grande parte dellos son cristianos…»

Mapa del océano Atlántico realizado por Martin Behaim en 1492/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

El mapa dividía el océano, a partir de Cabo Verde, en veintiséis espacios de 250 millas, correspondientes a 130º terrestres.

En consecuencia, situaba Cipango (Japón) a 4.000 millas náuticas de Cabo Verde cuando en realidad está a 10.600. En números actuales, Toscanelli atribuía a la tierra una circunferencia de 29.000 kilómetros frente a los 40.000 que tiene.

Reconstrucción del mapa de Toscanelli hecha en 1898/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

La historiografía tiende a concederle un protagonismo decisivo al florentino Paolo del Pozzo Toscanelli (1397-1482), uno de esos sabios del Renacimiento con prestigio en Medicina, Astronomía, Geografía y otros saberes.

Mapa topográfico de Huelva y los Lugares Colombinos (1755), conjunto histórico artístico de la provincia de Huelva. Hay distintas versiones sobre cómo se produjo el contacto entre ambos, pero lo cierto es que Toscanelli envió un informe a Alfonso V de Portugal con una carta -de la que han llegado copias discutidas- y un mapa -que se ha podido reconstruir a partir del globo terráqueo dibujado en 1492 por Martín Behaim, uno de los más fieles seguidores del humanista florentino-.

Alfonso V rechazó la propuesta de Toscanelli, por lo que este envió la copia del mapa a Colón, que ya tenía fama de experto navegante y marino, en 1474. En aquella época, Colón seguía navegando en interés de Portugal y, junto con sus hermanos, también trabajaba en la búsqueda de una ruta marítima hacia Catay. Colón había aprendido por su cuenta latín, español y portugués, por lo que pudo acceder a una amplia gama de documentos y mapas para desarrollar su visión de un viaje a través del Océano Atlántico para establecer una nueva ruta comercial con Catay. 

El mundo según Colón (alrededor de 1490) - Simeon Netchev (CC BY-NC-ND)

Los hermanos Colón elaboraron un plan y, hacia 1484, Colón se dirigió al rey Juan II de Portugal (que reinó de 1481 a 1495) para solicitar financiación. Colón, basando sus cálculos en el mapa de Toscanelli, la obra de Marco Polo y otros documentos, estimó la distancia entre las Islas Canarias y Catay en unas 2 300 millas (3 700 km), pero el rey Juan II rechazó el plan alegando que la distancia estimada por Colón era demasiado corta (lo que resultó ser cierto, ya que la distancia era en realidad de 12 200 millas o 19 600 km). Colón presentó entonces su propuesta a los gobiernos de Génova y Venecia, pero ambos la rechazaron.


Entonces se dirigió a Fernando II e Isabel I de España, que también lo rechazaron, pero estaban tan intrigados por su plan que lo mantuvieron en su puesto, pagándole una importante suma para que no propusiera la expedición a ningún otro gobierno. Fernando e Isabel estaban inmersos en sus propios problemas al intentar expulsar de su territorio a los árabes musulmanes, conocidos como moros, en lo que desde entonces se conoce como la Reconquista (711-1492 d.C.). El último bastión de los moros en Granada cayó en 1492 y, posteriormente, Colón recibió las tres naves y los fondos que había solicitado.


EN OCTUBRE DE 1492 COLÓN NO LLEGÓ A CIPANGO, SINO AL ARCHIPIÉLAGO DE LAS BAHAMAS. DESDE ALLÍ AVISTÓ TAMBIÉN CUBA Y SANTO DOMINGO. SIN EMBARGO, EL ALMIRANTE MANTUVO QUE AQUELLOS LUGARES SE CORRESPONDÍAN CON LOS DESCRITOS POR MARCO POLO

Taínos y caribes

Fue Cristóbal Colón quien afirmó en sus crónicas que los pacíficos taínos, un pueblo "gentil y de gran sencillez", según sus descripciones, vivían aterrorizados por unos "invasores", a los que el almirante define como hombres feroces, excelentes arqueros y que gustaban de comer carne humana. Según detallaba Colón, estas gentes conservaban huesos humanos en cestas, y de las vigas de sus casas colgaban cabezas y extremidades. El navegante describió erróneamente a esta tribu como "caniba" (como se llamaba entonces a los súbditos asiáticos del Gran Kan). Posteriormente, otros exploradores españoles cambiaron el nombre a "caribe".


Grupos tainos a a la llegada de los europeos, al final del siglo XV. En verde, ubicación de los caribes, pueblos belicosos de origen arahuaco como los taínos.

En el momento de la llegada de Cristóbal Colón en 1492, había cinco cacicazgos taínos en el territorio de La Española (hoy Haití y República Dominicana), cada uno dirigido por un cacique principal (jefe), a quien se le rendía homenaje. Puerto Rico también fue dividida en cacicazgos. Al jefe o cacique de la tribu se le pagaba un tributo significativo. Los caciques tenían el privilegio de llevar colgantes de oro llamados chain, viviendo en bohíos rectangulares en lugar de ovalados que los pobladores habitaban y sentándose en taburetes de madera cuando recibían huéspedes. En el momento de la conquista española, los mayores asentamientos de población taína podían llegar hasta 3000 personas cada uno. Los taínos competían tradicionalmente contra sus vecinos: las tribus caribes, otro grupo originario de América del Sur, que vivían principalmente en las Antillas Menores. La relación entre los dos grupos ha sido objeto de mucho estudio.


Colón: juicio al descubridor de América

En 1500 llegó a Santo Domingo un juez con una misión extraordinaria: arrestar a Cristóbal Colón y sus hermanos por los abusos que presuntamente habían cometido en el Caribe.

Cristóbal Colón, almirante y virrey de las Indias, en un retrato realizado por el pintor italiano Sebastiano del Piombo en 1519. Museo Metropolitano, Nueva York. Wikimedia Commons

En su segundo viaje, Colón capitaneó una flota de 17 navíos en la que iban unas 1.200 personas: soldados, nobles, clérigos, artesanos, incluso algunas mujeres. En noviembre de 1493 todos ellos desembarcaron en la costa septentrional de La Española, la isla que el almirante había elegido como base en su primer viaje. Sin embargo, la adaptación de los colonos españoles a las nuevas tierras descubiertas fue difícil y llevó mucho tiempo. Colón y sus hombres tuvieron que improvisar y hacer frente a toda suerte de adversidades. De entrada, la barrera lingüística creó dificultades de relación con la población indígena de La Española: en un lenguaje por señas era imposible la comunicación. 

El almirante desembarcando en las Indias, grabado por Théodore de Bry. 1594. Bridgeman Images

Así las cosas, la gobernación de la colonia fue extremadamente complicada. Someter a los indígenas fue más fácil que sujetar a los colonos. Con unos y otros se ensañó el virrey, que no supo utilizar su cargo con prudencia. 

Apenas tres meses después, todos estos fieles servidores se enfrentaron con él: el contador Bernal de Pisa y el alcalde Juan de Luján redactaron un informe sobre su mala gestión, y un poco más tarde se les unió el capitán Pedro Margarit; fray Bernardo Buil se negaba a administrarle los sacramentos, a lo que el Almirante respondía recortándole a él y a sus frailes la ración alimenticia. 

Bobadilla manda encadenar a Cristóbal Colón, grabado por Théodore de Bry. 1594. Bridgeman Images

Don Cristóbal, a su vuelta a la isla en 1498, en su tercer viaje, era incapaz de controlar a los colonos: el virrey había perdido su autoridad

JUICIO EN SANTO DOMINGO 

En esa tesitura llegó a la isla, el 23 de agosto de 1500, Francisco de Bobadilla, enviado por los Reyes Católicos como juez pesquisidor para resolver aquella situación que había llegado a sus oídos. Bobadilla actuó de forma expeditiva, tal como recordaría luego el propio Colón: «El segundo día que llegó se creó gobernador e hizo oficiales y ejecuciones y pregonó franquezas del oro y diezmos [...] y publicó que a mí avía de enviar en hierros y a mis hermanos, así como ha hecho, y que nunca yo volvería allí ni otro de mi linaje, diciendo de mí mil deshonestidades y descorteses cosas».

Esclavos trabajando en las minas de la Española, grabado de Théodore de Bry. 1595. British Library Board. All Rights Reserved / Bridgeman Images

Bobadilla cumplió esta misión escrupulosamente y sometió a Colón a juicio en la ciudad de Santo Domingo de la isla La Española. 

Como resultado, el Almirante regresó a la Península engrillado. Desde aquel preciso momento, Colón fue destituido de sus cargos de virrey de las Indias y gobernador, unas dignidades que nunca más volvería a ostentar. 

Todo parecía indicar que el texto del proceso había desaparecido en el naufragio que costó la vida a Bobadilla en su regreso a Castilla en 1502. 

Colón en su camarote rumbo a España. El almirante no sería encarcelado por los Reyes Católicos, y moriría con la mayor parte de su patrimonio intacto. Grabado de James Boyd, 1894. Wikimedia Commons

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