jueves, 15 de julio de 2021

Mi recorrido por España - Cuenca (III) - Museo de arte abstracto español - Fundación Juan March

Mi recorrido por España - Cuenca (II) - Colección Roberto Polo (Imprescindible), pincha aqui

La Fundación Juan March nació en 1955 con la misión de fomentar la cultura en España. Organiza exposiciones, conciertos y conferencias en su sede en Madrid y es titular del Museo de Arte Abstracto Español, de Cuenca, y del Museu Fundación Juan March, de Palma. A través del Instituto Carlos III/Juan March de Ciencias Sociales, de la Universidad Carlos III de Madrid promueve la investigación científica.

Juan March Ordinas (Santa Margarita, Baleares, 4 de octubre de 1880 - Madrid, 10 de marzo de 1962) fue un empresario y financiero español, considerado uno de los más influyentes del siglo XX.​
Procedente de una familia campesina de Santa Margarita (Mallorca), era hijo de un tratante de ganado porcino. Estudió comercio en el colegio franciscano de Puente de Inca, pero fue expulsado de la escuela.
Con veinte años se ocupaba de tres negocios de forma simultánea: la venta de cerdos, igual que su progenitor; la compraventa de terrenos y el contrabando de tabaco, una industria tradicional de los hombres de mar.​ Con los beneficios obtenidos compró terrenos de la antigua y arruinada aristocracia mallorquina. Posteriormente se dedicó al contrabando, adquiriendo productos en África y Gibraltar que más tarde eran vendidos en la costa valenciana. En 1906 se dedica a la producción de tabaco, comprando parte de una fábrica de tabaco en Argelia; en 1911, obtuvo de la Compañía Internacional de Tabacos de Marruecos, de capital francés, el monopolio del comercio de tabaco en todo Marruecos, incluido el español. Intervino en la producción de electricidad en Baleares, donde también se hizo con acciones de la Compañía de Tranvías de Palma de Mallorca y Canarias.

En 1916 creó la Compañía Trasmediterránea, que con un capital inicial de cien millones de pesetas integraba varias navieras, y controlaba las comunicaciones entre Baleares y Marruecos y el tráfico de cabotaje en Levante. Juan March fue por entonces sospechoso en el asesinato de Rafael Garau el 29 de septiembre de 1916, un apuesto joven de una familia contrabandista rival, amante de su mujer. El sumario del caso estuvo envuelto en todo tipo de irregularidades: cuando un juez estaba a punto de procesar a Juan March, se le destituía o se le trasladaba, y numerosos documentos del atestado terminaron por desaparecer. No hubo forma humana de esclarecer el asunto. Pero el pueblo lo acusó del crimen y la figura de March suscitó tanto odio en el pueblo de Santa Margarita que ya no pudo volver a pisar el lugar.

La mujer de Juan March

El supuesto amante de Leonor Servera.
"Mis deseos serían que uno estuviera con el otro, que dos corazones fueran solo uno, que me amases". Leonor Servera se declaraba con estas palabras en 1915 a uno de los jóvenes más apuestos de la localidad, Rafael Garau, hijo de los socios de su marido. Las pruebas, en forma de cartas de amor, las escondió en su propia casa, convencida de que su marido, siempre de viaje a Argelia, nunca accedería a su contenido. El cadáver de Garau fue encontrado cosido a puñaladas en Valencia la madrugada del 29 de septiembre de 1916. No hizo falta juicio ni la práctica de una sola diligencia. El pueblo en pleno se giró contra March al grito de "asesino" y provocó su huida inmediata. March abandonó su pueblo señalado por todos sus vecinos, dejó las llaves puestas y sus pertenencias intactas, pero juró venganza y lanzó una advertencia premonitoria: "Volveré cuando sea el hombre más rico del mundo". Y en ello empleó el resto de su vida.

Habiendo conseguido la protección (mutua) del dictador Miguel Primo de Rivera, en 1926 fundó la Banca March con el objetivo de financiar una parte de sus actividades empresariales. Previamente, en abril de 1923 fue elegido diputado a Cortes por Mallorca por Izquierda Liberal, de Santiago Alba Bonifaz.

Establecida la Segunda República en 1931, se inició una investigación de un año sobre sus actividades irregulares. El ministro de Hacienda Jaime Carner llegó a la conclusión siguiente en un famoso discurso: "O la República somete a March, o March someterá a la República". Fue detenido, siendo acusado de colaboración con la dictadura y de contrabando. Los libros de cuentas de March ardieron misteriosamente en Margalida. Finalmente, fue encarcelado en junio de 1932 en la cárcel Modelo de Madrid acusado de llevar a cabo actividades económicas irregulares y de financiar a Primo de Rivera, consiguiendo a cambio el monopolio del tabaco en Ceuta y Melilla. En 1933 fue trasladado a la cárcel de Alcalá de Henares de la que se fugó el 4 de noviembre, sobornando al oficial de guardia Eugenio Vargas y huyendo a Gibraltar. 

Con el objetivo de negociar la financiación inicial del golpe que dio origen a la Guerra Civil, participa en diversas entrevistas en Biarritz. En ellas se trata de asegurar el futuro de los implicados en caso de que la sublevación no prosperase. No se ha demostrado, pero hay indicios racionales de que March dio al respecto ciertas garantías amparadas en su fortuna.

Además de la ayuda logística y bélica a los rebeldes, aprovechó su influencia mediática para financiar una campaña de propaganda en el exterior que favoreciera la imagen de los sublevados y restase apoyos a la República. Empleó una gran cantidad de dinero en comprar a medios y periodistas para tal fin, exagerando los crímenes que se producían en la zona leal y silenciando las matanzas del bando franquista. El propio March reconocería que, solo en Francia, esta campaña le había costado más de quinientos millones de pesetas.

Retrato de Juan March realizado por Ignacio Zuloaga. (Fundación Juan March)
La silueta encorvada y la nariz ganchuda de Juan March Ordinas todavía deambula vívida en la memoria de la Mallorca profunda, despertando temor y admiración a partes iguales. Su mirada penetrante, escondida tras unas gafas redondas, su cráneo reluciente y su tono de voz cortante, perviven en el tiempo hasta hacer que los más viejos del lugar todavía hoy bajen el tono de voz al recordar a quien fuera una de las primeras fortunas del mundo cuando murió el 10 de marzo de 1962, tras las heridas sufridas en un accidente de tráfico en la Carretera de la Coruña.

Tras la Guerra Civil
March ofreció, jugando a dos barajas, comprar nominalmente la cincuentena de barcos alemanes retenidos en puertos españoles a ingleses y alemanes, sin que ninguno supiese de las negociaciones de March con el otro, para usarlos en su beneficio; los servicios de inteligencia ingleses, pese a tenerlo clasificado como "un facineroso de la peor especie", decidieron contar con él por su anticomunismo; a idéntica conclusión llegaron los alemanes, que no aceptaron su proposición. Según Robert Solborg, agente estadounidense en Lisboa en 1942, el gobierno británico (a través de su contacto con March, el agente Alan Hug Hillgarth) decidió sobornar a los principales generales de Franco para evitar la entrada de España en la II Guerra Mundial a favor de Alemania, en concreto una treintena. El agente elegido para efectuar el soborno fue March, que se encargó de convencerlos en mayor o menor medida y distribuir entre ellos una suma inicial de diez millones de dólares americanos de la época (según el estudio de 2004 del historiador Pere Ferrer Guasp). Los recursos se denominaban en clave "La Caballería de San Jorge" y eran los propiamente destinados a este tipo de operaciones estratégicas y confidenciales del tesoro británico. El Banco de Inglaterra tenía claro que Juan March respondería con su fortuna, en caso de que la operación fracasara.

March se despidió dando un golpe póstumo. Consumó un último acto de piratería al hacerse con la Barcelona Traction, a partir de la que creó FECSA, y se despidió, tras cumplir su promesa de ser el hombre más rico del mundo, sin haber podido adquirir lo único que no podía comprar con dinero: su honor. Creó la Fundación Juan March, a la que donó 2.000 millones de pesetas en su lecho de muerte para ser recordado como un filántropo y no como un contrabandista y pidió a sus hijos, Juan y Bartolomé, que lucharan por el "recuerdo perenne de su memoria".

Junto a esta petición les dio un consejo: que el silencio y la discreción presidiera todos los actos de su vida. Esa fue la clave de su éxito y lo que hace que su peripecia vital siga siendo uno de los grandes misterios de nuestra historia reciente.

El museo fue fundado a iniciativa del artista Fernando Zóbel en 1966 y está situado en las Casas Colgadas, una edificación medieval muy singular que forma parte del entramado urbano de la ciudad antigua de Cuenca. En 1980, Fernando Zóbel donó a la Fundación Juan March su colección de pintura, escultura, dibujo y obra gráfica, así como su biblioteca personal y un conjunto con sus diarios y más de ciento treinta cuadernos de apuntes. Desde entonces, la Fundación es titular del museo y responsable de la preservación y actualización del legado recibido, que ha enriquecido con sus propios fondos y con nuevas adquisiciones.



Han transcurrido más de cincuenta años desde que, en julio de 1966, el Museo de Arte Abstracto Español abriera sus puertas en los ya entonces emblemáticos y recién reconstruidos espacios de las históricas Casas Colgadas de Cuenca.


Resultado de la generosa iniciativa de Fernando Zóbel, que contó desde el principio con la valiosa colaboración de Gustavo Torner y Gerardo Rueda –junto a la de otros artistas–, el museo constituyó una iniciativa pionera, ya que, hasta la década de los ochenta del siglo pasado, España apenas contaba con instituciones –públicas o privadas– dedicadas a coleccionar y exhibir públicamente arte contemporáneo –abstracto, en este caso– en condiciones museográficas modernas.

Interior del Museo de Arte Abstracto de Cuenca, con la hoz del Huécar al fondo.DANIEL OCHOA DE OLZA

Pequeña primavera para Claudio Monteverdi 1966

En ese contexto, la creación de un museo por unos artistas fue toda una sorpresa. Y se entiende que lo fuera, pues se trataba de un verdadero artist-run space, una expresión que entretanto ha hecho fortuna precisamente para definir los espacios creados por artistas en Europa y Estados Unidos a partir de la década de los sesenta, que son aquellos con los que la iniciativa conquense guarda mayor similitud: el museo fue, sobre todo, un lugar enteramente concebido, creado y sostenido por artistas. Que, además, naciera al margen de la política cultural oficial de un país que aún tardaría diez años en vivir en un régimen democrático, en unos espacios muy singulares cedidos por el ayuntamiento de una pequeña ciudad de provincias atrajo rápidamente la atención de todo el mundo.

Ornitóptero 1962

El Museo de Arte Abstracto Español se convirtió enseguida en un referente en el panorama museístico nacional e internacional. Por supuesto, por el arte –una selecta colección de pinturas y esculturas comprendidas entre los años cincuenta y ochenta del siglo pasado– pero también por el edificio histórico que la acoge, un conjunto de casas del siglo XV que, colgadas sobre la hoz del río Huécar, aún hoy conservan algunas trazas de su origen.
-La abstracción –dijo Fernando Zóbel– es la expresión de la belleza por medio del color que comunica al espectador la tristeza, la melancolía, la alegría, la pasión, el amor profundo y sosegado. He leído con dificultad –añadió– dos libros de metafísica general, de ontología: Ser y tiempo de Heidegger y Sobre la esencia de Xavier Zubiri. Y he comprendido que el negro desparramado sobre el blanco es la forma de pintar el pensamiento.
En 1980, Fernando Zóbel donó a la Fundación Juan March su colección de pintura, escultura, dibujo y obra gráfica, así como su biblioteca personal y un conjunto con sus diarios y más de ciento treinta cuadernos de apuntes. Desde entonces, la Fundación es titular del museo y responsable de la preservación y actualización del legado recibido, que ha enriquecido con sus propios fondos y con nuevas adquisiciones.

Jardín seco, 1969  - Óleo sobre lienzo

En 1966, en el prólogo al primer catálogo del museo, Fernando Zóbel escribió que su "colección", aunque modesta en comparación a la de cualquier museo con historia, sobrepasa con mucho las posibilidades de exhibición en las Casas Colgadas de Cuenca. […] Por eso […] la fórmula del museo será […] la de rotación lenta de obra". Hoy, el Museo de Arte Abstracto Español es ya un museo "con historia". En él, las obras de la colección propia y las de los artistas españoles e internacionales representados en las exposiciones temporales que organiza, siguen rotando con el grado justo de lentitud que exigen el tiempo de la contemplación, el disfrute y el aprendizaje, ante la mirada de quienes lo visitan.

1970

1962-1963
Fernando Zóbel busca un lugar en España para albergar su colección de arte español contemporáneo. Gustavo Torner, al que ha conocido en la Bienal de Venecia en 1962, le informa de la existencia de las Casas Colgadas en Cuenca.

1966
Se inaugura oficialmente el museo (30 de junio). La colección inicial está compuesta por 266 obras de 87 artistas de la generación abstracta española de los años cincuenta, parte de la cual se muestra en rotación en los espacios inicialmente destinados a salas de exposición.

1980
El Ministerio de Cultura concede la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes al Museo de Arte Abstracto Español.
Zóbel dona a la Fundación Juan March toda su colección de pintura, escultura, dibujo y obra gráfica, su biblioteca personal, sus diarios y un conjunto con más de ciento treinta cuadernos de apuntes.

Es difícil hablar de la obra de Fernando Zóbel sin hacer mención a las muchas actividades por él realizadas a lo largo de su vida, y a las circunstancias que concurrieron en su persona: pintor español nacido en Filipinas, que cursó estudios de bachillerato entre España, Suiza y Filipinas, y de Filosofía y letras en la Universidad de Harvard, donde se doctoró con la calificación de magna cum laude. Viajero impenitente, entre Europa, América y Oriente, con una clara vocación de crear corrientes y unir culturas, además de las múltiples facetas que concurren en su personalidad y que fueron desarrolladas por él a lo largo de su vida: historiador, mecenas, profesor de Universidad, bibliófilo, coleccionista, creador y fundador del Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca. Actividades, todas ellas, dotadas de una gran carga intelectual, que moldearon su extraordinaria personalidad, y que no supusieron nunca una dispersión de la persona, como pudiera haber ocurrido, sino que todas ellas estaban unidas bajo el denominador común de su gran vocación: la pintura.

Todos sus impulsos de pintor convivían, en un perfecto equilibrio, con esa educación intelectual y esas actividades que marcaron su personalidad y, sobre todo, su estilo, una impronta propia de hacer las cosas, una armonía entre la idea, la realización y los resultados con que sellaba todos sus proyectos. Una continua búsqueda del orden y del equilibrio que se proyectaba directamente en su pintura.

Con todos estos antecedentes nos encontramos ante un pintor abstracto, pero con unos estudios, una técnica, unos procedimientos y unos materiales que le hacen concebir y realizar la obra de una manera clásica:
“Mi proceso es clásico, es el proceso de apunte-dibujo-boceto-cuadro. El apunte pretende recordar una idea. El dibujo intenta fijarla. El boceto es un ensayo de realización. Es un proceso de eliminación, de ir eliminando distracciones. El cuadro pretende ser la realización lo más clara posible de la idea inicial” 
Francisco Calvo Serraller, en su texto para el catálogo de la exposición “Zóbel”, organizada por la Fundación March, inmediatamente después del fallecimiento del pintor, lo resumía muy claramente:
“Este simple esquema de composición pictórica, que aparentemente solo refleja la aplicación mecánica de un método académico de taller, encierra, sin embargo, toda la compleja sabiduría que transformó las artes plásticas en una disciplina humanística”.
En donde evidentemente hay, por parte del artista, un trabajo de reflexión, investigación y método.


Como es natural y, por todo ello, también se desprende que Fernando Zóbel fue un gran dibujante, de trazo suelto, rápido y con una capacidad de síntesis fuera de lo común. Su cabeza era un autentico laboratorio mental a la hora de transformar la realidad vista a esa otra realidad del dibujo vivo y sentido.

El estilo evocativo y directo de su pintura no nos deja ver, a veces, ese trabajo de elaboración intelectual que hay detrás de su obra, pero si observamos sus dibujos, podemos comprobar que nada hay de improvisación o de azar en su trabajo. Todo está ensayado, una y mil veces, antes de llegar al lienzo.

El Charles Rivers IV, c. (1954) 30 x 90 cms. Óleo sobre lienzo - Ayala Museum

Otoño en Nueva Ing. III, 195031 x 92 cms. Óleo sobre lienzo - Colección privada
En 1949, después de terminar sus estudios en Harvard, decide continuar en Boston, comenzando a trabajar en el Departamento de Artes Gráficas del Harvard College Library. A la vez toma contacto con pintores de esta ciudad, decidido a recibir seriamente clases de pintura y dibujo —hasta este momento todos sus dibujos y cuadros obedecían a una vocación e inclinación autodidacta—, lo cual hizo de la mano de Reed Champion y Jim Pfeufer, un matrimonio de pintores que, a la larga, se convertirían en grandes amigos, y a la vez le sirvió para introducirse en el ambiente pictórico de Boston, donde también traba una gran amistad con el pintor Hyman Bloom.

En sus viajes a Filipinas, y, sobre todo, cuando se instala en Manila en 1952, su pintura cambia drásticamente.
En esta época encontramos una serie de obras, influidas también en gran medida por quien fue uno de sus pintores favoritos, Matisse.

Gustavo Torner (Cuenca, 13 de julio de 1925) es un pintor y escultor español. Artista autodidacta, junto con Gerardo Rueda y Fernando Zóbel forma la llamada "escuela conquense", la cual constituyó una de las primeras iniciativas de introducir en España las nuevas corrientes del arte moderno, en la década de 1960, siendo la fundación del Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca -museo del que es cofundador- su principal iniciativa.​ Es autor de lienzos, grabados, collages, esculturas y fotografías. En 2016 fue distinguido con el Premio Nacional de Arte Gráfico.

Gerardo Rueda Salaberry (Madrid, 23 de abril de 1926 – 25 de mayo de 1996) fue un pintor y escultor español, relacionado con la historia de la pintura abstracta española del siglo XX. Fundó el Museo de Arte abstracto español de Cuenca, junto con Fernando Zóbel y Gustavo Torner.
Políglota -hablaba cinco idiomas, entre ellos el chino, del que era catedrático por la universidad estadounidense de Harvard-, licenciado en Derecho y Arquitectura, y consumado viajero, Rueda se alzó como una figura esencial del arte español del pasado siglo, con una carrera reconocida desde sus primeras pinceladas tanto en Europa como al otro lado del Atlántico. Sin embargo, no tuvo en su momento la repercusión pública que sí tuvieron algunos de sus coetáneos.
"En medio de una España absolutamente negra, donde estaba vetado todo lo que ocurría en el exterior, se las apañó para sumergirse en las corrientes internacionales del arte contemporáneo y estar al día de lo que ocurría"

Óleo y arena sobre lienzo
Luis Feito López (Madrid, 31 de octubre de 1929- Rascafría, 7 de febrero de 2021) fue un pintor español.
En el año 1957 participa como fundador del grupo El Paso. La pintura de Feito en esta época está influida por el automatismo, con superficies matéricas en colores blancos, negros y ocres, realizadas con mezcla de óleo y arena.
En 1970 se impone la plenitud del color y desde 1975 hay una tendencia a la geometrización, que culminará al finalizar la década en su depurada etapa de cuadros blancos.
En 1981 tras dejar París pasa a instalarse en Montreal por un periodo de dos años. Posteriormente, en 1983 se traslada a Nueva York, donde reside y trabaja hasta principios de los noventa.
Falleció el 7 de febrero de 2021 en Rascafría por complicaciones derivadas de la COVID-19

Cruz y raya 1974
Antoni Tàpies i Puig, I marqués de Tápies (Barcelona, 13 de diciembre de 1923 - ibídem, 6 de febrero de 2012), fue un pintor, escultor y teórico del arte español. Uno de los principales exponentes a nivel mundial del informalismo, está considerado como uno de los más destacados artistas españoles del siglo XX. La obra del artista catalán goza de un centro de estudio y conservación en la Fundación Antoni Tàpies de Barcelona.


José Guerrero (Granada, 27 de octubre de 1914-Barcelona, 23 de diciembre de 1991) fue un pintor y grabador español nacionalizado estadounidense, enmarcado dentro del expresionismo abstracto.
En Estados Unidos comienza a realizar pintura abstracta, formando parte de la Escuela de Nueva York, en cuyas exposiciones participó. Se nota entonces la influencia de pintores como Franz Kline, Mark Rothko, Clyfford Still y Barnett Newman en su obra. Destaca sobre todo por su cromatismo, el uso que hace de las masas de color. A partir de 1960, aunque seguía viviendo en Estados Unidos, viajó en varias ocasiones a España, y fue uno de los intervinientes en la creación del Museo de Arte Abstracto de Cuenca. 

Deconstrucción en reposo 2019
Rafa Munárriz Tudela 1990
La práctica artística de Munárriz surge desde el entendimiento y cuestionamiento del espacio urbano. Se interesa por la sucesión de confrontaciones que se interponen entre el ciudadano y su entorno, buscando cuestionar las relaciones entre la creación y negación artificial del espacio. Entendiendo como artificial aquello que es proyectado. Analizándolo frente a lo fortuito en la construcción y deconstrucción del espacio urbano.

Sin título 2017 - Nicolás Ortigosa (Logroño, 1983). La fuerza expresiva de sus piezas, en las que el hilo conductor son esta paleta oscura y una gestualidad frenética. Y lo lleva tan al límite que nos hace dudar de si lo que tenemos ante nuestros ojos son, o no, dibujos. Lo son, si atendemos a su técnica (grafito sobre papel), pero tanto sus dimensiones (muchas veces superiores a los 2 metros de lado) como el soporte (empapela tablas de madera), niegan de manera clara la imagen íntima y de recogimiento que podríamos tener del dibujo. En estos enredos de líneas, alguna de ellas salen disparadas en direcciones infinitas, como tratando de huir, mientras que otras se aferran a la horizontalidad. Parece como si escondieran algo, como si tachara aquello que se oculta bajo esa maraña de trazos. 

Retrato imaginario de Felipe II
Antonio Saura Atarés (Huesca, España, 22 de septiembre de 1930-Cuenca, España, 22 de julio de 1998) fue pintor y escritor, considerado como uno de los grandes artistas españoles del siglo XX.
Sin educación académica, comienza su carrera artística como autodidacta. Expone por primera vez en 1950 en la librería Libros de Zaragoza y en 1952 en la librería Buchholz de Madrid, donde presenta pinturas oníricas y surrealistas. Tras su traslado a París de 1954 a 1956, se suma en un primer tiempo al Surrealismo, movimiento del que se distancia rápidamente. Inicia trabajos experimentales en series que titula Fenómenos y Grattages. En 1954 abandona la abstracción. En 1956 realiza sus primeras pinturas en blanco y negro a partir de la estructura del cuerpo femenino.
A finales de años 1950 expuso con su compatriota Antoni Tàpies en una muestra conjunta en la Documenta de 1959 en Múnich. Ambos son los principales exponentes del arte informal español.
La mayor parte de la obra de Antonio Saura es figurativa y se caracteriza por el conflicto con la forma. Sus cuadros son expresivos y dan la impresión de ser obsesivos en su franqueza pictórica. Es un conflicto con un mundo lleno de contradicciones y falto de seguridad, en el que impera el pesimismo.

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