martes, 15 de noviembre de 2022

VI - NAVARRA BARROCA - Basílica de Nuestra Señora del Patrocinio (Milagro) - La Cámara de Comptos - ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS (XVII) - La Basílica de San Ignacio de Loyola - La Capilla de San Fermín - Martínez del Mazo

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La gran excepción al tipo de planta tipo conventual anteriormente descrito, es la basílica de la Virgen del Patrocinio de Milagro, edificio proyectado en 1699 por Pedro Aguirre con un plan centralizado original y propiamente barroco que revaloriza la personalidad de su autor. De planta ovalada que remite al concepto de arquitectura "mariano-mórfica" procedente de Italia que considera el óvalo como la más perfecta de las formas geométricas, a la vez que le atribuye un claro simbolismo mariano porque su belleza es semejante a la gracia y delicadeza del cuerpo femenino, y éstas alcanzan su sublimación en el sagrado cuerpo de la Virgen.

De nuevo el Patrocinio marca la excepción en su aspecto exterior, ya que frente a los sobrios modelos típicos del XVII, esta basílica presenta una dinámica silueta conformada por una proliferación de elementos arquitectónicos de sentido ascensional que nos remite a modelos europeos. 

La Basílica de San Ignacio de Loyola

Exterior de la basílica de San Ignacio antes del derribo de parte de ella. ARCHIVO MUNICIPAL DE PAMPLONA

El templo erigido cerca del lugar en el que cayó herido San Ignacio de Loyola durante el sitio a Pamplona de 1521 es, a pesar de su mutilación en 1927, una expresión del nivel de los jesuitas en los siglos XVII y XVIII

Poco tiempo transcurrió entre la inauguración y la decoración con la que se dotó el interior. La explicación no era otra que el triunfo del barroco castizo en obras tan significativas en la ciudad, como la capilla de San Fermín o los retablos de la Recoletas. De acuerdo con el desarrollo del estilo en su fase decorativa, las bóvedas se cubrieron de ricas yeserías, con rameados vegetales, realizadas en torno a 1720. Las pechinas con cuatro escenas de la vida del santo y el medallón con el momento de la caída, completaron el conjunto. Importaron aquellas labores 210 reales (albañil), 1.249 (tallista), 176 (bultos), 458 (pintor), 770 (colores), 108 (blanqueador) y 75 (andamios).

Retablo mayor de Azoz, realizado en torno a 1630-1635. Presidió hasta 1690 el colegio pamplonés de los Jesuítas. Entre 1692 y 1727 estuvo en la basílica y desde 1727 en la parroquia de Azoz. Contiene el único ciclo ignaciano de pinturas de Navarra. J. A. GOÑI

Los últimos años de la presencia de los jesuitas en Pamplona estuvieron marcados por el intento de levantar junto a la basílica una casa de ejercicios y un seminario de nobles. La oposición de las Carmelitas y la llegada al trono de Carlos III frustraron el proyecto, para el que se requirieron planos de Roma. El famoso padre Sebastián de Mendiburu ya tenía apalabrada la cantidad de 20.000 pesos.

Sebastián Manuel Mendiburu Olano (Oyarzun, 1708 - Bolonia, 1782) fue un escritor guipuzcoano en euskera. Era jesuita y pasó treinta años predicando misiones en el obispado de Pamplona. Discípulo de Larramendi y amigo del escritor Cardaberaz. Por su elocuencia fue conocido como el "Euskal Zizeron" (el Cicerón vasco).

Fuente: Ricardo Fernàndez Gracia. Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro. Universidad de Navarra.

Por su parte, la imagen del titular que preside el actual retablo, es una imagen del XVII que seguramente procede de talleres vallisoletanos, herederos de la iconografia popularizada por Gregorio Fernández. Esta imagen procede, como la de la catedral de Pamplona, del colegio de la Anunciada.

Donde hoy se encuentra la basílica de San Ignacio estaba SITUADO el castillo que el rey castellano Fernando el Católico mandó construir poco despues de conquistar Navarra (siglo XVI).

Fue asediado por los legítimos herederos al trono de Navarra, a los pocos años de su construcción, en un fracasado intento de reconquistar el Reyno. En esta batalla luchó, del lado del ejército castellano, defendiendo el castillo, el soldado guipuzcoano Íñigo de Loyola, quien cayó gravemente herido en la batalla.

Para conmemorar este hecho histórico, en 1601 el virrey Cardona mandó colocar en el lugar exacto en que cayó herido el santo un arco y una lápida conmemorativa (que hoy se encuentra en el patio de la Cámara de Comptos). Más tarde, a finales del siglo XVII, se construyó en ese mismo punto la Basílica de San Ignacio, quedando dicha lápida de piedra en una pared del interior de la Basílica.

La Cámara de Comptos está ubicada en un viejo caserón de la calle Ansoleaga de Pamplona, en pleno casco viejo de la ciudad. Esta sede, declarada Monumento Nacional en 1868, es la única muestra del gótico civil de Pamplona.

El edificio fue adquirido por el rey Carlos V de Navarra en 1524 para que la institución tuviera una sede estable. Hasta su desaparición en 1836, la Cámara de Comptos permaneció en este caserón, lugar donde también se acuñaba la moneda del Reino de Navarra.

Por su aspecto exterior y por algunos detalles de su fábrica, debe de ser muy anterior a la fecha de su adaptación como Cámara de Comptos. Probablemente pudiera datar del siglo XIII. Es una sólida construcción de piedra, con un arco apuntado formado por dos recias platabandas, propias del gótico primario o de transición. Conserva varias ventanas apuntadas, con parteluz de sección cilíndrica y capitel de decoración simple. Sobre la puerta tiene un cuerpo de mayor elevación, a manera de torre. El escudo con las armas reales de España fue colocado a mediados del siglo XVIII. El corredor de acceso al patio interior se cubre con una recia bóveda de cañón apuntado. 

En el patio, ajardinado, se conserva un antiguo pozo, una puerta y algunos restos arqueológicos procedentes de la desaparecida ermita de San Nicolás de Sangüesa, la inscripción latina mandada colocar por el virrey Cardona en 1601 en el lugar donde cayó herido San Ignacio de Loyola en 1521, un sepulcro gótico con estatua yacente y algunas otras piezas histórico-artísticas.

La Capilla de San Fermín

EL ORIGEN DE LA CAPILLA

El burgo medieval de San Cernin contaba con dos parroquias, la de San Saturnino y la de San Lorenzo, posiblemente por la dualidad de sus pobladores, francos y labradores. La de San Lorenzo data de las primeras décadas del siglo XIII (alrededor de 1230) y formaba, con su torreón, parte del sistema defensivo de la ciudad.

La parroquia quedó seriamente dañada en la guerra de la Navarrería de 1276 y tuvo que reconstruirse a principios del siglo XIV. Se erige entonces un templo gótico con una nave ancha flanqueada de capillas entre los contrafuertes. La entrada se hacía por la calle Mayor y el templo contaba con unas galerías claustrales y un pequeño cementerio.

El deseo de erigir un cobijo digno para la imagen relicario de San Fermín llevó al Ayuntamiento de Pamplona a constituirse en promotor de su Capilla, aneja al templo parroquial de San Lorenzo, que fue edificada entre los años 1696 y 1717, según planos de los tracistas Santiago Raón, Fray Juan de Alegría y Martín de Zaldúa. En la financiación, dotada con fondos del Municipio y canalizada mediante el ejercicio de su patronato, en ocasiones discutido y finalmente ratificado en 1720, participaron también pamploneses y navarros de diversa condición, algunos residentes en Madrid, en su mayoría miembros de la Real Congregación de San Fermín de los Navarros, constituida en la Corte en 1684; y otros, dispersos en Indias (América hispana y las Filipinas). Con posterioridad a su inauguración, la barroca Capilla de San Fermín fue objeto de determinadas reformas. 

Así, entre 1800 y 1805, las acometidas bajo la dirección de Santos Ángel de Ochandátegui, que, además de atender a la reconstrucción de la cúpula, afectaron en aspectos preferentemente ornamentales, tanto al interior del recinto como, en menor medida, al exterior, de acuerdo con el gusto académico de ese momento, preludio del Neoclasicismo. En consecuencia, el edificio responde al ideario del Barroco, preferentemente en lo estructural; y se atiene a conceptos académicos clasicistas, evidentes sobre todo en el interior, en lo que concierne a la ornamentación.

La Capilla evidencia su adscripción al Barroco, sobre todo por la elección de la planta de cruz griega inscrita en un cuadrado, que se alarga mediante un tramo de unión con la nave del templo parroquial de San Lorenzo. 

La Capilla de San Fermín
Las obras proyectadas por Santos Ángel Ochandátegui se ejecutaron entre 1800 y 1805, aunque a raíz de un bombardeo en 1823 con ocasión a la expedición de los Cien Mil Hijos de San Luis, se incendió la capilla y fue derribada la linterna que remataba su cúpula, que sería reedificada en 1824.

Como consecuencia de esta superposición resultan cuatro rincones o espacios angulares, ahora cubiertos por bóvedas de arista. Al mismo gusto barroco pertenecen las pilastras adosadas y los capiteles corintios que las rematan, así como la cornisa quebrada que los cabalga; aunque unas y otros fueron aligerados del intenso ornato que describen los textos escritos en 1717, no llegó la depuración a tanto como hubiera deseado Ochandátegui, porque las basas y los pilares resultaron ser de piedra muy dura. Sobre el crucero una cúpula de unos ocho metros y medio de diámetro, dotada de linterna, centra el espacio interior.

ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS (XVII)

Durante la primera etapa de su reinado compartió la responsabilidad de los asuntos de Estado con don Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares, quien desplegó una ambiciosa política belicista en el exterior y reformista en el interior que buscaba mantener la hegemonía española en Europa. Tras la caída de Olivares, se encargó personalmente de los asuntos de gobierno, ayudado por cortesanos muy influyentes, como Luis Méndez de Haro, sobrino de Olivares, y el duque de Medina de las Torres.

Olivares decidió forzar la unidad de los reinos peninsulares. Con este fin formuló en 1626 el proyecto de la Unión de Armas. A cada territorio de la Corona se le exigió que colaborase con una cantidad de soldados proporcional a su población. Pero las Cortes de Cataluña se negaron. Olivares suspendió las Cortes, comenzando así un conflicto con el Principado.

Durante esta etapa la política se centró en el mantenimiento de la reputación de la Monarquía en Europa. Encontramos una época de conflictos en Europa en la que España se verá influenciada. 

La guerra de los Treinta Años fue una guerra librada en la Europa Central (principalmente el Sacro Imperio Romano Germánico) entre los años 1618 y 1648, en la que intervinieron la mayoría de las grandes potencias europeas de la época. Esta guerra marcó el futuro del conjunto de Europa en los siglos posteriores.

La crisis de 1640

Castilla, el único reino que había colaborado con los gastos de las empresas de la Monarquía, mostraba señales de agotamiento. Por ello, el valido exigió a los demás reinos una contribución equivalente y se dispuso a paliar las trabas institucionales que pudieran existir. Durante esta última etapa se producen las diferencias con Cataluña, Portugal y Andalucía.

1646 Felipe IV visita Pamplona con su hijo Baltasar Carlos de Austria, príncipe de Asturias (17 de octubre de 1629-9 de octubre de 1646).

Martínez del Mazo, discípulo y yerno de Velázquez

El pintor formaba parte de la comitiva real encabezada por Felipe IV y el príncipe Baltasar Carlos, encargándole el príncipe al pintor el cuadro de Pamplona. Igualmente se le atribuye la autoría de otra vista de Pamplona, en este caso de la Ciudadela, con la comitiva regia y grupos de gente que se entretiene y celebran con bailes y música al borde de los fosos la visita del rey Felipe IV a la fortaleza.


La infanta doña Margarita de Austria, hacia 1665, óleo sobre lienzo, 212 x 147 cm, Madrid, Museo del Prado.
La proximidad a Velázquez posibilitó a Mazo asimilar su estilo de tal modo que han llegado a confundirse algunas de sus pinturas, y todavía ahora existen vacilaciones en la atribución de ciertas obras a uno u otro maestro
Muy elocuente es en este sentido el retrato de la infanta doña Margarita de Austria del Museo del Prado, muchas veces atribuido a Velázquez, aunque la edad de la retratada sugiere que pudo pintarse hacia 1665, cuando ya Velázquez había fallecido.

La familia del pintor, óleo sobre lienzo, 150 x 172 cm, Viena, Kunsthistorisches Museum.
Juan Bautista Martínez del Mazo (Beteta, provincia de Cuenca, c. 1611 - Madrid, 10 de febrero de 1667) fue un pintor barroco español, discípulo y yerno de Velázquez. Pintor de cámara y especializado en retratos, dejó también vistas de ciudades, paisajes y copias de los grandes maestros en lo que, según Palomino, fue «tan único, y especialmente en las cosas de su maestro, que es casi imposible distinguir las copias de los originales».

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