viernes, 21 de febrero de 2014

Hans Holbein el Joven - Los embajadores - La Virgen del burgomaestre Meyer

(Der Jüngere) (Augsburgo, 1497?1 - Londres, entre el 7 de octubre y el 29 de noviembre de 1543) fue un artista e impresor alemán que se enmarca en el estilo llamado Renacimiento nórdico. Es conocido sobre todo como uno de los maestros del retrato del siglo XVI.2 También produjo arte religioso, sátira y propaganda reformista, e hizo una significativa contribución a la historia del diseño de libro. Diseñó xilografías, vidrieras y piezas de joyería. Se le llama "el Joven" para diferenciarlo de su padre, Hans Holbein el Viejo, un dotado pintor de la escuela gótica tardía.


Nacido en Augsburgo, Holbein trabajó principalmente en Basilea como artista joven. Al principio pintó murales y obras religiosas y diseños para vidrieras y libros impresos. También pintó ocasionalmente retratos, destacando internacionalmente con retratos del humanista Desiderio Erasmo de Róterdam. Cuando la Reforma alcanzó Basilea, Holbein trabajó para clientes reformistas mientras continuaba sirviendo a patrones religiosos tradicionales. Su estilo gótico tardío fue enriquecido por las tendencias artísticas en Italia, Francia y los Países Bajos, así como por el Humanismo renacentista. El resultado fue una combinación estética única en sí misma.

Hacia 1515 Holbein el Joven y su hermano se instalaron como pintores oficiales en la ciudad de Basilea, Suiza, un centro de aprendizaje y del comercio de impresión y láminas.
En 1517, padre e hijo empezaron un proyecto en Lucerna (Suiza), pintar el interior y el exterior de los muros para el comerciante Jakob von Hertenstein. Los archivos de la ciudad muestran que el 10 de diciembre de 1517, le pusieron una multa de cinco libras por pelearse en la calle con un orfebre llamado Caspar, a quien multaron con la misma cantidad. Ese invierno, Holbein probablemente visitó la Italia septentrional, aunque no quedan registros de este viaje. Muchos estudiosos creen que estudió la obra de maestros italianos de frescos, como Andrea Mantegna, antes de regresar a Lucerna.
En 1519, Holbein regresó a Basilea. Su hermano desaparece de los documentos alrededor de esta época, y se cree que murió.

Durante este período en Basilea, pintó a La familia del artista, mostrando a Elsbeth, con los dos hijos mayores de la pareja, Philipp y Katherina, evocando imágenes de la Virgen con Niño y san Juan Bautista.

La familia del artista, c. 1528. Óleo y temple sobre papel, cortado y montado sobre tabla.
Museo de Bellas Artes
El historiador de arte John Rowlands ve esta obra como "uno de los retratos más conmovedores en el arte, de un artista, también, que siempre caracterizó a sus modelos con una compostura contenida"

Entre 1523 y 1526 aumentó su actividad como ilustrador, trabajando para el editor Johann Froben.

En 1523, Holbein pintó los primeros retratos del gran estudioso renacentista Erasmo, quien requería parecidos para enviar a sus amigos y admiradores por toda Europa. Estas pinturas hicieron de Holbein un artista internacional.

Erasmo de Rotterdam retratado por Hans Holbein el Joven en 1523.
Retrato de Erasmo de Róterdam, 1523. Óleo y temple sobre tabla,
National Gallery (Londres), en préstamo de Longford Castle
Holbein visitó Francia en 1524, probablemente para buscar trabajo en la corte de Francisco I. Cuando Holbein decidió buscar empleo en Inglaterra en 1526, Erasmo lo recomendó a su amigo el estadista y erudito Tomás Moro. "Las artes se están congelando en esta parte del mundo," escribió, "y él estaba de camino a Inglaterra a recoger algunos ángeles".

Inglaterra, 1526–1528
La austeridad preconizada por la Reforma se fue apoderando de la sociedad suiza y disminuyó el mecenazgo artístico, por lo que, a pesar de su prestigio, Holbein se vio obligado a marcharse a Inglaterra en busca de nuevos encargos.

Llegó a Londres en 1526 con cartas de presentación escritas por Erasmo de Rotterdam, entonces ya su amigo y protector, para importantes personajes de la época a los que habría de retratar y entre los que se incluye Tomás Moro. Éste le dio la bienvenida a Inglaterra y le encontró una serie de encargos. "Tu pintor, mi muy querido Erasmo," escribió, "es un artista maravilloso". Holbein pintó un famoso retrato de Moro y otro de Moro con su familia.

Retrato de Tomás Moro, 1527. Óleo y temple sobre tabla de roble, colección Frick, Nueva York .
Síntesis de su obra
Holbein alcanzó una gran fama gracias a sus retratos realistas de personas y grupos, el detallismo de la piel, el pelo, los ropajes y la ornamentación, así como el talento para representar con exactitud cada una de las diferentes texturas, que no disminuían ni iban en detrimento de las características esenciales y de dignidad de sus retratados. Tal fue el realismo de su obra que su influencia sobrepasó los límites de la pintura. La pintura del Cristo Sepultado causó gran influencia en el escritor ruso Fëdor Dostoyevsky, tanto así que lo inspiró en su novela El Idiota.
Cristo muerto de Holbein

  ”…vemos un cadáver como elemento principal, el cual  es de una absoluta crudeza. También observamos el lugar donde se halla el cuerpo que nos da como resultado un espacio lúgubre de reclusión y marginación, de tal forma vemos como Holbein renuncia a cualquier fantasía arquitectónica (…)”



Holbein también realizó miniaturas y contribuyó al gran arte renacentista de la pintura sobre vidrio con numerosos dibujos.

Miniatura con el retrato de Ana de Cléveris, por Hans Holbein el Joven, 1539. Acuarela sobre papel vitela. Actualmente se encuentra en el Museo de Victoria y Alberto.
Ana de Cléveris, 1539. Cuarta esposa de Enrique
Retrato de Enrique VIII (Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid)

Retrato de Eduardo VI de niño, c. 1538. Óleo y temple sobre roble,
National Gallery of Art (Washington), Washington D. C.

La Virgen del burgomaestre Meyer 
También conocida como Madona del burgomaestre Jakob Meyer o Madona de Darmstadt 
  • Encargo de Jakob Meyer zum Hasen
Aparecen en este cuadro el comitente, el burgomaestre de Basilea, Jakob Meyer, y su familia; a la derecha sus dos esposas (la difunta Magdalena Bär y Dorothea Kannengießer), y a la izquierda, con él, aunque no se sabe seguro, tradicionalmente se ha creído que sus dos hijos premuertos.
Se cree que se hizo para la capilla privada del donante, pero no se sabe seguro el motivo del encargo. Probablemente esté en relacionado con las creencias católicas de los Meyer. Al tiempo de pintarse, la reforma había sido generalmente aceptada, y probablemente Meyer quería reafirmar públicamente su fe católica.
  • Se trata del último encargo religioso de Holbein para Basilea.


Estilo
Holbein unifica la influencia del arte renacentista italiano con el retrato típicamente nórdico.
Las figuras están en una disposición comprimida. Los cuerpos están modelados como estatuas, lo que evidencia, según algunos autores, que Hans Holbein estudió en Francia esculturas como las de Michel Colombe. En el rostro dulce de la Virgen y los rasgos suaves del hijo mayor del donante se ve la influencia de Leonardo da Vinci.
Se produce un fuerte contraste entre la Virgen, figura idealizada, y el realismo e individualización en los miembros de la familia Meyer.


Los embajadores
El cuadro se llama en realidad Jean de Dinteville y Georges de Selve— es una pintura de Hans Holbein el Joven, actualmente en la National Gallery de Londres. Es una de las obras maestras del pintor y de la pintura en general.
Triplemente importante por sus resonancias históricas, por su riqueza simbólica y por su excelencia plástica, incluye un raro objeto en primer plano que fue algo misterioso durante mucho tiempo.

Fue en el siglo XX cuando un historiador del arte, Jurgis Baltrusaitis, descubrió que esta forma que ocupa el primer plano de la pintura es lo que se llama frecuentemente hueso de sepia, siendo de hecho una anamorfosis de un cráneo humano: esta pintura es una vanidad.
El cuadro
La pintura representa a Jean de Dinteville a la izquierda, embajador de Francia en Inglaterra en 1533, fecha de la realización del cuadro. A la derecha se encuentra su amigo, Georges de Selve, obispo de Lavaur, que ocasionalmente fue embajador ante el Emperador romano germánico, la república de Venecia y la Santa Sede. Ambos hombres, que observan al espectador de la obra, están acodados sobre un mueble con dos estantes sobre el que hay dispuestos varios objetos relacionados con el quadrivium, las cuatro ciencias matemáticas entre las siete artes liberales: la aritmética, la geometría, la música y la astronomía.


En el estante superior puede verse una esfera celeste, objetos de medición del tiempo y un libro, dispuestos sobre una alfombra roja con complicados motivos geométricos. En el estante inferior hay un globo terráqueo, dos libros, un laúd y cuatro flautas en un estuche.


El plano posterior está ocupado por una cortina de terciopelo verde con un pliegue en la esquina superior izquierda que apenas permite ver un crucifijo, que a menudo no se ve en las reproducciones debido a su posición en el margen. El suelo está pavimentado con círculos y cuadrados, destacándose una forma difícilmente interpretable, pero que salta a la vista en tanto que parece que se halle fuera del espacio de la pintura; se ha llamado a menudo el hueso de sepia.


Jean de Dinteville está ricamente vestido con un abrigo de piel, en la mano lleva una daga en su estuche, donde está grabada su edad (29 años), y en la cabeza una boina de donde está colgado un broche representando un cráneo. Del negro de su indumentaria destacan el rojo de sus mangas y una cadena dorada que pende de su pecho con una medalla decorada con un ángel, prueba de su pertenencia a la Orden de San Miguel. Georges de Selve está totalmente vestido de negro, envuelto en un abrigo de piel. 


En la mano derecha lleva un par de guantes y en la cabeza un tocado. De Selve se dedicó en lo esencial de su sacerdocio a trabajar por la reconciliación en el seno de la Iglesia. La pintura parece pues inmortalizar la toma de posesión de un embajador francés recientemente nombrado en la corte de Inglaterra y la visita que le hace por este motivo a su amigo. 

La primera mirada que se hace a la pintura, una obra prácticamente cuadrada, de más de dos metros de lado, induce dos reflexiones: los dos hombres retratados, sujetos del cuadro, no ocupan el centro; están desplazados a los lados, enmarcando como un joyero un conjunto de objetos que a primera vista parecen dispares; a sus pies se encuentra un objeto extraño que parece no formar parte de la pintura, y que en todo caso ocupa el primer plano, como si Holbein hubiera usado este retrato para realzar, de entrada, otra cosa que no son los personajes que dan su nombre a la obra, uno de los cuales, Dinteville, fue quien la encargó.


La pintura parece, pues, que abunda en símbolos, indicaciones ocultas, referencias; todo esto son  cosas normales en la pintura del Renacimiento, que intentamos identificar, traer a la luz.
El pavimento que está bajo los pies de los embajadores ha sido identificado como inspirado (con una importante simplificación) en dos pavimentos verdaderos que comparten un cierto parecido. El primero se encuentra en la abadía de Westminster  y el segundo en la Capilla Sixtina en este caso en un lugar simbólico, exactamente bajo la creación de Adán, el don de la vida por Dios a los hombres.
La extraña figura en primer plano, a veces llamada hueso de sepia, intrigó durante mucho tiempo a los analistas del cuadro. Nuestro afilado ojo de hoy en día, más habituado a la lectura de imágenes, nos hace adivinar que se trata de un cráneo muy deformado por una anamorfosis, aunque es probable que no hiciéramos una lectura tan inmediata. 
Señálese que este tipo de imágenes deformadas estaba de moda en la Inglaterra de los Tudor; la National Portrait Gallery de Londres posee por ejemplo un retrato de Eduardo VI de Inglaterra por William Scrots  que también contiene una deformación por anamorfosis que se corrige mirando la superficie del cuadro a través de un agujero en el marco.
Uso de una cuchara para corregir la deformación
Sin embargo esta deformidad también pudiera deberse a una licencia científica. Diversos historiadores del arte apuntan a que la forma de la calavera se debe a que el artista pintó el reflejo de la misma en la parte convexa de una cucharilla para el té.



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