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El Peinador de la Reina, también llamado Tocador o Mirador, se construyó hacia el 1537 sobre la Torre de Abu l-Hayyay, y su nombre se debe a que fueron los aposentos de la Emperatriz Isabel, esposa de Carlos V.
Son de destacar las pinturas al fresco, realizadas probablemente entre 1539 y 1546, sobre todo (por su importancia histórica) las que representan la campaña de Carlos V a Túnez en 1535, en el que podemos ver desde la salida de la escuadra desde el puerto de Cagliari, el viaje, el desarrollo de las operaciones militares, hasta la retirada de las tropas y su regreso a Sicilia. También podemos encontrar otras pinturas que representan, desde alegorías de las Virtudes hasta la fábula de Faetón.
Muhammad XII (Boadbil) (El Chico o el Desdichado) 1482-1483 (1er periodo) 1486-1492 (2º periodo) * Granada ca.1459 † Fez-Marruecos 1527 hijo de Muley Hacén y de Aisha casado con Morayma
- Rindió la ciudad de Granada a los Reyes Católicos el 2 de enero de 1492
- Se exilió primeramente a Laujar de Andarax en Almeria, donde fallecería su esposa Morayma
- A la muerte de su esposa se volvió a exiliar, esta vez a Fez-Marruecos
- Murió en la batalla del Vado de Bacuna-Marruecos
- Último rey de Granada
La casa se conoce también como «La Casa de Sánchez», por el nombre de uno de sus propietarios, el último y más sonado dueño de este palacio fue Arthur von Gwinner. El propietario de origen alemán cedió sus escrituras a la dirección de la Alhambra en el año 1891, y parece que, entre la donación y la venta, el señor Gwinner retiró la cúpula característica del observatorio y la trasladó a su casa, junto con sus otras pertenencias.
Personajes:
Edward Fitzgerald Brenan (Sliema, 7 de abril de 1894-Málaga, 19 de enero de 1987) fue un escritor e hispanista británico, relacionado con el Círculo de Bloomsbury. Una herencia le dio suficientes medios económicos para marcharse a Granada, donde desde 1919 hasta 1936, residió largas temporadas y hacia donde había ido en busca de tranquilidad para dedicarse a sus pasiones favoritas, la lectura y las caminatas. Allí le conocieron como don Gerardo.
A principios de los años veinte, Gerald Brenan, un joven idealista inglés, de familia noble, que aspira a ser escritor, llega a Yegen, un pueblecito de la Alpujarra granadina. Su propósito es aislarse del mundo, con dos mil libros como única compañía, y olvidarse de su etapa como oficial del ejercito británico en la I Guerra Mundial. Allí encuentra no sólo la paz que necesita para leer y escribir, sino también el amor de Juliana, una sensual adolescente. Su estancia en Andalucía le aporta una nueva visión del mundo. La alegría de vivir de sus habitantes y su pasión por la literatura española marcarán para siempre su vida y su obra.
El objeto del presente libro –que, bajo el título de La imagen romántica de España reúne un conjunto de artículos publicados durante los últimos quince años por Francisco Calvo Serraller– es «el estudio crítico de algunos de los episodios históricos más relevantes tanto de la creación internacional del mito español, como de sus consecuencias posteriores dentro del arte y de la arquitectura locales, lo que supone centrar la mirada, desde un punto de vista cronológico, fundamentalmente en la primera mitad del siglo XIX». Dividido en dos partes, la primera estudia lo que podría llamarse la dimensión “pintoresca” de la imagen romántica de España, es decir, las diversas formas en que esa imagen inspiró a pintores, coleccionistas, aficionados y críticos extranjeros y locales, mientras que la segunda se centra exclusivamente en la arquitectura y el urbanismo españoles del siglo XIX.
Washington Irving 1783 - Sunnyside, EE.UU., 1859
Washington Irving fue un autor, ensayista, biógrafo, historiador y diplomático estadounidense. Realizó estudios de Derecho, pero su vocación se interesaba más por el periodismo y la escritura que por la abogacía. En 1802 comenzó a escribir artículos en periódicos de Nueva York. En 1815 se fue a vivir a Liverpool y allí trabó amistad con importantes hombres de letras: sir Walter Scott y Thomas Moore, entre otros. Escribió algunos ensayos y relatos bajo el seudónimo de Geoffrey Crayon. Considerado el mentor de autores como Nathaniel Hawthorne, el hispanista Henry Wadsworth Longfellow y Edgar Allan Poe, entre su obra destacan los siguientes títulos: Cuentos de la Alhambra, Los buscadores de tesoros, La conquista de Granada, La leyenda de Sleepy Hollow o la biografía George Washington.
Richard Ford (1796-1858) ha sido uno de los viajeros ingleses que más ha contribuido a difundir la imagen de España en el resto de Europa a partir del siglo XIX.
Conocemos el aspecto físico de Richard Ford por un retrato que de él hizo el pintor costumbrista sevillano, José Domínguez Bécquer Insausti, padre del poeta Gustavo Adolfo Bécquer, y donde aparece vestido de majo. En 1824 se casa con Harriet Capel, hija del Conde de Essex, y se instalan en Londres, donde se relaciona con personas de la talla del Duque de Wellington o con el escritor norteamericano Washington Irving.
Estas amistades, sin duda, despertaron su interés por España. En 1830 se instala en nuestro país, concretamente en Sevilla, y posteriormente en Granada, junto con sus tres hijos y su esposa, que tenía problemas de salud y a quién beneficiaría en sus dolencias las suaves temperaturas del sur de España.
Richard Ford alterna sus estancias entre Sevilla, durante el invierno, y en Granada en la época estival. Así en abril de 1833, meses antes de su partida hacia Londres, se aloja en Granada en la casa de Doña Clara [dependencias ubicadas sobre la sala de los Reyes que suprimirá una restauración de Rafael Contreras], donde estuvo sólo unos días, y en la Casa Sánchez [edificio que hoy conocemos como palacio del Partal y torre de las Damas].
Se dedicó a diseñar los jardines de inspiración árabe plantando en ellos cipreses del Genil, decorar la casa con su amplia colección de arte con piezas españolas así como a construir una casa de verano al «estilo árabe»: la Moorish Tower.
Con la Moorish Tower, Ford pretendía recrear las puertas de la Alhambra, adornándola con un lienzo de estuco original del Cuarto de la Sultana, con una cornisa de mocárabes y con una franja epigráfica con el lema nazarí «Sólo Dios es vencedor». En una de sus cartas dijo que era «más bonita que la Puerta del Vino de la Alhambra».
Igualmente, en el interior de su vivienda, decoró el cuarto de baño con un arrocabe nazarí procedente de la Casa Sánchez (el Partal)
Los descendientes de Richard Ford devuelven a la Alhambra un arrocabe nazarí que el viajero inglés se llevó a Inglaterra en 1833.
Que el arrocabe haya regresado a la Alhambra es una noticia de extraordinaria fortuna. La paradoja es que muy cerca del lugar del que fue arrancado se halla el Observatorio de El Partal, donde el alemán Arthur von Gwinner vivió hasta marzo de 1891 en que cedió al Estado el inmueble. Pero antes de volver a Alemania cometió la perversidad de desmontar su techo de madera, uno de los más bellos ejemplos de la carpintería artística nazarí. A principios del siglo XX la armadura apareció en Berlín y hoy luce entre las piezas más deslumbrantes de la colección de arte islámico del Museo de Pérgamo. Y es que muchas veces, más de las deseadas, la historia está escrita con injusta caligrafía.
Alcazaba El termino alcazaba proviene del árabe "al-qasbah" cuya traducción podría ser "fortaleza" aunque normalmente se suele identificar la alcazaba como un recinto fortificado en el interior de un núcleo urbano al que sirve de protección. En nuestro caso esta acepción se cumple pero con el matiz que además la alcazaba incluía un barrio castrense o militar al modo de núcleo urbano.
La alcazaba ocupa el espacio más occidental de la colina en que se encuentra la Alhambra, su configuración es fácilmente perceptible ocupando un espacio triangular en cuyo extremo más alejado se encuentra un revellín o baluarte construido en tiempos de los Reyes Católicos, mientras que por el lado opuesto encontramos un lienzo amurallado, fortificado con tres torres: la Torre del Homenaje, la Torre Quebrada y la Torre Hueca o del Adarguero. Además la Alcazaba cuenta con una Torre de vigilancia como es la Torre de la Vela, que junto con la del Homenaje son las dos más importante de todo el conjunto. Superado el lienzo de muralla con las tres torres, nos encontramos con un amplio espacio conocido como plaza de los Aljibes, esta plaza debe su nombre porque después de la conquista de Granada por los Reyes Católicos, el conde de Tendilla, alcaide de la fortaleza mandó construir en 1494 una serie de aljibes en ese espacio, que hasta ese momento no era más que un barranco, cortado o foso que servía de defensa suplementaria a la alcazaba. Para la construcción de los aljibes el conde de Tendilla (Iñigo López de Mendoza y Quiñones) tuvo que colmatar el foso y alisar el terreno dándole una nueva configuración a este espacio que en época nazarí no tenía. El nombre de Al-hamra (la roja) con que es conocida la totalidad del conjunto de la Alhambra tiene su origen en esta pequeña fortaleza o alcazaba que desde el siglo IX se levantaba sobre la colina.
Torre de la Vela También conocida como Torre de la Campana, Torre Mayor (por los nazaríes) o Torre del Sol (siglo XVI). Situada en el extremo occidental de la Alhambra, es la más alta del recinto (26,80 metros), controlaba todo el territorio circundante y era la que recibía las señales de alarma en caso de peligro inminente.
El palacio es cuadrado, con una fachada principal de 63 metros de ancho por 17 metros de alto. Destaca su patio circular en el centro, único en su estilo y la obra más destacada del renacimiento en España. Sólo están decoradas las fachadas sur y oeste en su totalidad. La norte y este sólo en parte, debido a que el edificio esta unido al Alcázar de la Alhambra.
Siendo ya dueño de América, el Emperador Carlos V trasladó su corte a las casas reales de la Alhambra, para pasar en ellas el verano de 1526.
Nació entonces en el Emperador el deseo de hacer de Granada uno de sus puntos de residencia, por lo que proyectó construir un nuevo palacio, con mayores comodidades y más espacio que el árabe, pero conectado a éste para seguir disfrutándolo, continuando con ello la labor comenzada por sus abuelos -los Reyes Católicos-, y con el deseo de convertir este palacio en el gran centro áulico del Imperio. Así se llevó a efecto una de las mejores obras renacentistas que se hallan fuera de Italia y el primer gran palacio real de los monarcas españoles.
La parte central de las dos fachadas principales las ocupan magníficas portadas de mármol de Sierra Elvira, que son de lo más bello del Renacimiento español.
El patio, en alto, es por su grandeza y suntuosidad, una de las más bellas creaciones del Renacimiento. Su amplio círculo, de 30 m. de diámetro, ocupa el centro de la construcción y le rodea un ancho pórtico con 32 columnas dóricas. Las columnas, de piedra pudinga del Turro (Loja), corresponden a otras tantas pilastras que decoran el muro del claustro, entre las que se abren arcos, hornacinas y puertas para comunicar con las diversas dependencias del edificio. Igual disposición ofrece la parte alta, que tiene columnas jónicas apoyando un entablamento de piedra de Elvira que forma un anillo de sorprendente ejecución.
Pedro Machuca (Toledo, ca. 1490-Granada, 1550) fue un pintor y arquitecto renacentista español. Junto con Alonso Berruguete, Diego de Siloé y Bartolomé Ordóñez, Machuca es uno de los cuatro artistas a los que el pintor Francisco de Holanda llamó las águilas del Renacimiento en España, responsables de la introducción del estilo renacentista a la manera de Italia en suelo español
Retrato imaginario de Pedro Machuca en un relieve del Museo del Prado.
Su producción pictórica es muy corta. Entre sus obras destacan las dos conservadas en el Museo del Prado: La Virgen y las ánimas del Purgatorio o Virgen del sufragio, pintada en Italia (1517), con un sentido monumental tomado de Miguel Ángel pero rafaelesca en la composición piramidal y la utilización del sfumato, y un Descendimiento de la Cruz, acusadamente manierista, que, a modo de retablo, conserva su marco renacentista fechado en 1547 y diseñado quizá también por el artista. Un pormenor muy interesante es que la Virgen oculta totalmente su rostro con un paño, con lo que el espectador ha de imaginárselo, y ya un detalle anecdótico es la presencia a la derecha de un niño contemplando la escena con la cara vendada por un flemón.
Su única pero célebre obra de arquitectura es el palacio de Carlos V, un imponente edificio renacentista encargado por el emperador como residencia en la Alhambra de Granada. En 1528 comenzó las obras. En sus trazas se aprecia el contacto con la cultura del arquitecto romano Vitrubio a través de los artistas italianos Rafael, Baldassarre Peruzzi y, sobre todo, Giulio Romano,además de una increíble interpretación y lectura de la arquitectura islámica que sobre la ciudad nazarí se yergue.Un ejemplo de esa lectura es las proporciones utilizadas a la hora de desarrollar el proyecto del palacio donde las más utilizadas son la vara toledana y la raíz de dos.
A pesar de estas influencias, Machuca no fue un simple seguidor o imitador de Miguel Ángel y otros italianos manieristas. Hay que recordar que regresó a España muy pronto, cuando muchos de los mejores ejemplos del manierismo no se habían erigido todavía, como el Palacio del Tè de Mantua, de Giulio Romano
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Probablemente la mejor definición de 'Manierismo', sea este increíble lugar.
Manierismo. Es el momento en que se pierde lo más propio del clasicismo y la belleza clásica: proporciones, armonía, serenidad, equilibrio. El manierismo es subjetivo, inestable. Los artistas se dejan llevar por sus gustos, alejándose de lo verosímil, tendiendo a la irrealidad y a la abstracción.
El Palacio Té es un palacio en las afueras de Mantua, Italia. Es un buen ejemplo del manierismo en la arquitectura, la obra maestra reconocida de Giulio Romano.
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