sábado, 4 de enero de 2014

Papá Noel, Santa Claus, San Nicolás, Viejito (o Viejo) Pascuero - Los Reyes Magos de Oriente - Evangelios apócrifos

Son algunos nombres con los cuales se conoce universalmente al personaje legendario que según la cultura occidental trae regalos a los niños por Navidad (la noche del 24 al 25 de diciembre).
En la cabalgata de Navidad
Es un personaje que formaba parte del antiguo mito solar del solsticio de Invierno al que el cristianismo tuvo que maquillarle con la figura del obispo cristiano de origen griego llamado Nicolás, que vivió en el siglo IV en Anatolia, en los valles de Licia (en la actual Turquía). Era una de las personas más veneradas por los cristianos de la Edad Media, del que aún hoy se conservan sus reliquias en la basílica de San Nicolás, Bari, Italia.
Historia de Nicolás de BariSe estima que Nicolás de Bari nació cerca del año 280 en Myra, una Ciudad del Distrito de Licia, en la actual Turquía.Era hijo de una familia acomodada y creció bajo los tirantes deseos de sus padres. Su padre deseaba que siguiera sus pasos comerciales en el Mar Adriático, mientras su madre pretendía que fuera sacerdote como su tío, el obispo de Mira (antigua ciudad licia de la Anatolia Egea, actualmente Turquía).
Nicolás de Bari
Al morir sus padres repartió toda su fortuna entre los pobres y se fue a vivir a Myra (Anatolia, actualmente Turquía), donde sería consagrado obispo de una forma muy curiosa. Dice la leyenda que varios sacerdotes y obispos se encontraban discutiendo sobre quién sería el futuro obispo, pues el anterior había fallecido. Al no ponerse de acuerdo se decidió que fuera el próximo sacerdote que entrase en el templo que casualmente fue Nicolás de Bari.
Durante su época como obispo, y en su afán por erradicar los cultos paganos, ordenó demoler el templo de Artemisa en Myra; el templo más grande y famoso de Licia, así como otros varios edificios paganos.
Fue preso por un decreto del emperador Licinio contra los cristianos por el que fue encarcelado y su barba quemada, siendo liberado por el emperador Constantino.
Participó en el Concilio de Nicea, condenando las doctrinas de Arrio, quien se negaba a admitir el dogma de la divinidad de Cristo. Para combatir los errores, utilizaba una dulzura exquisita, logrando grandes y sinceras conversiones, a pesar de su discreto talento especulativo y orador que tanto gusta a los orientales. Sin embargo, cuando se trataba de proteger a los más débiles de los poderosos, San Nicolás, a pesar de su avanzada edad, actuaba con gran arrojo y vigor.
San Nicolás de Bari salva a tres inocentes. Cuadro de Iliá Repin (1889)
A pesar de ser anciano, seguía viajando, evangelizando y entregando juguetes a los niños para recordar a todos que en Navidad recibimos el mejor de los regalos a través de Cristo, la esperanza de la Salvación Eterna.
San Nicolás de Bari murió el 6 de diciembre del año 345 en Myra, pero sus restos descansan en la ciudad portuaria italiana de Bari pues allí fueron a dar después que fueron retirados de Turquía tras la conquista musulmana. Tras su muerte se convirtió en el primer santo, no mártir, en gozar de una especial devoción en el Oriente y Occidente. Multitud de relatos milagrosos aparecieron sobre él, desfigurando, a veces, su eminente carácter práctico y sencillo.

Basílica de San Nicolás en Bari, Italia
De él, se cuentan cientos de historias, especialmente narrando sus milagros y sus bondades para con la gente pobre. Tal fue la admiración que sintieron por él que se convirtió en santo patrón de Grecia, Turquía, Rusia y la Lorena (Francia).

La leyenda de Nicolás de Bari
Su relación con los niños nace en una de las historias que indica que alguien acuchilló a varios niños, entonces el santo rezó por ellos y obtuvo su curación casi inmediata. Pero además, Nicolás tenía especial inclinación por los niños.
Su mítica fama de repartidor de obsequios se basa en otra historia, que cuenta que un empobrecido hombre padre de tres hijas, no podía casarlas por no tener la dote necesaria, al carecer las muchachas de la dote parecían condenadas a ser "solteronas". Enterado de esto, Nicolás le entregó, al obtener la edad de casarse, una bolsa llena de monedas de oro a cada una de ellas. Se cuenta que todo esto fue hecho en secreto por el sacerdote quien entraba por una ventana y ponía la bolsa de oro dentro de los calcetines de las niñas, que colgaban sobre la chimenea para secarlos.
También fue nombrado Patrono de los marineros, porque, cuenta otra historia, que estando algunos de ellos en medio de una terrible tempestad en alta mar y viéndose perdidos comenzaron a rezar y a pedir a Dios con oraciones tales como Oh Dios, por las oraciones de nuestro buen Obispo Nicolás, sálvanos. En ese momento la figura de San Nicolás se hizo presente y calmó las aguas.
En oriente se le conoce como San Nicolás de Mira o Myra, pero en occidente como San Nicolás de Bari, ya que, cuando los musulmanes invadieron el territorio antes griego y que hoy es Turquía, los cristianos lograron sacar en secreto sus reliquias (1087) y las llevaron a la ciudad de Bari en Italia. En esta ciudad se obtuvieron tantos milagros al rezarle al santo que rápidamente su popularidad se extendió por toda Europa. Hay cientos de templos en todo el mundo dedicados a su figura. Ya en el año 550, en Roma se erigió uno en su honor.
La transformación: De "San Nicolás" a Santa Claus y Papá Noel
Se cree que esto sucedió alrededor del año 1624. Cuando los inmigrantes holandeses fundaron la ciudad de Nueva Ámsterdam, más tarde llamada Nueva York, obviamente llevaron con ellos sus costumbres y mitos, entre ellos el de Sinterklaas, su patrono (cuya festividad se celebra en Holanda entre el 5 y el 6 de diciembre).

El viejo Papá Noel, ilustración de un libro
estadounidense del año 1855.
En 1809 el escritor Washington Irving, escribió una sátira, Historia de Nueva York, en la que deformó al santo holandés, Sinterklaas, en la burda pronunciación angloparlante Santa Claus. Más tarde el poeta Clement Clarke Moore, en 1823, publicó un poema donde dio cuerpo al actual mito de Santa Claus, basándose en el personaje de Irving. En ese poema se hace mención de una versión de Santa Claus, enano y delgado, como un duende; pero que regala juguetes a los niños en víspera de Navidad y que se transporta en un trineo tirado por nueve renos, incluyendo a Rudolph (Rodolfo).


Posteriormente, hacia 1863, adquirió la actual fisonomía de gordo barbudo bonachón con la que más se le conoce. Esto fue gracias al dibujante alemán Thomas Nast, quien diseñó este personaje para sus tiras navideñas en Harper's Weekly. Allí adquirió su vestimenta y se cree que su creador se basó en las vestimentas de los obispos de viejas épocas para crear este «San Nicolás», que en ese momento ya nada tenía que ver con San Nicolás de Mira.
A mediados del siglo XIX, el Santa Claus estadounidense pasó a Inglaterra y de allí a Francia, donde se fundió con Bonhomme Noël, el origen de nuestro Papá Noel, quien tenía parecido físico con Santa Claus, pero vestía de blanco con vivos dorados. Igualmente a fines del siglo XIX, a partir de un anuncio estadounidense de la Lomen Company, se crearía la tradición de que Papá Noel procedería del Polo Norte; y se popularizarían completamente los renos navideños como medio de trasporte de Santa Claus.

Los Reyes Magos de Oriente 
(O simplemente Reyes Magos) es el nombre por el que la tradición denomina a los visitantes que, tras el nacimiento de Jesús de Nazaret, acudieron desde países extranjeros para rendirle homenaje y entregarle regalos de gran riqueza simbólica: oro, incienso y mirra.

Los Evangelios solo hablan de «magos», en ninguna parte se indican sus nombres, ni que fuesen reyes, ni que fueran tres (número que posiblemente se deba a la cantidad de obsequios ofrecidos). Estas creencias fueron agregadas varios siglos después y se han mantenido en la tradición popular.
Según la creencia católica, estos magos eran representantes de religiones «paganas» de pueblos vecinos, que los Evangelios ven como las primicias de las naciones que aceptarán la religión católica.

Historia y leyenda
La primera vez que surge el nombre con que hoy conocemos a los Reyes Magos es en la iglesia de San Apolinar Nuovo, en Rávena (Italia). El friso de la imagen está decorado con mosaicos de mediados del siglo VI que representan la procesión de las Vírgenes. Esta procesión está conducida por tres personajes vestidos a la moda persa, tocados con un gorro frigio y su actitud es la de ir a ofrecer lo que llevan en las manos a la Virgen que está sentada en un trono y tiene al Niño en su rodilla izquierda. Encima de sus cabezas se pueden leer tres nombres, de derecha a izquierda: Gaspar, Melchior, Balthassar...


Mosaico de San Apolinar Nuovo (Rávena, Italia)



Mapa T-O del siglo XII representando el mundo no habitado según descripción de
San Isidoro de Sevilla en su Etimologías. (cap. 14, de terra et partibus).
Poco a poco la tradición ha ido añadiendo otros detalles a modo de simbología: se les ha hecho representantes de las tres razas conocidas en la antigüedad, representantes de las tres edades del hombre y representantes de los tres continentes (Asia, África y Europa).
¿Sabías que...
Los restos de los Reyes Magos estuvieron durante trescientos años en Constantinopla, en lo que antes era Bizancio y ahora Estambul, en Turquía. Luego fueron trasladados a Milán hasta 1162, en que el emperador Barbarroja saqueó Milán y entregó los restos de los Reyes Magos al arzobispo Reinaldo de Dassel, quien decidió que dichos restos fueran trasladados a Colonia, Alemania.Los restos de los tres Reyes Magos descansan en un cofre de oro y plata que pesa unos 350 kg, y se halla en una capilla que hizo construir a tal efecto el emperador Carlomagno en Colonia, Alemania.


Arqueta gótica con las supuestas reliquias de los Reyes Magos, en la Catedral de Colonia (Alemania)
¿Sabías que... 
Cuentan ciertas historias que entre los años 675 y 735, un monje, llamado San Beda, el Venerable, mencionó por primera vez los nombres de los tres Reyes Magos y dio la descripción de ellos.
San Beda fue un monje benedictino e historiador inglés que vivió entre 673 y 735.
¿Sabías que... 
Hace dos milenios, se llamaba Reyes Magos a los filósofos y los consejeros reales, estudiosos de la astronomía y la astrología.
No se sabía con certeza cuántos eran los Reyes Magos, hasta que el Papa San León, en el Siglo V, estableció que eran tres.
  • Baltasar era de piel oscura y con barba, probablemente de origen árabe. Le regaló a Jesús mirra, que es un perfume oriental usado en las sepulturas, y que según algunas creencias, podría ser una predicción de la muerte de Jesús.
  • Melchor era más anciano y tenía cabellos canosos y barba blanca. Obsequió el oro a Jesús. Este oro predecía el reconocimiento de Jesús como Rey.
  • El más joven de los Reyes Magos era Gaspar, tenía tez cobriza. Portó una ofrenda de incienso a Jesús en Belén. El incienso que aromatiza las iglesias proviene de Arabia y Abisinia. Le dan a este presente el símbolo de reconocer en Jesús a un sacerdote.

"Adoración a los Reyes Magos" - Hugo van der Goes S. XV
El Tríptico del altar de Santa Columba es un retablo pintado al óleo sobre tabla hacia 1455 por Roger van der Weyden

Evangelios apócrifos

XIII Visión de los dos pueblos

Nacimiento de Jesús en la gruta.

Testimonio de los pastores

Y ocurrió, algún tiempo más tarde, que un edicto de César Augusto obligó a cada uno a empadronarse en su patria. Y este primer censo fue hecho por Cirino, gobernador de Siria. José, pues, se vio obligado a partir con María para Bethlehem, porque él era de ese país, y María era de la tribu de Judá, de la casa y patria de David.

Y, según José y María iban por el camino que conduce a Bethlehem, dijo María a José:
  • Veo ante mí dos pueblos, uno que llora, y otro que se regocija. 
Más José le respondió:
  • Estáte sentada y sosténte sobre tu montura, y no digas palabras inútiles. 
Entonces un hermoso niño, vestido con un traje magnífico, apareció ante ellos, y dijo a José: 
  • ¿Por qué has llamado inútiles las palabras que María ha dicho de esos dos pueblos? Ella ha visto al pueblo judío llorar, por haberse alejado de su Dios, y al pueblo de los gentiles alegrarse, por haberse aproximado al Señor, según la promesa hecha a nuestros padres, puesto que ha llegado el tiempo en que todas las naciones deben ser benditas en la posteridad de Abraham.
Dichas estas palabras, el ángel hizo parar la bestia, por cuanto se acercaba el instante del alumbramiento, y dijo a María que se apease, y que entrase en una gruta subterránea en la que no había luz alguna, porque la claridad del día no penetraba nunca allí. 

Pero, al entrar María, toda la gruta se iluminó y resplandeció, como si el sol la hubiera invadido, y fuese la hora sexta del día, y, mientras María estuvo en la caverna, ésta permaneció iluminada, día y noche, por aquel resplandor divino.
Y ella trajo al mundo un hijo que los ángeles rodearon desde que nació, diciendo: 
  • Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.
Y José había ido a buscar comadronas. Mas, cuando estuvo de vuelta en la gruta, María había ya parido a su hijo. Y José le dijo: 
  • Te he traído dos comadronas, Zelomi y Salomé, mas no osan entrar en la gruta a causa de esta luz demasiado viva.
Y María, oyéndole, sonrió. Pero José le dijo: 
  • No sonrías, antes sé prudente, por si tienes necesidad de algún remedio. 
Entonces hizo entrar a una de ellas. Y Zelomi, habiendo entrado, dijo a María: 
  • Permíteme que te toque. 
Y, habiéndolo permitido María la comadrona dio un gran grito y dijo: 
  • Señor, Señor, ten piedad de mí. He aquí lo que yo nunca he oído, ni supuesto, pues sus pechos están llenos de leche, y ha parido un niño, y continúa virgen. El nacimiento no ha sido maculado por ninguna efusión de sangre, y el parto se ha producido sin dolor. Virgen ha concebido, virgen ha parido, y virgen permanece.
Oyendo estas palabras, la otra comadrona, llamada Salomé, dijo: 
  • Yo no puedo creer eso que oigo, a no asegurarme por mí misma. 
Y Salomé, entrando, dijo a Maria:
  • Permíteme tocarte, y asegurarme de que lo que ha dicho Zelomi es verdad. 
Y, como María le diese permiso, Salomé adelantó la mano. Y al tocarla, súbitamente su mano se secó, y de dolor se puso a llorar amargamente, y a desesperarse, y a gritar: 
  • Señor, tú sabes que siempre te he temido, que he atendido a los pobres sin pedir nada en cambio, que nada he admitido de la viuda o del huérfano, y que nunca he despachado a un menesteroso con las manos vacías. Y he aquí que hoy me veo desgraciada por mi incredulidad, y por dudar de vuestra virgen.
Y, hablando ella así, un joven de gran belleza apareció a su lado, y la dijo:
  • Aproxímate al niño, adóralo, tócalo con tu mano, y él te curará, porque es el Salvador del mundo y de cuantos esperan en él. 
Y tan pronto como ella se acercó al niño, y lo adoró, y tocó los lienzos en que estaba envuelto, su mano fue curada. Y, saliendo fuera, se puso a proclamar a grandes voces los prodigios que había visto y experimentado, y cómo había sido curada, y muchos creyeron en sus palabras.

Porque unos pastores afirmaban a su vez que habían visto a medianoche ángeles cantando un himno, loando y bendiciendo al Dios del cielo, y diciendo que el Salvador de todos, el Cristo, había nacido, y que en él debía Israel encontrar su salvación.

Y una gran estrella brillaba encima de la gruta, de la tarde a la mañana, y nunca, desde el principio del mundo, se había visto una tan grande. Y los profetas que estaban en Jerusalén decían que esa estrella indicaba el nacimiento del Cristo, el cual debía cumplir las promesas hechas, no sólo a Israel, sino a todas las naciones.

Otra representación del asno y el buey en el nacimiento de Jesús. También se ve a las comadronas bañando al niño. He escogido representaciones muy antiguas del asno, buey y las comadronas, para que vean que la lectura de los apócrifos tiene una larga data.




Esta imagen se encuentra en la Iglesia Oscura, Capadocia, Turquía. Es un Fresco bizantino de fines del siglo XII


Esta imagen se halla en el Convento de san Juan de Ortega, Burgos, España. Este lugar es un ejemplo típico de arte Románico (siglo XII aprox). Además esta iglesia pertenece a la cadena de iglesias de la Ruta de Santiago de Compostela. 
Aquí se ve a las comadronas asistiendo a María y también a los famosos asno y buey que ponemos en los nacimientos en Navidad. Sin embargo estos animalitos no están mencionados en la Biblia canónica. Solo en la apócrifa.

Imágenes como ésta mostrando a las dos comadronas Zelomí y Salomé
 bañando al Niño se inspiran en el texto del
evangelio apócrifo del Pseudo Mateo
En el siglo XIV las Revelaciones de Santa Brígida, resultarán, como veremos, trascendentales en las futuras imágenes.
En primer lugar, hay que señalar dos grandes maneras de realizar la representación de la Natividad: el bizantino u oriental y el occidental (de fecha posterior), si bien, no se debe obviar, la importante influencia de la iconografía bizantina en la Italia medieval y esta, a su vez, como ascendiente del arte europeo posterior.

La iconografía bizantina muestra la escena de la Natividad en una gruta o cueva y dentro de un paisaje montañoso. La Virgen suele estar acostada en un lecho junto al recién nacido, acomodado en una cuna o en un pesebre, mientras San José ocupa en las imágenes orientales un segundo plano, adormilado o pensativo, situación que refleja las “dudas” de éste respecto a María




Las imágenes occidentales del Nacimiento, que son posteriores a las bizantinas, se realizan en un pobre y ruinoso establo con María, José y el Niño como protagonistas de la escena, pero sin obviar la existencia de algún que otro personaje como pastores o ángeles, incluso animales. La Virgen aparece de rodillas adorando al Niño que se encuentra desnudo sobre un montón de paja o sobre su manto. San José, en este caso, imita a María o adquiere un papel activo y, a veces, preocupado por crear un ambiente agradable para madre e hijo: trae paja, enciende el fuego, prepara un baño para el Niño, arregla una cerca, etc. Una muestra de la “actividad” de San José, lo podemos ver en el Retablo de la Capilla del marquesado de Esteva de las Delicias, en La Bañeza (León), obra realizadas por Nicolás Francés en el s. XV, actualmente en el Museo del Prado, donde el Santo está alimentando a los animales.




La iconografía occidental de la Natividad se generaliza a partir del s. XV, motivada, principalmente, por la popularidad que adquirieren las Revelaciones de Santa Brígida de Suecia, obra de finales del XIV, y que luego veremos con algo más de detalle. Una de las primeras manifestaciones que sigue las propuestas de las Revelaciones, es la tabla que se exhibe actualmente en la Pinacoteca Vaticana, realizada a finales del XIV por florentino Niccolò di Tommaso. En ella se muestra a Santa Brígida arrodillada a la derecha del cuadro, la Virgen en aptitud también de adoración se ha despojado del manto, mientras salen de su boca las palabras que, según la Santa, escuchó decir a María en su visión mística: Bene veneris, deus meus, dominus meus et filius meus. Son los primeros pasos de las representaciones de la Natividad inspirados en la obra de la Santa.
Otra obra trascendental que sigue el texto de Santa Brígida, se encuentra en el Museo de Hamburgo. Se trata de la tabla del Nacimiento de Cristo del artista alemán conocido como Maestro Francke, que forma parte del retablo de Santo Tomás Becket. Jesús está desnudo e iluminado, mientras la Virgen, de rodillas y con las manos juntas, se ha despojado del manto para dar a luz. De su boca surge una cartela que muestra el texto: Dominus meus, filius meus…, frase que, como hemos mencionado anteriormente, se recoge directamente en las Revelaciones.



Estas dos maneras de plasmar la Natividad, viene en parte motivada por importantes preocupaciones teológicas. La versión bizantina refleja la opinión de los que creían que la Virgen habría parido con dolor como cualquier otra mujer, por lo que muestra a María recostada, contemplado al Niño y agotada por el esfuerzo.
Las imágenes occidentales, en cambio, reflejan la creencia de que María había tenido la prerrogativa de parir sin ningún sufrimiento. Esta última opción es la que se acabó imponiendo, influida poderosamente por las visiones de Santa Brígida: la Virgen, que no ha sufrido por el parto, se haya de rodillas con las manos unidas y adorando al Niño, que se encuentra desnudo e iluminado.

La Virgen no tuvo mudado el color durante el parto, ni sintió dolencia alguna, ni le faltó nada la fuerza corporal, según suele acontecer con las demás mujeres, sino que permaneció como embriagada de amor; y en este deliciosísimo arrobamiento quedó, sin darse cuenta, en el mismo estado de conformación de su cuerpo, en que se hallaba antes de llevar en su purísimo seno al Hijo que acababa de nacer. Levantóse en seguida la Virgen, llevando en sus brazos al Niño, y ambos, esto es, ella y José, lo pusieron en el pesebre, e hincados de rodillas, lo adoraban con inmensa alegría y gozo.

Santa Brígida ya anciana, en 1372 viajó a Tierra Santa y a su llegada a Belén tuvo la visión del Nacimiento de Jesús, que se incluye posteriormente en las Revelaciones. Santa Brígida narra así los sucesos que rodearon el Nacimiento de Cristo: 
Estaba yo en Belén, dice la Santa, junto al pesebre del Señor, y vi una Virgen encinta muy hermosa, vestida con un manto blanco y una túnica delgada, que estaba ya próxima a dar a luz. Había allí con ella un anciano, y los dos tenían un buey y un asno, los que después de entrar en la cueva, los ató al pesebre aquel anciano, y salió fuera y trajo a la Virgen una candela encendida, la fijó en la pared y se salió fuera para no estar presente al parto.
La Virgen se descalzó, se quitó el manto blanco con que estaba cubierta y el velo que en la cabeza llevaba, y los puso a su lado, quedándose solamente con la túnica puesta y los cabellos tendidos por la espalda, hermosos como el oro. Sacó en seguida dos paños de lino y otros dos de lana muy limpios y finos, que consigo llevaba para envolver al Niño que había de nacer, y sacó otros dos pañitos del lienzo para cubrirle y abrigarle la cabeza al mismo Niño, y todos los puso a su lado para valerse de ellos a su debido tiempo.
Hallábase todo preparado de este modo, cuando se arrodilló con gran reverencia la Virgen y se puso a orar con la espalda vuelta hacia el pesebre y la cara levantada al cielo hacia el oriente. Alzadas las manos y fijos los ojos en el cielo, hallábase como suspensa en éxtasis de contemplación y embriagada con la dulzura divina; y estando así la Virgen en oración, vi moverse al que yacía en su vientre, y en un abrir y cerrar los ojos dio a luz a su Hijo, del cual salía tan inefable luz y tanto esplendor, que no podía compararse con el sol, ni la luz aquella que había puesto el anciano daba claridad alguna, porque aquel esplendor divino ofuscaba completamente el esplendor material de toda otra luz.
Al punto vi a aquel glorioso Niño que estaba en la tierra, desnudo y muy resplandeciente, cuyas carnes estaban limpísimas y sin la menor suciedad e inmundicia. Oí también entonces los cánticos de los ángeles de admirable suavidad y de gran dulzura.
Sta. Brígida de Suecia
  • (1302-1373)
  • Madre, viuda, fundadora de la Orden del Santísimo Salvador
  • Mística, Patrona de Suecia
  • Proclamada por Juan Pablo II:  Patrona de Europa
  • Fiesta: 23 de Julio

Martirologio Romano: Santa Brígida, religiosa, nacida en Suecia, que contrajo matrimonio con el noble Ulfo, del que tuvo ocho hijos, a los cuales educó piadosamente, consiguiendo al mismo tiempo con sus consejos y con su ejemplo que su esposo llevase una vida de piedad. Muerto éste, peregrinó a muchos santuarios y dejó varios escritos, en los que habla de la necesidad de reforma tanto de la cabeza como de los miembros de la Iglesia. Puestos los fundamentos de la Orden del Santísimo Salvador, en Roma pasó de este mundo al cielo (1373).

La Pasión: centro de su vida

Desde niña Brígida tuvo visiones. Una vez vio a la virgen María colocarle una corona en su cabeza. En otra ocasión vio ante ella a Jesucristo torturado y muerto en la cruz. Estos dos dilemas, la profunda devoción a María y las meditaciones sobre el sufrimiento de Cristo, marcarían toda la vida de Brígida.
Cuando Brígida tenía unos 10 años murió su madre. Su padre se consideró incapaz para darle una educación como la que merecía una niña de su condición social, por lo que la envió a casa de su cuñada Catarina Bengtsdotter en Aspanäs, junto al lago Sommen, en Östergötland.

Algunos años después, cuando Brígida tenía alrededor de 13 años, fue dada en matrimonio, contra su voluntad, a Ulf Gudmarsson. Fue madre de ocho hijos, entre ellos, santa Catalina de Suecia.

La devoción de Brígida influyó también en su marido. Entre otros viajes, los esposos realizaron peregrinaciones a Nídaros (actual Trondheim) y a Santiago de Compostela. En el camino a España, en la ciudad francesa de Arras, Ulf cayó enfermó. Cuando se temía lo peor, el santo francés San Dionisio se apareció ante Brígida y le prometió que su marido no moriría en esa ocasión.


Los restos de Santa Brígida, Vadstena, Suecia

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