sábado, 31 de mayo de 2014

Sala Rubens del Museo del Louvre (París) - María de Médici


Este conjunto estuvo expuesto en la gran galería del Museo del Louvre desde 1815. Luego, en 1900 se lo colocó en otra sala que tampoco correspondía al estilo de la galería original, estrecha, alargada, con techo bajo e iluminada por ventanas laterales, es decir una galería a la francesa.
Cuando se amplió el museo del Louvre en 1993, se construyó esta sala (ver foto) especialmente para esta colección, respetando más las condiciones originales, en términos de luz y espacio, en un estilo moderno.


En 1622, la reina de Francia María de Medicis encarga a Rubens una sucesión de veinticuatro cuadros para decorar la galería oeste de su Palacio del Luxemburgo que ella había mandado construir.
Estos cuadros representan, en orden cronológico, las fechas claves de la vida de la reina y fueron pintados de la mano del maestro, entre 1622 y 1625.
Estaba previsto que la galería este del palacio fuese decorado por otros tantos cuadros dedicados a las batallas y los triunfos del rey asesinado Enrique IV. Sin embargo Rubens sólo empezó los dos primeros cuadros, que se conservan en Florencia.


«La educación de María de Médici»
Aquí podemos identificar a la Diosa Minerva y Apolo enseñando la lectura y la música respectivamente. De forma escorzada, se representa a Mercurio que le muestra su elocuencia. Bajo él, vemos a las Tres Gracias que le ofrecen su belleza a María, ataviada con la vestimenta adecuada para una mujer de su nivel nobiliario.
En la franja inferior aparece un instrumento musical, una paleta con pinceles y un escudo caído, representando que la reina debía ayudar al florecimiento de las artes y la cultura, dejando a un lado las guerras.
Por último, todas las figuras parecen estar bañadas por un tono dorado, creando el contraste de iluminación exacto para acentuar el brillo de algunos colores como los rojizos.
En esta tela se representa un tema histórico. María de Médicis, que había sido la reina de Francia como consorte de Enrique IV, era al tiempo de la ejecución de los cuadros la reina madre y regente, dado que el rey Luis XIII había ascendido al trono a los nueve años (en 1610). El encargo fue realizado por la propia María, con la finalidad de reforzar su soberanía y legitimidad en unos tiempos en que su hijo Luis XIII entraba en conflicto con su madre. El programa de toda la serie fue ideado por el abad de Saint-Ambroise, pero igualmente contribuyeron con sus propuestas la reina, el cardenal Richelieu y el propio pintor.
Rubens dibujó los esbozos en París, pero la ejecución material fue llevada a cabo con ayuda de colaboradores en Amberes. Mientras que los cuadros de la serie se conservan en el Louvre, los esbozos están en la Alte Pinakothek de Múnich.
«Desembarco de María de Medici en Marsella»
En este cuadro se representa un hecho histórico ocurrido el 3 de noviembre de 1600: María de Médicis llega a Marsella. Alegorías de Francia y de la ciudad la cumplimentan. Por encima, la sobrevuela la Fama. La composición es descentrada, con un dinamismo típicamente barroco. Junto a los personajes históricos o reales del plano superior coexisten los personajes mitológicos en el mar: monstruos marinos, sirenas, ninfas, en los que abundan los opulentos desnudos y los colores cálidos típicos de la escuela veneciana. Son Neptuno y las nereidas, que han acompañado al barco para asegurar una travesía sin incidentes. De esta manera elimina las fronteras entre lo histórico, lo terrenal y las fuerzas eternas.
Enrique IV recibe el retrato de la reina.
Esta escena es la cuarta del ciclo y en ella Rubens imagina un primer encuentro entre los futuros esposos a través del arte. Enrique IV recibe el retrato de su prometida de manos de Himeneo, dios del matrimonio, en la izquierda, y Cupido, dios del amor, en la derecha. Galia, la personificación de Francia, ataviada con un casco emplumado y un vestido adornado con flores de lis, aconseja adecuadamente al monarca mientras que en la zona superior de la composición se halla la pareja olímpica, Júpiter y Juno, acompañados cada uno por sus símbolos: el águila con los rayos del dios y el carro y los pavos reales de la diosa. La presencia de los dioses es una referencia a los "alter ego" divinos de Enrique y María, simbolizando la armonía conyugal.
«Marie de Medicis como Belona» (reina triunfante)
X El encuentro del rey y de la reina.
XI El Nacimiento de Luis XIII.
XII Los preparativos del rey para la guerra de Alemania.
XIII El coronamiento de la reina en Saint-Denis.
XIV El rey llevado al cielo y la regencia de la reina

XVI La toma de la ciudad de Jülich (1 de setiembre de 1610).
Intercambio de novias
El 9 de noviembre de 1615, Ana cruzaba el puente sobre el Bidasoa, frontera natural entre España y Francia. En sentido contrario se dirigía su cuñada, Isabel de Francia. Esta se había casado por poderes en Burdeos con el futuro Felipe IV, hermano de Ana. Ana había contraído nupcias por el mismo sistema en Madrid con Luis XIII, rey de Francia.
La doble boda había sido concertada por la reina madre María de Médicis con el objetivo de alcanzar la paz entre los dos países. Felipe III había aceptado pero no tuvo reparo en mostrar en público la tristeza que le produjo la separación de su hija mayor.
Matrimonio desdichado
Ana de Austria y Luis XIII se desposaron el 25 de noviembre de 1615 en la catedral de Burdeos. Convertidos en marido y mujer, María de Médicis se encargó de amargar a la joven pareja. La reina madre no quería que Ana tuviera ningún poder en la corte ni que menguara la gran influencia que ejercía sobre su hijo. Así que María, ayudada por el cardenal Richelieu, se dispuso a separar a la pareja y limitó sus encuentros a la necesaria unión para conseguir un heredero.
XVII El intercambio de las princesas de Francia y España (6 de noviembre de 1615).
El 20 de enero de 1666, de madrugada, moría Ana de Austria. Un cáncer de mama, uno de los primeros certificados en la historia, dio a la madre del Rey Sol una de las muertes más terribles, ver como su cuerpo se descomponía estando ella aún viva. Pero Ana mantuvo la serenidad y la paciencia que caracterizaron toda su vida. Aceptó su destino con resignación y gran entereza. Desaparecía una de las reinas más importantes de Francia.
Ana de Austria era la mayor de los ocho hijos que tuvieron Felipe III de España y su esposa la reina Margarita de Austria. Nacida el 22 de septiembre de 1601 en Valladolid, Ana tuvo una infancia feliz. A pesar de que su madre murió cuando ella tenía 10 años, tras el nacimiento de su octavo hijo, la infanta recibió siempre el cariño y amor de toda su familia. En especial de su padre. Felipe III, que fue sin duda un rey mediocre pero un marido enamorado y un padre amantísimo, (...), dedicó entonces a sus hijos, y principalmente a Ana, grandes demostraciones de afecto
Una vez en la corte de Francia, Ana recordaría aquel afecto familiar y se lo inculcaría a sus propios hijos, chocando totalmente con la fría y distante María de Médici, su suegra, quien educó a sus hijos en la más estricta etiqueta y siempre poniendo por encima de todo la razón de estado.


XXI El tratado de Angulema (30 de abril de 1619).
XXII La paz concertada en Angers 510 de agosto de 1620).
XXIII La reconciliación de la reina con su hijo Luis XIII
después de la muerte del duque de Luynes (15 de diciembre de 1621).
María de Médici (Florencia, Italia; 26 de abril de 1575 - Colonia, 3 de julio de 1642) fue reina de Francia como la segunda esposa del rey Enrique IV de Francia de 1600 a 1610. María fue la sexta hija de Francisco I de Médici (1541–1587), Gran duque de Toscana, y de Juana de Habsburgo-Jagellón (1547–1578), archiduquesa de Austria. Ella era miembro de la rica y poderosa Casa de Medici.
Bailarina de ballet, coleccionista, su mecenazgo contribuyó a desarrollar las artes en Francia. Cercana a los artistas de su Florencia natal, fue educada por Jacobo Ligozzi. 
«El Triunfo de la Verdad» (1622–1625) 394 x 160 cm. Louvre. María de Médici
Es una alegoría del Rey Louis XIII y la Reina flotando en el cielo en la parte superior. En la inferior Rubens nos muestra al Tiempo y la Verdad haciendo referencia a la revindicación de la Reina siendo otra ves admitida en el consejo del estado.
Reina de Francia
Su matrimonio con Enrique IV de Francia fue debido, principalmente, a las preocupaciones dinásticas y financieras del rey de Francia. Los Médici, banqueros acreedores del rey de Francia, prometieron una dote de 600.000 escudos de oro, lo que hizo que María de Médici fuera apodada como la “Gran banquera”.
Su llegada a Francia desde Marsella, tras su matrimonio por poderes en Florencia antes de llevarse a cabo su confirmación en Lyon, tuvo gran repercusión. Dos mil personas formaban su cortejo. Antoinette de Pons, marquesa de Guercheville y dama de honor de la futura reina, fue la encargada de recogerla en Marsella. Después de desembarcar, María de Médici se reunió con su esposo en Lyon, donde pasaron la noche de bodas.

Nupcias de María de Médici con Enrique IV de Francia (1600, Jacopo Chimenti).
María de Médici quedó embarazada en seguida, y el 27 de septiembre de 1601 nació el primer hijo, el delfín Luis, causando gran alegría tanto al rey como a todo el reino, ya que desde hacía cuarenta años se esperaba el nacimiento de un Delfín. María de Médici continuó con su papel de esposa y le dio a su marido varios hijos.
María de Médici no se entendía con Enrique IV. Sumamente celosa, no soportaba las aventuras femeninas de su marido, ni sus desaires; él la obligaba a relacionarse con sus amantes y además le escatimaba el dinero que necesitaba para cubrir todas las necesidades que su condición real le exigía. Las discusiones entre ambos eran frecuentes, seguidas por una relativa tranquilidad. María de Médici quería hacerse coronar oficialmente como Reina de Francia, pero Enrique IV, por diversas razonas políticas, iba posponiendo la ceremonia. Fue necesario esperar al 13 de mayo de 1610, fecha en la que se esperaba una larga ausencia del rey —Enrique partió para conducir una “visita armada” a fin de solucionar un problema político entre los príncipes del Sacro Imperio, y el caso de Cléveris y Juliers—, para que la reina fuera coronada en Saint-Denis e hiciera su entrada oficial en París. Al día siguiente el rey fue asesinado.

La regente
Tras la muerte de Enrique IV el 14 de mayo de 1610, María de Médici asumió la regencia en nombre de su hijo Luis XIII que aún no tenía 9 años, demasiado joven para poder reinar. La posición insegura de su regencia ante la nobleza del reino y sus vecinos europeos la obligó a romper con la política de Enrique IV. Destituyó a los consejeros del rey, pero no consiguió hacerse obedecer por los Grandes. Para recuperar el poderío de Francia, no encontró mejor solución que pactar la paz con España. En 1615 este acercamiento se concretó por medio de un matrimonio franco-español. Su hija Isabel se casó con Felipe IV de España, y su hijo se casó con Ana de Habsburgo, infanta de España.

María de Médici, hacia 1595.
La política de la reina provocó, no obstante, un gran descontento. Por una parte, los protestantes vieron con inquietud ese acercamiento de María con Su Majestad Católica el rey de España, Felipe III; por otra, María de Médici intentaba reforzar el poder de la monarquía con el apoyo de personas como Concino Concini, esposo de su hermana de leche y dama de compañía Leonora Dori, que no era apreciada por algunos nobles franceses. Éstos, llevados por la xenofobia, acusaban a los inmigrantes italianos que rodeaban a María de Médici de enriquecerse en perjuicio de la nobleza francesa. Aprovechándose de la debilitación causada por la regencia, los nobles de las grandes familias, con el príncipe Condé a la cabeza, se alzaron contra María de Médici para conseguir así unas compensaciones financieras.

Unos años más tarde, cuando María de Médici fue exiliada por su hijo, empezó a fraguarse la leyenda negra de María de Médici: se la acusó de haber procurado la riqueza y el poder de sus favoritos italianos, del despilfarro financiero causado por los derroches de la reina y su entorno, de la torpeza y la corrupción de su política que se había incrementado durante el gobierno de María de Médici. Por otro lado, la reina y su hijo no tenían buenas relaciones. Sintiéndose humillado por la conducta de su madre, Luis XIII organizó en 1617 un golpe de Estado en el que fue asesinado Concino Concini. Al tomar el poder, exilió a su madre en el Castillo de Blois.
En 1619, la reina se escapó de su prisión y provocó una sublevación contra su hijo el rey.

Retrato de María de Médici. Frans Pourbus el Joven, Museo del Louvre, París.
Finalmente, María decidió retirarse de la corte. El rey, sabiendo lo intrigante que podía llegar a ser, la envió al castillo de Compiègne, desde donde trató de huir a Bruselas en 1631, donde pensaba encontrar ayuda para su causa. Refugiada con los enemigos de Francia, María fue privada de su condición de reina de Francia y, por consiguiente, de sus pensiones.
El fin de María de Médici fue patético. Durante años vivió al amparo de las cortes europeas en Alemania, después en Inglaterra, intentando crear enemigos contra el cardenal y sin poder regresar nunca a Francia. Refugiada en la casa natal de Rubens, murió en 1642, unos meses antes que Richelieu.

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