domingo, 26 de enero de 2020

22 de enero 2020, el Museo Universidad de Navarra cumple cinco años - Markus Rothkovitz - Los murales Seagram

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  • Pamplona: el arte estalla en el campus (III) - Antoni Tàpies - Jorge de Oteiza Enbil - Pablo Palazuelo - José Ortiz Echagüe, pincha aqui
José Ortiz Echagüe. Un notario de la tradición (Universidad de Navarra)
(Guadalajara, 2 de agosto de 1886-Madrid, 7 de septiembre de 1980) fue un ingeniero militar, piloto y fotógrafo español. Su hermano, Antonio Ortiz Echagüe, fue pintor.







Ha organizado una semana de puertas abiertas para toda la ciudad de Pamplona.
Desde el martes 21 al domingo 26, todos los visitantes podrán conocer la colección y las exposiciones de forma gratuita y recibirán un pequeño obsequio. Además, se han programado visitas guiadas gratuitas.

Actualmente, junto a la colección de María Josefa Huarte y el espacio José Ortiz Echagüe, que acaba de renovarse, pueden visitarse Memoria paralela, del escultor y videoartista japonés Hiraki Sawa; y la muestra de fotografía del siglo XIX de Jane Clifford El Tesoro del Delfín.

Museo Universidad de Navarra es el museo de arte contemporáneo de la Universidad de Navarra. El edificio, ubicado en el campus de Pamplona y diseñado por el arquitecto navarro Rafael Moneo, fue inaugurado el 22 de enero de 2015 por los reyes Felipe VI de España y la Reina Letizia Ortiz.
La donación de la colección de María Josefa Huarte Beaumont​ en 2008 impulsó la creación del Museo Universidad de Navarra. La colección de María Josefa, hija del empresario y político navarro Félix Huarte Goñi, incluye 49 pinturas y esculturas de artistas como Pablo Picasso, Wassily Kandinsky, Eduardo Chillida, Antoni Tàpies, Mark Rothko, Pablo Palazuelo y Jorge de Oteiza.
En su exposición, Sawa establece paralelismos con el binomio memoria y olvido, explorando los recuerdos rescatados de la amnesia colectiva imperante en nuestro tiempo.  Por su parte, la muestra que alberga la sala Torre reúne 58 fotografías de las obras que componen El Tesoro del Delfín, una colección de objetos de cristal de roca y piedras preciosas conservada en el Museo del Prado. La autoría de este conjunto documental se atribuye a la fotógrafa británica Jane Clifford y se trata probablemente del primer proyecto de estas características llevado a cabo por una mujer en España.

Desde que abriera sus puertas hace cinco años, inaugurado por los reyes Felipe y Letizia, el museo ha inaugurado 32 exposiciones, además de realizar coproducciones y préstamos a distintos museos e instituciones, y se han representado 173 espectáculos de artes escénicas y música en su teatro y en las salas expositivas.

Mark Rothko, fue junto a Pollock el máximo representante de la abstracción americana. Con su pintura quiso conseguir una ambiciosa utopía: expresar las más básicas emociones universales. Y para muchos lo consiguió.

Antoni Tàpies i Puig, I marqués de Tàpies1​ (Barcelona, 13 de diciembre de 1923 - ibídem, 6 de febrero de 2012),2​ fue un pintor, escultor y teórico del arte español. Uno de los principales exponentes a nivel mundial del informalismo, está considerado como uno de los más destacados artistas españoles del siglo XX. La obra del artista catalán goza de un centro de estudio y conservación en la Fundación Antoni Tàpies de Barcelona.
De formación autodidacta, Tàpies creó un estilo propio dentro del arte de vanguardia del siglo XX, en el que se combinaban la tradición y la innovación dentro de un estilo abstracto pero lleno de simbolismo, dando gran relevancia al sustrato material de la obra. Cabe destacar el marcado sentido espiritual dado por el artista a su obra, donde el soporte material trasciende su estado para significar un profundo análisis de la condición humana.
La obra de Tàpies ha tenido una gran valoración a nivel tanto nacional como internacional, estando expuesta en los más prestigiosos museos del mundo. 
La emblemática pintura de Antoni Tàpies (Barcelona, 1923-2012) 'L’esperit català' (El espíritu catalán) La obra fue donada por la coleccionista navarra María Josefa Huarte a la Universidad de Navarra
Tras unos inicios surrealistas, a partir de 1954, Tàpies desarrolló su obra con las claves formales del lenguaje informalista y determinada conceptualmente por la filosofía existencialista y el budismo zen. La incorporación de grafismos gestuales, signos de naturaleza diversa y objetos comunes, y la realización, después, de obras tridimensionales enriquecieron su trabajo acercándola al arte povera y las instalaciones. L’esperit català fue realizada a comienzos de la siguiente década. Es un periodo en el que la obra de Tàpies se convierte en expresión del poder reivindicativo del arte y manifiesta su compromiso político, su lucha por la libertad de expresión y su oposición al régimen franquista. Estas convicciones se plasman en esta obra de grandes dimensiones a través de la representación sígnica de las cuatro barras rojas de la bandera catalana sobre un denso fondo amarillo cubierto de elementos caligráficos. Palabras y signos se distribuyen por toda la superficie del cuadro, además de manchas rojas que se asemejan a huellas digitales y que actúan como testimonio de una colectividad anónima. La obra, con toda su carga reivindicativa, evoca el poder expresivo de un muro pintado con grafiti, la espontaneidad de una pancarta y la voluntad de un manifiesto.
Markus Rothkovitz nació en Rusia. De familia evidentemente judía, emigró a Oregón en 1910, probablemente huyendo del antisemitismo por el que tantos cerebros escaparon. Estudió arte en los años 20, pero se consideraba un autodidacta. Cultivó antes de la Segunda Gran Guerra la figuración expresionista y se empapó del espíritu de las vanguardias que veía en las exposiciones organizadas por el MoMA. Tras la guerra empezó a investigar el color field painting (pintura de campos de color) abandonando poco a poco toda referencia figurativa y en los 50, con el expresionismoabstracto ya establecido, inició la personal abstracción que definiría desde entonces su pintura. Los cuadros de Mark Rothko, enormes, muestran amplios campos de color rectangulares con unos límites indefinidos entre ellos. Son colores borrosos, que flotan suspendidos en el lienzo, estimulando unas sensaciones místicas bastante interesantes. A partir de ahí, Mark Rothko se convertiría en una institución del arte americano. Protegido de Peggy Guggenheim, sus éxitos serán notables. Pero a finales de los 60, en medio de una crisis depresiva, y tras pintar su serie de obras con acrílico negro, se acabaría suicidando.
Expresionismo Abstracto 1943–1965

El expresionismo abstracto fue ese movimiento pictórico dentro de la abstracción posterior a la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. Tras estos terribles acontecimientos siguió un periodo de lógica incertidumbre y de cuestionamiento de la moral humana.
Esto da como resultado la proliferación de obras de arte que incluían formas de creación desgarradas en las que quedaba a un lado el goce estético tal y como se entendía hasta entonces. Un desencanto por lo colectivo dio como resultado obras muy personales.
Se considera el primer movimiento genuinamente estadounidense y se dice por ello que incluso fue directamente financiado por la CIA en el contexto de la Guerra Fría. Estados Unidos (Nueva York en realidad) había sustituido a París como capital artística y los expresionistas abstractos cogieron el testigo de la vanguardia. El país, líder ahora del mundo libre, necesitaba un arte propio que liderara el arte occidental. Y qué mejor que un arte individual cuya principal característica es la libertad.
Los expresionistas abstractos fueron unos tipos  fascinados por la soledad y el proceso. Individualistas, decidieron mostrar el carácter expresivo del arte investigando en búsquedas personales, más que colectivas. El artista desalentado por su contexto político y social se refugia ahora en su interior y abandona toda referencia externa. Se valora por tanto el gesto, una especie de huella dactilar del artista, porque es algo único de cada uno.
Se potencia también la materialidad del cuadro y convierten el proceso artístico casi en un rito religioso, siendo la pintura la prueba documental del mismo. La improvisación formaba parte de este trance casi místico, en el que el artista entraba en contacto directo con sí mismo. Este automatismo podría derivar del surrealismo, que aún estaba vivo en esos años.  
Año 2007: la casa de subastas de Sotheby’s vende este Rothko en Nueva York por 72,84 millones de dólares, alcanzando en su momento el récord como la pintura más cara jamás vendida.
«Centro Blanco» había sido de Rockefeller (la había comprado por 8500 dólares), pero un nuevo y anónimo comprador se hizo con esta carísima obra para consumo privado. Mark Rothko es considerado junto a Pollock uno de los grandes artistas del expresionismo abstracto. Pero a diferencia de éste, Rothko no llenaba el lienzo de violentas manchas y pinceladas gestuales. El artista quería transmitir precisamente lo contrario. Quería lo espiritual. Sus enormes lienzos (imprescindible verlos en persona) están formados por grandes campos de color que absorben al espectador hacia ellos. Lo meten dentro. Las manchas de Rothko flotan sobre un fondo de color puro, sin huellas de pinceladas, ni marca alguna del autor y esto provoca en nosotros el ambicioso objetivo de Rothko: expresar las más básicas emociones universales. Un pintor excesivamente sensible que acabaría suicidándose agobiado, justo después de pintar una serie de cuadros parecidos a este «Centro Blanco», pero con acrílico negro.
Título original: White Center  Colección particular - Técnica: Óleo (214.5 x 174 cm.) -  Escrito por: Fulwood Lampkin

Esta es una de mis obras favoritas de Rothko, que muestra la relación entre los colores fríos y cálidos y es una de las pinturas más representativas y exitosas de su período más interesante, en mi opinión, con un estilo caracterizado por finos campos de color de múltiples capas y su interacción entre ellos. De acuerdo con la Teoría de Push & Pull de Hans Hofmann, hay una combinación de colores que crea una tensión visual que abre una ventana para explorar el espacio dentro de la pintura. Los colores vivos crean una sensación de espacio. Una ilusión de profundidad y movimiento debido al color cálido que se aproxima y al frío azul que se escapa. Como es habitual en este tipo de trabajos, no hay ningún marco alrededor del lienzo, lo que significa que no hay límites y la posibilidad de que los colores se expandan aún más en nuestra mente, las líneas son imperfectas y la presencia del fondo hace que los colores principales floten sobre la imagen. Esto le da poder a los espacios de color y acerca el trabajo al espectador. Lo que esta pintura me transmite es un sentimiento de melancolía, pero también un estado de alivio porque los colores me envuelven como si entraran en otra dimensión. Me recuerda a un océano o tal vez un cielo bajo una puesta de sol ardiente donde desconectar de todo en un ambiente privado. Como él dijo, el punto principal de su trabajo es generar espacios donde el espectador pueda sentir y construir su propia visión. Dramas donde nos convertimos en los personajes principales de la obra. Para Rothko, la relación entre el trabajo y el espectador era muy importante y quería que nos sumergiéramos en esa gran cantidad de espacio y color, donde nos convertimos en una parte esencial de la obra de arte y la activamos. De esta manera, la pintura está viva y puede incluso respirar sin una explicación objetiva. Este trabajo invita a pensar por un momento, hacer una búsqueda introspectiva y dejar que los colores creen estados emocionales.
Técnica: Óleo (288.9 × 171.5 cm.) Colección particular - Escrito por: Guillermo López Mao
Título original: Untitled (Black on Grey) Museo: National Gallery, Washington D.C. (Estados Unidos)  Técnica: Acrílico (203.3 × 175.5 cm.) Escrito por: Fulwood Lampkin
Un rectángulo negro y un rectángulo gris. Y muchas capas de cada color, tantas que los matices se multiplican como ecos en una cueva. Un cuadro lleno de pintura, aunque el vacío sigue ahí, llenándolo todo. Sombras y luces que crean un paisaje -interior en este caso-, una representación pictórica de la desolación con esa línea de horizonte deslizándose de un borde a otro de la pintura, esa separación que transmite una oscura tensión, una sensación de belleza mórbida, como una hermosa marcha fúnebre. Y no por casualidad… Rothko se estaba muriendo por dentro. Unos días más tarde se acabaría suicidando a primeras horas de la mañana del 25 de febrero de 1970. Llevaba años arrastrando una horrible depresión, a parte de esa aneurisma de aorta, que lo había dejado casi inválido, y por supuesto el abandono de su mujer Mell y un voluntario aislamiento de todo el mundo, amigos más que nadie. Pese a todo siguió pintando. Sin importar que su arte pasara de moda y fuera olvidado por los arrogantes y frívolos pintores pop que escupían sobre su misticismo y seriedad. Nunca había tenido un gran aprecio por la fama, que tuvo que sufrir. Fue uno de esos pobres famosos que pagaron un precio muy alto por su inmortalidad. Pero siguió pintando porque aún sin ganas de vivir, nunca perdió las ganas de crear.
En el borde de un abismo llamado Mark Rothko

Christopher Rothko, hijo del artista y responsable de su legado, ante uno de los murales expuestos en la Tate. (Foto: AP)
Los murales Seagram y otras series de Mark Rothko
Juan Diego Caballero
26/02/2009
En los primeros meses de 1958, bajo la dirección de Mies van der Rohe (con la colaboración del arquitecto norteamericano Philip Johnson) se concluye la construcción del famoso rascacielos Seagram Building de Nueva York. El edificio fue concebido para servir como sede central de la corporación Seagram, una importante compañía de destilación de bebidas alcohólicas. Poco después de su finalización se decidió que en él debería haber un restaurante de alto nivel, que atrajese una clientela elegante y distinguida. Y fue entonces, a fines del mes de junio del citado año, cuando el pintor Mark Rothko recibió un encargo ciertamente peculiar: encargarse de la decoración del 'Four Seasons Restaurant', para la cual suscribió un contrato en el que se comprometía a realizar una serie de pinturas que alcanzaría los cincuenta metros cuadrados y por la cual habría de recibir una sustanciosa cantidad, cobrando a cuenta un anticipo.
Sabemos de sobra del difícil carácter de Rothko y de sus tendencias depresivas. Pero el caso es que en esta ocasión pareció aceptar de buen grado la oferta y se puso de manera inmediata a trabajar en los cuadros. Sin embargo, tan solo un año después, el pintor declararía que con ellos pretendía ‘pintar algo que quitase el apetito a cualquier hijo de puta que comiese en ese salón’.

Pero regresemos al curso de los acontecimientos: una vez recibido el encargo, Rothko se puso a trabajar en él con un ímpetu inusitado. Para comenzar, y frente al modelo de cuadro aislado que hasta entonces había realizado, ahora diseñó toda una serie, inicialmente formada por siete cuadros, en la que pretendía establecer relaciones evidentes entre los distintos elementos. Por otra parte, en un artista que ya comenzaba a mostrar una clara preferencia por los colores muy oscuros, en esta ocasión se decantó por una gama de tonos más cálidos. Sin embargo, poco después acabó optando por una paleta más oscura en la que abundaban los rojos y granates; eso sí, acompañados por diversas tonalidades de marrón y de negro. El artista buscó además adaptar sus obras al espacio disponible y, a tal efecto, realizó numerosos bocetos. Siendo como ya era un pintor completamente decantado por el abstracto y que empleaba de manera netamente predominante en sus composiciones el conocido tema de los campos de color horizontales, en este caso no dudó en cambiar tal tendencia. Ahora, sobre el color de fondo, vamos a encontrarnos campos de color dispuestos en vertical, vacíos enormes que evocan puertas y cristaleras opacas; columnas y pilares que dan paso a profundos abismos. El propio artista consideraba a los murales Seagram adecuados para crear un espacio cercano a lo claustrofóbico, que propiciase una profunda contemplación de sus pinturas. En ese sentido, hacía mención a la atmósfera creada por Miguel Ángel en la Biblioteca Laurenziana de Florencia, comentando que en esa obra el artista renacentista ‘consigue exactamente lo que yo estoy buscando, ya que logra que el espectador se sienta en un espacio en el no hay ni puertas ni ventanas’.
Rothko estuvo prácticamente un año completo trabajando en esta inmensa serie que acabó estando compuesta por más de treinta obras (pese a que sólo siete de ellas hubiesen cabido en el restaurante)y para ello reprodujo en papel, en su estudio, las dimensiones del restaurante en la que el conjunto habría de ser instalado. Pero en junio de 1959 el artista decidió interrumpir durante un tiempo su trabajo y efectuar un viaje por Europa, en el transcurso del cual visitó Italia, Bélgica, Holanda, Francia e Inglaterra. A su regreso, resolvió cenar una noche en el ‘Four Seasons’. Es evidente que no debió gustarle lo que allí pudo observar, con una clientela en la que a buen seguro abundaban los nuevos ricos. Cuentan que allí mismo tomó la irreversible decisión de que jamás un cuadro suyo serviría de decoración a un lugar como aquel.
Fue de ese modo como el conjunto de obras que Mark Rothko concibió como un todo acabó disperso por el mundo: nueve de aquellos cuadros fueron donados por el artista a la Tate Gallery de Londres, que creó con ellos la ‘Sala Mark Rothko’ (curiosamente, el pintor consideraba decadente el MOMA de Nueva York). Otra serie acabó instalada en el Kawamura Memorial Museum of Art de Sakura (Japón) y una tercera fue a parar a la Nacional Gallery de Washington.

Hiraki Sawa, artista japonés: "Gran parte de mi obra está relacionada con mi propia memoria y espero que estas películas disparen las de los espectadores y sus sensaciones"

Hiraki Sawa, fantasmagoría y dinamismo, pincha aqui

El artista japonés Hiraki Sawa junto a su obra Platter, en el Museo Universidad de Navarra FOTO: MANUEL CASTELLS
Sawa también ha subrayado que su trabajo está relacionado con los sentimientos vinculados a la memoria: “El arte no tiene que ver con dar información o conocimientos, sino con ofrecer una oportunidad de imaginar y llegar a nuestro propio conocimiento”.
Fuente: Leire Escalada

Fotograma de la película Memoria Paralela (2019,  10´)
El recorrido puede iniciarse con la pieza que da título a la exposición: Memoria paralela es una instalación presidida por una proyección de dos canales en la que Sawa reinterpreta esa disciplina escultórica en la que inicialmente se formó y aporta las claves para acceder al resto de su producción y a su tratamiento del funcionamiento de la memoria y de la amnesia, que antes había iniciado en Lineament y Did I?, filmes que también pueden contemplarse en el museo pamplonés. Fue justamente aquí donde el artista pudo conocer, de primera mano, el procedimiento citado del calotipo, relacionándolo con el concepto de imagen latente (solo visible al ser revelada) que ya formaba parte implícita de su obra. De este modo, Memoria paralela sugiere dos tipos de revelaciones fotográficas: la química, previsible, y la de aquello que aparece sin ser previamente conocido, convocado.
El escultor y videoartista Hiraki Sawa ha presentado este miércoles Memoria paralela, una muestra producida por el Museo Universidad de Navarra en la que reflexiona sobre la construcción de la memoria y su pérdida. “He dado este título a la exposición porque gran parte de mi obra está relacionada con la propia memoria”. En este sentido, ha expresado que espera que “estas películas disparen las de los espectadores y sus sensaciones”.

Y en la Sala 2 encontraremos cuatro películas monocanal: Dwelling, Elsewhere, Airliner y Eight minutes. La primera fue también el primer filme que realizó a partir de imágenes en movimiento, centrándose en un escenario doméstico (recurrente en su trabajo temprano), tan doméstico como las habitaciones de su apartamento en Londres. Aviones a escala realizan maniobras de vuelo por la mesa de la cocina o el edredón y amenazan los cotidianos cielos como una suerte de aves metálicas. Este proyecto lo realizó poco después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y esos mismos aviones en movimiento los vemos también en Airliner, vídeo con el que logró reconocimiento internacional.
El artista, desarrolla conceptos y temáticas en torno a la construcción de la realidad a través de la imagen fija y en movimiento, y entre los temas que le inspiran se encuentran las memorias familiares, el movimiento de objetos inanimados en entornos domésticos y la inserción de imágenes fantasmagóricas en paisajes naturales, entre otras.

ANE CLIFFORD. EL TESORO DEL DELFÍN - 23 OCT 2019 - 16 FEB 2020, pincha aqui

Jane Clifford (¿?-c.1885) fue una fotógrafa británica que trabajó en España entre los años cincuenta y sesenta del siglo XIX. Fue la primera mujer en formar parte de la Sociedad Francesa de Fotografía. Colaboró durante años en el estudio de su marido Charles Clifford, hasta heredarlo a la muerte de este, en enero de 1862. Meses después llevó a cabo el proyecto de documentación fotográfica de El Tesoro del Delfín, el primero de estas características emprendido por una mujer en España. Continuó durante los siguientes años a cargo del estudio, dando salida a su extenso archivo fotográfico y haciendo retratos.

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