domingo, 16 de mayo de 2021

AMÉRICA LATINA ENTRE LO REAL Y LO FANTÁSTICO - (II) Barroco Andino - Arquitectura mestiza - Iglesia de la Compañía, Arequipa.- Monasterio de Santa Catalina de Siena (Arequipa)

AMÉRICA LATINA ENTRE LO REAL Y LO FANTÁSTICO - El Virreinato del Perú - Barroco Andino - Arquitectura mestiza - Potosí - Centro histórico de Arequipa (La ciudad blanca) - La Catedral de Arequipa, pincha aqui

La Iglesia de la Compañía es una de las numerosas iglesias ubicadas en el Centro Histórico de Arequipa. Se encuentra ubicada entre el Portal de la Municipalidad y el Portal de Flores. Templo erigido por la Compañía de Jesús en la ciudad peruana de Arequipa, uno de los ejemplos más destacados de la llamada arquitectura mestiza.


Efectos del Terremoto de 1868

En el interior del templo se pueden apreciar retablos de madera tallada recubiertos con pan de oro. En la sacristía está la capilla de San Ignacio, con murales polícromos que muestran la flora y la fauna tropicales. Los claustros fueron edificados en el siglo XVIII.

La Iglesia de la Compañía enfrenta diagonalmente a la Plaza de Armas de Arequipa, y establece una continuidad espacial a través del atrio.

En opinión del historiador español Bernales Ballesteros, es en la portada de la Compañía de Arequipa donde nace el arte genuinamente mestizo, y donde culmina armónicamente el proceso de transculturización hispano-americana. El esquema general procede de la península, evidentemente, pero es nativa la forma de tallar la piedra, la sensibilidad un tanto plana del relieve y los motivos empleados en la decoración.

Consta de dos pisos o cuerpos. El piso inferior posee tres calles entre dobles columnas. La calle central se continúa en el piso superior, también entre dobles columnas, y remata en un frontispicio trilobulado. En la calle central del primer piso se encuentra la solemne puerta principal, de madera de cedro y adornada con grandes clavos de la época. Sobre la puerta, en el segundo piso hay una bella hornacina que sirve de ventana. 

Foto cortesía de Carlos O. Zeballos B.

El friso lleva un pámpano o sarmiento con rosetas geométricas y unos medallones. Los cuatro pares de columnas descansan sobre un pedestal de piedra corrido y con tallados geométricos; cada columna está decorada en su tercio inferior por molduras en zigzag, y culminan en capiteles corintios con columnas de acanto. Foto cortesía de Carlos O. Zeballos B.

Foto cortesía de Prof Elephant y Fabian f

Al contemplar la perspectiva general de la fachada, lo más sorprendente es la profusa decoración que ella nos ofrece. Todos los espacios han sido rellenados por diversos temas decorativos en bajo relieve, formando un frondoso tapiz que se desborda por los lados en bello contraste con el fondo liso del muro que le sirve de pantalla, se debe destacar la habilidad para entrelazar armónicamente elementos decorativos peninsulares, como las lacerías mudéjares, o motivos churriguerescos, como racimos de uvas, rosetas o granadas, ángeles y querubines, veneras compostelanas y mascarones renacentistas, con elementos incaicos y preincaicos que reproducen máscaras nazquenses, o ese curioso gato-tigre con cuerpo de miriápodo, propio de la mitología altiplánica.
 
Fachada lateral - Foto cortesía de Carlos O. Zeballos B.
Las columnas con capiteles corintios están decoradas en su parte inferior con molduras en zigzag, motivo que se repite en las columnas del primer piso de la fachada principal. Sobre los capiteles hay unos frisos que representan al León de San Marcos y al Toro de San Lucas
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Foto cortesía de Yoli Yoli.
El retablo del altar mayor es una magnífica composición del más puro estilo barroco churigueresco. Es obra del maestro entallador Juan de Salas, quien utilizó para su realización 447 piezas de cedro y roble, 21 alisos y algunos palos de sauce y lloque. Sobre la maravilla del tallado en madera hay una cobertura generosa de pan de oro, que a los rayos del sol emite destellos de fuego. El sagrario, de pura plata repujada, es obra del maestro cuzqueño Pedro Gutiérrez.

La antigua sacristía de la iglesia, hoy conocida como Capilla de San Ignacio, es una hermosa muestra del arte decoratorio arequipeño. Impresiona el extraordinario colorido de sus paredes y cúpula, cuya viveza e intensidad se mantiene a través de los siglos, con apenas ligeros retoques.

Fotos cortesía de Ojos de Agua.

La cúpula es de media naranja, con un tragaluz en la cúspide: Sobre la cornisa en la que se sustenta se pueden ver 8 imágenes de santos con sus respectivas reliquias.

En su interior cabe destacar el altar mayor, uno de los más bellos de Arequipa, que ostenta en la parte central una de las mejores pinturas, La Virgen con el niño, del pintor italiano Bernardo Bitti, que llegó al Perú en 1575.

Virgen con el Niño (1600-1603), Iglesia de la Compañía,  Arequipa.

Los claustros

Entre todos los claustros conventuales levantados en la Arequipa colonial sobresalen notablemente los de la Compañía, no sólo por su rica ornamentación, sino también por su grandiosidad y originalidad. “La frondosa decoración parece hablarnos de la imaginación inagotable de su autor y del deseo de no copiar nada de lo conocido. 


Un ejército de peones, entre negros, indios y españoles, trabajaba y modelaba el sillar acarreado desde las canteras de Chilina.

Fotos cortesía de Christian Osorio Rodríguez

La construcción de estos claustros se inició en 1677 bajo la dirección de Lorenzo de Pantigoso, alarife tan afamado que fue designado “Obrero Mayor para la reconstrucción de la ciudad”, después del terremoto de 1687, según ha investigado Alejandro Málaga Medina.


Foto cortesía de Yoli Yoli

Fuente: *El Profesor Carlos O. Zeballos Barrios es Doctor en educación y pionero de las publicaciones turísticas en Arequipa, con su obra Arequipa, la Única (1979). 

Monasterio de Santa Catalina de Siena (Arequipa)
O Convento de Santa Catalina, es un complejo turístico religioso ubicado en el centro histórico de Arequipa, departamento de Arequipa, Perú.


La ciudadela se ubicó al sur del Perú en la ciudad de Arequipa, fundada el 10 de septiembre de 1579 y ubicada en una zona que destaca por su belleza natural, clima acogedor y que dispone de un gran material con el cual se construye y se sigue haciendo la arquitectura de esta ciudad, el sillar. En el monasterio existen dos tipos, el sillar blanco, que proviene del volcán Chachani, y el rosado del Misti, este último emblema de la ciudad.


La ciudadela ocupa un terreno de 20.000 metros cuadrados y está absolutamente aislada de la ciudad, a pesar de que se ubica en el corazón de ésta. Un gran y sólido muro de 4 metros de altura aislaba la vida de las mujeres que habitaban el monasterio.


El virrey Francisco de Toledo otorga la licencia necesaria para la fundación del tan deseado monasterio que solicitaba la ciudadanía. Doña María de Guzmán, viuda de Diego Hernández de Mendoza, decide recluirse en el monasterio en construcción, cediendo para ello todos sus bienes. El 10 de septiembre de 1579 se realiza la memoria de la fundación del monasterio firmada por el Cabildo, regimiento de la ciudad y el obispado del Cusco, nombrando a María de Guzmán como la “Primera pobladora y priora de dicho Monasterio”. El 2 de octubre de 1580 se realiza una misa mayor en la ciudad para que desde ese día se tomaran los hábitos.


Las mujeres que ingresaron como monjas al monasterio fueron criollas, mestizas pertenecientes a familias adineradas. La historia cuenta del ingreso de las denominadas “monjas pobres” que sin tener dinero para pagar una dote, ingresaban a ejercitar sus virtudes. Se sabe que, a mediados del siglo XVIII, la ciudadela contaba con más de 300 mujeres de hábito y doncellas de servicio.


El encanto de esta ciudadela reside en la solidez y plasticidad de sus volúmenes, y la belleza que maestros de obras y alarifes lograron en la arquitectura de esos recintos mediante soluciones como los arbotantes o la construcción de recias arquerías asentadas sobre pilares.


En los interiores, las cúpulas y las cubiertas de bóveda amplían considerablemente el espacio y aumentan la sensación de fortaleza de los edificios. Se percibe así mismo, sobre todo en la zona de las callejas, la intervención de albañiles que, carentes de un diseño propiamente arquitectónico, fueron levantando muros, tejados, celdas, patios y portadas de sencillo planteamiento.

El actual edificio atesora espléndidas piezas de arte, como un altar barroco de madera tallada y dorada, de un cuerpo y tres calles, que exorna la capilla, y varias pinturas de la escuela cusqueña.

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