domingo, 29 de septiembre de 2013

Franz Xaver Winterhalter


(Menzenschwand, 20 de abril de 1805 - Fráncfort del Meno, 8 de julio de 1873) fue un pintor y litógrafo alemán especialmente conocido por sus retratos de la realeza realizados a mediados del siglo XIX. Entre sus obras más conocidas se cuentan La Emperatriz Eugenia rodeada de sus damas de compañía (1855) y los retratos hechos a la emperatriz Isabel de Austria, popularmente llamada Sissí (1864).

En París Winterhalter se convirtió pronto en pintor de moda. Fue nombrado pintor de la corte del rey Luis Felipe de Francia, que le encargó pintar retratos de los miembros de su gran familia. Winterhalter realizaría más de treinta encargos para él. Su éxito también le permitió ganarse la reputación de especialista en retratos dinásticos y aristocráticos, hábil combinando el retrato y la lisonja e intensificando la ostentación oficial con la moda moderna.

Sin embargo, la reputación de Winterhalter en los círculos artísticos sufrió las consecuencias de este giro en su carrera. Los críticos, que habían elogiado su debut en el salón artístico de 1836, lo rechazaron y consideraron que no se le podía tomar en serio. Esta actitud de la crítica continuó a lo largo de la carrera de Winterhalter, condenando su obra a una categoría propia en la jerarquía de la pintura. El propio Winterhalter consideraba sus primeros encargos reales un interludio antes de regresar a la pintura artísticamente respetable desde un punto de vista académico, pero fue víctima de su propio éxito y, durante el resto de su vida, trabajaría casi exclusivamente como pintor de retratos. No sólo se hizo especialmente popular en este ámbito, sino que además se enriqueció. Winterhalter se convirtió en una celebridad internacional que disfrutaba del mecenazgo de la realeza.

Entre sus muchos clientes reales también se encontraba la reina Victoria. Winterhalter visitó por primera vez Inglaterra en 1842, y regresó varias veces para pintar a Victoria, su esposo el príncipe consorte Alberto y su numerosa familia, efectuando al menos unos 120 retratos para ellos, gran número de los cuales todavía se conservan en la colección real inglesa y se muestran al público en el Palacio de Buckingham y otros edificios. Aparte de los monarcas ingleses, Winterhalter también pintó unos cuantos retratos para la aristocracia de Inglaterra, en su mayor parte nobles de la corte. La caída del rey Luis Felipe de Francia en la revolución de 1848 no afectó a la reputación del pintor. Winterhalter viajó a Suiza y continuó realizando encargos para Bélgica e Inglaterra.

Winterhalter fue testigo de las caídas de unas dinastías y el ascenso de otras pero, gracias a su constancia, ello no le afectó profesionalmente. París se convirtió en su hogar hasta dos años antes de su muerte. Tras la caída de la monarquía francesa, el cese de encargos de retratos le permitió dedicarse de nuevo a la pintura de cuadros artísticos como “Florinda” (1852) (Museo Metropolitano de Arte, Nueva York), una gozosa celebración de la belleza femenina inspirada por la leyenda española de la relación entre la hija del conde Don Julián y Rodrigo, el último rey visigodo. El mismo año realizó una propuesta de matrimonio pero fue rechazado, por lo que Winterhalter continuó siendo un solterón dedicado a su trabajo.

“Florinda”

Su popularidad aumentó después del ascenso al poder en Francia de Napoleón III. Durante el Segundo Imperio francés se convirtió en el retratista principal de la corte y de la familia imperial. La hermosa emperatriz Eugenia llegó a ser una de sus modelos favoritas y ella le trató con generosidad. En 1856 Winterhalter pintó la que sería su obra maestra: “La Emperatriz Eugenia rodeada de sus damas de compañía”, en la que aparece la emperatriz de Francia (la española Eugenia de Montijo) en un escenario pastoral recogiendo flores en un círculo armonioso con sus damas de compañía. La pintura fue aclamada por el público y expuesta en la Exposición Universal de 1853, y sigue siendo la obra más famosa de Winterhalter.

“La Emperatriz Eugenia rodeada por sus damas de compañía”, 1855. Château de Compiègne.
En 1852 Winterhalter viajó a España para pintar a la reina Isabel II y asimismo trabajó para la familia real portuguesa. A los aristócratas rusos que visitaban París les gustaban también los retratos realizados por el famoso maestro y a menudo contrataban sus servicios. Como el “pintor de príncipes”, Winterhalter era muy solicitado en la mayoría de las cortes europeas: en Inglaterra (desde 1841), España, Bélgica, Rusia, México, diversos estados alemanes y Francia. En los años siguientes la fama de Winterhalter se mantuvo y sus servicios fueron objeto de gran demanda. En 1856 viajó a Polonia para pintar a los aristócratas locales y en 1857 pintó en Baviera a la zarina -de origen alemán- María Alejandrovna. Durante la década de 1860 recibiría muchos encargos de Rusia.


 Retrato de Isabel II con su hija la infanta Isabel,
Palacio Real de Madrid
Retrato de la emperatriz María Aleksándrovna, esposa del zar Alejandro II de Rusia (1857)
 Museo del Hermitage
Durante el Segundo Imperio Mexicano, bajo el gobierno del emperador Maximiliano I de México, Winterhalter recibió el encargo de pintar los retratos de la pareja imperial. La emperatriz consorte de México, Carlota de Bélgica, era la hija de Luisa María de Orleáns, reina de Bélgica, que había contratado los servicios de Winterhalter en los comienzos de su carrera. Algunas de las pinturas de Winterhalter de los monarcas mexicanos todavía se conservan en su palacio en México, D. F., que actualmente es el Museo Nacional de Historia.


Carlota de Bélgica niña

Maximiliano I y Carlota Amalia



 Luisa María de Orleáns
La emperatriz Isabel de Austria con estrellas de diamantes en su pelo (1864).
Hofburg, Viena.
Madame Barbe de Rimsky-Korsakov (1864), Musée d'Orsay











La emperatriz Isabel de Austria




Napoleón III
Eugenia de Montijo

























Después de la guerra franco-prusiana regresa definitivamente a Alemania: aún conservaba su acreditación de la corte de Karlsruhe. En este momento tenía 65 años. Desafortunadamente, ya no le quedaba demasiado tiempo: en 1873 contrajo el tifus, muriendo el 8 de julio de 1873 en Frankfurt.

Estatua de un ángel sobre
la tumba de Winterhalter

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