martes, 25 de octubre de 2016

(3) La tradición de lo fantástico en el arte - (Arte y magia de la antigüedad) - El Valle de los Reyes - Hatshepsut - Thutmose IV

El Valle de los Reyes:  es una necrópolis del antiguo Egipto, en las cercanías de Luxor, donde se encuentran las tumbas de la mayoría de faraones del Imperio Nuevo (dinastías XVIII, XIX y XX), así como de varias reinas, príncipes, nobles e incluso de algunos animales. Popularmente era conocido por los egipcios como Ta-sekhet-ma'at (Gran Campo).
Forma parte del conjunto denominado Antigua Tebas con sus necrópolis, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979. Se encuentra situado en la orilla oeste del Nilo, frente a Tebas (moderna Luxor), en el corazón de la Necrópolis.
Abidos es el nombre griego de la capital del nomo VIII del Alto Egipto, también denominado nomo Tinita por los griegos. Abidos fue una de las ciudades más influyentes del Alto Egipto, con importancia política desde la dinastía XIX
Templo de Sethy I en Abidos.
Momia de Seti I en el Museo Egipcio de El Cairo.
Tumba de Sethy I, quizás la más hermosa del Valle de los Reyes.
Menmaatra Sethy, o Seti I, hijo de Ramsés I y Sitra, fue el segundo faraón de la dinastía XIX; gobernó unos quince años, de c. 1294 a 1279 a. C.
Tumba de Thutmose III, famosa por sus pinturas estilizadas.
Es el sexto faraón de la dinastía XVIII de Egipto; gobernó de c. 1479 a 1425 a. C., (1504 a. C. al 1450 a. C. -según la High Chronology-) siendo uno de los monarcas más importantes y poderosos de los tres mil años de civilización faraónica.
Hatshepsut
Reina-faraón de la dinastía XVIII de Egipto. Quinta gobernante de dicha dinastía, reinó de ca. 1490–1468 a. C. Gobernó con el nombre de Maatkara Hatshepsut, y llegó a ser la mujer que más tiempo estuvo en el trono de las "Dos Tierras".

 Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
Ésta es la esfinge de Hatshepsut. Desde que el clero de Heliópolis creara las esfinges de león con cara humana como símbolo de realeza, sólo habían tenido rostro masculino. Sólo algunas mujeres tuvieron el privilegio de ser representadas, y éste es el caso de Hatshepsut.
El nombre de Hatshepsut con el que se la reconoce hoy en día en principio era un título con el significado de "La primera de las nobles damas" o "la principal dama de la nobleza'', que también se presentaba en su forma completa de Hatshepsut Jenemetamón, esto es, "La primera de las nobles damas, unida a Amón"
.
El padre de Hatshepsut, Tutmosis I, había logrado expandir el Imperio egipcio de manera nunca antes vista en tan sólo trece años de reinado. Este prodigioso monarca pasaría a la historia por llevar a sus tropas al curso de un río enorme que, al contrario que el Nilo, no discurría de sur a norte, sino a la inversa: el Éufrates.


A la muerte, algo temprana, de Tutmosis I, Hatshepsut era la mejor situada para sucederle en el trono, pues sus hermanos varones ya habían muerto.




Templo de Hatshepsut en Deir el-Bahari.
La joven reina era descendiente directa de los grandes faraones libertadores de los hicsos y además ostentaba el importantísimo título de Esposa del dios.

Bajo su mandato no sólo se realizaron expediciones hacia el sur, en busca de materiales exóticos como madera perfumada u oro; también ser organizaron campañas militares que permitieron controlar la tercera catarata y llegar hasta la sexta. A su muerte su sobrino Tutmosis III hizo desmantelar algunos monumentos levantados por su tía y durante el reinado de Ramsés II se procedió a borrar su memoria.

TEOGAMIA
Supuesta unión sexual entre una divinidad, (quien para ello tomaría "prestado" el cuerpo del faraón), con la esposa de éste.
El fruto de dicho acto se considera hijo real de la deidad.
Egipto: cultura egipcia, arqueología, religión.
Thutmose IV
Menjeperura Thutmose, Thutmose IV, o Tutmosis IV, es el octavo faraón de la dinastía XVIII de Egipto. Su reinado fue en torno a los años 1400 a 1390 a. C.

También es conocido como Thutmose IV, Thutmosis IV o Tutmés IV, y otros nombres helenizados.
Tutmosis era uno de los muchos hijos del faraón Amenofis II, y sus esperanzas para obtener el trono de Egipto eran prácticamente nulas, por haber otros hijos reales por delante de él y además haber nacido de una esposa secundaria, de nombre Tiaa. Sin embargo, por azares del destino, a la muerte de su padre ya habían fallecido los posibles candidatos al trono y pudo ser coronado rey.
En su corto reinado comienzan a atisbarse los cambios que acabarían por desembocar en la crisis de Amarna bajo el reinado del que sería su nieto, Akenatón. El poder del clero de Amón era demasiado grande y ya empezaban a competir con el del faraón, debido a las inmensas riquezas que había recibido tiempo atrás. Por ello, en vez de hacer como sus antecesores, que legitimaban su acceso al trono gracias a la intercesión de Amón, Tutmosis IV optó por declarar que era el dios Ra, quien le aseguró que sería rey si desenterraba de la arena la Gran Esfinge, que yacía semienterrada desde hacía varios siglos, y olvidada por todos.
Ra es el dios del cielo, dios del Sol y del origen de la vida en la mitología egipcia. Ra era el símbolo de la luz solar, dador de vida, así como responsable del ciclo de la muerte y la resurrección.
Intentar equilibrar el poder religioso convirtiendo a Ra en un competidor de Amón fue una estratagema que a corto plazo funcionó muy bien, y Tutmosis IV disfrutó de un reinado tranquilo en el que se dedicó principalmente a dejar las cosas como estaban y a mantener el esplendor internacional del país, si bien no mediante conquistas, sino con las primeras alianzas matrimoniales. 
Napoleón contemplando la Gran Esfinge, semienterrada por las arenas del desierto. Óleo de Jean-Léon Gérôme (1867-1868).

La Gran Esfinge de Guiza es una monumental escultura que se encuentra en la ribera occidental del río Nilo, en la ciudad de Guiza, unos veinte kilómetros al sudoeste del centro de El Cairo. Los egiptólogos estiman que fue esculpida c. siglo XXVI a. C., formando parte del complejo funerario del rey, durante la dinastía IV de Egipto.
Los lugareños la llamaban Abu el-Hol 'Padre del Terror'

Recomendado:

«Cómo lograr que la arqueología resulte emocionante». Ese es el secreto que descubrió C. W. Ceram y que nos revela en su libro Dioses, tumbas y sabios. Como si de las aventuras de Indiana Jones se tratara, el autor nos narra los descubrimientos arqueológicos más importantes de la historia: nos lleva a las pirámides de Egipto (y al desciframiento de la piedra de Rosetta), a Nínive (y al desciframiento de la escritura cuneiforme), a la enterrada Pompeya, a Troya, incluso a los imperios azteca y maya. Ceram consigue que las ruinas hablen de su historia, y más aún, hace que la aventura que supuso descubrirlas sea más interesante que cualquier película. La lectura aúna el interés científico con la aventura de forma tal, que aprendes historia sin darte cuenta, porque en este libro (para todos los públicos, tanto para jóvenes como para adultos) lo importante es divertirse y emocionarse con los desafíos de la arqueología.

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