sábado, 16 de noviembre de 2013

El caldero de Gundestrup - Mitología Celta - Los druidas

El caldero de Gundestrup 

Está fechado en el siglo II a.C. Se encontró en el pantano de Gundestrup, Dinamarca, en 1891. Tiene unas dimensiones de 42 centímetros de altura, y 69 de diámetro. Se compone de 13 placas de plata, de las que 12 decoran el exterior, y 1 forma el fondo. Se encuentra expuesto en el Museo Nacional de Copenhague, en la capital danesa.

La ornamentación está basada en la mitología celta, encontrando en el caldero imágenes de Cernunnos y otros dioses, destacando uno desconocido que sumerge a guerreros muertos en un caldero, supuestamente para resucitarlo. En la mitología celta era habitual la representación de calderos mágicos, con poderes que irían desde el saber universal hasta la resurrección de muertos. 

Otras representaciones en el caldero son las de animales como leones o delfines. Esto demuestra que sus artesanos tenían contacto con el mundo mediterráneo.



Mitología Celta

Cernunnos, en la mitología celta, es la deificación del animal macho cornudo. Dios relacionado con la fertilidad y la regeneración ctónica y divinidad de la abundancia y amo de los animales salvajes. Su rasgo más particular son los cuernos de ciervo. En las representaciones que se conservan, se le ve anciano, con orejas y cuernos de un ciervo, portando un torque al cuello y en la mano. Está a menudo acompañado por una serpiente con cabeza de carnero o simplemente, con cuernos, esta simbiosis simboliza fertilidad y renacimiento (en la tradición gaélica virilidad y renovación), vinculado con el mundo inferior.


Imagen en piedra de Cernunnos en el "Pilar de los navegantes" del siglo I d.C.
Ctónica (En mitología y religión, y en particular en la griega, el término ctónico (del griego antiguo χθόνιος khthónios, ‘perteneciente a la tierra’, ‘de tierra’) designa o hace referencia a los dioses o espíritus del inframundo, por oposición a las deidades celestes. A veces también se los denomina telúricos (del latín tellus)).
Detalle de Cernunnos representado en la placa del caldero de Gundestrup
Cernunnos aparece comúnmente como amo de los animales salvajes, terrestres y acuáticos. Sin duda manifiesta la fuerza, el poder y la perennidad (simbolizada por el ramaje). Se le representa como el donador de un altar con un cesto de vituallas, pasteles y monedas.
Una de sus representaciones más conocidas es la del caldero de Gundestrup, en el que aparece en posición de meditación, junto a un oso, un lobo, una serpiente, un ciervo, un toro, un león y otros animales.

La imagen frecuente de la serpiente con cuernos de carnero que acompaña al dios celta, lo asocia con la fertilidad y la regeneración ctónica, así como con la virilidad, prosperidad y abundancia. Otros animales que le acompañan en su rol de «Señor de las bestias» también reafirman dicho simbolismo.

Taranis

Es un dios principal de la mitología celta, también llamado el atronador cuyo culto se desarrolló sobre todo en la Galia, el país de los astures y la Bretaña romana.

Era el dios estruendoso, del trueno, la luz y el cielo, la rueda cósmica que simboliza el ritmo de las noches y de los días, el universo en su globalidad, la noción de infinito. Representa el ruido, la destrucción, la fuerza sobrenatural de las tormentas. Su nombre refleja todo ese simbolismo, protector de la tribu y dios guerrero, representado como un hombre con barba a pie o montado caballo, portando en una mano un rayo o una rueda, o en ocasiones ambas cosas. Formaba parte de la triada llamada "dioses de la noche" junto a Esus, dios o señor de los árboles, y Teutates, dios guerrero. Al igual que su compañero Teutates, también simbolizaba la lucha; los druidas le dedicaban sacrificios para calmar su ira, en ocasiones prisioneros de guerra que eran inmolados en una pira como evidenció el poeta romano Marco Anneo Lucano en su obra inacabada Farsalia, ya que sus creencias atribuían a Taranis las tempestades y las tormentas, pudiendo "hacer caer el cielo sobre sus cabezas".

 Taranis
Se le atribuye además el nacimiento del muérdago mediante un rayo que cae en la rama de un roble, pasando a representar la unión entre el cielo y la tierra.

Su nombre proviene de taran, trueno, y podría asemejarse con Thor, de la mitología nórdica, o Júpiter, de la romana.

Las historias representan a Dagda como una figura de inmenso poder, armado con una enorme porra mágica. El extremo del arma podía matar a nueve hombres de un golpe, haciendo crujir sus huesos como guijarros bajo los cascos de un caballo, mientras que el mango podía devolver la vida a los muertos. 

Dagda poseía además un arpa de roble llamada Uaithne con la que que podía controlar el orden de las estaciones, así como interpretar otros acordes de efectos igualmente mágicos. Dagda también está asociado a la abundancia, ya que se le atribuye la propiedad de un caldero mágico sin fondo con cuya comida podría saciar a todos los hombres de la Tierra.

Historia

Dagda fue uno de los jefes de los Tuatha Dé Danann. Fue, además, amante de la diosa de la guerra, Morrigan, durante el Samhain, a cambio de un plan de batalla para los Tuatha Dé en la segunda batalla de Magh Tuireadh contra los Fomoreos. En el transcurso de ésta, su arpa fue robado por sus enemigos, por lo que él, Ogma y Lugh fueron a buscarla a su campamento, recobrándola cuando interpretó en ella tres melodias mágicas que les permitieron salir indemnes de la cueva.

Gundestrup cauldron, created between 200 BC and 300 AD, is thought to have a depiction of Taranis on the inner wall of cauldron on tile C
Tiempo después, los Tuatha Dé Danann fueron derrotados por los hijos de Milesius, antepasados de los irlandeses, y se retiraron al mundo subterráneo, viviendo en palacios construidos por Dagda.

Dagda (proto-celta Dagodeiwos; irlandés antiguo dag dia; irlandés Daghdha; literalmente, "Dios Bueno") es el dios principal de la mitología celta irlandesa, integrante de los Tuatha Dé Danann.

Los druidas 

Los druidas fueron miembros de la clase sacerdotal en la Gran Bretaña, Irlanda, la Galia (Francia), y posiblemente otras partes de la Europa Céltica y la Galacia durante la Edad de Hierro, e incluso antes. No hay registros escritos por los propios druidas y la única evidencia de la que se dispone son descripciones breves realizadas por los griegos, romanos y varios autores y artistas dispersos, así como también algunas historias creadas posteriormente, en el Medievo, por escritores irlandeses. Se tiene evidencia arqueológica relativa a las prácticas religiosas en la Edad del Hierro, aunque “ningún artefacto o imagen desenterrado se ha podido asociar indudablemente con los antiguos druidas”. 


Imagen de dos druidas. Grabado del
siglo XIX basado en una ilustración
de 1719 de Bernard de Montfaucon.
Varios temas recurrentes sobre los druidas se presentan en un gran número de registros greco-romanos, incluyendo los sacrificios humanos, su creencia en la reencarnación y su alto estatus social en los pueblos galos. Nada se sabe aún sobre sus prácticas de culto, excepto por el ritual del roble y el muérdago según la descripción de Plinio el Viejo.

La referencia más antigua de la que se tiene conocimiento data del 200 a.C., aunque la descripción fehaciente más antigua proviene de Julio César en su escrito Comentarios sobre la guerra de las Galias (50 a.C.). Escritores grecorromanos posteriores también describieron a los druidas, incluyendo a Cicerón, Tácito y Plinio el Viejo. Tras la invasión de la Galia por el Imperio romano, el druidismo fue proscrito por el gobierno romano bajo el mandato de los emperadores Tiberio y Claudio en el siglo I d.C. y acabaría desapareciendo de los registros escritos alrededor del siglo II.

Rito del Muérdago

Plinio el Viejo describió detalladamente un ritual druida concerniente al roble y al muérdago:
"Tras haber preparado los sacrificios y los banquetes bajo los árboles traen dos toros blancos cuyos cuernos han sido vendados. En su túnica blanca, un druida sube el árbol para cortar el muérdago con su hoz de oro, otros vestidos de la misma manera lo reciben. Después matan a los animales de sacrificio y rezan para que el dios les recompense esta ofrenda con sus dotes"

Sacrificios

Los escritores grecorromanos hicieron con frecuencia referencia a los druidas como practicantes de sacrificios humanos, por lo que los consideraban bárbaros. Los reportes acerca de los sacrificios druídicos se encuentran en los trabajos de Marco Anneo Lucano, Julio César, Suetonio y Cicerón. César señaló que el sacrificio se hacía principalmente con criminales, pero algunas veces también se utilizaba a inocentes. Éstos eran quemados vivos dentro de un gran muñeco de madera, ahora conocido como el hombre de mimbre. Una descripción diferente, proveniente del manuscrito Commenta Bernensia, del siglo X, afirma que los sacrificios para las deidades Teutates, Esus y Taranis se realizaban, respectivamente, a través del ahogamiento, del ahorcamiento y del fuego.
Una ilustración de 1753 del “hombre de mimbre”,
 la forma de ejecución que usaban los druidas
 para el sacrificio humano, según Julio César.

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