domingo, 24 de noviembre de 2013

Las invasiones Bárbaras

Los pueblos germanos (o bárbaros) son un  grupo de pueblos que conquistaron la mayor parte del oeste y del centro de Europa en el siglo V después de Cristo, contribuyendo al fin del Imperio romano de Occidente. Hacia el siglo II antes de Cristo los pueblos germanos ya habían ocupado el norte de Germania (fundamentalmente, la actual Alemania) y el sur de Escandinavia, desde donde procedían.

Los pueblos germánicos (o bárbaros) venían acosando las fronteras del Imperio romano desde el siglo I. Eran pueblos nómadas o seminómadas con una sociedad estratificada: nobles, libres, libertos y esclavos. El rey se elegía entre un miembro de las familias nobles. Los hombres libres juraban fidelidad personal al jefe, y esta era la base de su poder.
Se les conoce como bárbaros por derivación del término “bárbaro” que significa “extranjero” y además porque sus costumbres eran distintas a las de los pueblos cristianos, fe que no conocían.
Casi todo lo que se sabe sobre los pueblos germanos procede de los relatos históricos escritos por dos autores romanos: “Comentarios” (51 a.C.) de Julio César, y “Germania” (98 d.C.) de Publio Cornelio Tácito.

El primer encuentro entre los pueblos germanos y sus vecinos romanos fue en el siglo II a.C., cuando los cimbrios y los teutones invadieron la Galia, siendo derrotados en la actual Provenza. Sin embargo, para entonces la mayor parte de Germania estaba ocupada por tribus germanas, como los suevos, queruscos y otras.



Cuando los romanos a su vez intentaron conquistar la zona oriental del río Rin, a principios del siglo I d.C., el jefe querusco Arminio (Hermann) les derrotó. Hacia mitad del siglo II d.C., la presión de los germanos sobre las fronteras romanas se intensificó.

El emperador Marco Aurelio Antonino libró con éxito una guerra contra tribus como los marcomanos, los cuados y los yázigas (o yádiz). Para entonces, los ejércitos romanos habían comenzado a usar mercenarios germanos.

El contacto con los romanos hizo que estos pueblos comenzasen a comerciar y a civilizarse, y en el siglo II terminaron por confederase para luchar contra los romanos. Sin embargo, mientras el poder de Roma fue sólido, no supusieron más que una molestia. Pero a mediados del siglo III la situación política en Roma era caótica; incluso llegó a haber cuatro emperadores simultáneamente.

Durante el siglo III, más emigraciones causaron una crisis dentro del Imperio, cuando los godos, alamanes y francos penetraron en las fronteras germanas. El movimiento se detuvo algún tiempo, en el siglo III, durante los reinados de los emperadores Diocleciano y Constantino I, el Grande, pero se reanudó cuando los hunos, no germanos, que partieron de Asia central en el siglo IV, comenzaron a presionar a los pueblos germanos. En el siglo V, estos últimos ocuparon todo el Imperio romano de Occidente. Durante los siglos siguientes, las tribus germanas se convirtieron al cristianismo y sentaron las bases de la Europa medieval.

Los pueblos germánicos, francos y alamanes, hicieron incursiones destruyendo los campamentos y las ciudades romanas hasta el norte de África. Debido a estas incursiones se amurallaron las ciudades, lo que contribuyó a que decayese la calidad de vida en ellas. Sin embargo, estas no pasaron de ser unas incursiones de rapiña, más que invasiones, ya que no pudieron asentarse en el territorio. Más importancia tuvo la infiltración pacífica.



Otros pueblos germanos que merecen ser mencionados son los anglosajones, que se establecieron en los siglos V y VI d.C. en Britania; los vándalos, que llegaron a dominar parte del norte de África hasta mediados del siglo VI d.C.; o los lombardos, que conquistaron el territorio septentrional de la península Itálica durante la segunda mitad del mismo siglo.
Las lenguas germánicas aún se hablan en Alemania, Austria, Suiza, Escandinavia, los Países Bajos, Bélgica, Sudáfrica, y en los países de habla inglesa.
Muchos germanos se establecieron como colonos en el territorio del Imperio, en las ciudades como siervos y en el ejército como soldados, llegando a ser la guardia personal del emperador, que con el tiempo estuvo en sus manos. Esto romanizó muchos las costumbres de los pueblos bárbaros, que llegaron a adoptar el latín como lengua, la religión romana y la moneda. Pero, también, entre los romanos se empezaron a introducir costumbres bárbaras, como la fidelidad al jefe.

En el año 313 el cristianismo se convierte en la religión oficial del Imperio y los pueblos germánicos comienzan a cristianizarse. En el 330 Roma tiene una nueva capital: Constantinopla. La crisis dentro del Imperio es absoluta.
Entre las causas que se han invocado para el comienzo de la invasión germánica (no suficientemente explicadas) están: el empeoramiento del clima en el norte, la explosión demográfica de los pueblos bárbaros, el nomadismo de estos, y la presión de los pueblos asiáticos, hunos sobre todo (que llegaron a invadir el Imperio). Entre las causas de su triunfo están: la superioridad militar, el establecimiento anterior de población germánica y la crisis de las instituciones políticas romanas.
Las grandes invasiones comenzaron en el 401, con la irrupción de los vándalos. Luego llegaron los visigodos, en el 403, los suevos, en el 406, los burgundos, en el 409, y en el 410 los visigodos de Alarico saquean Roma.

Durante el siglo IV después de Cristo va a quedar autorizado el establecimiento de grupos germanos en los confines del Imperio en calidad de federados o aliados de Roma, defendiendo las fronteras del Imperio, frente a la presión de otras tribus. Entre estos pueblos destacan los visigodos establecidos en la zona oriental del Imperio, que inician a fines del siglo IV d.C. incursiones de pillaje por la península de los Balcanes, para iniciar su marcha hacia la península italiana donde se enfrentarán al general romano Estilicón. En el año 410 los visigodos guiados por su rey Alarico toman y saquean la ciudad de Roma, capital del Imperio.

Otros pueblos como los vándalos, junto a los suevos, cuados y alanos cruzan en este momento la frontera del Rhin, atraviesan la Galia y llegan a Hispania en el 409 d.C., donde se establecen como federados. Posteriormente cruzan el estrecho de Gibraltar y fundan en África el reino vándalo. Entre estos pueblos bárbaros que invadieron el Imperio, figurarían también los ostrogodos, que estaban inicialmente asentados junto al mar Negro. Después de ser destruido su reino por la acción de los hunos, que procedían de Asia, los ostrogodos se dedicaran a saquear el área de los Balcanes, para pasar finalmente a la península italiana, donde se establecerán definitivamente.

En determinadas ocasiones la alianza de estos pueblos bárbaros con el ejército romano frenaría a pueblos excepcionalmente belicosos como los hunos de Atila, que fueron derrotados en el año 451 d.C. en las Galias, en la batalla de los Campos Cataláunicos.
Aunque la presión de los pueblos bárbaros sobre las fronteras del Imperio, así como las sucesivas invasiones de estos pueblos son un factor histórico importante, tampoco podemos olvidar otras causas que influyeron en el final del Imperio romano de Occidente como la decadencia de la vida urbana, el aumento de la burocracia estatal, la crisis económica, la debilidad de los sucesivos emperadores, o la creciente presencia de elementos germanos en el ejército. Si bien podemos considerar que el Imperio romano de Occidente finaliza en el 476 d.C., en la zona oriental del Imperio el poder de Bizancio perdurará hasta el año 1453 con la toma de Constantinopla por los turcos.
Sin embargo, subsistieron algunas instituciones como la Iglesia y el papado que fue el vínculo de continuidad, y legitimidad, entre el Imperio y los nuevos reinos. Pero el Estado había desaparecido ante los vínculos de fidelidad personal que estructuraban la sociedad germánica.

A pesar de la aparente rapidez con que se suceden los hechos, el proceso de desmoronamiento del Imperio romano no fue cosa de un día, ni siquiera de una generación.

Los germanos constituían un pueblo de raza blanca, de ojos azules y cabellos rubios, que sobresalían por su alta estatura y su físico robusto. No vivían agrupados en ciudades, sino en chozas que se encontraban dispersas por el campo aunque distribuidas según las tribus a que pertenecían. Sus actividades principales eran el pastoreo y la agricultura. Elegían sus jefes entre los guerreros más valientes y los obedecían ciegamente. Muchos germanos militaron en las legiones romanas.

Alarico I 

(Gótico Allareiks 'rey de todos'), nacido en la isla de Peuce, en el delta del Danubio en el año 370 y fallecido en Cosenza en el año 410, fue rey de los visigodos (395–410) de la dinastía baltinga, hijo del caudillo visigodo Rocesthes.

En el año 410 los visigodos guiados por su rey Alarico toman y saquean la ciudad de Roma, capital del Imperio.

Aquel primer saqueo de la Roma clásica conmocionó al mundo civilizado de aquel tiempo, como se desprende, por ejemplo, de la obra de San Agustín, obispo de la ciudad de Hipona. Alarico empezó a soñar con el norte de África, por lo que partió hacia la Reggiana con la intención de embarcar hacía el «granero de Roma». Quizás una gran tormenta se lo impidió, lo cierto es que los visigodos eran un pueblo aguerrido y endurecido, pero no destacaban precisamente por sus conocimientos náuticos, así que el paso a África no dependía de ellos. Además, la Fortuna no le sonrió, y Alarico encontrará la muerte prematuramente en Cosenza a la edad de 35 años. Para su enterramiento desviaron el curso del río Busento a su paso por Cosenza y enterraron a Alarico y su tesoro en el lecho del río, devolviendo luego el río a su curso normal y matando a los esclavos que realizaron la obra

Atila 

(Llanuras danubianas, c. 395 - Valle de Tisza, 453) fue el último y más poderoso caudillo de los hunos, tribu procedente probablemente de Asia, aunque sus orígenes exactos son desconocidos. Atila gobernó el mayor imperio europeo de su tiempo, desde el 434 hasta su muerte en 453.Conocido en Occidente como El azote de Dios.

Sus posesiones se extendían desde la Europa Central hasta el Mar Negro, y desde el río Danubio hasta el mar Báltico. Durante su reinado fue uno de los más acérrimos enemigos del Imperio Romano, que en esta etapa final del mismo estaba dividido en dos: El Imperio Oriental con capital en Constantinopla, hoy Estambul, y el Imperio Occidental, con capital en Roma y más tarde en Rávena. Invadió dos veces los Balcanes, estuvo a punto de tomar la ciudad de Roma y llegó a sitiar Constantinopla. Marchó a través de Francia hasta llegar incluso a Orleans, hasta que el general romano Aecio le obligó a retroceder en la batalla de los Campos Cataláunicos en el 451 (Châlons-en-Champagne). Logró hacer huir al emperador de Occidente Valentiniano III de su capital, Rávena, en el 452.

El imperio de los hunos se desmembró y se extinguió tras la muerte de Atila.

El imperio huno se extendía desde las estepas de Asia Central hasta la actual Alemania, y desde el Danubio hasta el Báltico con su sede en la actual Hungría.

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