Rumbo de las Indias, desvalijó varias carabelas en La Palma y El Hierro de las Canarias y las islas de Cabo Verde, donde incendió Santiago.
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Bastión suroeste (llamado San Pedro) del Castillo, mostrando el ravellín del fuerte. (San Agustin) |
El 1 de marzo, habiendo tenido pocas bajas durante los enfrentamientos con los españoles y los indígenas en Santo Domingo y Cartagena, pero diezmados por la fiebre amarilla, zarparon de Cartagena con la intención de regresar a Inglaterra. El 27 de abril tocaron tierra en el cabo de San Antonio (oeste de Cuba), y de allí siguieron hacia la costa de Florida; el 28 de mayo remontaron el río San Agustín hasta llegar a la fortaleza española de San Agustín, que también incendiaron.
Expedición a la península Ibérica (1587)
En 1587 dirigió una campaña contra la flota que Felipe II estaba preparando para invadir Inglaterra. En una expedición sin precedentes, la flota de Drake atacó y saqueó Cádiz, destruyendo más de 30 barcos destinados a la Armada Invencible; volvió hacia Lisboa, donde amenazó a la flota del marqués de Santa Cruz Álvaro de Bazán sin llegar a atacarla, y virando hacia las islas Azores capturó la carraca San Felipe, que procedente de las Indias venía cargada de riquezas. El éxito rotundo de la expedición de Drake retrasó un año más los planes españoles de invasión de Inglaterra.
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Felipe II de España, llamado «el Prudente» (Valladolid, 21 de mayo de 1527-San Lorenzo de El Escorial, 13 de septiembre de 1598), fue rey de Españah desde el 15 de enero de 1556 hasta su muerte, de Nápoles y Sicilia desde 1554 y de Portugal y los Algarves —como Felipe I— desde 1580, realizando la tan ansiada unión dinástica que duró sesenta años. Fue asimismo rey de Inglaterra e Irlanda iure uxoris, por su matrimonio con María I, entre 1554 y 1558. |
La Armada Invencible (1588)
En agosto de 1588 la Armada Invencible, una gran flota capitaneada por el duque de Medina-Sidonia, atacó Plymouth. Francis Drake, que ocupaba el cargo de vicealmirante de la flota inglesa bajo las órdenes del almirante Charles Howard,se destacó particularmente en la batalla, capturando entre otras la nave de Pedro de Valdés, comandante de la flota de Andalucía.
Según una leyenda inglesa, Drake se encontraba jugando a los bolos en el momento en que recibió la noticia de la llegada de la flota española, pero en lugar de partir inmediatamente decidió seguir el juego: «Tenemos tiempo de acabar la partida. Luego venceremos a los españoles.»
El duque de Medina Sidonia carecía de experiencia naval y no se consideraba el hombre indicado para el proyecto. En cartas enviadas al rey podemos leer en concreto:
V.M. me mandó viniese a Lisboa a aparejar esta armada y traerla a mi cargo. Y en aceptar la jornada propuse a V.M. muchas causas propias de su servicio, por do no convenía el que yo la hiciese, no por rehusar el trabajo, si no por ver que se iba a la empresa de un reino tan grande y tan ayudado de los vecinos y que para ello era menester mucha más fuerza de la que V.M. tenía junta en Lisboa. Y así rehusé este servicio por esta causa. Y por entender que se facilitaba más a V.M. el negocio de lo que algunos entendían, que sólo miraran a su real servicio, sin más fines.
Así, lo fácil de comprender en este caso eran sus preocupaciones en relación a la premura que exigía el rey y el mal estado de aquella armada. Una armada mal pertrechada, sin el personal necesario ni el apropiado. Una armada diseñada apresuradamente que él tenía que disponer en un demasiado corto espacio de tiempo y sin apenas hombres (9000):
...aunque hayan escrito a V.M. de aquí, que esta armada estaba tan a punto y en orden que podría partir dentro de pocos días, después que yo he llegado la he hallado tan diferente de esto, que fuera imposible poderse hacer, pues todo lo que yo he hecho después que llegué y lo que se va haciendo es tan necesario, que si no se hiciera dentro del puerto, fuera la armada a mucho riesgo, porque toda la artillería se ha mudado, por ser ymposible poder servirse della de la manera que estaba puesta, y otras muchas cosas de esta calidad que han sido menester de mudarse.
Felipe II no recibió las cartas del duque declinando el cargo que le ofrecían, ya que los consejeros del rey las interceptaron y le respondieron que negarse a semejante misión le desacreditaría para siempre. Recibida esta respuesta, el duque se dirige a Lisboa a cumplir con lo encomendado. Al cabo de seis semanas de haber ejercido el mando la Armada se hace a la mar. La armada incluye 19 000 infantes, 7000 marineros, 1000 caballeros de fortuna, 180 clérigos y 130 barcos.
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Alonso Pérez de Guzmán y Sotomayor, llamado habitualmente Alonso Pérez de Guzmán el Bueno y Zúñiga (Sanlúcar de Barrameda, 10 de septiembre de 1550 - ibídem, 1615), XII señor de Sanlúcar, X conde de Niebla, VII duque de Medina Sidonia y V marqués de Cazaza fue un noble y militar español perteneciente a la casa de Medina Sidonia. Fue comandante en jefe de la Armada Española y la dirigió durante la trágica aventura de la conocida Grande y Felicísima Armada (Armada Invencible). Hijo del IX conde de Niebla y de Leonor de Sotomayor y Zúñiga, se convirtió en X conde de Niebla a la muerte de su padre en 1556. En 1558, cuando falleció su abuelo, el VI duque de Medina Sidonia, se convirtió en VII duque y poseedor de una de las mayores fortunas de Europa. |
Armada Invencible es un término de origen inglés, para referirse a la Empresa de Inglaterra de 1588 proyectada por el monarca español Felipe II para destronar a Isabel I e invadir Inglaterra. El ataque tuvo lugar en el contexto de la Guerra anglo-española de 1585-1604. El ataque fracasó pero la guerra se extendió 16 años más y terminó con el Tratado de Londres de 1604, favorable a España.
Felipe II decidió articular el ataque conjuntamente, y de manera compleja, desde Portugal y desde las posesiones españolas en los actuales Países Bajos. Se armó una gran flota en puertos españoles que recibió el nombre de Grande y Felicísima Armada. Las naves enviadas desde Portugal (pues Felipe también gobernaba allí) participarían en el combate, mientras que las fuerzas españolas que salieran simultáneamente desde Países Bajos, con los Tercios de Flandes, se encontrarían entre el Canal de la Mancha y el Mar del Norte con las que habían salido de la península, con el objetivo de desembarcar en Inglaterra. Esta invasión no pretendía la anexión de las islas británicas al Imperio español, sino la expulsión de Isabel I del trono inglés, y respondía a la ejecución de María Estuardo, la política anti-española de piratería y a la Guerra de Flandes. Debía mandarla el almirante de Castilla Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, pero murió poco antes de la partida de la flota, siendo sustituido a toda prisa por Alonso Pérez de Guzmán (VII duque de Medina-Sidonia), Grande de España. Estaba compuesta de 127 barcos que partieron de Lisboa, y de ellos, 122 barcos penetraron en el canal de la Mancha.
Las turbulentas condiciones meteorológicas en el mar llevaron al naufragio a muchas naves, sin embargo 87 barcos, unas tres cuartas partes, regresaron a España. Sin haber cumplido su misión de derrotar las fuerzas inglesas y favorecer el ataque desde Flandes. Al año siguiente Inglaterra intentó aprovechar la ventaja obtenida tras este fracaso de ataque español y realizó su propia flota, la Contraarmada o Invencible inglesa (con una flota aún mayor que la española), resultando en otro absoluto fracaso y devolviendo el statu quo al conflicto.
Mi recomendación:
Por qué falló la Armada InvencibleLa flota de Felipe II, aún castigada por los primeros choques con la inglesa, conservaba fuerza bastante como para invadir Inglaterra en 1588. Pero iba a ciegas: no encontraba a las tropas que debía embarcar en Flandes para ocupar Londres. Extractos de un libro del historiador Geoffrey Parker y del arqueólogo marino Colin Martin.
Poco después del amanecer, los vigías situados sobre el acantilado avistaron los primeros barcos españoles: formas fugaces vislumbradas en lontananza a través de bancos de niebla y lloviznas intermitentes. La leña embreada de la almenara prendió con rapidez, y en cuestión de minutos la réplica de un destello de luz hacia el este confirmó que la alarma iba pasando en cadena hasta Plymouth y la flota inglesa que allí aguardaba. Desde ese punto, la señal podría transmitirse a todas las partes del reino.
Era sábado, 30 de julio de 1588, y la tan esperada y temida Armada de Felipe II había llegado frente a la costa inglesa.
El día anterior, asomando en el horizonte la península de Lizard, el buque insignia de la flota española, el San Martín de Portugal, había recogido velas e izado una banderola cerca de la gran linterna de popa en señal de consejo de guerra. Cuando la flota se puso a la capa, las pinazas [embarcaciones pequeñas, muy maniobrables] de los comandantes empezaron a converger hacia él. Sobre la elevada cubierta de popa del San Martín los esperaba un hombre barbudo, de pequeña estatura y fuerte complexión, de treinta y ocho años, vestido sencillamente. Alrededor de su cuello colgaba la insignia del Toisón de Oro, la más elevada orden de caballería española, de la cual el mismo Felipe II era Gran Maestre. Don Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, duodécimo señor y quinto marqués de Sanlúcar de Barrameda, noveno conde de Niebla y séptimo duque de Medina Sidonia, era el capitán general del mar océano, y los ciento veinticinco barcos y treinta mil hombres de la Armada estaban bajo su mando directo. Medina Sidonia, sin embargo, era un hombre de tierra adentro, sin ninguna experiencia previa acerca de la guerra marítima.
El 31 de julio de 1588 llegaron al Canal de la Mancha unos 130 barcos con 19.000 soldados y 7.000 marineros. Se trataba de derrocar a la reina de Inglaterra, Isabel Tudor, para restablecer un Estado católico en la isla
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Almirante Álvaro de Bazán
Felipe II ve que la Armada se ha convertido en un enorme gasto financiero y apresura a Álvaro de Bazán para que ataque Inglaterra. Sin embargo, el 9 de febrero de 1588 Álvaro de Bazán muere de tifus, dejando a la Armada sin almirante. En Lisboa no se encuentra a nadie que disponga del prestigio social para liderar una empresa de esa envergadura, de modo que Felipe II recurre al duque de Medina Sidonia, Alonso Pérez de Guzmán. El 19 de febrero de 1588, recibe el anuncio de la muerte del marqués de Santa Cruz y la orden de partir a Lisboa. |
Ahora, con la ceremonia requerida, sus oficiales subían a bordo. Debajo de sus capotes marineros se entreveían los brillos de espléndidas vestimentas: ropas de satén o seda afiligranadas con terciopelos y bordados, botones y galones dorados, borlas de seda, y las variadas insignias de sus órdenes de caballería. (...)
El rey Felipe II, creador y director absoluto del plan en el que la Armada era parte esencial, había determinado repetidas veces y en términos inequívocos los objetivos de su flota, y Medina Sidonia aprovechó esta oportunidad para recordárselos a sus oficiales. La Armada debía navegar por el canal de la Mancha y encontrarse en los estrechos de Dover con las fuerzas españolas estacionadas en los Países Bajos, conocidas como el Ejército de Flandes. Tenía entonces que dar escolta a una parte sustancial de este ejército, embarcado en lanchas de desembarco preparadas al efecto, hasta una cabeza de playa en Kent. Desde ese momento toda la operación se pondría bajo el mando supremo del sobrino del rey, Alejandro Farnesio, duque de Parma. La fuerza de invasión de Parma, compuesta por 27.000 veteranos, desembarcaría y aseguraría un punto de apoyo cerca de Margate, donde la Armada descargaría abastecimientos, municiones, tropas de reserva y un tren de artillería pesada. Este ejército implacable, bien equipado para enfrentarse tanto con tropas en campo abierto como con defensas estáticas, lanzaría entonces un rápido movimiento de asalto hacia Londres, mientras la flota protegía su flanco derecho avanzando por el estuario del Támesis. Hasta entonces la Armada se defendería si era necesario, pero en ninguna circunstancia a expensas de retrasar el avance hacia el objetivo principal. En resumen, Medina Sidonia recordó a sus subordinados que la Armada formaba parte de un plan coordinado que había ideado el mismo rey; un plan que, de tener éxito, asestaría un golpe mortal en el corazón de la Inglaterra Tudor.
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Alejandro Farnesio, duque de Parma |
Sin embargo, Medina Sidonia confiaba menos en el plan de Felipe II de lo que sugerían sus aseveraciones en público. Al día siguiente, cuando se preparaba para enviar al rey la resolución del consejo por medio de una rápida embarcación de enlace, se sintió obligado a añadir una posdata cifrada en la que expresaba su profunda inquietud al no haber recibido noticia alguna de Parma desde los Países Bajos. El duque tenía un buen motivo para preocuparse. Se hallaba a la entrada del canal, con una fuerza compuesta por unos 130 barcos y casi 30.000 hombres, y "yo estoy espantado de no haber tenido aviso suyo en tantos días, y en todo este viaje no se ha topado navío ni persona de quien poder tomar lengua".
Muerte: segunda expedición a las Indias (1595–1596)
En 1595, ante el mal cariz que la guerra estaba tomando para los intereses ingleses, Drake propuso a la reina Isabel una audaz operación contra la América Española, que tenía como objetivo principal establecer una base inglesa permanente en Panamá para desde allí poner en jaque los dominios españoles en el Caribe. Así, consiguió salir del ostracismo en el que había caído tras el desastre de la Invencible Inglesa y se embarcó en una larga y desastrosa campaña, en la que sufrió varias derrotas consecutivas frente a fuerzas españolas muy inferiores.
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