jueves, 18 de septiembre de 2014

M. V. por Castilla - Las catedrales de Salamanca - La Catedral Vieja

La Catedral Vieja
Dedicada a Santa María de la Sede, fue construida a lo largo de los siglos XII y XIII. Se nos presenta como un templo con planta de cruz latina y tres naves de factura románica en un conjunto, y se remata con bóvedas de transición al gótico.

Fachada actual de la Catedral Vieja.
Planta de la Catedral y del claustro
La nave central mide 52 metros de larga, 9, 20 m. de ancha y 16, 70 m. de alta; y las naves laterales 50 x 5,50 x11,20 metros respectivamente. A ellas corresponden, en lógica proporción, los tres ábsides de la Capilla Mayor y capillas laterales. 


La nave lateral izquierda se halla recortada en su anchura por la construcción del muro superpuesto de la Catedral Nueva. 

La bóveda central muestra un estilo de transición al gótico, al estar cubierta con arcos ojivales y fuerte crucería, aunque dentro de un ámbito románico. El año 1180 parece ser la fecha en que quedó ya cerrada. Los capiteles y repisas se hallan decoradas con figuras de santos, personajes bíblicos, animales, decoración vegetal y carátulas.



En el muro de la nave del Evangelio se halla el altar de Santa María la Blanca, cuya imagen, del siglo XIV, fue traída a la Catedral Vieja al ser destruida la Iglesia de esta advocación en la riada de San Policarpo en 1626. Aquí está fijado el sepulcro de Diego de Vera y Paz. Las pinturas laterales representan a San Antonio de Padua y a Santa Rosa de Lima. Y sobre este altar se hallan pintados y descritos los dieciocho milagros atribuidos al Cristo de las Batallas. 

El cimborrio o Torre del Gallo pertenece al grupo de cúpulas del Duero, con influencias de Poitou. Se apoya en un tambor con dieciséis columnas, aligerado por treinta y dos ventanas, al tiempo que dieciséis nervios enlazan en un rosetón. Externamente presenta gallones separados mediante cresterías de excelente factura, cubierta toda de escamas. 


El cimborrio o Torre del Gallo

En la Capilla Mayor se contempla el maravilloso retablo de la Historia de la Salvación, incomparable en toda Europa. Se trata de un retablo formado por cincuenta y tres tablas, distribuidas en once calles y cinco cuerpos o alturas, ordenadas las escenas de abajo a arriba y de izquierda a derecha; en lo alto del ábside corona la gran escena del Juicio Final. Los autores de la obra fueron Delli, Dello, desarrollando su trabajo en la primera mitad del siglo XV. La imagen de la Virgen de la Vega, patrona de Salamanca, preside el retablo.



Retablo de la Catedral Vieja
Dentro de este espacio sagrado existen seis sepulcros de personalidades ilustres casi todos en arcosolio. A los lados del retablo: a la izquierda, el de doña Mafalda, hija del rey Alfonso VIII; y a la derecha, el de Juan Fernández, nieto de Alfonso IX de León. En el muro izquierdo, dos episcopales superpuestos, el de Sancho de Castilla y el de Gonzalo Vivero; y los de Diego Arias Maldonado (arcediano de Toro) y Arias Díez.

En el muro derecho se halla el sepulcro del arcediano Fernando Alonso, hijo de Alfonso IX, y hermano del rey Fernando III, el Santo.




El templo conserva un formidable conjunto de pintura mural gótica de primer orden en Europa. En la Capilla de San Martín, o del aceite, donde se hallan varios sepulcros de obispos como el del fundador Pedro Pérez, podemos encontrar un grupo de escenas donde destaca el Pantocrátor, flanqueado por el Juicio Final y la Resurrección; al lado, conjunto de imágenes de San Joaquín, Santa Ana y el sepulcro policromado del prelado Rodrigo Díaz completan la estancia. En la parte exterior de dicha capilla recientemente se han descubierto las pinturas de un imponente San Martín partiendo su capa con un pobre, junto a otras de épocas posteriores, complemento de un retablo desaparecido.


Pinturas murales en la Capilla de San Martín
Sepulcros y pinturas murales en el brazo sur del crucero.
El conjunto de claustro, capillas y antiguas salas capitulares fue sede de acontecimientos muy notables. En él nacieron los primeros estudios, germen de lo que más tarde será la famosa Universidad de Salamanca, una de las primeras de Europa con Bolonia, Paris y Oxford.
En la parte central está el sepulcro del fundador de la capilla y patriarca de la familia Diego de Anaya, obispo de Salamanca y arzobispo de Sevilla, devoto de San Bartolomé y mecenas que fundó el Colegio Mayor de San Bartolomé o Colegio Viejo (el más antiguo de Salamanca)

Capilla de los Anaya
El claustro fue construido durante el último tercio del siglo XII, bajo el pontificado de Vidal. Con posterioridad el obispo Sancho de Castilla mejora su arquitectura con techumbres mudéjares, de las cuales quedan algunos restos en la Capilla de Santa Catalina. El terremoto de Lisboa de 1755 arruinó una parte importante de su fábrica, y motivó su reconstrucción de manos de Jerónimo García de Quiñones con tendencias neoclásicas.




La capilla de Santa Bárbara 

Fue fundada por el Obispo Juan Lucero en 1334, cuya tumba está en el centro, y está decorada con un pequeño retablo que incluye pinturas que representan escenas de la muerte y pasión de Cristo y una imagen de la Santa titular, esta última realizada en el siglo XVI. El frente del altar muestra una magnífica decoración de cerámica de Talavera.


Capilla de Santa Bárbara con el sepulcro del Obispo Lucero

Desde los comienzos de la Universidad de Salamanca y cuando los estudios se hacían en la propia catedral, esta capilla servía como lugar donde se realizaban los exámenes finales.



El estudiante que iba a realizar su examen de grado o de doctorado debía pasar toda la noche encerrado en la capilla, (lo que solían hacer sentados en una silla, con los pies apoyados sobre los de la escultura yacente del Obispo Lucero, situada en el centro de la capilla) y preparando (velando los libros) la defensa de su tesina (licenciatura) o su tesis (doctorado). De aquí viene el dicho popular de "Estar en capilla". A la mañana siguiente entraban los profesores (y cualquier otro doctor que quisiera intervenir) que se sentaban en los bancos que hay alrededor de la capilla y discutían al estudiante punto por punto las razones de su trabajo.
Si el estudiante aprobaba el examen, salía por la puerta principal de la catedral donde le esperaban sus amigos y juntos hacían una fiesta. Si el grado obtenido era el de doctor (el más alto de los estudios universitarios), sus compañeros escribían en una pared un anagrama de la palabra latina Victor seguida de su nombre -en letra o anagrama también- lo que equivaldría a "¡Victoria!". A partir de cierto momento (quizá a comienzos del siglo XVII), para celebrar la fiesta el doctorando debía ofrecer un toro a sus compañeros que, previamente toreado y estoqueado, servía para la comida de celebración (lo que hacía que conseguir un doctorado solamente estuviera al alcance de gente con posibles).
Si el estudiante no superaba el examen, salía por otra puerta, conocida como la "puerta de los carros", una estrecha comunicación con la Calle de Tentenecio donde no había ni amigos ni fiesta.

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