viernes, 2 de diciembre de 2022

XVII- Navarra Barroca - El siglo XVIII - (III) - Arquitectura señorial en Pamplona en el siglo XVIII - La casa consitorial de Pamplona - Casa principal del mayorazgo de los Goyeneche y más

XVI- Navarra Barroca - El siglo XVIII - (II) Juan de Goyeneche y Gastón -  Nuevo Baztan - Carlos VI de Habsburgo - Las primeras ferrerías - CASA DE LAS CADENAS (Corella), pincha aqui

Pamplona (Navarra) - Fundación Miguel Echauri (El pintor y su ciudad), pincha aqui

Arquitectura señorial en Pamplona en el siglo XVIII

Pamplona experimentó una renovación urbanística sin precedentes a lo largo del siglo XVIII, en concordancia con el embellecimiento barroco de los principales focos poblacionales de la Península. Esta renovación no sólo se centró en el acondicionamiento de las calles, la traída de aguas, el alcantarillado, los primeros conatos de introducción del alumbrado público y la numeración y rotulación de las rúas y casas, ya que también se llevó a cabo una renovación arquitectónica bajo todas las titularidades: eclesiástica, pública y privada. En lo que respecta a las casas señoriales, el siglo XVIII resulta de esencial importancia, ya que los antiguos edificios medievales y renacentistas fueron remodelados y sustituidos. La nobleza de la capital, enriquecida por diversos negocios centrados principalmente en la Corte y en las posesiones de Ultramar, decidió levantar sus casas principales, como espejo de su bonanza económica e ilustre linaje ante el resto de ciudadanos de Pamplona. Para ello, se sirvieron de modelos y estructuras importados desde las grandes ciudades, invirtiendo importantes caudales en dicha tarea. Por este motivo, hoy podemos admirar multitud de ejemplos de gran calidad, que acogen en su diseño y estética la historia de los grandes linajes de la capital, los prohombres y circunstancias que motivaron su construcción, sin los cuales sería inimaginable la ejecución de los citados edificios.

  • Si soy noble : tengo que vivir de noble : no puedo trabajar
  • La nobleza vive de las rentas

La casa consitorial de Pamplona, de la que sólo se conserva la fachada, fue la más monumental de las que se erigieron en el barroco navarro. Vino a sustituir a la antigua, edificada a raíz del Privilegio de Unión (1423), que a mediados del siglo XVIII amenazaba ruina. 


Su construcción se prolongó durante siete años(1753-1759), siguiendo las trazas de Juan Miguel de Goyeneta salvo en la fachada, que fue diseñada por José Zay Lorda y se remató con un coronamiento del maestro Juan Lorenzo Catalán. 

El diseño rococó de la fachada es de gran plasticidad, compartimentándose con múltiples columnas pareadas sobre pedestales, cobrando gran protagonismo en las balconadas -una corrida en la primera planta y tres separadas en la segunda- y sus rejerías de gusto francés.

J. Zailorda. Doble proyecto de fachada para la Casa Consistorial de Pamplona, 1753 (Archivo Municipal de Pamplona)

El diseño de fachada para la Casa Consistorial de Pamplona aportado por Zailorda -que se conserva en el Archivo de la Ciudad- es doble, pues las soluciones planteadas a uno y otro lado del eje de simetría difieren claramente. 

Clérigo a la par que arquitecto, don José de Zay y Lorda era natural de Pamplona. Por esos años mediales del XVIII tuvo alguna participación en las obras de la iglesia de San Nicolás de Bari, de Bilbao, ciudad en la que residía. Hombre polifacético, que alcanzó algún renombre como músico, químico o astrónomo, entre 1740 y 1744 Zailorda fue director facultativo de las obras de mejora de la ría de Bilbao, asumiendo concretamente la supervisión técnica de los pilotajes de los muelles de la barra. En 1743 concibió, junto con Ignacio Vicente de Mendieta y Cebericha, los planos de la iglesia de Andra Mari o Santa María, de Munguía, en la actualidad tan sólo conservada en planta. Ratifica la fama que disfrutaba entre sus paisanos el hecho de que años después, en 1767, se le requieriese para arbitrar la que, en su opinión, fuese la mejor traza de entre las tres presentadas para el retablo de la Capilla de la Virgen del Camino, en la parroquial pamplonesa de San Saturnino.


Durante el tiempo transcurrido hasta que se inauguró el edificio en enero de 1760, se introdujeron diversas variantes en el diseño, algunas sustantivas. Se respetó el concepto de Zailorda referente a la superposición en pisos de los tres órdenes arquitectónicos. Pero el remate fue sustituído en abril de 1756 por otro, según idea del maestro de obras Juan Lorenzo Catalán. También cambió la posición de las estatuas: las representaciones de Hércules, labradas por el escultor José Jiménez, se encaramaron al ático; y su lugar, a los lados del acceso principal, fue ocupado por alegorías de la Prudencia y la Justicia, respectivamente. 


Requerido por la perentoria necesidad de espacio, en 1952 se llevó a cabo el derribo de esta Casa Consistorial, para permitir la posterior construcción del actual edificio, según proyecto de los arquitectos Yárnoz Orcoyen.  

Casa principal del mayorazgo de los Goyeneche

Los Goyeneche procedían de Garzáin (Baztán), desde donde Miguel de Goyeneche se trasladó a Pamplona, dedicándose al comercio de lana y otros negocios. Fue uno de sus hijos, Pedro Fermín, quien siguió su estela como hombre de negocios, entablando relaciones comerciales con los navarros que triunfaban en el Madrid de Felipe V: los Mendinueta. Arizcun, Garro, Aldecoa, Goyeneche, etc. Llegó incluso a residir durante algunos años en la capital, conociendo la vanguardia constructiva que se estaba acometiendo en la dicha Villa. Fue tesorero general de guerra de Navarra y director general de la provisión de víveres de Navarra, Guipúzcoa y Santander, llegando a alcanzar una plaza de oidor de la Cámara de Comptos en 1749. Llevó a cabo una interesante política matrimonial, entroncando sus hijas y nietos con familias de gran prestigio como los Borda de Maya, Goyeneche y Rada de Subiza. La casa principal fue construida sobre dos solares de su propiedad, comenzándose en 1738 sus obras. El imponente edificio, al contrario de lo que pudiera parecer, presenta su fachada principal hacia la calle Estafeta, ya que por aquellos entonces, todavía Pamplona estaba volcada hacia su interior, aunque la Plaza del Castillo no tardaría en convertirse en centro neurálgico de la ciudad.

La linerna en este edificio señorial, remates decimonónicos, galerias arriba

Casa principal de los Navarro Tafalla

Nacido en Murillo el Cuende, Juan Francisco Navarro, no era noble como los anteriores, probablemente la falta de recursos le llevó a cruzar el Atlántico en 1722. Poco sabemos de lo que allí hizo, pero parece ser que conformó una inmensa fortuna, relacionada con asuntos de contrabando con piratas ingleses y holandeses, prestando también al parecer ciertos servicios militares en la conducción de caudales y otras actividades poco ortodoxas. 


Antes de su regreso a España envió dinero para adquirir diversas propiedades como el castillo de Gorráiz, y una vez en Pamplona obtuvo la ejecutoria de hidalguía en 1756, e incluso un asiento en las Cortes en 1760. 

La casa fue erigida por Martín de Lasorda a partir de 1759, sobre unas propiedades adquiridas en 1752, siguiendo las trazas del arquitecto Vicente de Arizu y Francisco Aguirre. De la fachada destaca la ausencia de las armas de Juan Francisco, ya que probablemente no se atrevió a colocarlas, a causa de las reticencias que profesó hacia él la nobleza tradicional, que se oponía a su elevación social aludiendo que “este empeñado pretendiente, aspira a espensas de su crecido ynidano cuaudal lo que no puede ni corresponde a su nacimiento" y que resultaban ilícitos "los progresos que este pretendiente maquina para elevarse, sin sangre ni meritos dignos al distintivo mayor de la nobleza y honor singular de ser miembro de las Cortes.

Casa principal del mayorazgo del Marqués de San Miguel de Aguayo

Ligada al linaje de los Echeverz, oriundo de Berrioplano. El promotor de la misma fue Agustín de Echeverz, primogénito nacido en 1646. En 1662 viajo Nueva España, donde forjó como militar y casó con una noble y rica hacendada. Nobleza y economía quedaron fundidas en una misma estirpe. Volvió a España donde completó un ascenso sin parangón. 

Blasón de los Ezpeleta. Un león rampante en gules, armado y lenguado en lo mismo.


En 1682 tomó el hábito de Santiago y el marquesado de San Miguel de Aguayo, para más tarde hacer lo propio con el título de alguacil mayor del reino de Navarra. Tras volver a Indias como gobernador del Nuevo Reino de León, regresó a Pamplona, centrando sus esfuerzos en construir una casa que armonizara con su categoría y la de su familia. En 1698 contrató con el cantero Pedro de Arriarán las obras, y en 1709, el tercer marido de su hija contrató la fachada, marchando dos años después a las Indias, en un viaje sin retorno. 


A principios del XIX, fue adquirido por José de Ezpeleta y Galdeano, que había sido virrey de Nueva Granada y que posteriormente lo sería de Navarra. Destaca sobremanera la fachada, con contenidos alegóricos alusivos a las virtudes y sustrato militar de la familia, sin olvidar la necesidad de una formación intelectual, materializado en la reproducción en el dintel del emblema “non solum armis” (no sólo con las armas) del repertorio de Diego Saavedra Fajardo.

La fachada es plenamente barroca y se compone de un gran cuerpo de piedra con almohadillado rústico, piso noble de ladrillo con balcones y remate con óculos en el ático. Destaca la gran portada de Domingo Gaztelu, de piedra blanca de Olza, que en 1843 Víctor Hugo calificó como «una égloga​ adornada con balas de cañón». Esto es debido a que lo componen motivos alusivos a la actividad militar —cañones, trofeos y guerreros— de sus primeros propietarios. La sirena también aparece con reiteración. A su descripción hay que añadir la escalera que parte del zaguán de porte noble y un gran patio posterior, que todo ello hace a este edificio uno de los ejemplares más notables de la arquitectura civil de la ciudad.


José Manuel de Ezpeleta y Galdeano, I conde de Ezpeleta de Beire o Veire​ (Barcelona, 24 de enero de 1742 – Pamplona, 23 de noviembre de 1823), fue un oficial militar y político español, de 1785 a 1789, virrey de Nueva Granada de 1789 a 1797 y virrey de Navarra de 1814 a 1820.

En 1802, Pedro Ignacio Valdivieso y Echeverz, cuarto marqués de San Miguel de Aguayo, quien residía en México, vendió el inmueble al conde de Ezpeleta, que le ha dado nombre hasta hoy, y que colocó sus armas sobre el dintel de la portada. Años más tarde pasó a ser propiedad del marqués del Amparo, y desde 1918 hasta 1999 fue colegio de la Compañía de Santa Teresa de Jesús.

Galería de arcos del Palacio

Casa principal del mayorazgo de los Guendica

Los Guendica eran un linaje vizcaíno, y uno de cuyos hijos, Luís, enlazó con la familia pamplonesa de los Aldunate en 1713 lo que le llevó a conformar un amplio patrimonio en Navarra y a solicitar de las cortes navarras la naturalización como navarro que obtuvo antes de morir. Su vida transcurrió lejos de Navarra y de su lugar natal pues fue militar, carrera de segundón. Se formo en Flandes y tras algún tiempo en la Península fue nombrado por Felipe V cabo principal de armas del Perú y gobernador del puerto de el Callao. A su vuelta a España, adquirió diversas propiedades en Pamplona y su comarca, obteniendo el hábito de Santiago, y alcanzando el grado de teniente general, para después ser nombrado gobernador de Tortosa, comandante general interino de las costas de Andalucía y al final de sus días comandante general de la provincia de Guipúzcoa, falleciendo en San Sebastián. 


La casa fue construida sobre varias parcelas que adquirió en la Navarrería a partir de 1738, necesitando varios préstamos para finalizarla. Tanto la casa como sus propiedades fueron pasando sucesivamente por diversas manos, hasta que su nieto casó con la hermana del marqués de Rozalejo, que dejo el titulo nobiliario a su sobrino Policarpo, asumiendo la casa principal dicho título.

Casa principal del mayorazgo del Marqués de la Real Defensa

Asentada en la plaza del Consejo, se encuentra ligada a la familia Eslava. El punto de inicio hay que localizarlo en 1677, cuando contraen matrimonio Gaspar de Eslava con Rafaela Lasaga, gozando el primero del mayorazgo fundado por ésta última, con el dinero indiano de un hermano suyo. De la descendencia destacaron dos varones, el primogénito Martín Francisco, que heredó el mayorazgo, y Sebastián, que entró en el ejército, alcanzando el puesto de virrey de Nueva Granada. Allí sobresalió con la heroica defensa de Cartagena ante los ataques de la flota inglesa de Vernon en 1741, lo que le valió a su heredero (su sobrino) la concesión del marquesado de la Real Defensa. 

SEBASTIÁN DE ESLAVA Y LAZAGA
Virrey de Nueva Granada, Ministro de la Guerra, Gentilhombre de Cámara de S.M, Caballero de Santiago y de Calatrava, Señor de Eguillor y Marqués de la Real Defensa a título póstumo. Gentilhombre de Cámara y Director general de Artillería e Infantería española.

Volvió a la Corte, donde ocupó dignidades de diferente índole, falleciendo en Madrid el año de 1759, sin dejar descendencia directa. Dotó a su hermano y al primogénito del mismo con grandes sumas de dinero indiano, con el que se construyó y exornó el edificio en la década de los cincuenta del siglo XVIII. 

Constituye un gran bloque horizontal en el que se suceden un alto basamento de piedra que incluye la puerta y entreplanta más dos cuerpos con el paramento enfoscado con imitación de sillar en los que se abren balcones con marcos moldurados con orejetas y un pronunciado alero de madera como remate. La fachada tiene amplias proporciones ofreciendo sobriedad, rota únicamente por la serie de ménsulas con rocalla que soportan los balcones del piso noble, las molduras de los vanos y el blasón del Virrey Eslava, que corona la puerta recta de acceso.

A su muerte, en 1759, nombró heredero universal a su sobrino Gaspar, que alcanzó el marquesado un año después. Su primogénita enlazó con los Mencos, marqueses de Guenduláin. Una de las singularidades de la casa es que todavía presenta restos de policromía en el escudo de la fachada, que se corresponde con las armas del Marqués de la Real Defensa.


Palacio episcopal de Pamplona

Aunque Sancho “el Fuerte” cedió a la mitra pamplonesa el Palacio Real de Pamplona en 1198, revirtió en la corona en 1255. Desde entonces hubo numerosos enfrentamientos y permutas entre ambas partes para determinar la propiedad del inmueble. Con la anexión de Navarra a la corona castellana, los virreyes instalaron allí su residencia. Por su parte los obispos desde el siglo XVI instalaron su residencia en la casa del Condestable de Navarra en la calle Mayor, en condición de inquilinos. 


No obstante, llegado el siglo XVIII, a causa de las incomodidades y de su lejanía respecto a la catedral, así como también de la bula romana expedida por Benedicto XIII, se emprendió la construcción del actual palacio. Se reunieron el obispo, Melchor Ángel Gutiérrez Vallejo con los representantes del cabildo de la catedral y del clero de Navarra para firmar una concordia que permitiera la obtención de fondos para la nueva construcción. De este modo, en 1734 de daba inicio a las obras, que finalizaron bajo el arzobispado de don Ignacio Añoa y Busto, quien años después ostentaría la mitra de Zaragoza. 


La puerta principal, circundada por orejetas y coronada por San Fermín obispo, presenta en su dintel tres elementos propios de quienes allí habitaban: mitra, báculo y sombrero episcopal borlado, sustentado por ángeles.

Casa principal de los Mutiloa
Originarios del palacio de Mutilva Alta, se trataba de una familia noble de rancio abolengo, que vivía de las rentas que proporcionaban sus posesiones y mayorazgos, ocupando la alcaldía y la diputación en varias ocasiones. Señores del palacio de Egües, fueron aumentando sus pertenencias merced a los matrimonios de sus miembros con el palacio de Andueza en el valle de Araiz. Uno de sus miembros, José, hijo del matrimonio formado por Juan José Mutiloa y Margarita de Lodosa y Andueza, buscó su porvenir fuera, concretamente estudiando en Salamanca, y posteriormente ocupando cargos importantes en la administración del Estado, llegando al Consejo de la Inquisición y al Consejo de Castilla, el más importante en 1730. En Madrid compatibilizó todo ello con negocios particulares, de la mano de hombres de negocios navarros. Al morir, su herencia favoreció en buen modo a su sobrino Vicente Pedro, entonces cabeza de la familia en Pamplona, y con ello reformó la casa familiar a partir de 1748. Destaca el hecho de que se conservara el primigenio escudo en el interior, para que quedase patente que el noble linaje de la familia asentaba sus raíces desde tiempos inmemoriales, al contrario que la nobleza de nueva planta, enriquecida rápidamente por negocios, muchas veces sospechosos.

C. de la Zapatería, 40

El espacio interior
La práctica totalidad de estas casas principales de mayorazgo, grosso modo, contaban con la misma distribución: en la parte inferior, sótanos, donde se ubicaban las bodegas, planta baja donde se situaba el zaguán, el arranque de las escaleras, las caballerizas y las cocinas. En el piso inmediatamente superior se disponía la planta noble, con las estancias más amplias y lujosas, reservadas para los propietarios del mayorazgo, y sus más directos allegados. El segundo piso, quedaba articulado también por habitaciones familiares. La parte superior, normalmente abuhardillada y no visible desde la calle, servía de asiento para el personal de servicio, que, en algunos casos, era muy numeroso. El centro neurálgico de la estructura era el zaguán, que, junto a las escaleras y la portada, reflejaban la calidad del edificio, y el poderío económico de la familia propietaria. La caja de la escalera quedaba cubierta generalmente por una bóveda, con múltiples soluciones, destacando por su estructura la de la casa principal del marqués de San Miguel de Aguayo, la del marqués de Huarte (Tudela) y la desaparecida del Ayuntamiento de Pamplona, entre otras muchas.

Zaguán del palacio del marqués de San Miguel de Aguayo

El exorno del edificio
Pocas de las casas principales conservadas han preservado su estructura original y su decoración interior, que muchas veces superaba la riqueza del propio edificio. Gracias a los testamentos e inventarios de bienes, conocemos que se adornaban con ricos mobiliarios, biombos, cornucopias, relojes, tapices etc. También pendían de sus paredes lienzos firmados por los más afamados pintores de la Corte e incluso italianos, flamencos y novohispanos, tanto de temática civil, destacando los retratos de los personajes ilustres de la familia y los ciclos de mitología clásica, como de temática religiosa, con especial atención a los santos patrones de la familia, los del Reino, o los de sus primigenios lugares de nacimiento. Tampoco faltaban objetos exóticos, llegados de las Indias, destacando los tibores, marfiles y objetos en coral. Además de ello, poseían oratorios privados, repletos de objetos de orfebrería y reliquias, incluso pequeños retablos, lo que los convertía en pequeñas “cámaras de las maravillas”. Al exterior, amén de los escudos heráldicos, destacaban las forjas y rejerías, aplicadas en las ventanas del piso inferior y en las balconadas, en donde los nobles se manifestaban ante el pueblo llano. Mención especial merecen puertas y ventanas, muchas veces con soluciones muy decorativas y de gran complejidad, sin mermar la resistencia de las mismas.

Interiores de la casa principal del marqués de la Real Defensa 
(Archivo Municipal de Pamplona)


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