jueves, 27 de octubre de 2022

XLVIII - Origen de los dioses griegos - Los dioses del Olimpo - Las vírgenes vestales - Numa Pompilio

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Durante el periodo de la antigua Grecia, 2.000 a.C. se construyó una de las civilizaciones más grandes que vería la historia de la humanidad. Los griegos poseían una cosmovisión politeísta del mundo, lo que significaba la armonía y reinado de varios dioses al mismo tiempo. En el año 500 a.C. la mitología griega había sido desarrollada en su totalidad con sus complejas historias de relaciones y venganzas.

Famosos escritores y poetas de la Antigüedad veneraban a los dioses y hacían mención en sus libros épicos de batallas, héroes y monstruos de todo tipo. Hesíodo con su obra, la Teogonía y Homero con su clásico inconfundible: La Odisea.

En su origen encontramos a Gea, diosa de la tierra, y Uranos, dios del cielo. De su unión nace Rea, una de las titánides que representaba el nacimiento y la vida. Rea tuvo seis hijos con Cronos, el dios del tiempo: tres dioses y tres diosas. Sus hijos eran las deidades: Demetér (diosa de los cultivos), Hades (dios del inframundo), Hera (diosa de la familia), Hestia (diosa del hogar), Poseidón (dios del mar) y Zeus (dios del rayo).


Cuando a Cronos le es revelada una profecía que manifestaba que sería destronado por su hijo así como él destronó a su padre, fue en búsqueda de todos ellos para matarles. Cronos los devoró uno a uno, aunque Rea engañó a Cronos dándole una almohada enrollada como si fuera el pequeño Zeus y Cronos se lo comió en un santiamén sin caer en cuenta de la trampa.

Así, Rea puso a Zeus en una canasta y lo salvó del fin que ideaba su padre. Lo llevó a un lugar lejano de las islas del mar Egeo, conocido como monte Dicte en Creta, donde vivía la Ninfa Adamantea, quien lo cuidó y lo alimentó con leche de cabra montañera y miel. En la mitología griega, Adamantea o simplemente Amaltea era una ninfa-cabra que se convertía para proveer al pequeño del alimento. La ninfa lo mantuvo oculto y protegido de su padre hasta que llegó a la edad adulta.

Zeus, ya adulto, se presentó ante su padre, Cronos, y liberó a sus hermanos y a otros seres míticos, como titanes y cíclopes, que habían sido desterrados al tártaro y devorados por Cronos también. Con la liberación de las deidades y criaturas, se libró una enorme batalla donde Zeus se alzó con la victoria. En agradecimiento, los cíclopes, criaturas gigantes de un solo ojo, le regalaron el poder del rayo.

Como se había dicho en la profecía, Zeus terminó por destronar a su padre, que era quien regía las leyes del universo y el destino del mundo de los humanos. De este modo, Zeus se convirtió en el principal dios griego del Olimpo.

Los dioses del Olimpo
La primera generación de dioses del Olimpo son los hijos de Gea y Cronos: Hestia, Deméter, Hera, Zeus, Hades y Poseidón. Todos y todas vivían en descanso después de la tragedia con Cronos. Zeus reinaba desde su trono y se convirtió en el señor de los cielos.


La segunda generación de dioses llegó para habitar el Olimpo. Se trataba de la descendencia que tuvo Zeus con Hera, su hermana. Estos fueron: Hefesto, Ares, Dionisio, Hermes, Atenea, Artemisa, Apolo y Afrodita.

Árbol genealógico de los dioses olímpicos. En los casos de Afrodita, Ares, Dioniso, Atenea, Hefesto y Urano para este gráfico se ha tomado como modelo la versión de la Teogonía de Hesíodo. En azul, los que siempre se consideran olímpicos, en amarillo los variables, y en negro, los demás dioses. La línea continua indica relación padre-hijo y la discontinua la pareja.

La Hestia Giustiniani es una de las pocas representaciones de esta divinidad. Se conserva en el Museo Torlonia de Roma.
Su nombre romano es Vesta.


En la mitología griega, Hestia era una de las diosas olímpicas. Hija de Cronos y Rea, personificaba el fuego del hogar. Hestia apenas salía del Olimpo, y nunca se inmiscuía en las disputas de los dioses y los seres humanos, por lo que paradójicamente pocas veces aparece en los relatos mitológicos a pesar de ser una de las principales diosas de la religión griega y, posteriormente, romana. Era la hija primogénita de los titanes Cronos y Rea, y la primera en ser devorada por su padre al nacer; por lo que fue la última expulsada del cuerpo de su padre cuando Zeus le entregó el vomitivo. Tras la guerra contra los Titanes, Poseidón y Apolo fueron a pedirle matrimonio a su mansión, pero juró sobre la cabeza de Zeus que ella permanecería siempre virgen, evitando así la primera disputa entre dioses olímpicos.


A su equivalente romana, Vesta, se le rendía culto en un templo de especial importancia. Según la tradición, el hijo de Rómulo, Numa Pompilio instauró la institución de las vestales y edificó el templo redondo de Vesta. Allí se conservaba el fuego perpetuo y se custodiaba lo que se creía que era el mítico paladión.


Las vírgenes vestales, las encargadas del fuego eterno
Desde los tiempos más antiguos de Roma la ciudad fue protegida simbólicamente por un grupo de jóvenes mujeres escogidas a muy temprana edad entre las niñas «más perfectas» de la urbe (cuando los escritores de la época se referían a estas como perfectas hablaban de su salud y vitalidad).

Estatua de una virgen vestal en el Foro Romano

Las vírgenes vestales eran un conjunto de sacerdotisas cuya función principal constaba en mantener vivo el Fuego Sagrado de la diosa Vesta. Sus orígenes datan desde los inicios históricos romanos, cuando Roma no era ni una República ni un Imperio, sino una Monarquía dominada por los reyes etruscos. La madre de Rómulo y Remo, según dice el mito fundacional de Roma, fue una virgen vestal. No obstante, una de sus características más importantes es la confianza que el pueblo romano les tenía, confiando bajo su cuidado a lo largo de los siglos una cantidad incontable de documentos de importancia tanto estatales como personales así como reliquias.

Vestigios actuales del templo de Vesta.

En la literatura romana encontramos que el héroe mitológico Eneas seleccionó personalmente a las primeras vestales, pero los datos históricos más concretos nos llegan de los historiadores clásicos Dionisio y Livio, quienes establecen que fueron los reyes etruscos quienes instauraron la figura de las vírgenes vestales.

Relieve de las vírgenes vestales manteniendo la llama sagrada

Un recuento similar nos llega de Aulio Gellio, escritor y anticuario del segundo siglo, quien comenta que «la primer virgen vestal fue llevada de la mano por Numa Pompilio».
Fueron estos mismos reyes los que establecieron los castigos para las sacerdotisas que rompieran sus votos. Estos votos eran el de castidad, recordemos que Vesta era la diosa virgen y pura (sin embargo, pasados los años de servicio, como veremos, podían buscar un hombre y casarse si es que así lo deseaban), y el voto más importante que era el de mantener vivo el Fuego Sagrado de Vesta. Llama que si se apagaba vaticinaba una tragedia profunda y peligrosa en extremo para la sociedad.
Las vírgenes vestales tenían una gran prioridad y prestigio en la sociedad romana. Eran respetadas y adoradas por todos y cada uno de los ciudadanos romanos, según los escritos antiguos su sola presencia por el camino de un condenado a muerte rumbo el verdugo era suficiente para que se absolviera a dicha persona y se le perdonara la vida 


Numa Pompilio (753-674 a. C.) fue el segundo rey de Roma (716-674 a. C.), sucesor de Rómulo. Se casó con Tacia, hija del rey sabino Tito Tacio, por lo que fue concuñado de Rómulo. Se sabe muy poco de este rey. Gran parte de las noticias nos llegan a través de una biografía escrita por el autor griego Plutarco (c. 46-125).
Características de las vestales, elección, vestimenta
Elegidas a muy temprana edad por el Pontifex Maximus entre las niñas de las familias patricias de la ciudad, las vestales servían como sacerdotisas durante 30 años para luego retirarse y poder casarse. De estos, 10 años eran como estudiantes y 20 como vírgenes vestales. La vestimenta de una vestal también reflejaba su rango elevado en la sociedad y a la vez su pureza y castidad. Las túnicas que utilizaban eran del más fino lino de color blanco y estaban adornadas con una orla de púrpura.

El rey Numa Pompilio fue el primero en delinear qué debía hacerse cuando una vestal rompiera sus votos. Si bien las vestales que cumplían sus funciones eran tratadas con la mayor admiración y amabilidad, las vestales que rompían sus votos eran castigadas cruelmente. En más de mil años sólo se conoce de 22 vestales castigadas por romper sus votos.

1- templo de Vesta, 2- Regia, residencia del pontifex maximus (antiguamente el hogar de los reyes), 3- Rostra (la plataforma de los oradores), 3- la Curia (el edificio de los senadores), 5- el templo de Julio César, 6- templo de Castor y Pólux (reconstruido por Augusto), 7- Basílica Julia (construida por Julo César), 8- templo de Júpiter en la Colina Capitolina, 9- templo de Juno Moneta, 10- templo de Júpiter Capitolino, 11- el Foro Romano.

Atirum Vestae: Esta era la casa de las Vestales y a la vez un opulento e impresionante palacio de 84 habitaciones. Se encontraba al Este del Foro Romano y ubicado al lado del Domus Publicae, el hogar del Máximo Pontífice. La parte principal de la estructura era el templo circular a Vesta que ocupaba el lugar trasero a la casa de las sacerdotisas. La construcción fue variando considerablemente a lo largo de la historia. Incluso en el año 64 tuvo que ser totalmente reconstruida tras ser consumida por el fuego. Aún hoy en día podemos ver los remanentes de las estatuas de las Vestales ocupar la zona que demarcaba el templo.

La imponente y amplia casa de las Vestales.

El templo de Vesta es un templo romano dedicado a Vesta, la diosa virgen del hogar», que se encuentra en Tivoli, en Lazio, Italia. Data del siglo I y fue fuente de inspiración en la época neoclásica gracias a los varios grabados que lo difundieron (Sebastiano Serlio (1560) y Piranesi (1748-1774), entre otros) y tema de muchas obras pictóricas románticas.
Tívoli, antigua Tibur, es una ciudad italiana de la provincia de Roma, en la región del Lacio. Se ubica en la margen izquierda del río Aniene (antiguo Anio), al noreste de Roma. Fue una localidad romana de gran belleza por su paisaje agreste, de bosques escalonados y cascadas, lo que le daba un clima más fresco que Roma. Se convirtió en lugar favorito de veraneo en los tiempos del Imperio romano. En ella tuvieron sus villas muchos personajes romanos, entre los que cabe mencionar al emperador Adriano y al poeta Quinto Horacio Flaco. Las modernas obras hidráulicas de captación de agua desecaron muchos de los viejos manantiales y el paisaje del lugar ha variado sensiblemente.

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