Jesuitas en Pamplona
La vinculación de la compañía con Navarra tiene dos puntos de referencia especiales. Ignacio de Loyola concibió su ideal religioso durante la convalecencia de las heridas recibidas en el asedio del castillo de Pamplona (1521) por los franconavarros partidarios de Enrique II; Francisco de Javier, cofundador de la compañía de Jesús, es uno de los navarros universales.
Enrique II consiguió el apoyo de Francisco I para recuperar el reino de Navarra aprovechando la aparente debilidad de la corona de Castilla enfrentada en la guerra de las Comunidades. Pero la reconquista se inició tarde cuando los comuneros ya estaban neutralizados, en mayo de 1521. Entonces tuvo lugar un alzamiento generalizado en toda Navarra, incluyendo las ciudades beaumontesas como era la ciudad de Pamplona, que había sido preparado desde el interior. Al mismo tiempo las tropas mandadas por el general Asparrots (o Lesparrou), André de Foix compuestas por 12.000 infantes en su mayoría gascones y que contaban con artillería pesada, rindieron el 15 de mayo San Juan Pie de Puerto, posteriormente Roncesvalles y Burguete.
La población de Pamplona se alzó y Antonio Manrique de Lara, duque de Nájera y virrey de Navarra, salió de Pamplona hacia Alfaro el 17, siendo asaltado en el camino y saqueado. Los escasos soldados castellanos que se quedaron se encastillaron en la fortaleza de Pamplona. Entre ellos estaba el guipuzcoano oñacino capitán Íñigo López de Loyola (que posteriormente adquirió el nombre de religión de Ignacio por devoción al santo de Antioquía), que fue herido en las piernas en el bombardeo realizado durante seis horas para rendir la plaza. Entre los atacantes se hallaban los dos hermanos de Francisco de Javier, Miguel y Juan, que se quedarían al cuidado de la ciudad.
La recuperación del reino no había sido muy sangrienta.
La rápida reacción del ejército español con el reclutamiento de un ejército de 30.000 hombres bien pertrechados, entre ellos muchos de los comuneros vencidos en su guerra interna para redimir su pena, y los errores del general Aparrots que se dirigió con el grueso de las tropas a sitiar Logroño sin afianzar la recuperación del reino, llevaron a que en la batalla de Noáin se produjera una derrota de los navarro-gascones y por tanto la pérdida de la independencia de Navarra.
Pese a la presencia de Francisco de Borja, otro de los grandes jesuitas, el año 1551 en Navarra la primera fundación no se produjo hasta 1580, con la creación del colegio de Pamplona, gracias al apoyo de Juan Piñeiro, señor de Eriete, y del virrey Francisco Hurtado de Mendoza; frente a ellos se mantuvo durante un largo periodo la oposición de los agustinos y del propio regimiento de la ciudad. Las Cortes de Navarra primero y el propio Felipe II (1583) acabaron apoyando la fundación jesuítica, que en 1586 contaba ya con tres maestros y cuatrocientos alumnos. Nombres como Juan Rogel, Juan Martínez de Ripalda o el cronista José de Moret son algunos de los miembros navarros de la orden que destacaron en esta primera etapa, finalizada con la expulsión de los reinos de Carlos III, en 1767.
Francisco de Borja y Aragón S.J. (Gandía, Valencia, España, 28 de octubre de 1510-Roma, Estados Pontificios, 30 de septiembre de 1572) fue III General de la Compañía de Jesús, IV duque de Gandía, I marqués de Lombay, Grande de España y Virrey de Cataluña. Fue hijo de Juan de Borja y Enríquez de Luna, III duque de Gandía, y de Juana de Aragón y Gurrea, hija natural de Alonso de Aragón, virrey de Aragón, hijo ilegítimo del rey Fernando II de Aragón, y de Ana de Gurrea, vizcondesa de Evol. Por parte de su padre, era bisnieto del papa Alejandro VI.
Aunque de niño fue muy piadoso y deseó convertirse en monje, su familia lo mandó a la corte del emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico y en 1522 se encontraba en el palacio de Tordesillas para servir a la reina Juana I que estaba recluida ahí.
El emperador Carlos V lo nombró gentilhombre de la Casa de Borgoña. En 1529, se acordó su matrimonio con Leonor de Castro, amiga íntima, caballeriza mayor y dama de la reina Isabel. Llegó a ser «gran privado» del emperador. A finales de 1529 fue nombrado caballerizo mayor de la emperatriz Isabel de Portugal, esposa del emperador Carlos I. El 7 de julio de 1530, Carlos V elevó el título de la baronía de Llombay a marquesado.
Isabel de Portugal murió en Toledo el 1 de mayo de 1539 con solo 36 años de edad. Era considerada una de las mujeres más bellas de su tiempo, como lo atestigua el lienzo del Tiziano. Esta muerte causó una impresión muy profunda en Francisco de Borja, quien desde entonces la recordó todos los años en su Diario por considerarla la fecha de su conversión.
Río Serpis y Palacio Ducal de Gandía. |
Felipe, hijo de Isabel de Portugal, encabezó los funerales y Francisco de Borja organizó la comitiva que escoltó el cuerpo de la emperatriz hasta su tumba en la Capilla Real de Granada, donde sería sepultado junto a los restos de los Reyes Católicos. El día 18, se descubrió el féretro antes de introducirlo en el sepulcro a fin de corroborar una vez más su identidad. Al ver descompuesto el rostro de la emperatriz que el mundo había admirado por su belleza, dijo:
He traído el cuerpo de nuestra Señora en rigurosa custodia desde Toledo a Granada, pero jurar que es ella misma, cuya belleza tanto me admiraba, no me atrevo. [...] Sí, lo juro (reconocerla), pero juro también no más servir a señor que se me pueda morir.
En ese mismo año, Carlos V lo nombró virrey de Cataluña cargo que desempeñó con gran eficiencia.
Antigua Iglesia de la Anunciata en la calle Compañía, hoy albergue de peregrinos “Jesús y María” Foto: Diario de Navarra Primer colegio 1580 |
El regreso no se produjo hasta 1870, cuando comenzó el funcionamiento de un pequeño colegio, el de Villalba, junto a Pamplona, aunque ya antes, tras la dispersión ocasionada por la Revolución de 1868 había miembros de la compañía residiendo en diversas localidades navarras. La comunidad estaba compuesta por dos partes, dos hermanos, dos estudiantes, miembros de la compañía, y un sacerdote y diez alumnos externos y otros diez internos. La guerra carlista, en la que los alumnos tomaron clara postura a favor del pretendiente Carlos VII condujo, en 1873, al cierre del colegio por la propia compañía.
Luis Felipe de Gaztelu. Colegio San Ignacio de Jesuitas (1949) |
En 1891, y tras un largo periodo de gestiones iniciado en 1868 con el testamento de Josefa Lecumberri, que contenía una manda para la fundación de un colegio, se iniciaron las actividades educativas de los jesuitas en Tudela. Dos años después se instalaban en Javier, previa donación del castillo por parte de la duquesa de Villahermosa. En 1899 se inició la construcción del colegio, que inició sus clases en 1904, con 25 alumnos; las ampliaciones de 1926 y de 1948 permitieron la presencia de 220 estudiantes. El regreso a Pamplona se produjo en 1946; se instalaron inicialmente en el centro mariano de la calle Mayor y, tras pasar por la calle Arrieta y la Media Luna se instalaron definitivamente en el edificio de la calle Bergamin en 1949; el colegio tenía, en 1988, una capacidad de más de 2.000 alumnos. En 1959, se inauguró la iglesia aneja de la Inmaculada.
En Navarra entera, y en especial en Pamplona, tuvo especial fuerza la gran religiosidad que caracteriza el último tercio del siglo XIX durante el reinado de Alfonso XII, quien volvió a dar a la Iglesia un papel preponderante, poniendo fin a la etapa de derribos llevada a cabo tras la desamortización y la revolución de 1868.
Como consecuencia, hubo un enorme desarrollo de la arquitectura religiosa, de manera que en las dos últimas décadas del siglo XIX y primera del XX se construyeron numerosos conventos en Pamplona.
Florencio Ansoleaga. Carmelitas Descalzas de San José (1899) |
Florencio Ansoleaga y Elizondo (Pamplona, 27 de octubre de 1846 – † Pamplona, 21 de diciembre de 1916). Arquitecto y arqueólogo. Autor de notables edificios en Navarra: la Casa de Misericordia y la Escuela de Agricultura en Irache (1880), el Museo y Archivo Provinciales (1887), Hermanitas de los Pobres (1887), el convento de las Siervas de María (1893), el colegio de las Ursulinas (1893), las Carmelitas Descalzas (1899) y el monasterio de la Visitación (1900).
En Pamplona capital son notables las casas de la Plaza del Castillo, 40-42 (1890), la de la Avenida de Navas de Tolosa, 7 (actual sede de la Cámara de Comercio, en 1891), de la calle Zapatería, 19 (1892) y de la Plaza de San Francisco, 20-22 (1912).
Reformó algunas de las más importantes iglesias medievales de Pamplona como San Nicolás (1883), San Saturnino (1886), levantando enteramente las fachadas de las de San Agustín (1897) o San Lorenzo y la iglesia de San Fermín de Aldapa en la calle Dos de Mayo. También otras iglesias en diferentes poblaciones de Navarra, como la iglesia de San Pedro en Pitillas.
Víctor Eusa. Colegio San Miguel de Escolapios (1926-28) |
Víctor Eusa Razquin (Pamplona, 1894-1990) fue un arquitecto español que construyó muchos edificios en su ciudad natal. Fue la figura central de la arquitectura en Navarra durante la mayor parte del siglo XX. Fue también un destacado carlista y, durante la Guerra Civil Española, uno de los dirigentes de la Junta Central Carlista de Navarra, a la que accedió como representante de la merindad de Pamplona. Durante el régimen de Franco se convirtió en el arquitecto oficial de Pamplona y obtuvo infinidad de encargos institucionales, entre ellos, obras tan decisivas para el perfil de la ciudad como el Monumento a los Caídos, en colaboración con José Yárnoz.Tras sus estudios concentró su actividad en Pamplona, donde construyó algunos de los edificios más emblemáticos de la capital navarra: la Casa de Misericordia (1932), la Iglesia de los Paúles, el Colegio de Escolapios, el Seminario,1 el Hospital San Juan de Dios, el Casino Eslava…
En 1936 fue nombrado arquitecto municipal y posteriormente arquitecto de la Diputación Foral, dedicando su labor al urbanismo de la ciudad. Intervino en la construcción del Segundo Ensanche, importante ampliación de la ciudad realizada tras el derribo de parte de la muralla sureste que la rodeaba (los baluartes de San Antón y la Victoria, y el rebellín de Santa Teresa).
Su trabajo, a veces en colaboración con José Yárnoz o Fructuoso Orduna entre otros, se observa en muchas zonas de la ciudad: Iglesia de San Miguel en la Plaza de la Cruz, Colegio de los Hermanos Maristas, Monumento a los Caídos, Parque de la Media Luna, edificio de La Aurora, Casa Uranga, La Vasco Navarra…
Víctor Eusa. Colegio Santa María la Real de Maristas (1955) |
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