Hijo pródigo - El Bosco - 1510 h.Museo Boymans-van Beuningen (Rotterdam)
Tríptico del carro de heno 1512 - 1515 Con esta obra el Bosco demuestra que el hombre, con independencia de su clase social o su lugar de origen, está tan poseído por el deseo de gozar y adquirir riquezas materiales que se dejará engañar o seducir por el Demonio. La lección que propone el artista es que debemos alejarnos de los bienes terrenales y de los placeres de los sentidos para evitar la condenación eterna. Se trata por tanto de un ejemplo opuesto a los ejemplos al uso en la época, en el sentido de que lo importante no es tanto hacer el bien, como evitar el mal y seguir esta norma a lo largo de la vida.
En el tríptico cerrado el Bosco representa el tema del camino de la vida en pintura, y no en grisalla o semigrisalla como en la versión de Róterdam. Muestra en él a un anciano pobremente vestido, inclinado por el peso del cesto que lleva sobre sus espaldas y defendiéndose con un bastón de un perro que le acecha. Pese al mal estado en el que se encuentra, ha podido dejar atrás el ataque de los bandidos y la danza de la pareja de pastores al son de la gaita, alusiva a la lujuria. En el peregrinar de su viaje sin destino, y cuya dirección ignora, ha ido sorteando los peligros del camino y sabe que debe continuar, pese a lo incierto que pueda ser lo que le espera al cruzar el puente. En el dibujo subyacente el Bosco había representado detrás de este puente una cruz que eliminó en la fase de color. La sustituyó por un crucifijo en el interior del pequeño altar colocado en el árbol bajo el que está sentado un pastor que toca la gaita, sin que nadie se percate de su presencia. Todos viven de espaldas a él, todos se olvidan de Dios, como en el Carro de heno.
El tríptico abierto está dedicado al pecado. En el panel izquierdo se muestra su origen, desde la caída de los ángeles rebeldes hasta la expulsión del Paraíso. Digno de destacar es el modo en que el pintor representó a esos seres angélicos que, al desobedecer a Dios, fueron arrojados del cielo y experimentaron una metamorfosis que acabó por convertirlos en monstruosas figuras híbridas. En primer plano, el Bosco hizo también hincapié en la expulsión de Adán y Eva del Paraíso. El arcángel, con su espada levantada, les impide franquear la elevada puerta antropomorfa que separa el Paraíso -escenario de la creación de Eva y de su tentación por la serpiente- del mundo en el que transcurrirá la vida del hombre tras su pecado.
En el panel central el artista muestra a la humanidad arrastrada por el pecado, yendo tras ese carro de heno con el que se ilustra el versículo de Isaías. Toda carne es heno y toda gloria como las flores del campo, que alude a lo efímero y perecedero de las cosas terrenales. A la vez también se recrea un proverbio flamenco: El mundo es como un carro de heno y cada uno coge lo que puede. Bajo la atenta mirada de Cristo Redentor, todos los estamentos quieren coger un puñado de ese heno, incluido el clero, que aparece aquí censurado por vicios como la avaricia y la lujuria. Para lograr su objetivo no dudan en cometer todo tipo de atropellos. Mientras, en el primer plano transcurre la vida cotidiana: desde las mujeres que cuidan de sus hijos y realizan sus tareas diarias hasta el sacamuelas. Por su parte, los que intentan por todos los medios subirse al carro no ven a los seres demoníacos que lo guían y los llevan directos al Infierno. Y menos aún los puede ver la multitud que sigue al carro, encabezada por los grandes de la tierra a caballo: el papa; el emperador, con una corona similar a la de Dios Padre; un rey, al que las flores de lis de su corona -añadidas en la fase de color- asocian con el rey francés; y un duque, con un tocado a la borgoñona. Entre la desesperación del ángel de la guarda que eleva su mirada hacia Cristo y el demonio que toca la trompeta, encima del carro triunfa la lujuria, favorecida por la música con la que se entretiene la rica pareja sentada sobre el heno, mientras sus dos sirvientes retozan entre los arbustos.
Junto a la firma del autor, en la esquina inferior derecha del panel central, El Bosco coloca a un orondo monje, sentado tranquilamente en una especie de cátedra, bebiendo alegremente mientras un grupo de monjas se dedican laboriosamente a llenar una bolsa de heno. La sátira no perdona tampoco al clero, puesto que en aquella época estaba siendo muy criticado por su mundanidad, por la corrupción y la venta de cargos eclesiásticos que acabarían desembocando, ya en el siglo XVI, en la reforma protestante. |
El carro de heno es conducido por un grupo de bestias y monstruos que tiran de él y parecen encaminarlo hacia el panel de la derecha, que representa el Infierno. Los avariciosos humanos, al igual que pasa con la figura de Jesucristo, parecen no percatarse de quiénes dirigen el carro ni hacia dónde va. |
El panel de la derecha representa el Infierno donde se concentran las figuras más grotescas de El Bosco, dispuestas a castigar los pecados de la humanidad. Aquí encontramos las representaciones más violentas puesto que el fin último de la obra es moralizante y era necesario infundir el miedo al pecado. El alma de un hombre es conducido por dos figuras monstruosas, ante ellos se presentan varias escenas de tortura, un hombre es asaetado mientras monta sobre una vaca, otro es arrojado a una jauría de perros que lo devoran, mientras otro es desollado. |
En el panel derecho el Bosco representa el Infierno de forma igualmente novedosa. A diferencia de sus otros Infiernos, este está construyéndose aún. Los demonios se afanan por concluir la torre circular como si fueran albañiles, transportando el material por la elevada escalera -situada en la misma posición que la que se apoya sobre el carro de heno- o preparando la argamasa para seguir levantando en altura sus muros. Atentos a su labor, están de espaldas a los demonios, que siguen trayendo a nuevos pecadores para sufrir su castigo. |
El dibujo subyacente está realizado a pincel con un medio líquido muy fluido. Dada la delgadez y la transparencia de la capa pictórica, ha trepado hasta la superficie y resulta visible en muchos lugares. En general, en esta obra el Bosco dibuja rápido, con trazos simples y de forma esquemática, para situar los principales elementos de la composición. En algunos casos refuerza los contornos de las figuras y los pliegues de sus vestiduras. Los rostros adoptan formas casi caricaturescas y con frecuencia los traza con apenas unos puntos que indican sus rasgos -ojos, nariz y boca-. Son excepcionales las zonas dotadas de un amplio modelado, como vemos en el ángel que mira al cielo sobre el carro de heno y, sobre todo, en el arcángel que expulsa a Adán y Eva del Paraíso.
Gótico flamenco
En el siglo XV los Países Bajos se habían convertido en un centro artístico de primer orden practicando un estilo pictórico denominado gótico flamenco que acabaría por clausurar la Edad Media, y que competía con el pujante Renacimiento que surgía en la Italia del Quattrocento. Entre sus principales figuras se encontraba Jan van Eyck, Roger van der Weyden, Hugo van der Goes, Hans Memling o el mismo El Bosco. Se trataba de un estilo innovador dentro del arte gótico puesto que trataba de romper con las formas planas y bidimensionales góticas para pasar a representar la realidad con mayor veracidad, buscando la perspectiva y la tridimensionalidad del espacio. Además introdujo una nueva técnica pictórica, el óleo, que permitía pintar con colores mucho más vivos y con mayor detalle, como no se habían visto nunca hasta el momento.
Gótico flamenco
En el siglo XV los Países Bajos se habían convertido en un centro artístico de primer orden practicando un estilo pictórico denominado gótico flamenco que acabaría por clausurar la Edad Media, y que competía con el pujante Renacimiento que surgía en la Italia del Quattrocento. Entre sus principales figuras se encontraba Jan van Eyck, Roger van der Weyden, Hugo van der Goes, Hans Memling o el mismo El Bosco. Se trataba de un estilo innovador dentro del arte gótico puesto que trataba de romper con las formas planas y bidimensionales góticas para pasar a representar la realidad con mayor veracidad, buscando la perspectiva y la tridimensionalidad del espacio. Además introdujo una nueva técnica pictórica, el óleo, que permitía pintar con colores mucho más vivos y con mayor detalle, como no se habían visto nunca hasta el momento.
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