(IX). 10 artistas que deberíamos conocer - Cristina Iglesias (Escultora y grabadora, premio Nacional de artes plásticas), pincha aqui
Lita Cabellut: "El arte no es belleza, la vida no es belleza, es todo", pincha aqui
Fuente: VanityFair - POR MARÍA VILLARDÓN
La artista plástica Lita Cabellut (Huesca, 1961), una de las pintoras españolas contemporáneas vivas más cotizadas del mercado del arte, fue conocida por el gran público cuando hace algunos años salió a la luz la truculenta historia de su vida personal. Cabellut, según ha contado la autora, vagó por las calles de Barcelona de niña abandonada por su madre (una prostituta llamada Francisca), fue internada en un orfanato con 10 años y más tarde, con 12 años, fue adoptada por una señora adinerada catalana llamada Paquita, gracias a la cual conoció la obra de los grandes maestros del Museo del Prado y pudo desarrollar su carrera artística en la Rietveld Academie de Ámsterdam. Hoy, según el índice ArtPrice, una de sus obras puede costar hasta 120.000 euros, aunque esta cifra, según la artista, sólo es un número. “El arte está por encima de todo, aunque de repente sí que aparecen los coleccionistas o los intereses, a pesar de haber estado 38 años en silencio”, suele comentar la autora.
Una oscura historia de vaivenes callejeros en la Ciudad Condal que, sin embargo, no estuvo exenta de polémica. Dos de las hermanas de Cabellut, Rosa y Ana María, corrieron a desmentir la versión que la artista había dado a los medios de comunicación e hicieron su propia ofensiva desmintiendo la versión de su hermana. “Mi madre no era prostituta, ella regentaba un bar y mi abuela Rosita una pensión. Es mentira. Además, Lita no creció en la calle y nunca nos faltó nada. Íbamos vestidas, nunca fuimos descalzas y jamás pasamos hambre”, explicaban. La artista, cuando Vanity Fair le pregunta por las palabras de sus hermanas, prefiere pasar de puntillas sobre la encendida polémica y responder brevemente. “Las palabras de mis hermanas me duelen mucho. Me duele que insinúen que tengo que ocultar o no mencionar algo que ha marcado mi vida y que me ha costado tanto tiempo entender. Me duele que no lo entiendan como un acto de aceptación y de amor hacia mí misma”, explica.
Lejos de disputas y, desde hace alrededor de dos décadas, Cabellut reside en La Haya (Ámsterdam), la ciudad donde tiene su casa-taller y donde vive con sus cuatro hijos (tres de ellos artistas como su madre y un cuarto dedicado a la música), sin los cuales, según afirma, su existencia estaría incompleta porque pensar en la soledad le hace palidecer. “No podría vivir sin el amor de mis hijos, ni sin el amor de mi equipo, ellos me alivian en mi cansancio y en la altura de mis sueños”, explica. ¿Y a la muerte no le tiene miedo? “No, no tengo miedo a la muerte, sabiendo que es irremediable le tiro muchos días besos en el aire. Aunque antes de irme me gustaría tener tiempo para vivir temporalmente en una tribu y conocer culturas diferentes. Cuando no esté, de hecho, me gustaría que se dijera de mí: ‘Nos sentimos profundamente amados por ella y ella conoció intensamente lo que es ser amada’”.
A pesar de sus orígenes españoles, Lita no tiene pensado, al menos de momento, regresar a España porque, entre otras cosas, no tendría claro dónde instalarse. “Sueño con vivir cerca de un riachuelo a las afueras de Madrid, me enamoran los campos de Gerona, me atrae muchísimo el bosque de Galicia, la magia de Granada o los silencios extremeños”, comenta la artista.
"La Romería de San Isidro es una de mis obras favoritas porque me recuerda lo frágiles que somos y cómo toda circunstancia tiene un impacto social. No hay duda de que somos víctimas de nuestras propias vidas y los maestros, mis maestros del Prado, hablaban en sus obras con la voz de su momento y de una gente que no conocí. A mí me gusta que las personas puedan leerme y contarles lo que siento”. No está errada Cabellut en su pensamiento sobre el autor de Fuendetodos (Zaragoza), los expertos siempre han defendido que al retratar las escenas de su tiempo o los retratos de la Familia Real española, en aquel entonces con María Luisa de Parma y Carlos VI, tenía una capacidad especial para conectar con el interior de sus personajes dotándoles de verdad. Haciendo, en definitiva, radiografías del alma
Pero Cabellut, a pesar de trabajar con maestría el género del retrato en su producción, afirma que no retrataría a Guillermo y Máxima de Holanda, como sí han hecho en España todos los pintores de cámara decimonónicos o contemporáneos como Antonio López. “No retrato por petición, con todo mi respeto a la Familia Real de Holanda. Si lo hiciera, ofendería a muchas peticiones anteriores, así que ojalá no me encuentre nunca en esta situación”, argumenta.
La fuerza de sus pinturas, que ha sido comparada desde el punto de vista formal con el action painting de Jackson Pollock, sale de las manos de Cabellut de manera desgarrada al son de la descarnada voz de Camarón de la Isla, su absoluto ídolo. “Su música me enciende los motores, ojalá pudiera pintar como canta Camarón. Es un maestro, al igual que lo fue Goya”, comenta. Sin embargo, concluye, “cuando necesito sentir los latigazos de mi sangre, prefiero el silencio”.
Sus cuadros, casi todos retratos, muestran de manera fotográfica a prostitutas, proxenetas o vagabundos. También pinta a referentes de su obra como Frida Kahlo o Coco Chanel, mujeres sofisticadas pero con biografías tan desgarradoras como la suya. Se ve esto también en las grietas de casi todos sus lienzos, que quizás simbolizan sufrimiento, o quizás son retratos fotorrealistas que mezclan a Rembrandt con Bacon o Tàpies.
Lita Cabellut: "El arte no es belleza, la vida no es belleza, es todo", pincha aqui
Fuente: VanityFair - POR MARÍA VILLARDÓN
La artista plástica Lita Cabellut (Huesca, 1961), una de las pintoras españolas contemporáneas vivas más cotizadas del mercado del arte, fue conocida por el gran público cuando hace algunos años salió a la luz la truculenta historia de su vida personal. Cabellut, según ha contado la autora, vagó por las calles de Barcelona de niña abandonada por su madre (una prostituta llamada Francisca), fue internada en un orfanato con 10 años y más tarde, con 12 años, fue adoptada por una señora adinerada catalana llamada Paquita, gracias a la cual conoció la obra de los grandes maestros del Museo del Prado y pudo desarrollar su carrera artística en la Rietveld Academie de Ámsterdam. Hoy, según el índice ArtPrice, una de sus obras puede costar hasta 120.000 euros, aunque esta cifra, según la artista, sólo es un número. “El arte está por encima de todo, aunque de repente sí que aparecen los coleccionistas o los intereses, a pesar de haber estado 38 años en silencio”, suele comentar la autora.
Una oscura historia de vaivenes callejeros en la Ciudad Condal que, sin embargo, no estuvo exenta de polémica. Dos de las hermanas de Cabellut, Rosa y Ana María, corrieron a desmentir la versión que la artista había dado a los medios de comunicación e hicieron su propia ofensiva desmintiendo la versión de su hermana. “Mi madre no era prostituta, ella regentaba un bar y mi abuela Rosita una pensión. Es mentira. Además, Lita no creció en la calle y nunca nos faltó nada. Íbamos vestidas, nunca fuimos descalzas y jamás pasamos hambre”, explicaban. La artista, cuando Vanity Fair le pregunta por las palabras de sus hermanas, prefiere pasar de puntillas sobre la encendida polémica y responder brevemente. “Las palabras de mis hermanas me duelen mucho. Me duele que insinúen que tengo que ocultar o no mencionar algo que ha marcado mi vida y que me ha costado tanto tiempo entender. Me duele que no lo entiendan como un acto de aceptación y de amor hacia mí misma”, explica.
Lejos de disputas y, desde hace alrededor de dos décadas, Cabellut reside en La Haya (Ámsterdam), la ciudad donde tiene su casa-taller y donde vive con sus cuatro hijos (tres de ellos artistas como su madre y un cuarto dedicado a la música), sin los cuales, según afirma, su existencia estaría incompleta porque pensar en la soledad le hace palidecer. “No podría vivir sin el amor de mis hijos, ni sin el amor de mi equipo, ellos me alivian en mi cansancio y en la altura de mis sueños”, explica. ¿Y a la muerte no le tiene miedo? “No, no tengo miedo a la muerte, sabiendo que es irremediable le tiro muchos días besos en el aire. Aunque antes de irme me gustaría tener tiempo para vivir temporalmente en una tribu y conocer culturas diferentes. Cuando no esté, de hecho, me gustaría que se dijera de mí: ‘Nos sentimos profundamente amados por ella y ella conoció intensamente lo que es ser amada’”.
A pesar de sus orígenes españoles, Lita no tiene pensado, al menos de momento, regresar a España porque, entre otras cosas, no tendría claro dónde instalarse. “Sueño con vivir cerca de un riachuelo a las afueras de Madrid, me enamoran los campos de Gerona, me atrae muchísimo el bosque de Galicia, la magia de Granada o los silencios extremeños”, comenta la artista.
"La Romería de San Isidro es una de mis obras favoritas porque me recuerda lo frágiles que somos y cómo toda circunstancia tiene un impacto social. No hay duda de que somos víctimas de nuestras propias vidas y los maestros, mis maestros del Prado, hablaban en sus obras con la voz de su momento y de una gente que no conocí. A mí me gusta que las personas puedan leerme y contarles lo que siento”. No está errada Cabellut en su pensamiento sobre el autor de Fuendetodos (Zaragoza), los expertos siempre han defendido que al retratar las escenas de su tiempo o los retratos de la Familia Real española, en aquel entonces con María Luisa de Parma y Carlos VI, tenía una capacidad especial para conectar con el interior de sus personajes dotándoles de verdad. Haciendo, en definitiva, radiografías del alma
La obra "Morfeo" con la "Trilogía Kumba" de fondo. |
La fuerza de sus pinturas, que ha sido comparada desde el punto de vista formal con el action painting de Jackson Pollock, sale de las manos de Cabellut de manera desgarrada al son de la descarnada voz de Camarón de la Isla, su absoluto ídolo. “Su música me enciende los motores, ojalá pudiera pintar como canta Camarón. Es un maestro, al igual que lo fue Goya”, comenta. Sin embargo, concluye, “cuando necesito sentir los latigazos de mi sangre, prefiero el silencio”.
Cuadros de la serie 'Camarón', de Lita Cabellut, en la exposición 'Akathe te beshen sastipen thaj mestepen' (Aquí nos quedamos, salud y libertad). DAVID SIRVENT (GOETHE INSTITUT) |
Sus cuadros, casi todos retratos, muestran de manera fotográfica a prostitutas, proxenetas o vagabundos. También pinta a referentes de su obra como Frida Kahlo o Coco Chanel, mujeres sofisticadas pero con biografías tan desgarradoras como la suya. Se ve esto también en las grietas de casi todos sus lienzos, que quizás simbolizan sufrimiento, o quizás son retratos fotorrealistas que mezclan a Rembrandt con Bacon o Tàpies.
Plásticamente contundente
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