sábado, 21 de diciembre de 2019

(XXIX) El placer de coleccionar arte - Felipe II - Isabel Clara Eugenia (Su hija predilecta) - Gobernadora de los Países Bajos

(XXVIII)  El placer de coleccionar arte - Bienes que integran el Patrimonio Nacional - El Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial - La Basílica - El Panteón de Reyes de El Escorial, pincha aqui

Su tercer matrimonio con Isabel de Valois (1546-1568) tuvo lugar el 22 de junio de 1559. Tuvieron cinco hijas​:
  • Dos niñas gemelas (agosto de 1564), aborto espontáneo.
  • Isabel Clara Eugenia (1566-1633), casada con su primo hermano, el archiduque Alberto de Austria.
  • Catalina Micaela (1567-1597), casada con Carlos Manuel I, duque de Saboya.
  • Juana (3 de octubre de 1568), murió a las pocas horas de nacer.
Catalina Micaela de Austria (Madrid, 10 de octubre de 1567 - Turín, 6 de noviembre de 1597), infanta de España y duquesa de Saboya.
Recibió tal nombre en honor a su abuela materna, Catalina de Médicis, y de San Miguel Arcángel, ya que nació en la octava dedicada a este santo.
Su infancia transcurrió bajo la atenta mirada de su padre y de su cuarta esposa, Ana de Austria, que se convirtió en una auténtica madre para la pequeña. Tras la muerte de esta, en 1580, Felipe dedicó algo más de su escaso tiempo a sus hijas, permitiendo incluso que trabajaran con él en los asuntos de oficina.
El 18 de marzo de 1585 Catalina contrajo matrimonio con Carlos Manuel I de Saboya, duque de Saboya, eligiendo Zaragoza como sede del enlace. Tras la boda y acompañados por Felipe, se trasladó la pareja a Barcelona donde embarcaron rumbo a los Estados del duque en Italia. Nunca más volvió Catalina a ver a su familia, dando a su padre los únicos nietos de los que tuvo noticia por la continua correspondencia mantenida entre ambos, aunque nunca tuvo la oportunidad de conocerlos.
Murió en 1597 a causa de un mal parto a la edad de treinta años. Se dice que su deceso aceleró el fin de su padre, el rey Felipe II.
El matrimonio tuvo diez hijos
Carlos Manuel I (12 de enero de 1562 - 26 de julio de 1630), llamado el Grande, y el Jorobado, fue Duque de Saboya desde 1580 hasta 1630. También fue apodado Bioca d' feu («Cabeza de fuego») por sus marcadas actitudes militares.
La hija predilecta de Felipe II
Primogénita de Felipe II, Isabel Clara Eugenia vivió gran parte de su vida al lado de su padre, de quien fue, sin duda, una hija predilecta. Mujer culta e inteligente, fue la fiel mano derecha del monarca hasta que su destino la llevó a Flandes, donde intentaría restablecer una difícil paz de la mano de su esposo el Archiduque Alberto.


La infanta Isabel Clara Eugenia y Magdalena Ruiz 1585 - 1588. Óleo sobre lienzo, 207 x 129 cm. Sala 055 Museo del Prado
Este retrato de Isabel Clara Eugenia acompañada por Magdalena Ruiz se inserta de lleno en la tradición del retrato de corte creado en los años centrales del siglo XVI. La figura de cuerpo entero de la infanta, ricamente ataviada con un traje de seda blanca bordado en oro y guarnecido por numerosas joyas -entre las que destaca un camafeo con la imagen del Rey-, con una de sus manos apoyadas en la cabeza de Magdalena Ruiz, remite a otros importantes retratos femeninos de la dinastía. La imagen se inscribe en una cadena de tradiciones y herencias recibidas y asumidas que dibujan una suerte de perfil común dinástico de las mujeres de los Austrias, pergeñado gracias a los retratos de Tiziano y Antonio Moro.
La dedicación a los intereses de Felipe II por parte de su hija Isabel repetía sin duda el papel que había tenido Juana. Ambas se ocuparon del gobierno de parte de los territorios familiares por delegación de aquel a quien legítimamente le correspondían: el Rey. En el caso de Isabel Clara Eugenia, la inclusión de la imagen paterna, un retrato dentro del retrato que reproduce el busto en alabastro de Pompeo Leoni (E279), servía para reforzar la expresión mayestática que desprende la infanta. Magdalena Ruiz repite en parte el gesto de la infanta. Al mostrar un retrato pintado -posiblemente de Felipe II- en un medallón con cadena, que lleva colgada una joya frecuente en la época que solía reconocer servicios prestados y lealtades probadas.
Sánchez Coello, Alonso
Benifairó del Valls, Valencia, 1531/32 - Madrid, 1588
Cuando contaba unos diez años de edad, Alonso Sánchez Coello se trasladó con su familia a Portugal, donde empezó su educación artística. Conocedor del talento del joven, el rey portugués Juan III le costeó en 1550 un viaje a Flandes para que completara allí su formación. En tierras flamencas, el pintor estuvo al servicio del cardenal Granvela y fue discípulo de Antonio Moro. Al regresar a Lisboa, hacia 1552, es probable que comenzara a trabajar para el príncipe Juan Manuel de Portugal y su esposa doña Juana, hermana de Felipe II. Cuando esta quedó viuda, regresó a España para asumir el gobierno durante la ausencia de su hermano y, poco después, en torno a 1555, Sánchez Coello le llevó a la corte, entonces en Valladolid, un retrato de su hijo, el futuro rey Sebastián de Portugal. El pintor ya no regresó a Portugal. En Valladolid realizó los primeros retratos del príncipe Carlos, hijo de Felipe II, y hacia 1560 contrajo matrimonio con Luisa Reynalte, de familia de plateros. Ese mismo año fue nombrado pintor de cámara de Felipe II, puesto que ocupó hasta su muerte, acaecida en 1588 en Madrid, ciudad en la que residió desde 1561, cuando se estableció en ella la corte. A lo largo de su carrera, Sánchez Coello se dedicó fundamentalmente al retrato, aunque también realizó obras religiosas como el retablo de la iglesia de El Espinar en Segovia (1574-1577) y algunas parejas de santos para los altares de la basílica de El Escorial (1580-1582).
Ocupa un puesto fundamental dentro de la historia de la pintura española, pues fue el iniciador del género retratístico en la península, introduciendo el modelo definido por Antonio Moro para representar a los miembros de la casa de Austria
La infanta Isabel Clara Eugenia 1598 - 1599. Óleo sobre lienzo, 112 x 89 cm. No expuesto
Desde un punto de vista formal, este retrato de la infanta está a medio camino entre sus efigies de la corte española y las pintadas por Rubens, y fue realizado cuando ésta se había convertido ya en gobernadora de los Países Bajos. Aún conserva rasgos netamente españoles, pero ya presenta otras características que serán distintivas de su imagen como archiduquesa. La infanta aparece representada de algo más de medio cuerpo, girada tres cuartos hacia su izquierda y situada en un estricto primer plano compositivo, únicamente aligerado por la inclusión de una ventana, en el extremo superior derecho, que se abre a un segundo plano de paisaje montañoso, composición que sigue el método convencional del cuadro dentro del cuadro. Sostiene entre sus dedos, de forma bien visible, el retrato en miniatura de su padre, el rey Felipe II, ya anciano, muy semejante al semblante con el que es retratado por Pantoja de la Cruz en sus últimos años de vida, como en el retrato de cuerpo entero de la biblioteca del Escorial.
Pantoja de la Cruz, Juan. Valladolid, ca. 1553 - Madrid, 1608. Juan Pantoja de la Cruz fue pintor de obras religiosas, bodegones y algunos frescos. Comenzó su trayecto como retratista en el reinado de Felipe II, tras ser colaborador de Alonso Sánchez Coello en el período final del valenciano y teniendo una formación previa en otras cortes europeas, donde las influencias de Antonio Moro habían calado profundamente. En sus mejores trabajos impuso un sello inconfundible de sofisticación y abstracción geométrica, con un sentido teatral de la iluminación que le hacía envolver las figuras en poderosos contrastes de luces y sombras. Pantoja empezó a pintar para la corte a mediados de la década de 1580, aunque hasta 1596 no fue nombrado pintor de cámara. A partir del ascenso al trono de Felipe III, el vallisoletano se convirtió en el retratista más representativo del período, con una especial dedicación a los encargos más personales de la reina Margarita: muchas efigies de niños y retratos "a lo divino", aquellos en que colocaba los rostros de la familia real en personajes de la historia sagrada y el santoral cristiano. Para tanto trabajo, contó con un gran taller en el que se formó un buen número de los pintores que dieron continuidad a las rígidas fórmulas retratísticas de la corte española desde mediados del siglo XVI.
Retrato de Isabel Clara Eugenia, [P06184] En depósito en la Embajada española de París. -- SOFONISBA ANGUISSOLA -  Cremona, 1532 - Palermo, 1624
Aunque en la información que facilita el Museo se pone en duda su autoría, son muchas las voces y en especial la de la especialista Maria Kusche que atribuyen a Sofonisba Anguissola esta delicada obra; en este caso se trata de un retrato de Isabel Clara Eugenia, hija de Isabel de Valois, perteneciente por tanto al círculo familiar de Felipe II como la mayoría de sus obras realizadas en España. El retrato, que según la información del Museo fue realizado entre 1597-98, nos recuerda en cuanto a estructura y pose a los que la pintora realizó de su madre y de su hermana Catalina Micaela y como ellos se caracteriza por la delicadeza de su tratamiento y por la amabilidad de sus facciones. 
La obra se encuentra pendiente de adjudicación definitiva a Sofonisba Anguissola, en la actualidad figura atribuida a un hipotético taller de Alonso Sánchez Coello, a pesar de que según su datación, fue pintada una década después de la muerte del pintor.
Según la experta Maria Kusche, el retrato debió ser pintado en Génova con ocasión del paso de Isabel Clara Eugenia por esa ciudad camino de los Países Bajos después de su matrimonio con el archiduque Alberto, tras la muerte de Felipe II, lo que ajustaría su datación a 1598.
Felipe II sólo tenía un hijo, Don Carlos. Lo que hacía necesario otro varón para asegurar la dinastía, sobre todo debido a las constantes muertes prematuras de los infantes. Pero el nacimiento de una hija, lejos de defraudar al monarca, fue para él una alegría.


Alonso Sánchez Coello  (–1588)
Con tan sólo dos años, Isabel Clara Eugenia perdía a su madre en un mortal alumbramiento. Un año antes, Isabel de Valois había dado otra hija a su esposo Felipe, Catalina Micaela. Las dos niñas se harían inseparables. Aquel fatídico año de 1568 se llevó también al problemático y enfermizo heredero, Don Carlos.
Felipe II encomendó la educación de las niñas a su hermana Juana. Desde el primer momento fue acogida con cariño por sus sobrinas a las que dio una educación espiritual acorde con las ideas contrarreformistas de la época.

Juana de Austria (o Habsburgo) (Madrid, 24 de junio de 1535-Monasterio de El Escorial, 7 de septiembre de 1573​); infanta de España y archiduquesa de Austria por nacimiento, princesa de Portugal por matrimonio y regente de España (1554-1559).
La importancia de Juana de Austria estriba en sus relaciones familiares, ya que fue nieta, hija, madre y hermana de reyes. Juana de Austria, nacida en la corte real de Madrid, era hija de Carlos I y de Isabel de Portugal. Por tanto, sus abuelos por línea paterna fueron Felipe I y Juana I y por línea materna el rey Manuel I de Portugal y María de Aragón.
Una prima como madrastra
El rey, viudo por tres veces, y con dos hijas como descendencia, debía volver a casarse. Su elección recayó en Ana de Austria, hija de su propia hermana, la Emperatriz María. La llegada de la nueva reina fue una alegría para las niñas y para el reino, pues dio a Felipe cinco herederos. Aunque la alegría duraría muy poco.

Ana de Austria (Cigales, 1 de noviembre de 1549 - Badajoz, 26 de octubre de 1580), reina consorte de España y de Portugal, fue la cuarta esposa de su tío Felipe II.
Nacida archiduquesa de Austria, fue hija de la emperatriz María de Austria (1528-1603) hermana de Felipe II, y del emperador Maximiliano II (1527-1576), primo del rey Felipe II.
Madre de sus hermanastros
En 1580, Isabel Clara Eugenia lloró la muerte de Ana de Austria. Con su padre en Portugal, resolviendo el litigio de su propia herencia, la joven infanta tuvo que hacerse cargo de los pequeños huérfanos. A su lado aun estaba su querida hermana Catalina Micaela. Durante estos años el rey tuvo una abundante correspondencia con sus dos hijas mayores en las que se muestra como un padre afectuoso y preocupado por sus hijos más que como un frío y dominador monarca.

Candidata al trono de Francia
El 2 de agosto de 1589 falleció asesinado el rey Enrique III de Francia. Entonces Felipe II realizó toda una serie de gestiones políticas, reclamando la corona de Francia para su hija Isabel Clara Eugenia. Los derechos de Isabel Clara Eugenia al trono de Francia, reclamado también por el hugonote Enrique IV, provenían de ser nieta por parte de madre de Enrique II de Francia y sobrina de Enrique III de Francia, hermano de Isabel de Valois y que no tenía descendientes directos.


Enrique III de Francia (Fontainebleau, 19 de septiembre de 1551 - Saint Cloud, 2 de agosto de 1589) fue rey de Francia entre 1574 y 1589. Anteriormente fue rey de Polonia como Enrique de Valois (Henryk Walezy en polaco) de 1573 a 1574.
En 1584, su hermano y futuro heredero, Francisco de Anjou, murió. Al no tener hijos, fue nombrado sucesor su primo Enrique de Navarra, hugonote. Esta arriesgada elección abrió un conflicto sucesorio que se conoce con el nombre de la guerra de los tres Enriques (el propio Rey, el de Navarra y el de duque de Guisa). El 12 de mayo de 1588, fecha que pasó a la Historia como el día de las barricadas, el alzamiento armado de los partidarios de la Liga Católica lo obligó a abandonar París, refugiarse en Chartres y convocar los Estados Generales en Blois, donde tuvo que confirmar que se comprometía a erradicar al protestantismo de Francia. Ordenó entonces asesinar al duque de Guisa, jefe de la principal facción católica adversaria de la monarquía y líder de la Liga, en Blois en diciembre de 1588.
El 1 de agosto de 1589 el rey fue apuñalado por Jacques Clément, fraile dominico perteneciente a la Liga. Falleció al día siguiente y su primo Enrique de Navarra fue su sucesor con el nombre de Enrique IV. Enrique III fue el último rey de la dinastía de Valois, que reinó en Francia entre 1328 y 1589.
Sin embargo, Francia estaba regida por la Ley Sálica, e Isabel de Valois había renunciado a sus derechos al trono con motivo de su matrimonio con Felipe II. Las gestiones de Felipe II provocaron el efecto contrario: unir a los católicos y hugonotes franceses en contra de un soberano extranjero, facilitando la ascensión al trono de Enrique IV y el fin de las Guerras de religión de Francia.

Gobernadora de los Países Bajos
En 1598 Felipe II otorgó como dote a Isabel Clara Eugenia los Países Bajos españoles y el ducado de Borgoña en su próximo matrimonio con su primo hermano el archiduque Alberto de Austria, nieto de Carlos I de España,​ quedando ambos como soberanos de dichos territorios. Felipe II trató así de resolver el problema generado por la insurrección de los Países Bajos, que dio lugar a la guerra de los Ochenta Años, mediante el establecimiento de una rama autóctona de los Habsburgo.


El 25 de octubre de 1555, el emperador Carlos V renunció en su hijo Felipe la jefatura de la Orden del Toisón de Oro, el ducado de Borgoña y por tanto, los 17 territorios de los Países Bajos.
Antes de la muerte del Rey de España, el territorio de los Países Bajos, en teoría las diecisiete provincias, no pasó a su hijo Felipe III, sino conjuntamente a su yerno Alberto y a su hija Isabel Clara Eugenia, pues fue parte de la dote, junto con el Ducado de Borgoña en su boda con el archiduque Alberto por el Acta de Cesión del 6 de mayo de 1598, en un intento del Rey de resolver el problema generado por la insurrección de los Países Bajos estableciendo una rama autóctona de los Habsburgo.
En 1621 falleció Alberto de Austria y, al no haber hijos sobrevivientes del matrimonio, los Países Bajos volvieron a la corona española. Isabel Clara Eugenia mantuvo el cargo de gobernadora y residió allí durante el resto de su vida, alternando éxitos, como el de la toma de Breda en 1625, con fracasos y reveses, como la pérdida de Bolduque en 1629 y Mastrique en 1632.
Felipe IV de España, sobrino de Isabel Clara Eugenia, la apoyó en la gobernación de los Países Bajos hasta que ella falleció en 1633.

Retrato de Isabel Clara Eugenia como una monja (1625), por Rubens

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