sábado, 6 de noviembre de 2021

VIII - El juicio de Paris - El origen del reino de Pérgamo - Friedrich von Thiersch - La biblioteca de Pérgamo - El altar de Pérgamo a Zeus - ‘Laocoonte y sus hijos’: una obra maestra en mármol del periodo helenístico

VII - La Acrópolis de Atenas - Los Mármoles de Elgin - Friso del Partenón - Hefesto (Vulcano) - Erictonio de Atenas, pincha aqui

El altar de Pérgamo, pincha aqui

Berlín - El Museo de Pérgamo - El Busto de Nefertiti - La Gemäldegalerie, pincha aqui

El juicio de Paris

Hacia 1638. Óleo sobre lienzo, 199 x 381 cm Sala 029

El relato mitológico del Juicio de Paris tiene su origen en la boda de Tetis y Peleo, donde Eris, diosa de la discordia, reto a la diosa más bella presente a recoger una manzana de oro que había lanzado entre los presentes. Juno, Minerva y Venus, comenzaron una disputa y Júpiter decidió darle la manzana a Mercurio y que éste se la diera a Paris, que actuaría como juez. El Juicio lo narra el poeta romano Ovidio en su obra Heroidas (XVI, 65-88), donde Paris finalmente escogió a Venus como la vencedora. A cambio, la diosa le dio la mano de Helena de Troya, desencadenando la Guerra de Troya.

El tema del Juicio de Paris fue utilizado por Rubens en varias ocasiones, permitiendole deleitarse con el ideal de belleza femenino y también considerar las consecuencias del amor y la pasión. Esta versión está basada en un diseño para un aguamanil diseñado por el artista. En el dibujo, la escena es más alargada y con más figuras tanto a la derecha como a la izquierda. En la pintura decidió centrarse más en las tres mujeres desnudas, cuyos cuerpos se construyen mediante lineas sinuosas, creando posturas exageradas. La pintura está aplicada en pinceladas que a menudo no empastan entre ellas, llamando la atención de las mismas de manera individual. Este tipo de pintura es característico de las últimas obras del artista, fruto de su admiración por la técnica veneciana.

La obra fue un encargo personal del rey Felipe IV a Rubens entre 1638-1639, mientras el artista estaba trabajando en diferentes encargos para el monarca.

Rubens, Pedro Pablo - Siegen, Westfalia, 1577 - Amberes, 1640

Ningún pintor europeo del siglo XVII aunó como lo hizo Rubens talento artístico, éxito social y económico y un alto nivel cultural. Aunque su actividad se centró en la pintura, también realizó numerosos diseños para estampas, tapices, arquitectura, esculturas y objetos decorativos

Fuente: Museo Nacional del Prado

Rubens, Pedro Pablo

La Secesión de Múnich es una asociación pionera de artistas creada en el año 1892 como una escisión de la Asociación de Artistas de Múnich para protegerse contra el paternalismo del mundo del arte público y sus políticas de exhibición conservadoras, así como del príncipe Franz von Lenbach. Fue una cooperativa de artistas que dio origen a la Nueva Asociación de Artistas de Múnich en 1909.
Franz Seraph Lenbach, desde 1882 von Lenbach (Schrobenhausen, cerca de Múnich, 13 de diciembre de 1836 - Múnich, 6 de mayo de 1904), fue un pintor alemán especializado en retratos de estilo realista. Era uno de los llamados "príncipes de la pintura" de Múnich junto con Franz von Stuck y Friedrich August von Kaulbach.

Atenea Pallas – Gustav Klimt
La Secesión vienesa fue un movimiento que a su vez formó parte del muy variado movimiento actualmente denominado modernismo. Fue fundada en 1897 por un grupo de 19 artistas vieneses pertenecientes a la escuela Künstlerhaus que habían abandonado la Asociación de Artistas Austriacos.​ Como proyecto de renovación artística, trataba de reinterpretar los estilos del pasado ante los embates de la producción industrial que estaban desnudando estructural y estéticamente la realidad del arte y la sociedad de la época. Su primer presidente fue Gustav Klimt.

La antigua ciudad griega de Pérgamo (griego Πέργαμος) se hallaba situada en el noroeste de Asia Menor (actual Turquía), a 30 km de la costa del mar Egeo y frente a la isla de Lesbos, en la región llamada Eólida. Sus ruinas rodean a la actual ciudad de Bergama, construida sobre los cimientos de lo que fue la parte baja de Pérgamo.
En 2014, la Unesco designó a Pérgamo como Patrimonio de la Humanidad

Maqueta de Pérgamo, Staatliche Museen de Berlín
La leyenda dice que la ciudad de Pérgamo fue fundada por Pérgamos, hijo de Neoptólemo y Andrómaca, todos ellos personajes de la guerra de Troya.

El origen del reino de Pérgamo

El origen de la ciudad de Pérgamo durante el dominio del Imperio Persa de los aqueménidas es bastante oscuro. Antes de la época del Imperio de Macedonia solo sabemos que había surgido sobre una importante elevación de 900 metros de altura, en la orilla derecha del río Caico, a menos de treinta kilómetros de la costa oeste de la península de Anatolia (lo que hoy es Turquía).

La fortuna de la ciudad comenzó a cambiar durante la Guerra de los Diádocos (321 – 281 a.C.) entre los sucesores de Alejandro Magno. A raíz de su victoria en la batalla de Ipso (301 a.C.), el general Lísimaco se hizo con el dominio de Tracia y toda Asia Menor hasta los montes Tauro. En este contexto, la ciudad de Pérgamo tomó el protagonismo cuando se estableció en ella una guarnición al mando de Filetero de Teos destinada a proteger un inmenso tesoro de 9000 talentos de plata.

Aprovechando la rivalidad entre Lísimaco y su contrincante en Anatolia, el general Seleuco, Filetero de Teos fue ganando cada vez más autonomía. Finalmente, tras la muerte de ambos diádocos en el 281-280 a.C. comienza oficialmente la historia de Pérgamo como reino independiente, y su expansión como ciudad. Filetero de Teos se adueñó del tesoro y lo usó para embellecer su ciudad y ampliar su radio de influencia en Grecia mediante generosas donaciones a los santuarios de Delos, Delfos y Olimpia.

El arquitecto Friedrich von Thiersch (1852-1921), natural de Marburgo, inició sus estudios en 1868 en el Politécnico de Stuttgart. Antes de abrir el suyo propio en 1878, trabajó en el estudio de arquitectura Mylius y Bluntschli de Fráncfort del Meno. En 1879 ejerció la docencia en la Escuela Técnica Superior de Múnich, donde dio clases de arquitectura superior. Compartió con Paul Wallot el primer premio del concurso de construcción del Parlamento de Berlín (1884-1894), cuya realización, sin embargo, no se le adjudicó. Triunfó entre otras cosas con su proyecto del edificio de representación del Reich alemán en la Exposición Universal de París (1900).

Pintura sobre la acrópolis de la ciudad de Pérgamo realizada por Friedrich von Thiersch en 1882 (Fuente: Historia National Geographic)
En el siglo II a.C., el reino de Pérgamo era el centro político más importante y temido de la península de Anatolia y el principal aliado de Roma en Oriente. Sin embargo, es mucho más conocido por ser uno de los lugares más espléndidos y ricos del mundo helenístico. Con el rey Eumenes II (197 – 159 a.C.), sus dominios sumaban más de 150.000 kilómetros cuadrados y más de cinco millones de habitantes distribuidos por buena parte de la península de Anatolia y varias islas del Egeo. Más allá de su gran prosperidad, el reino es famoso sobre todo por dos construcciones muy relevantes construidas en tiempos de Eumenes II: la gran Biblioteca de Pérgamo y el gran Altar de Pérgamo.

A la muerte de Filetero de Teos el reino de Pérgamo pasó a su sobrino y heredero Eumenes I (263 – 241 a.C.). En su tiempo los seléucidas se convirtieron en los grandes adversarios bélicos de Pérgamo junto con los gálatas, un conjunto de pueblos celtas que habían cruzado a Asia Menor una década antes para saquear ciudades y arrasar campos. No obstante, fueron los gálatas los que recibieron los tributos de los de Pérgamo para ir en contra de los seléucidas.

La situación de Asia Menor cambió por completo cuando Átalo I (241 – 197 a.C.), el sucesor de Eumenes I, accedió al trono de Pérgamo en el 241 a.C. y se negó a seguir pagando a los gálatas. Éstos quisieron castigar la osadía de Pérgamo con una gran ataque, pero fueron ellos los derrotados por el soberano helenístico. Este triunfo no sólo le permitió extender su territorio hasta los montes Tauro, sino que le valió el título de rey (de hecho, fue el primero de los gobernantes de Pérgamo que se presentó como tal).

Sin embargo, la época de mayor esplendor del reino aún estaba por llegar. Gracias a la alianza entre la República Romana y los reyes Átalo I y Eumenes II, en el contexto de las Guerras Macedónicas y la guerra romano-siria contra Antíoco III, Pérgamo recibió posesiones en Grecia y todo el territorio seléucida al oeste de los montes Tauro. Precisamente, en época de Eumenes II el reino de Pérgamo se extendía desde el mar Egeo hasta Bitinia, Galacia, Capadocia y el Tauro, incluyendo islas como Egina y Andros y ciudades tan importantes como Éfeso.

La biblioteca de Pérgamo
La política exterior de Pérgamo lo convirtió en uno de los reinos más ricos de toda la Antigüedad. A la alta fertilidad de sus campos se sumaban las riquezas procedentes de los territorios anexionados: trigo, vino, aceite, caballos y ovejas, minerales preciosos, perfumes, tejidos, piezas de artesanía… Otra prueba del esplendor del reino fue la invención del pergamino, que se convirtió en el soporte de escritura más popular del mundo hasta el final de la Edad Media.

Escultura de un centauro hallada en Pérgamo y datada del 160 a.C. Actualmente pertenece al Museo de Historia del Arte de Viena (Fuente: Historia National Geographic)

Todo ello se tradujo en obras arquitectónicas de la máxima calidad como el palacio real, el templo de Atenea y el de Deméter, el teatro, el gimnasio, el ágora superior, el santuario de Dioniso… Sin embargo, si hubo dos monumentos que simbolizaron la fama cultural y artística de Pérgamo esos fueron la Biblioteca y el Gran Altar dedicado a Zeus.


Según el biógrafo Plutarco, la biblioteca de Pérgamo tenía 200.000 rollos en el momento en que Marco Antonio decidió regalársela a Cleopatra VII (a finales del siglo I a.C.), lo que la convertiría en la segunda mayor biblioteca de la Antigüedad, solo superada por la de Alejandría.

La dinastía real de Pérgamo siempre estuvo interesada en incrementar el prestigio cultural de su reino para intentar compararse a grandes polis griegas como Atenas. Por ello sus reyes fueron mecenas y promotores de obras científicas que muchos de sus autores les dedicaron, como fue el caso de Biton con su tratado sobre máquinas de guerra y catapultas o el del matemático Apolonio de Perge. El propio rey Átalo I escribió una obra de geografía de su reino y Átalo III compuso un libro de botánica.

El altar de Pérgamo a Zeus
Si la biblioteca de Pérgamo fue el mayor logro cultural del reino, el gran altar de Pérgamo dedicado a Zeus fue el mayor logro artístico. Emplazado en una terraza situada bajo el templo de Atenea, el visitante tenía que rodear este monumento admirando su friso esculpido para poder llegar a las escaleras que daban acceso al interior.

Los detalles estilísticos de las esculturas, pliegues en sus mantos, dibujos del calzado, así como las expresiones tan bien conseguidas de dioses y gigantes siguen sorprendiendo por su expresión  exagerada, con escorzos y una escultura de las ropas que no se ajusta a las formas de la anatomía.

Este friso decoraba todos los muros con un solo tema: la Gigantomaquia, la lucha entre los dioses y los gigantes en la que los primeros encarnaban la civilización y los segundos la barbarie. Allí se esculpió con excelsa calidad a dioses olímpicos y anatolios, constelaciones y muchos monstruos. Asimismo, en la parte alta de las paredes interiores del patio había un friso más pequeño que representaba la leyenda del héroe Télefo, hijo de Heracles/Hércules y mítico fundador de Pérgamo.


¿Quién lo descubrió?

Un ingeniero alemán llamado Carl Humann en 1871. Las excavaciones por parte alemana empezaron en 1878 y terminaron en 1886. El acuerdo que hubo con el estado otomano rezaba que una tercera parte de las obras de arte que se encontraran serían para los descubridores y el que el resto quedaría para la corte del Sultán.

Lo que ocurrió fue que por la gran relación de dependencia con el Imperio Germano, el Consejo del Gran Visir de Constantinopla terminó asignando al gobierno alemán dos terceras partes y al final renunciaron incluso al tercio restante por 20.000 marcos y la misma cantidad para para las familias más necesitadas de la región.

‘Laocoonte y sus hijos’: una obra maestra en mármol del periodo helenístico

“Laocoonte y sus hijos” en el Museo Pio Clementino de los Museos Vaticanos en Roma, Italia (Foto de archivo de IR Stone/Shutterstock)

Durante el periodo helenístico en Grecia, los escultores llevaron esta disciplina a niveles nunca antes vistos. Conocida por sus expresivas figuras llenas de movimiento, esta época fue testigo de la creación de tres de las esculturas de mármol más famosas de la historia: la Venus de Milo, la Victoria alada de Samotracia y Laocoonte y sus hijos.

Laocoonte y sus hijos es una escultura de mármol del periodo helenístico (323 a.C. – 31 d.C.). Tras su descubrimiento en un viñedo romano en 1506, la escultura fue colocada en el Vaticano, donde permanece hasta el día de hoy.

Como buena escultura helenística, Laocoonte y sus hijos demuestra el interés de la época por representar el movimiento de manera realista. En una escena llena de acción, tres figuras intentan desesperadamente liberarse de las serpientes que los atacan. Sin embargo, por mucho que giran y se retuercen permanecen atrapados, resultando en una masa arremolinada de serpientes y extremidades.

La historia de Laocoonte
Como muchas otras esculturas griegas, la temática de Laocoonte y sus hijos se basa en la mitología clásica. Específicamente, esta pieza retrata una historia del Ciclo Troyano, una colección de poemas griegos que detallan los eventos de la guerra de Troya. Según la leyenda, Laocoonte era un sacerdote troyano que, junto con sus hijos Antifante y Timbreo, fue atacado por serpientes marinas enviadas por un dios.

Fresco, siglo I (Foto: Marie-Lan Nguyen vía Wiki Art Dominio Público)

Hay varias versiones de esta historia, y detalles importantes cambian de una versión a otra. En algunas, por ejemplo, Laocoonte es castigado por intentar exponer el truco del Caballo de Troya. En otras, es por casarse cuando debería de ser célibe o por tener relaciones con su esposa dentro de un templo sagrado. De igual manera, la identidad del dios vengativo varía; mientras que Poseidón es generalmente considerado responsable, algunas historias también mencionan a Atenea o a Apolo.

La historia de la escultura
Considerando su estilo y temática, los historiadores de arte creen que la escultura original de Laocoonte y sus hijos fue creada alrededor del año 200 a.C. en la ciudad griega de Pérgamo. Esta teoría es respaldada por el escritor y filósofo romano Plinio el Viejo en su estudio enciclopédico de la escultura antigua titulado Historia natural.

En el volumen XXXVI del libro, Plinio alaba la pieza y atribuye su creación a tres escultores de Rodas.


Si bien se cree que la obra a la que hace referencia Plinio es la que se encuentra hoy en el Vaticano, varios historiadores han llegado a la conclusión de que probablemente se trata de una copia en mármol de una escultura de bronce. A su vez, esta versión de mármol puede no ser completamente fiel a la original, ya que ha sido restaurada considerablemente. No obstante, ha sido “celebrada por su maestría técnica y por la intensa emoción que transmite” (Museo Victoria & Albert) desde su descubrimiento hace más de 500 años.

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