jueves, 20 de febrero de 2014

Renacimiento Aleman- Alberto Durero

El Renacimiento alemán es parte de ese renacer que hubo en los Países Bajos para los siglos XV y XVI. En Alemania la corriente que existía era de influencia flamenca, a pesar de que en Alemania tenía un estilo artístico muy particular. Los temas religiosos abundaban en las obras de arte de los alemanes, entre los que se destacan Matthias Grünewald (1475-1528) y el más importante Alberto Durero (1471-1528).

En Alemania, la arquitectura conservó fuertes influencias del gótico medieval.
El renacimiento artístico no fue en Alemania una tentativa de resurrección del arte clásico, sino una renovación intensa del espíritu germánico, motivado por la Reforma protestante.

Durero fue una figura dominante del Renacimiento alemán. Su obra universal, que ya en vida fue reconocida y admirada en toda Europa, impuso la impronta del artista moderno, uniendo la reflexión teórica con la transición decisiva entre la práctica medieval y el idealismo renacentista.

Alberto Durero (en alemán: Albrecht Dürer) es el artista más famoso del Renacimiento alemán conocido en todo el mundo por sus pinturas, dibujos, grabados y escritos teóricos sobre arte, que ejercieron una profunda influencia en los artistas del siglo XVI de su propio país y de los Países Bajos. Durero comprendió la imperiosidad de adquirir un conocimiento racional de la producción artística. Entre sus obras más importantes destacan sus autorretratos, la Adoración de los Reyes, Adán y Eva, y el Apocalipsis, colección de grabados muy difundida en la época.


El castillo de Heidelberg

Tras la Reforma el mecenazgo de la nobleza alemana se centró en primer lugar en la arquitectura, por la capacidad de ésta para mostrar el poder y prestigio de los gobernantes.

Así a mediados del siglo XVI se amplia el castillo de Heidelberg, siguiendo las directrices clásicas. Sin embargo, la mayoría de los príncipes alemanes prefirieron conservar las obras góticas, limitándose a decorarlas con ornamentación renacentista.

Los emperadores Habsburgo y la familia Fugger fueron los más importantes mecenas, destacándose la protección de Johannes Kepler y Tycho Brahe.
Alberto Durero

Es uno de los artistas más famosos del Renacimiento alemán. En su producción abundan pinturas, dibujos, grabados y escritos teóricos sobre arte.
Nació el 21 de mayo de 1471 en Nüremberg, Alemania. Era hijo de Alberto Durero el Viejo y Barbara Holfer. La pareja tuvo dieciocho hijos, pero solo tres lograron sobrevivir. Su padre, un orfebre húngaro, fue su primer maestro, enseñándole el oficio de orfebre y joyero.

Tras trabajar con él durante un periodo de tiempo, el joven Durero se interesó más por la pintura. El padre accedió a los deseos del hijo y en 1486 ingresó en el taller de Michael Wolgemut, el principal productor de retablos, como aprendiz de pintor y diseñador de grabados.


Autorretrato de Durero (1498, Museo del Prado)
Museo del Prado: Este cuadro fue adquirido por Felipe IV de España en la almoneda de los bienes de Carlos I de Inglaterra, quien lo había recibido como regalo del ayuntamiento de Núremberg.
Allí permaneció cuatro años, llegando a superar la calidad artística de su maestro. Después, realizó un viaje de estudios para ampliar su formación y conocer a otros artistas. Fue a  Colmar con la intención de entrar en el taller del pintor y grabador alemán Martin Schongauer, pero el maestro había fallecido. Se dirigió a Basilea y a Estrasburgo, donde realizó ilustraciones para varias publicaciones.

En estos años, su arte refleja una enorme calidad en el trazado del dibujo y una minuciosa observación del detalle. Finalmente, regresó a Nüremberg en 1494, ya que sus padres habían concertado su enlace con Agnes Frey. El matrimonio le aportó el dinero necesario para crear su propio estudio Nüremberg.(
  
Ese mismo año marchó a Italia y visitó Venecia, conoció la obra de Bellini, Mantenga y Pollaiuolo. El viaje duró dos años, pintó castillos, paisajes y panorámicas, apuntes que después empleará en sus obras.

El artista se había formado en un entorno influido por la escuela flamenca y la tradición gótica alemana. Pero su viaje a Italia le permitió asimilar los postulados artísticos del Renacimiento italiano despertando su interés por la geometría y las proporciones matemáticas.

De regreso a Nüremberg, Durero comenzó un serio estudio de las matemáticas y de las proporciones humanas. El dominio de la xilografía y el grabado hicieron que su fama fuera asentándose y que elabora un gran número de obras. Destaca la serie de grabados del Apocalipsis (1498), La Gran Pasión y la Vida de la Virgen. Aunque la temática sigue siendo convencional, la técnica es novedosa. Las figuras están llenas de expresividad y son tratadas con gran minuciosidad, mostrando multitud de detalles.

Entre 1505 y 1507 visitó Italia de nuevo, pasando mucho tiempo en Venecia. El objetivo ya no era completar su aprendizaje, sino asentar su fama internacional. Y tras ser consagrado y reconocido como un artista de prestigio volvió a  Nüremberg. En su ciudad natal pintó algunas obras de grandes dimensiones como El martirio de los diez mil, una obra de gran dinamismo en la que incorpora el colorismo veneciano. También pintó las tablas de Adán y Eva.

En estos dos cuadros se observan las influencias del renacimiento italiano. Realiza un tratamiento anatómico de los cuerpos, aunque ambos están idealizados a la manera italiana. Las luces, los colores, el sombreado y el volumen responden a un tratamiento renacentista.
Los dos personajes se encuentran de pie y existe una relación entre ellos. Adán está mirando a Eva, quien recoge la manzana que le ofrece la serpiente. Y emplea un fondo neutro para no distraer la atención de la acción que constituye la tentación.

Adán y Eva (1597), pintura sobre tabla, Museo del Prado
En 1512 fue nombrado pintor de corte del emperador Maximiliano I y de Carlos I. Sus últimos años los dedicó a su obra teórica, Tratado sobre la proporción, publicado en cuatro libros en 1525.

Finalmente falleció en Nüremberg en 1528. Es una de las figuras más importantes del Renacimiento en Europa septentrional, y a través de sus grabados ejerció una enorme influencia en otros artistas del siglo XVI.

Obras:

Autorretrato (1500), Pinacoteca Antigua de Múnich

Museo de Munich: En este se le ve frontalmente, vestido de pelliza, con largos cabellos y una expresión seria y serena, recordando un “Ecce homo”. Si alguien que lo viese no supiera que lo hizo Durero, pensaría que es Cristo, con los cabellos dorados enmarcando un rostro alargado y sereno, recordando la iconografía de Jesucristo.
Jacobo, cabeza de la familia Fugger que apadrinó a Durero (obra del artista)
Jésus a los doce años entre los doctores
Corona de los Siete Dolores de Nuestra Señora
Fiesta del rosario (1506). Museo Nacional, Praga
La adoración a los reyes magos, 1504
El martirio de los diez mil cristianos

Durero realizó esta obra al de llegar de Italia y pone de manifiesto todo lo aprendido, presenta a una Virgen monumental, casi escultórica. La construcción espacial de la sala también sigue las teorías de la perspectiva de los italianos, aunque se observan algunos detalles alemanes, como el paisaje de Nüremberg que se ve a través de la ventana.


Adoración del Niño (1496-97)

Melancolía

Es la representación de la virtud intelectual. Es una mujer sentada en un banco de piedra y está acompañada por un ángel tristón y un perro a sus pies. Su aspecto es descuidado y su cabello está despeinado.

Está absorta, pero no en un trabajo, sino en un estado de inactividad completa, con la cabeza apoyada en el puño. Está sumida en una intensa actividad intelectual. No continúa con su trabajo por pereza, sino porque le parece que no tiene sentido. A su alrededor aparecen objetos desordenados.
En esta obra, Durero intelectualiza la Melancolía y la asocia al Arte. Su ejecución es meticulosa y está sobrecargada de significados. Sintetiza las características del artista como genio, atormentado por la creatividad, sometido a sus impulsos, huraño y solitario.




El Caballero, la Muerte y el Diablo

Este grabado alude la virtud moral. Ilustra la vida del cristiano esbozando una imagen perfecta del soldado de Cristo, con un aspecto monumental y lleno de la armonía.

Representa a un caballero cristiano opuesto a un mundo hostil. El caballero es viril, fuerte y está sereno. A caballo, recorre el camino de la virtud, que es arduo y lúgubre e intenta vencer los peligros y las tentaciones que le acechan.
El fondo está compuesto por rocas y árboles desnudos. A lo lejos, hay un castillo, que es la meta del caballero: la virtud inexpugnable. Durante el camino aparece la Muerte a caballo, que es un cadáver en descomposición, sin mejillas, nariz ni labios y el cuello rodeado de serpientes. Se acerca al caballero y trata de espantarlo mostrándole su reloj. Mientras tanto, un horrible Diablo le sonríe por detrás del caballo.

Caballero, la Muerte y el Diablo (1513), grabado, Museo Boymans Van Beuningen


Durero aparece imberbe, adolescente, con una ramita de cardo en las manos, símbolo del sufrimiento de Cristo; la flor de cardo, llamada Mannestruc en alemán, representa también desde la antigüedad, la fidelidad conyugal, y se ofrecía a las jóvenes esposas. Durero, sin embargo, tenía entonces 22 años y aún estaba soltero, pues su boda tuvo lugar al año siguiente. Podría ser un cuadro para regalar a su novia, Agnes Frey.

Autorretrato (1493) de Alberto Durero,
pintado originalmente en óleo sobre papel vitela. Louvre, París


Este Autorretrato (en alemán, Selbstportait) es una de las obras más conocidas del pintor alemán Alberto Durero (Albrecht Dürer). Es un óleo sobre tela encolada, pintado en 1493. Mide 56,5 cm de alto y 44,5 cm de ancho. Se exhibe actualmente en el Museo del Louvre de París. También es conocido como Autorretrato con flor de cardo.
Retrato de Barbara Durero, de soltera Holper
Una mujer veneciana

El Heller-Altar de Albrecht Dürer y Matthias Grünewald pintó el tríptico . El altar fue construido 1507-1511 en nombre del patricio Jacob Heller para la iglesia de los dominicos en Frankfurt am Main. 






  
La producción pictórica de Durero es más bien escasa, debido en parte al tiempo que requería cada obra en diseño y ejecución. Además Durero contó desde fecha temprana con ilustres clientes, como Maximiliano I, lo que le aseguró una estabilidad económica que le permitió concentrarse en los encargos más ambiciosos. Sus pinturas se concentraron inicialmente en unas pocas colecciones e iglesias, por lo que la rápida difusión de su arte se debió al medio gráfico. Durero produjo y distribuyó sus grabados con una sagaz visión comercial. Las imágenes a buril las grababa él personalmente hasta el último detalle, con una técnica extenuante y perfeccionista, y se vendían a precios elevados. Y paralelamente, Durero diseñaba decenas de xilografías, mayormente de tema religioso, que eran grabadas en los tacos de madera por entalladores profesionales. Debido a su menor coste y a que permitían tiradas mayores, las xilografías eran más asequibles y llegaban a los talleres de otros artistas. Siglos después, pintores españoles como Zurbarán y Goya siguieron delatando la influencia dureriana; de hecho el último cuadro conocido de Zurbarán, La Virgen con el Niño y san Juanito (1662, Museo de Bellas Artes de Bilbao) se inspiró en el grabado La Virgen del mono que Durero había realizado hacia 1498.

La Virgen del mono - Durero 1498
La Virgen con el Niño y san Juanito
(1662, Museo de Bellas Artes de Bilbao)
La madre de Durero
Estanque en el bosque Alberto Durero
Valle de Kalckreuth. Alberto Durero
Patio del castillo de Innsbruck, 1494,
gouache y acuarela sobre papel

 
Último viaje y últimas obras

En 1520 Durero se enteró de que Carlos I, sucesor de Maximiliano I, iba a viajar desde España a Aquisgrán para ser coronado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Durero había recibido una pensión anual por parte de Maximiliano y tenía la intención de que Carlos I mantuviera esa asignación. 

Emprendió el viaje a Aquisgrán, que financió vendiendo grabados y otras obras durante el trayecto, y de allí pasó a los Países Bajos entre 1520 y 1521. Su diario nos proporciona un fascinante relato de estos viajes, de las audiencias de los monarcas y de los recibimientos que le brindaron sus compañeros artistas, como Lucas van Leyden, especialmente en Amberes.


Los cuatro apóstoles (Die vier Apostel).Alberto Durero

Resultó muy satisfactoria su audiencia con Carlos I. Regresó a Núremberg, donde habría de permanecer hasta su muerte, el 6 de abril de 1528. Sus últimas obras son dos grandes tablas en las que están representados Cuatro apóstoles (hacia 1526, Alte Pinakothek Múnich), que ofreció como regalo a la ciudad de Núremberg.

”Los pintores alemanes…no son inferiores a nadie en el uso de los colores pero muestran lagunas en el arte de las proporciones, en la perspectiva y en cosas semejantes…Sin justas proporciones ningún cuadro puede ser perfecto, por más que la realización revele el máximo cuidado…Por eso es necesario que quien quiera poseer este arte de la pintura aprenda bien ante todo el de las proporciones y sepa como deben ser dibujadas las cosas en proyección y en perspectiva…”   
Publicó tres libros:
  • Uno sobre geometría, otro sobre proporciones y otro sobre fortificaciones

Las aguas del sueño de Durero

“En el año 1525, después de Pentecostés, entre Pentecostés y Miércoles Santo – escribe Alberto Durero el 8 de junio de ese año – en mi sueño, tuve la visión de unas grandes masas de agua que caían poderosamente de los cielos, las primeras de las cuales que tocaron tierra, lo hicieron a unos seis kilómetros de donde yo estaba con una violencia tal que levantaron un ruido atronador, salpicándolo todo, e inundando todo el país. Sentí entonces un terror tal, que me desperté. Esas aguas diluviales caían por todas partes, unas más lejos y otras más cerca, pero desde tan alto que parecían hacerlo todas con la misma lentitud. Pero las primeras aguas que llegaron al suelo cayeron con fuerza, tan rápidamente, entre el bramido del viento, que el estruendo que produjeron me hizo despertar asustado y tembloroso, tanto que tardé en recobrarme. Al levantarme, por la mañana, pinté lo que encabeza estas líneas, tal como lo había visto. Quiera Dios llevar todas estas cosas a un buen fin”.




(Imágenes.-1.- dibujo de Durero al despertarse de su sueño: “al levantarme, por la mañana, pinté lo que encabeza estas líneas“.-imagen tomada de acollidaetsac.blogspot.com/ 2.-Durero.- manos que oran.-1508)


Manos que oran, 1508

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