jueves, 25 de julio de 2019

La Catedral de Santa María de León, la Pulchra Leonina

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Cripta arqueológica de Puerta Obispo
La actual catedral gótica, al haber sido construida en el mismo emplazamiento que las antiguas termas romanas, iglesias primitivas e incluso una catedral románica, posee en el subsuelo importantes restos arqueológicos de las anteriores construcciones. En el interior de la llamada cripta arqueológica de Puerta Obispo, situada justo frente a la fachada sur de la catedral, se albergan importantes restos del campamento de la Legio VII Gemina, que fueron hallados en las excavaciones arqueológicas de 1996 durante la peatonalización del entorno de la catedral.

Restos de las termas de la Legio VII en la cripta de Puerta Obispo
Para conocer la historia de la Catedral de Santa María de León, es necesario conocer previamente la historia de la ciudad, ya que es sus cimientos se hunden bien profundamente. León es una ciudad española que como otras de su época, nace como un campamento militar romano. En concreto de la Legio VI Victrix hacia 29 a. C (Sexta legión victoriosa), fundada por César Augusto en el 41 a.C.
La Legio VII Gemina (Séptima legión «gemela») fue una legión romana, creada por el emperador Galba en Clunia (Burgos) cuando fue proclamado emperador por sus tropas en contra de Nerón en el año 68.
Esta legión, nacida como Legio VII Galbiana, le sirvió para completar los efectivos de la Legio VI Victrix y obtener así un ejército que le permitiera convertirse en emperador.
La ciudad de León creció alrededor del lugar donde estaba asentada la Legión VI Victrix hasta 69, sustituida por la Legión VII Gémina en 74 procedente de Pannonia, siendo el nombre de León una evolución del término Legio, que acabó dando lugar en romance a León, ya que la actual ciudad de León nació como asentamiento de legiones romanas.

Para los expertos, es una de las más hermosas y perfectas catedrales góticas, la conocida como la Pulchra Leonina, haciendo referencia a que la Catedral de Santa María de León, es una de las más perfectas en cuanto a sus líneas y sus equilibrios góticos, siendo una de las construcciones más depuradas del gótico francés.
En la arquitectura gótica se generaliza el uso de los arcos apuntados (o arcos ojivales) y la bóveda de crucería concentrando así los empujes en puntos determinados y no en todo el muro, que permiten hacer catedrales más esbeltas (por una parte, el arco puede alargarse sin ampliar su ancho como ocurría en el románico y reduce los empujes haciendo cubiertas más ligeras, lo que permite abrir los muros). Desaparece la tribuna románica y los empujes laterales que esta resolvía se envían a los arbotantes, arcos que transmiten el empuje de la cubierta a los contrafuertes exteriores, que solían estar rematados con pináculos. Las grandes vidrieras son una muestra del interés del gótico por comunicarse con el pueblo. Así mismo, la sensación de verticalidad se corresponde a la idea del Jerusalén celeste, en comparación contra la sensación de acogimiento y seguridad a los fieles creada en el románico. Este tipo de construcciones solían tener un número impar de naves (3 ó 5) sustentadas por una bóveda de crucería cuatripartita, sexpartita, de terceletes, de abanico o estrellada. La fachada principal se estructuraba generalmente en tres vanos abocinados, constituidos por arquivoltas y jambas y enmarcados en un gablete, una galería de reyes del Antiguo Testamento, un gran rosetón (situado en la nave central), un andito (espacio mediante el cual se accede a la fachada para realizar posibles reformas) y por dos torres de características diferentes (rematadas o no con un pináculo en forma de flecha).
Iniciada en el siglo XIII, es una de las grandes obras del estilo gótico, de influencia francesa. Conocida con el sobrenombre de Pulchra leonina, que significa 'Bella Leonesa', se encuentra en pleno Camino de Santiago.

La catedral de León se conoce sobre todo por llevar al extremo la «desmaterialización» del arte gótico, es decir, la reducción de los muros a su mínima expresión para ser sustituidos por vitrales coloreados, constituyendo una de las mayores colecciones de vidrieras medievales del mundo.

La catedral de León es conocida sobre todo por su conjunto de vidrieras, quizás el más importante del mundo junto con el de la catedral de Chartres. Conservadas la mayoría de las originales, hecho extraño en catedrales de esta época, fueron construidas entre los siglos xiii y xvi. La técnica de la vidriera tiene su origen, según se cree, en la cultura musulmana. De ella fue tomada por el arte cristiano, que los utilizó desde el siglo xi para alcanzar su auge dos siglos más tarde. En el siglo xvi entró en una total decadencia, y más tarde, con la pérdida de interés por lo medieval, los vitrales fueron eliminados de muchos templos. Esto, junto con la fragilidad propia del vidrio, es la causa de que se conserven tan pocas colecciones
En su época de esplendor no se tenían como meros elementos decorativos, sino que eran una parte fundamental de edificio. La técnica del arbotante permitía prácticamente eliminar los muros como elemento de sostén, por lo que se podían perforar para abrir grandes ventanales, que recubiertos con vidrieras, daban al templo una mágica apariencia. En este sentido, la catedral de León fue uno de los edificios que más metros cuadrados dedicó a la creación de vanos para vidrieras en proporción a su tamaño. En metros cuadrados se distribuyen de la siguiente manera: 464 metros en su parte baja, 282 en el triforio y 1.018 en la zona superior, lo que hace un total de al menos 1.764 metros cuadrados de superficie, según las mediciones de Demetrio de los Ríos. El conjunto cuenta con 134 ventanales y 3 grandes rosetones. Esta enorme superficie cobra mayor importancia debido a las dimensiones contenidas de la catedral.
No obstante, parece ser que entre los siglos xv y xvi fueron tapiados parte de los ventanales inferiores (de las que solo se conservaron las partes superiores y las rosas originales) y del triforio para dar mayor consistencia al edificio por sus problemas constructivos, si bien estas zonas acristaladas fueron recuperadas en las restauraciones de finales del siglo xix por Demetrio de los Ríos y Juan Bautista Lázaro con la creación de otras nuevas, usando la técnica constructiva medieval.
En las ventanas altas o claristorio, hay distinta temática en función de si es el lado norte o el sur. Los ventanales del lado norte, que reciben menos luz, tienen tonos más fríos y su temática del Antiguo Testamento destaca que aún no han conocido la luz Cristo. Los del lado sur, más luminosos, representan el Nuevo Testamento y presentan colores más cálidos.
El triforio de la catedral de León también está perforado con ventanales exteriores que incluyen vidrieras, tapiadas durante la Edad Moderna y recuperadas durante las restauraciones del siglo XIX, momento en el que se crearon nuevas vidrieras que respetaban el conjunto iconográfico original, en este caso, todas las vidrieras del triforio son representaciones de escudos reales y nobiliarios, además de ciudades españolas.
Los vitrales más antiguos de la Catedral de León, situados en la cabecera del templo, siglo XIII.

Vidrieras góticas

Realizadas en los siglos XIII, XIV y XV. Son la inmensa mayoría de las vidrieras de la catedral, destacando sobre todo las de la parte alta. Se realizaban con pequeños trozos de cristal de colores que se componían y emplomaban.
Vidrieras renacentistas
Realizadas en la primera mitad del siglo xvi. Su estilo es muy diferente, siendo más una pintura sobre vidrio que una composición, y también son de gran calidad. Destacan algunas de las capillas de la girola y las de la capilla de Santiago. 
Vidrieras neogóticas
Realizadas a finales del siglo XIX durante las grandes restauraciones por maestros vidrieros al estilo medieval, imitando las de estilo gótico. Su trabajo fue tan concienzudo que es muy difícil distinguir a simple vista las realizadas en esta época a las realizadas en época medieval. Corresponden a la mayoría de las del triforio y las partes inferiores de las vidrieras de las naves laterales, además del rosetón del sur. Aparte, se realizó una gran restauración de todas las vidrieras del templo, deterioradas con el paso de los siglos, recomponiendo los vidrios rotos o perdidos.


Sepulcro de Ordoño II en la Catedral de León
La mayor parte de la obra es del siglo xv, el yacente es del siglo xiii, contemporáneo a la catedral. Tiene aspecto sereno y una postura equivocada pues alguno de sus rasgos parece más propio de una figura erguida que yacente.
Los restos del monarca, a pesar de que la leyenda también envuelve su muerte, descansan en el único sepulcro con escultura que se conserva en León de un monarca, y que se encuentra en la girola tras el altar mayor de la ciudad de León.
Ordoño II según una miniatura medieval de la Catedral de León.
 (c. 871-León, junio de 924) fue rey de Galicia, subordinado al rey de León, entre los años 910 y 914. También ejerció como rey de León desde el año 914 hasta su muerte.
«Ordoño el guerrador, insigne militar, era próvido y prudentísimo en toda guerra, justo y misericordioso... en las necesidades de los míseros», pero también el artífice de la consolidación de León como ciudad cosmopolita, de su papel como capital militar y política, y garante de las fronteras cristianas. Es el papel que le adjudican las crónicas medievales a Ordoño II, nieto de Ordoño I e hijo de Alfonso III, último rey de Oviedo, un «belicoso varón», según el clérigo Sampiro, que mantuvo lejos del Reino de León a los musulmanes 

De todos los maestros que trabajaron en León durante el siglo xv, Nicolás Francés destaca principalmente, hasta el punto de caracterizar la pintura catedralicia. Debió de nacer en Francia, (de ahí su nombre) pero vino joven a León, y aquí trabajó hasta su muerte en 1468.
Una de sus obras más importantes fue el retablo del altar mayor, lugar donde permaneció trescientos años, hasta que en 1741 fue desarmado para ser sustituido por otro barroco, de descomunal tamaño, diseñado por Narciso Tomé, autor del transparente de la catedral de Toledo, y elaborado por su primo Gavilán Tomé y el suegro de este, José de Sierra.
A finales del siglo XIX, los restauradores, viendo que la obra barroca atentaba tanto contra la estética del templo como contra los elementos estructurales de la cabecera, lo desmontaron y enviaron a la iglesia de los Padres capuchinos. En su lugar, fue colocado en el altar mayor uno compuesto de las tablas del retablo de Nicolás Francés que aún se conservaban
Otra obra fundamental suya son las pinturas murales que decoran gran parte de las paredes del Claustro. Fueron realizados hacia la década de 1460, y de los veintinueve existentes, más de veinte pertenecen a la mano de Nicolás Francés.
También destaca la pintura mural del martirio de san Sebastián, recientemente restaurada, en la capilla de santa Teresa.
Mural de Nicolás Francés en el claustro
Nicolás Francés (fl 1434 — 1468) fue un pintor y miniaturista de estilo gótico internacional activo en León donde trabajó de forma continuada al servicio de su cabildo catedralicio.
La catedral de León fue diseñada sin claustro, pero finalmente se levantó entre finales del siglo XIII y principios del siglo XIV. Esta construcción cubrió la entrada norte que, desde entonces, quedó resguardada. Este claustro tiene una planta cuadrada de 30 metros de lado, posee seis intercolumnios por lado y 24 pilares en total, respondiendo a las proporciones establecidas en los claustros cistercienses. A su alrededor se agrupan diversas dependencias, entre ellas, el actual Museo Catedralicio.


Los arcos apuntados y capiteles del muro interior presentan escenas bíblicas y de la vida cotidiana, mostrando de nuevo el diálogo de lo divino y lo humano, típico del gótico. Los murales entre las arcadas del claustro fueron pintados con los episodios de la vida de Cristo por Nicolás Francés en los años 60 del siglo XV, aunque algunos de ellos son obra posterior de Lorenzo de Ávila y otros.



A comienzos del siglo XVI, Juan de Badajoz el Mozo rehízo las bóvedas del claustro. Aprovechó los lienzos y los arcos formeros y montó 28 bóvedas de crucería complicadas y decoradas. Filacterias y medallones presentan un complejo programa iconográfico, vinculado con la Virgen de Regla. Bajo las bóvedas puede observarse una completísima colección de sepulcros que revelan las etapas de la actividad escultórica catedralicia, pero siendo en su mayoría obras tanto del siglo XIII como del siglo XIV.

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