viernes, 27 de marzo de 2020

10 artistas que deberíamos conocer (Imprescindible) - Marina Abramovic: "Mi método es hacer las cosas que me dan miedo"

2020: el año de las mujeres en el arte - Chechu Álava - Zanele Muholi - Faith Ringgold - Joan Jonas - Georgia Totto O'Keeffe, pincha aqui

Marina Abramović (Belgrado, Yugoslavia; 30 de noviembre de 1946), artista serbia del performance que empezó su carrera a comienzos de los años 1970. Activa durante más de tres décadas, recientemente se ha descrito a sí misma como la "Madrina del arte de la performance".

imagen: retrato de Marina, disponible en www.cronicasyversiones.com
Abramović fue criada por sus abuelos hasta los seis años de edad. ​ Su abuela era profundamente religiosa y Abramović pasó su infancia en una iglesia siguiendo los rituales de ésta.​ Con seis años de edad, al nacer el hermano de Abramović, comenzó a vivir con sus padres y a recibir clases de piano, francés e inglés.​ Desarrolló interés por el arte a una edad temprana y disfrutaba pintando, aunque no acudió a clases sobre esta materia.​
El padre de Abramović abandonó a la familia en 1964.
El trabajo de Abramović explora la relación entre el artista y la audiencia, los límites del cuerpo y las posibilidades de la mente.
Una performance o acción artística es una muestra escénica presentada a un público dentro de un contexto de bellas artes, tradicionalmente interdisciplinario. Su objetivo es generar una reacción, con la ayuda de la improvisación y el sentido de la estética, siempre ligados a los problemas de la sociedad actual, para así lograr despertar la conciencia del espectador.​ Las representaciones pueden ser guionizadas o no, aleatorias o cuidadosamente orquestadas, espontáneas o planificadas, con o sin la participación de la audiencia. El espectáculo puede ser en directo o a través de los medios de comunicación; el intérprete puede estar presente o ausente.

Una performance puede ser cualquier situación que involucre cuatro elementos básicos: el tiempo, el espacio, el cuerpo o la presencia del intérprete en un medio, y la relación entre el intérprete y el público. Las acciones pueden tener lugar en cualquier lugar, en cualquier tipo de escenario y durante cualquier período de tiempo, y se pueden proveer de varias herramientas sin necesidad de un apoyo económico. Pero es el artista quien se enfrenta al reto de integrar el mundo que percibe frente a sus ojos, interpretarlo, expresarlo y con ello crear una obra de arte.
imagen: Rythm 0, disponible en www.upsocl.com
Ritmo 0, 1974 Para probar los límites de la relación entre el artista y el público, Abramović desarrolló una de sus performances más exigentes (y la más conocida). En ella adoptaba un rol pasivo, mientras el público la forzaba a realizar la actuación.
Colocó sobre una mesa 74 objetos que la gente le permitiera usar en la forma que ellos eligieran. Algunos de estos objetos podían usarse de manera placentera, mientras que otros podían infligir dolor o incluso dañarla. Entre ellos había tijeras, un cuchillo, un látigo, una pistola y una bala. Durante seis horas la artista permitió a los miembros de la audiencia manipular su cuerpo y sus acciones.
Los espectadores tenían la instrucción de usar los objetos del modo que ellos quisieran. Al principio, los espectadores fueron pacíficos y tímidos, pero gradualmente comenzaron a ser más violentos. En sus palabras:
La experiencia que aprendí fue que... si se deja la decisión al publico, te pueden matar... Me sentí realmente violada: me cortaron la ropa, me clavaron espinas de rosas en el estómago, una persona me apuntó con el arma en la cabeza y otra se la quitó. Se creó una atmósfera agresiva. Después de exactamente 6 horas, como estaba planeado, me puse de pie y empecé a caminar hacia el público. Todo el mundo salió corriendo, escapando de una confrontación real.
imagen: Rythm 2 (1974), disponible en marinaabramovic.blogspot.com
Ritmo 2, 1974
Como un experimento para probar si un estado de inconsciencia puede ser incorporado en una performance, Abramović desarrolló una en dos partes.
En la primera parte, ella tomó una píldora que se utiliza para la catatonia. Estando completamente sano, el cuerpo de Abramović reaccionó violentamente a la droga, experimentando ataques y movimientos involuntarios. Mientras perdía el control de los movimientos de su cuerpo, su mente estaba lúcida y observaba todo lo que ocurría.
Diez minutos después que los efectos de la droga pasaran, Abramović tomó otra píldora (utilizada por personas depresivas y violentas) la cual da como resultado una inmovilización general. Físicamente ella se encontraba presente, pero mentalmente no. Este proyecto fue uno de los primeros componentes de sus exploraciones de la conexión entre cuerpo y mente, exploraciones que más tarde la llevaron al Tíbet y al desierto de Australia
Trabajos con Umelec (Uwe Laysiepen)
Después de mudarse a Ámsterdam, Abramović conoció al artista de performance germano-occidental Uwe Laysiepen quien usaba el nombre de Ulay. Como dato anecdótico, ambos nacieron el mismo día (aunque no el mismo año).

imagen: Relation in Time (1977), disponible en pomeranz-collection.com
Frank Uwe Laysiepen, más conocido como Ulay (Solingen, Alemania, 30 de noviembre de 1943 - Liubliana, Eslovenia, 2 de marzo de 2020),​ fue un fotógrafo y artista alemán de performance de finales de los años 1960 y 1970 con obras expuestas en el año 2010 en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
De su colaboración nacieron proyectos arriesgados como Imponderabilia (1977), donde Abramović y Ulay se miraban desnudos en un pasillo muy estrecho justo en la entrada del museo, y pedían al público que pasara entre ellos, lo que provocaba que los asistentes terminaran rozando sus cuerpos totalmente desnudos. 

imagen: Imponderabilia (1977), disponible en delir-arte.blogspot.com
Después de esto, idearon Death self (La muerte misma), en la cual ambos unían sus labios e inspiraban el aire expelido por el otro hasta agotar todo el oxígeno disponible. Exactamente 17 min después del inicio de la performance ambos cayeron al piso inconscientes, ya que sus pulmones se llenaron de dióxido de carbono. Esta pieza exploró la idea de la habilidad del individuo de absorber la vida de otra persona, cambiándola y destruyéndola.

En 1988, luego de varios años de tensa relación, Abramović y Ulay decidieron hacer un viaje espiritual el que daría fin a su relación. Ambos caminarían por la Gran Muralla China, comenzando cada uno por los extremos opuestos y encontrándose en el centro. Abramović concibió esta caminata en un sueño, y le proporcionó lo que para ella era un fin apropiado y romántico a una relación llena de misticismo, energía y atracción.

imagen: The Lovers (1988), disponible en http://inkultmagazine.com
Un ejemplo ilustrativo, desde principios de los noventa, fueron las instalaciones objetuales que ella definió bajo el paraguas de Transitory Objects, en las que se mostraba ya un nuevo campo de trabajo. Al incorporar a sus acciones materiales naturales como piedras semipreciosas, huesos o imanes, Abramović no buscaba en ellos una función autónoma, a la manera de una escultura, sino que las utilizaba para generar experiencias y energías, en cierto modo, como rituales de la vida cotidiana. Incluso podían ser objetos vivos. Basta con recordar, en relación a los inicios de esta segunda época, la serie Dragon Head, realizada entre 1990 y 1994, donde la artista se sentaba inmóvil con varias pitones que se deslizaban hambrientas alrededor de su cuerpo –no habían ingerido alimento alguno desde hacía dos semanas–, en una imagen de fuertes resonancias mítico-femeninas.

imagen: recreación Dragon Head (2010), disponible en mai.art
Más impactante resultó, por su violenta actualidad, la obra Balkan Baroque (1997), galardonada aquel mismo año con el León de Oro en la Bienal de Venecia. Ampliando la temática de los esqueletos humanos ensayada ya en Cleaning the Mirror (1995), Abramović reactualizaba la putrefacción del horror bélico en la Guerra de los Balcanes a través de una instalación de video en la que, además de aparecer sus propios padres proyectados en las paredes, ella misma se situaba en medio del espacio, lavando una montaña de 1500 huesos frescos de ternera, manchados de sangre, mientras cantaba canciones tradicionales de su niñez. La dramatización consagraba sin duda el fuerte barroquismo conceptual de su escenografía, pero lo hacía con una carga política creíble y sincera.

imagen: Balkan Baroque (1997), disponible en www.tropism.it
La consagración artística de Abramović ha sido incontestable desde el cambio de milenio. 

Es inevitable pensar, con respecto a esta tendencia, en la inolvidable perfomance The artist is present, una agotadora pieza presentada en marzo de 2010 con ocasión de la retrospectiva del MoMa dedicada a toda su obra (la más importante hasta la fecha, con más 50 piezas de exposición, incluyendo performances, instalaciones, videos, fotografías y colaboraciones, a los cuales se le sumaría un posterior documental de nombre homónimo). A lo largo de tres meses, Abramović permaneció sentada en el hall del museo neoyorkino durante más de 700 horas (a lo largo del horario de apertura del museo y de forma ininterrumpida), permitiendo que, por turnos, más de 1800 visitantes se sentasen frente a ella en silencio, separados por una sola mesa, compartiendo la imperturbable presencia de la artista durante el tiempo que considerasen necesario.

imagen: The artist is present (2010), disponible en www.filmswelike.com
Como desafío al tiempo, como reflexión sobre la alienación emocional en nuestra sociedad actual, la exitosa pieza recreaba una experiencia inmediata entre artista y espectador, sin necesidad alguna de comunicación verbal, demostrando que, precisamente en una de las mayores urbes del planeta, las carencias comunicacionales de nuestros frágiles cuerpos se hacían tanto más palpables. También hubo momentos para la pura sorpresa: tras 23 años de separación, Ulay apareció inesperadamente el mismo día de la inauguración. El estremecimiento de Abramović al verlo es evidente, y fue con el único con el que tuvo contacto físico después de hablarle solo con la mirada.
En 2013, la cantante estadounidense Lady Gaga se sometió al Método Abramović, un retiro físico y espiritual en la casa de campo de la veterana artista, al norte de Nueva York, donde pasó tres días realizando intensos ejercicios. Cada momento era un rito. Meditaba desnuda, entonaba un grito monótono hasta quedarse sin respiración, se perdía en el bosque con una máscara y tenía que volver a ciegas, se aislaba en una cabaña junto al río, reducía sus comidas a unas almendras. El vídeo resultante de las 30 horas de grabación se convirtió en la contribución de Gaga a reconstruir el teatro que ha de albergar el Marina Abramović Institute, un espacio en Hudson (Nueva York) desde el que preservar la performance. Durante 2014, Abramovic acompañó a Gaga en numerosas presentaciones de su tercer álbum de estudio, ARTPOP

Fuente ABC y Wipipedia 

Julio 2015
La última gran performance de la gran diva del arte contemporáneo incluye dos Marinas falsas, una congregación vestida de rosa y al crooner trans Anthony Hegarty cantando a Frank Sinatra


Marina Abramović, “Carrying the Skeleton”, 2008

Broma o no, tiene todo el sentido del mundo que Marina Abramović quiera salir por la puerta grande. Sin prisa ni alarma: la artista serbia tiene 67 años pero aparenta muchos menos y goza de un perfecto estado de salud. La cosa es que lleva pensándolo desde el funeral de su amiga Susan Sontag en el famoso cementerio Père Lachaise cemetery de Paris, en 2004. "Fue el funeral más triste en el que he estado en toda mi vida y ella era una de las mejores personas que he conocido jamás".

Abramović quedó tan impactada con la experiencia que volvió a Nueva York se fue directamente a hablar con su abogado para explicarle en detalle cómo será su funeral. “Un artista debe morir conscientemente y sin temor -explicaba hace unos días en el cierre de su residencia con el Kaldor Public Art Projects, en Sidney. "El funeral es su última obra antes de marcharse".


Azuzada por el público, Marina adelantó algunos detalles sabrosos. Sus planes incluyen la fabricación de dos copias exactas de sí misma para que la entierren en tres ciudades distintas. "Quiero que haya tres Marinas - explicó con naturalidad. -Evidentemente, una será real y las otras dos son falsas, porque no puede haber tres cuerpos. Y quiero que estas tres Marinas estén enterradas en las tres ciudades donde he vivido más tiempo: Belgrado, Amsterdam y Nueva York".


Y la vuelta de tuerca: nadie sabrá dónde está descomponiéndose la artista y dónde no se descomponen sus clones.


En cuanto a la ceremonia, la diva quiere que Antony Hegarty, de Antony and the Johnsons, cante el orgulloso himno de Frank SinatraI Did It My Way.


https://youtu.be/IGkfPZHLa9E

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