miércoles, 1 de enero de 2014

La Orden del Císter - Arte y arquitectura cisterciense - Los monasterios del Císter

Origen e Historia de la Orden de Císter

A lo largo de la historia de las religiones (no sólo en la cristiana) ha habido numerosos y sucesivos intentos de volver a los orígenes de los movimientos espirituales, una vez que éstos se habían relajado y alejado de sus principios.


Una de estas reacciones de vuelta al purismo anterior se empieza a gestar a finales del siglo XI en Francia, coincidiendo con la etapa de máxima opulencia y ostentación de los monasterios cluniacenses. Si Cluny había adoptado la Regla de San Benito que incluía la pobreza como precepto, el caso es que sus monasterios eran, en ocasiones, verdaderos palacios repletos de lujos y los abades, señores feudales con la máxima relevancia en la política mundana.
Algunos hombres de la Iglesia consideraban que los cluniacenses habían "degenerado" los preceptos benedictinos y que era necesaria una vuelta al rigor de los primeros tiempos.
Será en la región de Borgoña, en el año 1098, cuando uno de estos mayores reformadores, Roberto, se retiró con sus seguidores para hacer vida monacal a un lugar aislado llamado Cîteaux (Císter), que cederá posteriormente su nombre a la orden.

El sucesor de Roberto sería Alberico que obtuvo la protección papal. El tercer abad fue san Esteban Harding que continuó la obra emprendida años antes dotando al Císter de una regla propia llamada la Carta Charitatis que enuncia su propósito de volver a los orígenes de austeridad de la primitiva Orden Benedictina.

Pero no sería hasta la aparición en escena de la figura de San Bernardo cuando el Císter comienza su imparable desarrollo durante el siglo XII.


La fuerte personalidad de San Bernardo de Claraval, impulsor de la Orden del Císter
Sin duda, Bernardo de Claraval fue una de las primeras personalidades de la Europa del siglo XII y principal protagonista en el desarrollo de la Orden del Císter en toda Europa.
Bernardo nació en la familia noble y acomodada de los Fontaine en 1091 y fue educado, junto a sus siete hermanos, en el más amplio nivel cultural de que se disponía en el momento.
Santos Roberto, Alberico y Esteban, fundadores de Císter (1098)
A edad temprana ingresó en la citada abadía de Cîteaux en tiempos de san Esteban Harding. Su fuerte personalidad llevó al abad Esteban a encargarle la fundación del Monasterio de Claraval (Clairvaux).

A lo largo de su intensa vida fue capaz de llevar la Orden del Císter a su máxima expansión, con un total de 343 monasterios fundados en toda Europa.
Bernardo debió ser un hombre carismático de alternante estado humor, desde amable a iracundo. Se sintió muy atosigado por las tentaciones mundanas por lo que solía hacer grandes penitencias que, incluso, llegaron a mermar su salud física.
Es posible que esta actitud influyera en su preocupación por la disciplina, austeridad, oración y simplicidad que impulsará en Claraval y resto de sus fundaciones.
La brillante oratoria de Bernardo fue una de los principales instrumentos empleados a lo largo de su vida para alcanzar sus objetivos. Le llamaban "El Doctor boca de miel" (doctor melifluo).
Su defensa a la legitimidad de Inocencio II en su conflicto con Anacleto II le valió importantes privilegios de Roma que aumentaron con la elección como Papa de Eugenio III, antiguo monje cisterciense.
Bernardo luchó contra las tendencias laicistas de su tiempo y predicó la segunda Cruzada (1146), reconociendo a la Orden del Temple como realización del ideal del monje-soldado. En el campo religioso impulsó la devoción mariana.
Bernardo murió en 1153 y fue canonizado en 1174.
Como consecuencia de la imparable actividad de San Bernardo, los monjes cistercienses relevaron a los cluniacenses en la influencia sobre la sociedad y la Iglesia del siglo XII, ocupando sus más altos cargos y dignidades y ejerciendo su influencia sobre el poder civil.



Los monasterios del Císter
Los monasterios del Císter se situaban en zonas yermas o inhóspitas pero con abundancia de agua. Normalmente el sitio elegido era un lugar boscoso y aislado por montañas.
Eran los propios monjes o laicos que trabajaban para ellos quienes roturaban y cultivaban estas tierras.
Monasterio Cisterciense de Piedra, ubicado en un alejado e idílico paraje.
La razón básica de esta ubicación era obtener el necesario aislamiento del mundo laico.

Monasterio de Veruela
Monasterio de Veruela
La historia del monasterio es parte de nuestra riqueza cultural y foco de desarrollo en una época en la que la construcción de un monasterio era el único modo de desarrollar determinadas zonas y mantenerlas defendidas a la vez de la influencia musulmana. La influencia comercial y religiosa hacía que la vida de toda la comarca girase en torno al monasterio y sus intercambios económicos y culturales daban esplendor a los nobles que les daban soporte económico y los convertían así en su última morada.

Monasterio de Veruela
En épocas más recientes fué residencia temporal de la familia de Gustavo Adolfo Bécquer y su hermano Valeriano, para recuperarse de su maltrecha salud en la limpia atmósfera que irradia el Moncayo. Fruto de esta estancia entre sus muros es la colección de nueve cartas conocidas como “Desde mi celda” y algunas de las Leyendas basadas en la tradición oral de la zona próxima como la conocidísima “el monte de las ánimas“.
El Monasterio cisterciense de Veruela, situado a los pies del Moncayo, entre las comarcas de Borja y de Tarazona y el Moncayo.
Monasterio de Veruela
Monasterio de Veruela
Arte y arquitectura cisterciense
Hasta algunos años, la arquitectura cisterciense se consideraba un estilo propiamente dicho, que estaría a caballo y como eslabón de transición entre el románico y el gótico. En esta línea, se le ha adjudicado, en ocasiones, el nombre de arquitectura protogótica.

Hoy no se acepta que el gótico nazca como una mera evolución o desarrollo del románico, sino que la arquitectura gótica nace como un salto de mentalidad y de léxico arquitectónico. Por tanto, no se puede considerar a los edificios cistercienses como un eslabón de esta cadena.
La mayoría de los edificios cistercienses son básicamente románicos, pero incorporan, en bastantes casos y como novedad, la bóveda de crucería sencilla y también frecuentemente el arco apuntado.


Es cierto, que desde un purismo románico estricto, el cambio del arco de medio punto por el apuntado y la bóveda de cañón por la ojival, traiciona ciertos principios. Pero lo que no se puede considerar tampoco es que forme parte de la arquitectura gótica pues sus conceptos en la creación de espacios interiores son bien distintos.

Delicado capitel del monasterio cisterciense de las Huelgas de Burgos La arquitectura cisterciense es conocida por su sobriedad ornamental. Desde la "borrachera de sobriedad" exigida por San Bernardo, los capiteles, canecillos y otros espacios de las iglesias y dependencias monásticas cistercienses se ven sólo animados por motivos vegetales o geométricos.
Pero no hay que confundir austeridad con rudeza, ya que cuando aparecen estos motivos geométricos y vegetales son de gran calidad plástica y se ve tras ellos a grandes artistas.

A diferencia de iglesias parroquiales o monásticas de Cluny, las iglesias del Císter se pintaban de blanco, no empleándose pinturas murales figuradas y las ventanas sólo podían tener cristales blancos. Ello daba a la iglesia una gran luminosidad (a pesar de que en el templo cisterciense no disponía de grandes ventanales ni se tendió a la desmaterialización del muro, como en el gótico).

La iglesia abacial
Si el claustro es el núcleo del monasterio, la iglesia, obviamente, es el lugar privilegiado por su carácter sagrado.

Planta de la iglesia abacial cisterciense
La iglesia abacial cisterciense típica tenía tres naves para los monasterios masculinos y una para los femeninos. Se empleaba la planta de cruz latina.
Las cabeceras adoptaron numerosas plantas, desde ábsides semicirculares a rectangulares o combinación de ambos. También existieron iglesias cistercienses con girola y capillas radiales.



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