miércoles, 7 de agosto de 2019

(II) Templo De Luxor - La Magia De Egipto - Amenhotep III - Ramsés II - La momia de Ramsés II

Egipto - Tierra de faraones - Plaza Tahrir - Ismail Pachá -Moḥamed Anwar al Sadat - Muḥammad Ḥusnī Sayyid Mubārak, pincha aqui

Ilustración Ancient Warfare Magazine VI.5

Avenida de esfinges en la entrada del templo de Luxor
El templo de Luxor es el complemento meridional del gran templo de Amón en Karnak, en la medida en que estaba dedicado a la tríada tebana pero, sobre todo, al Ka de la fuerza progenitora del dios dinástico representado bajo el aspecto de Amón-Min. Situados a poco más de dos kilómetros el uno del otro, los dos templos estaban unidos por un dromos bordeado de setecientas esfinges con cabeza de carnero​ y de estaciones o capillas donde se paraban las barcas de la tríada tebana en la gran Fiesta de Opet. Bajo el reino de Nectanebo I, esta avenida ceremonial fue adornada con esfinges de cara humana (androesfinges) del lado del templo de Luxor. El dromos constituía la articulación principal de la ciudad que la atravesaba de norte a sur, dividiéndola en un barrio occidental que bordeaba el Nilo dónde se encontraba el puerto, los barrios populares y el de los artesanos, y un barrio oriental probablemente más residencial que se extendía entre los grandes templos y contenía numerosos santuarios repartidos a lo largo de las grandes avenidas adoquinadas que cuadriculaban la ciudad.
Ubicado en Tebas, antigua Waset,- la ciudad de las cien puertas según Homero, y la capital del Imperio Medio-, y a unos tres kilómetros al sur de Karnak, este impresionante Templo erigido en honor a Amón, fue obra esencialmente de dos faraones; Amenhotep III y Ramsés II. Si bien, dicha construcción cuenta con los posteriores añadidos de la dinastía Nubia XXV o de tiempos de Alejandro Magno. 


Muro de la sala hipóstila del templo de Luxor, transformado en la época romana.
La dinastía ptolemaica fue fundada por Ptolomeo I Sóter, general de Alejandro Magno. Esta dinastía gobernó en el Antiguo Egipto durante el período helenístico desde la muerte de Alejandro hasta el año 30 a. C., en que se convirtió en provincia romana.
Como los otros santuarios de la ciudad, Luxor recibió atención por parte de los últimos Ptolomeos a quienes podemos atribuir el pequeño templo de Serapis que acoge al visitante que recorre el dromos. Es a partir de la época romana cuando el declive del templo comienza. De hecho, desde los primeros años de la kratesis,​ una guarnición romana se instala en Luxor. Una capilla en honor de Augusto es habilitada en la habitación del rey divino y, en esta ocasión, el acceso a las salas es modificado, siendo la función inicial de templo transformada irremediablemente.

Siglos más tarde, con la llegada del cristianismo y la aceptación de esta religión por parte del Imperio, se construyeron iglesias en el interior del gran recinto del templo y hoy en día aún se pueden ver restos de una que estaba situada en el patio de Ramsés II, sobre la cual se instaló posteriormente una mezquita dedicada a Abu El-Hagag, un santo local cuyas reliquias se guardan en su interior.
Entre el paso de egipcios, griegos, romanos, cristianos y musulmanes, este templo ha tenido actividad de culto durante más de 3.500 años y hoy en día mantiene activa su mezquita, por lo que podemos oír la llamada a la oración mientras contemplamos las ruinas de este faraónico templo.
Los nuevos estudios resumen en dos, los aspectos fundamentales de la verdadera función de este extraordinario lugar de culto que comenzó a construirse 1300 años antes de Cristo, en tiempos de la Dinastia XVIII, la más conocida del Antiguo Egipto.


El primero de ellos tiene relación directa con la festividad del Opet, una de las más bellas de cuantas se celebraban en el País del Nilo, que tenía lugar en el segundo mes de la estación que inundaba el río. El templo era el receptor de una procesión anual que trasladaba las barcas de los dioses con las imágenes de culto de la triada tebana (Amón, Mut y Jonsu) desde Karnak a Luxor.


Cuando la barca del dios imperial Amón-Ra llegaba al santuario central, comenzaban en las estancias laterales los ritos secretos de la renovación del mundo.
En segundo lugar, también el templo de Luxor fue un paradigma de culto monárquico, de la deificación del soberano. En efecto, este culto, que se realizaba en presencia del faraón, consistía en la unión con su ka divino. Así era como el monarca alcanzaba la condición de ser divino, que le permitía actuar como “imagen de Amón”.

Los Inicios: Amenhotep III
El templo de Luxor era la morada del dios Amón. 
La planta del templo inicial realizada por Amenhotep III, a través de su arquitecto y escriba Amenhotep, sigue una trayectoria axial y sus elementos se realizaron en tres fases durante su reinado.
Sus construcciones principales fueron el santuario, la sala hipóstila abierta, dotada de treinta y dos columnas papiriformes fasciculadas hacia el patio porticado,- conocido como el patio solar-, y la columnata de entrada procesional, de una extensión de unos cincuenta y dos metros. 


Destacamos el santuario o sancta sanctorum, que se divide en varias partes presentando además, varias fases en su construcción sobresaliendo diferentes salas dedicadas a Amón-Min, Mut y Jons. En época helenística se le añadiría la Sala de la Barca de Alejandro Magno.

Al lado oeste del santuario está la cámara o escena del nacimiento, con tres columnas fasciculadas donde se observan relieves que describen el nacimiento divino de Amenhotep III, como resultado de la unión del dios Amón y su madre Mutemuia. Luego había otra sala que hacía las veces de vestíbulo para finalmente llegar al santuario propiamente dicho, decorado con escenas del faraón en presencia de Amón.


También es importante, dentro del marco del relieve, una estancia situada en el eje del templo, detrás de la sala hipóstila con las treinta y dos columnas papiriformes fasciculadas, que contiene escenas del ritual de la coronación de Amenhotep III, en su pared sur.

Relieves muro del Templo de Luxor
Fases posteriores
El gran patio porticado, de cincuenta y dos por cuarenta y seis metros, fue realizado en una segunda fase de la construcción, convirtiéndose en un elemento integrante del concepto teológico del templo de Luxor.

El faraón se mostraba allí ante sus cortesanos después de haber llevado a cabo los ritos de su deificación en el interior del templo.

Patio Porticado de Amenhotep III. Hoy en día se conservan las dos hileras papiriformes fasciculadas con capiteles cerrados que rodean tres de los cuatro lados del patio, como símbolo de la creencia secular en el poder creador y regenerador del papiro.
Pero sin duda, una de las estancias más importantes de este periodo, es la columnata monumental de acceso, situada delante del patio y constituida por siete pares de columnas papiriformes con capiteles abiertos.

Las partes más antiguas actualmente visibles remontan a Amenhotep III y a Ramsés II. Seguidamente, nuevos elementos fueron añadidos por Shabako, Nectanebo I y la dinastía ptolemaica. En época romana, el templo fue parcialmente transformado en campo militar.
Uno de los más grandes arquitectos del Imperio Nuevo, Amenhotep hijo de Hapu, concibió el templo de Luxor para su faraón, Amenhotep III. En la imagen, patio erigido en tiempos de Ramsés II en el mismo templo.

Más que las gigantescas columnas son los bajorrelieves murales los que captan la atención del espectador. 

En la entrada del templo de Luxor están las dos estatuas sedentes de Ramsés II, de granito gris y que miden casi 16 metros de altura. Son las únicas que han sobrevivido de las seis que había antiguamente (dos representaban al faraón también sentado, y las otras dos, de pie).
Al igual que las estatuas ha sobrevivido un obelisco de granito rosa que alcanza los 25 metros.
En la pared oeste, de la impresionante columnata de acceso al templo que citamos antes, se reproduce la procesión de las barcas divinas que salen de Karnak y se dirigen a Luxor, mientras que la pared este, ilustra el regreso al santuario imperial. En un principio, la fiesta duraba once días, pero se incrementó a veintisiete en el Imperio Nuevo.

Pilonos y estatuas sedentes de Ramsés II.
El pilono o pilón, palabra proveniente del griego πυλών pylṓn 'puerta grande', 'portal', es una construcción con forma de pirámide truncada, a modo de gruesos muros, que, erigidos por pares, flanquean la entrada principal de los templos del Antiguo Egipto; en el espacio dejado entre ambos se encuentra la puerta de acceso. Simbolizaban las paredes escarpadas a ambos lados del río Nilo
Si observamos su fachada principal, podremos ver que ante los pilonos, se encuentran dos estatuas sedentes de Ramsés II flanqueadas por un obelisco 
Los dos obeliscos fueron ofrecidos en 1830 a Carlos X de Francia por Mehemet Ali, pero sólo el de la derecha fue derribado y transportado a Francia. Jean-François Champollion fue quien eligió, por mandato del rey, el primero de los dos obeliscos, en parte cubiertos de arena. La leyenda dice que se decidió por el de la derecha, entrando en el templo, el más pequeño y el más dañado. El obelisco fue erigido con una gran fiesta en París, dónde se erige después de 1836 en el centro de la plaza de la Concordia. En agradecimiento, Luis Felipe I de Francia ofreció un reloj que hoy día adorna la mezquita de Mehemet Ali en el Cairo, pero se estropeó en el camino y nunca funcionó. El segundo obelisco, que nunca salió de Egipto, fue oficialmente «devuelto» por Francia en 1981, al principio del primer mandato de François Mitterrand.
El egiptólogo Zahi Hawass inició en 2010 una campaña para que el monumento fuera retornado a Egipto, junto a varias piezas, como la piedra de Rosetta, el zodiaco de Dendera y la estatua de Ramsés II.
Zahi Hawass (Damieta, Egipto, 28 de mayo de 1947) es uno de los más célebres egiptólogos del mundo, y en los últimos años ha adquirido gran renombre fuera de los círculos arqueológicos por sus frecuentes apariciones en documentales televisivos dedicados al Antiguo Egipto.
La piedra de Rosetta exhibida en el Museo Británico.
La piedra de Rosetta es un fragmento de una antigua estela egipcia de granodiorita inscrita con un decreto publicado en Menfis en el año 196 a. C. en nombre del faraón Ptolomeo V. El decreto aparece en tres escrituras distintas: el texto superior en jeroglíficos egipcios, la parte intermedia en escritura demótica y la inferior en griego antiguo. Gracias a que presenta esencialmente el mismo contenido en las tres inscripciones, con diferencias menores entre ellas, esta piedra facilitó la clave para el desciframiento moderno de los jeroglíficos egipcios.

El llamado zodiaco de Dendera es un conocido bajorrelieve del Antiguo Egipto esculpido en el techo de la pronaos (o pórtico) de una cámara dedicada a Osiris en el templo de Hathor de Dendera, en Egipto. Está expuesto en el Museo del Louvre de París y mide 253 por 255 cm.
Contiene imágenes que parecen corresponder a las constelaciones de Tauro y Libra. Esta cámara está datada a finales del periodo ptolemaico y su pronaos fue añadida durante el reinado del emperador Tiberio. Esto llevó a Jean-François Champollion a fechar el relieve correctamente en el periodo grecorromano, pero muchos de sus contemporáneos postularon que databa del Imperio Nuevo. La fecha aceptada mayoritariamente en la actualidad es hacia el año 50 a. C., pues muestra estrellas y planetas en las posiciones en que se observarían en esa época. Se ha conjeturado con que el relieve sirviera de base para la confección de sistemas astronómicos posteriores.

El trayecto de día y vuelta se realizaba por el Nilo, con las pequeñas barcas de los dioses cargadas sobre barcazas fluviales que eran remolcadas con sirgas por el río. La participación de grupos de soldados, bailarines, cantantes y músicos dieron a la fiesta un carácter popular.

Entrada al templo de Luxor
El templo de Lúxor, situado en el corazón de la antigua Tebas, fue construido esencialmente bajo las dinastías XVIII y XIX egipcias.
El edificio, uno de los mejores conservados del Nuevo Imperio egipcio, aún mantiene numerosas estructuras. Además del gran pilono, el visitante puede también atravesar dos grandes peristilos y la columnata monumental que enlaza estos dos patios. 

La última construcción dentro del período de Amenhotep III, aunque comenzó bastante antes, lo constituye el Santuario de la Barca del primer patio. Era este el lugar de la última parada de las barcas procesionales de la fiesta del Opet que originariamente se levantó en la explanada anterior al templo de Luxor.


La fachada está integrada por cuatro columnas papiriformes fasciculadas por capiteles cerrados y fustes estriados cuyo acabado era vegetal, característico de la XVIII dinastía, situados a intervalos regulares.
Sus elementos arquitectónicos datan del periodo de Hatshepsut y Tutmosis III pero fue Amenhotep III, quien junto a Ramsés II, configuraron la forma actual.

Amenhotep III fue el noveno faraón de la dinastía XVIII de Egipto. Sucedió a su padre, Thutmose IV. Junto con la reina Tiy tuvo a su hijo, Ajenatón (Akenatón), que le sucedió en el trono. Parece ser que Amenhotep fue coronado siendo todavía un niño, probablemente a una edad entre los seis y los doce años. Fue debidamente regido en su infancia por su madre, la reina Mutemuia, y por un consejo de regencia.
En esta época cobraron suma importancia sus suegros, Yuya y Tuyu, quienes posiblemente podían haber sido sus tíos. Era tan grande el poder y la influencia que ejercía aquel matrimonio que incluso gozaron del honor de poder ser enterrados en el Valle de los Reyes.
El reinado de Amenhotep III puede calificarse como el más próspero de toda la historia de Egipto

Estatua de Ramses II y Nefertari - Templo de Luxor
Usermaatra Setepenra - Ramsés Meriamón,​ también conocido como Ramsés II,​ es el tercer faraón de la Dinastía XIX de Egipto, que gobernó unos 66 años, desde 1279 a. C. hasta 1213 a. C. Se trata de uno de los faraones más célebres, debido a la gran cantidad de vestigios que perduran de su activo reinado.
Ramsés II era hijo del faraón Seti I y de su Gran Esposa Real, Tuya. No fue, como a veces se asume, hijo único; se sabe que tuvo al menos dos hermanas y, al parecer, un hermano llamado Nebchasetnebet, quien murió antes de alcanzar la edad adulta, por lo que Ramsés pasó automáticamente a ser el heredero.
Ramsés acompañó a su padre en campañas militares para sofocar rebeliones en Canaán. También lo secundó en la guerra contra los hititas que habían ocupado los territorios de Siria, tradicionalmente pertenecientes al imperio egipcio, pero perdidos hacía varios años debido a la debilidad del rey Akenatón. 
La momia de Ramsés II

Durante el siglo XX la momia de Ramsés II  ha sido una de las que mayor interés ha despertado venciendo, incluso, a la del más famoso de todos los faraones, Tutankamon.
Enterrado en el Valle de los Reyes, en la tumba KV7 el “Gran faraón” murió tras casi un siglo de vida y  66 años de reinado. Resulta sobrecogedor contemplar un rostro tan bien conservado, impasible al tiempo.


La momia mostró a un anciano nonagenario -un mérito en un país en el que la esperanza de vida no superaba los 35 años-, que sufría artritis, la espalda curvada y los dientes desgastados
Su momia, descubierta en 1881 por Gaston Maspero y H. Brugsch, es la de un hombre nonagenario de nariz prominente, aguileña, mandíbula fuerte, pelo rojo  y rostro alargado. Treinta siglos de vendajes han conservado su cuerpo pero no así su gran orgullo y su egolatría. 

El aire de majestuosidad soberana se notaba aún en su rostro después de tres mil años de embalsamamiento.  Tras todo ese tiempo durmiendo en el País del Nilo, afortunadamente el cuerpo momificado de Ramsés II no sufrió ningún daño. Pero todavía tendría que emprender un extraordinario viaje a París en 1976.

Reconstrucción virtual del avejentado rostro de Ramsés II. Sólo exiten esculturas del gran faraón de su etapa de juventud.
En 1881, Gaston Maspero y H. Brugsch descubrieron gracias a la indiscreción de un traficante de antigüedades, que en los acantilados de Deir-el-Bahri, ubicado en el Valle de los reyes, a unos 60 metros de altura, en las paredes rocosas había una cavidad que albergaba uno de los mayores tesoros de la arqueología.
Los sacerdotes de la dinastía XXI habían trasladado al Valle, un lugar más seguro, a prácticamente todos los reyes de la dinastía  XVIII y XIX, Tutmosis I, II y III, Amenofis I, Ramses I, II y II, Nefertari, Hapsthesut, además de princesas y dignatarios.
En los últimos siglos estos cadáveres fueron trasladados por caravana y barco hasta Luxor en el mayor de los secretos para evitar expolios. Entonces fue cuando se descubrió el excelente grado de conservación de la momia de Ramses II. 
Al parecer en  1976 la momia de Ramsés se estaba deteriorando y el gobierno egipcio llega a un acuerdo con el Museo del Hombre de París para que un equipo de más de 200 científicos de ambos países examinen minuciosamente la momia del viejo faraón. Pero qué fue exactamente lo que llevó a Ramsés hasta Paris ¿ Bacterias?, ¿Hongos?, ¿Insectos?…

Lo que 3000 años de sueño en el desierto no habían conseguido, lo hizo en poco tiempo el húmedo aire del museo.

El cadaver estaba infestado por 89 tipos de hongos altamente tóxicos que fueron tratados con doce horas de rayos gamma de cobalto 60, sin dañar a la momia. Sometido a exámenes de radiología, xeroradiología, cromodensitografía, endoscopia, bacteriología, palinología, paleobotánica, se concluyó que el causante del deterioro era la Daedalea biennis Fries, un hongo altamente tóxico.

Actualmente el Gran faraón descansa para la eternidad en  la Sala de las Momias Reales del Museo del Cairo.

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