martes, 25 de abril de 2023

XIV- La Ruta de la Seda - Las cuevas de mogao, la joya budista de china - Marc Aurel Stein - La biblioteca secreta - El buda más alto de Mogao - La cueva sellada - El Sutra del diamante

XIII - La Ruta de la Seda - LOS CARAVASARES Y LAS POSADAS - El enorme caravasar de Deyr-e Gachin (Irán) - Los qanats, la ingeniosa técnica - Un ab anbar ("cisterna") - Yazd, la ciudad de las torres de viento - La Puerta de Jade - Francesco Balducci Pegolotti, pincha aqui

El dharma chakra (o "rueda del darma") es un símbolo que representa al dharma (‘ley’ o ‘religión’), en el hinduismo, el budismo y el jainismo. Ocasionalmente se traduce como ‘rueda de doctrina’.

El budismo es una religión y una doctrina filosófica y espiritual ​perteneciente a la familia dhármica. Es considerada como una religión «no teista», lo que significa que no tienen y no siguen a un dios; esta se centra en buscar la paz, la armonía, la tranquilidad y el equilibrio. Dentro del budismo encontramos los llamados «lamas», quienes son los guías espirituales. Comprende una variedad de tradiciones, creencias religiosas y prácticas espirituales principalmente atribuidas a Buda Gautama. El budismo es la cuarta religión más importante del mundo con más de 500 millones de adeptos o el 7 % de la población mundial.

Una estatua de Buda de Sarnath, Uttar Pradesh, India, circa 475 d. C. Buda se representa instruyendo en posición de loto, mientras hace el mudra Dharmacakra.
Gautama Buddha, fue un príncipe de Kapilavastu, asceta, meditador, eremita y maestro espiritual que vivió durante los siglos VI o V a. C. Sobre la base de sus enseñanzas se fundó el budismo, y es venerado por los budistas como un ser plenamente iluminado que enseñó un camino hacia el Nirvana (lit. desaparición o extinción), la liberación de la ignorancia, el apego, el renacimiento y el sufrimiento. Enseñó principalmente en el noroeste del subcontinente indio durante unos cuarenta años.​ Su enseñanza se basa en una visión del sufrimiento y el fin del sufrimiento (nirvāṇa).

El budismo se originó en la India entre los siglos VI y IV a. C., desde donde se extendió a gran parte del este de Asia y declinó su práctica en el país de origen durante la Edad Media.

La mayoría de las tradiciones del budismo y la filosofía budista comparten el objetivo de superar el sufrimiento (dukkha) y el ciclo de muerte y renacimiento (samsara), ya sea por el logro del nirvana o por el camino de la budeidad

Los murales de Dunhuang - Las Grutas Mogao, pincha aqui

Si en Oriente Próximo y Medio y Asia Central había albergues para peregrinos, sunnies, chiitas o sufíes, en las zonas de infuencia china e india había santuarios de peregrinación budistas. Uno de los más importantes era el Complejo de las Cuevas de Mogao, cerca de Dnhuang (s-IV a.C).


Localización Dunhuang
Esta ciudad creada en una zona desértica , fue durante años un punto clave en el «peregrinaje comercial» que se gestaba a diario en la mítica Ruta de la Seda.

Puerta de salida del imperio Chino hacia el oeste y entrada para los visitantes occidentales , Dunhuang era un punto estratégico perfecto para descansar y reponerse del largo viaje , gracias a disponer de algunos Oasis ideales para mitigar el sofocante calor de la zona.
Dunhuang , nos abre las puertas al desierto de Taklamakán del que se dice que si se entra en el , jamás se regresa. Este desierto es la «antesala» del célebre desierto de Gobi , uno de los mas impresionantes y duros del planeta.
En Dunhuang , nos encontramos las grutas mas importantes de China , Las Cuevas de Mogao , que son a su vez uno de los mayores exponentes y concentraciones de arte budista del mundo.

Según la leyenda, las cuevas se fundaron en el año 366 d.C cuando un monje budista vio, en el reflejo del sol sobre las paredes del acantilado, la imagen de miles de budas. Su visión impresionó a un acaudalado peregrino de la Ruta de la Seda, que aportó el dinero necesario para fundar el primer templo. Se construyeron 492.

Las cuevas se convirtieron en un santuario de paso para los viajeros y peregrinos de la Ruta de la Seda, que aportaban regalos y donativos a los monjes. El lugar estuvo en uso hasta el siglo XIV, y acumuló miles de frescos, esculturas y manuscritos. Los monjes que vivían en ellas esperaban alcanzar la iluminación, mientras los frescos servían para instruir a los fieles.

Las cuevas se abandonaron a partir del siglo XIV y cayeron en el olvido, quedando ancladas en el tiempo. A comienzos del siglo XX un monje taoísta  se autoproclamó guardián del lugar y empezó a abrir las cuevas, cegadas por la arena.

Marc Aurel Stein (Pest, 26 de noviembre de 1862 - Kabul, 26 de octubre de 1943) fue un arqueólogo, geógrafo, etnógrafo, lingüista y sinólogo británico de origen austrohúngaro. Explorador del Asia Central. Tomó parte en tres expediciones arqueológicas exitosas y una fallida al Turquestán.

Su mayor descubrimiento fue el inapreciable tesoro arqueológico de las llamadas Cuevas de los Diez Mil Budas.

A finales del siglo XIX, numerosos exploradores europeos se adentraron en Asia Central siguiendo el rastro de la antigua Ruta de la Seda. Hombres como el sueco Sven Hedin exploraron los desiertos de Gobi y Taklamakán y hallaron restos de antiguas ciudades, estatuillas, monedas y manuscritos escritos en lenguas diversas, como el sánscrito, el chino o el tibetano.

Uno de estos exploradores fue Aurel Stein, un erudito británico de origen húngaro que en 1888, cuando tenía 26 años, se instaló en Lahore (actual Pakistán) para estudiar la literatura sánscrita. Entre 1899 y 1915, Stein realizó tres expediciones por China occidental siguiendo el rastro de la antigua ruta caravanera. Fue a la vuelta del primero de estos viajes cuando oyó hablar de unas cuevas budistas de gran belleza y que ocultaban en su interior un increíble tesoro en manuscritos antiguos. El lugar se llamaba Mogao o Mogaoku, «cuevas incomparables», aunque popularmente era conocido como las cuevas de los Mil Budas. El explorador decidió que se dirigiría allí en su nuevo viaje.

Mogao, en la actual provincia china de Sinkiang, está situado a 19 kilómetros de Dunhuang, un antiguo oasis de la Ruta de la Seda. En el año 366, un monje budista llamado Yuezun tuvo allí una visión mística de mil budas de oro que brillaban sobre un desfiladero y a continuación excavó una pequeña celda de meditación. Siguiendo su ejemplo, hasta el siglo XIV muchos otros monjes fueron excavando grutas a lo largo de aquel risco, de kilómetro y medio de longitud y unos 30 metros de altura. En total, se horadaron casi 800 cuevas, que fueron adornándose con numerosas esculturas y espléndidas pinturas murales.

Las cuevas de mogao, la joya budista de china


La biblioteca secreta
De la famosa cueva de la Biblioteca, oculta durante 900 años, salió la mayoría de las piezas mogaenses que hoy se exhiben en museos extranjeros. Contenía unos 50.000 volúmenes y pinturas. Sentado al fondo, en plena meditación, se distingue a Hongbian, monje superior de la región de Dunhuang a mediados del siglo IX.


Crisol de tradiciones
Deidades hindúes, taoístas y chinas se reúnen en los muros y techos de la cueva 249, reflejo de la mezcla de tradiciones culturales que se vivía en Mogao.


El buda más alto de Mogao
Con de 35 metros, vigila desde la cueva 96, una pagoda de nueve pisos.


El paso al nirvana
Un buda reclinado de 15 metros de la época Tang tardía (781-847) aguarda la muerte, su paso sereno al nirvana. Pintados en los muros de la cueva, sus seguidores expresan su dolor.


Dunhuang, encrucijada de culturas
El naturalismo y la elegancia del séquito de Buda caracterizan la escultura de la edad de oro de la dinastía Tang, apogeo del budismo y del arte de las grutas de Mogao.

La cueva sellada
Alrededor del año 1000, la región de Sinkiang  sufrió la amenaza del Imperio Tangut, un pueblo nómada de las estepas. Para preservar los cerca de 50.000 libros y pinturas en papel y seda que se guardaban en Mogao, los monjes los reunieron en la cueva 17 (abajo), que fue sellada y permaneció oculta durante 900 años. 

Imagen de la Cueva 16, realizada por Aurel Stein en 1907, con manuscritos apilados junto a la entrada de la Cueva 17, la Cueva de la Biblioteca, que está a la derecha en esta imagen.

Algunas de las cuevas ocultaban, tras paredes secretas, ingentes almacenes de manuscritos.

EL SAQUEO DE CHINA
Se calcula que en la cueva 17 de Mogao había unos 50.000 manuscritos. Stein se llevó unos 7.000 textos completos, más otros 6.000 fragmentos. La mayoría eran traducciones de textos budistas al chino, entre ellas el Sutra del Diamante, considerado el libro impreso más antiguo que se conoce. También había textos en sánscrito y tibetano, y una gran cantidad de pinturas sobre papel y seda. Más tarde llegaron otros estudiosos europeos, como el francés Paul Pelliot, que se llevaron a su vez la mayor parte de los fondos de la cueva, hasta un 80 por ciento, según se calcula hoy día.

Rencores pasados
Arriba se distingue la cicatriz dejada al arrancar un fragmento. Warner y otros se llevaron muchas piezas de las cuevas a principios del siglo XX. Que algunas de las obras ausentes se exhiban en museos de todo el mundo no deja de encolerizar a China.
Los restos del expolio
Los huecos blancos del mural de la cueva 320 revelan en qué puntos el historiador de Harvard Langdon Warner levantó secciones de las pinturas directamente de la pared. En 1924 se llevó de las grutas un buen número de fragmentos y una escultura.


Este saqueo –así es calificado en China– se extendió pronto a las demás riquezas artísticas de Mogao. Por ejemplo, en 1924 Langdon Warner, un historiador del arte norteamericano, extrajo fragmentos de una docena de murales y se llevó valiosas esculturas. A partir de 1930, las leyes chinas se endurecieron, aunque sólo en años recientes se han puesto en marcha programas para proteger el extraordinario patrimonio de Mogao, formado por miles de manuscritos, 46.000 metros cuadrados de pinturas murales y más de 2.000 esculturas.


El Sutra del diamante chino, el libro impreso más antiguo conocido del mundo, impreso en el noveno año de la era Xiantong de la dinastía Tang (es decir, 868 d. C.). En poder de la British Library (Londres).

El 11 de mayo del año 868, hace 1.145 años, el chino Wang Jie autorizó la impresión y distribución de El sutra del diamante, el libro impreso más antiguo del que se tiene conocimiento, que se estampó casi 600 años antes que la Biblia de Gutenberg. El sutra del diamante no es el primer texto impreso de la historia, pero sí el más antiguo que se conserva hasta la fecha. El término «sutra» proviene del sánscrito, la antigua y sagrada lengua de la India, que es de origen indoeuropeo. Un sutra es un texto que recoge las palabras de Buda. Sus discípulos aprendían de memoria estos discursos y los transmitían de generación en generación. Al final de El sutra del diamante, Subhuti, un discípulo de Buda, le pregunta a éste cómo debería titularse el sermón, a lo que Buda le responde que deberá ser conocido como «El Diamante Cortador de Sabiduría Trascendental» porque «la enseñanza es fuerte y afilada como un diamante que corta a través de los malos enjuiciamientos y la ilusión».

El texto original de El sutra del diamante, escrito en sánscrito, fue traducido al chino, alrededor del año 400, por un monje erudito indio llamado Kumarajiva. La copia china que se conserva, del año 868, fue hallada en 1907 por Aurel Stein.

Este precioso pergamino, de unos cinco metros de largo, había permanecido oculto, junto a otros 40.000 libros y manuscritos, en una cueva cercana a Dunhuang, una ciudad importante en la antigua Ruta de la Seda. 

Los manuscritos de Dunhuang son una colección de importantes documentos religiosos y seculares descubiertos en las cuevas de Mogao de Dunhuang, provincia de Gansu, China, a principios del siglo XX. Los manuscritos, originados entre el siglo V y principios del siglo VI, incluyen obras que van desde la historia y la matemática a las canciones populares y danzas. Muchos de los manuscritos religiosos son budistas, pero también hay de otras religiones incluyendo el taoísmo, nestorianismo y el maniqueísmo. La mayoría de los manuscritos están en idiomas chino y tibetano. Otros idiomas presentes son el jotanés, sánscrito, sogdiano, hebreo, árabe, siríaco, tangut y uigur. Los manuscritos son un recurso importante para los estudios académicos en una amplia variedad de campos, incluyendo historia, estudios religiosos y la lingüística.

Los documentos fueron descubiertos por el monje daoísta Wang Yuanlu en 1900. Desde 1907 comenzó a venderlos a exploradores occidentales, entre ellos a Aurel Stein y Paul Pelliot. Exploradores rusos y japoneses también adquirieron colecciones de manuscritos.

El Sutra del Diamante no nólo es el libro impreso más antiguo que se conserva (IX d.C) sino que tiene una calidad extraordinaria, y contiene un mensaje budista que todavía está de actualidad: es una de las bases del budismo zen.


 «Las cuevas estarán en China, pero pertenecen al mundo».

Los esqueletos humanos se amontonaban en la arena. Xuanzang, un monje budista que recorría la Ruta de la Seda en el año 629, veía en los blanquecinos huesos una advertencia de los muchos peligros que acechaban a quienes viajaban por aquella arteria, la de mayor vitalidad del mundo en comercio, conquistas y difusión de ideas. Las tormentas de arena del desierto, más allá de la frontera occidental del Imperio chino, lo habían extraviado de su rumbo, y se encontraba al borde del desmayo. El calor dibujaba espejismos, visiones de ejércitos amenazadores en las lejanas dunas. Aún más terror infundían los salteadores de caravanas en busca de un botín: seda, té y cerámicas hacia el oeste, rumbo a las cortes persas y mediterráneas; oro, gemas y caballos hacia el este, rumbo a Changan, capital de la dinastía Tang y una de las grandes metrópolis de la época.


Si Xuanzang no cejó, según dejó escrito en su famosa crónica del viaje, fue gracias a otro artículo precioso que también viajaba por la Ruta de la Seda: el budismo. A lo largo de la vía transitaron otras religiones (el maniqueísmo, el cristianismo, el zoroastrismo y, más tarde, el islam) pero ninguna influyó tanto en China como el budismo, llegado de la India en algún momento durante los tres primeros siglos de nuestra era. Los textos budistas que Xuanzang trajo de la India, a cuyo estudio y traducción dedicó los siguientes veinte años, sentaron las bases del budismo chino y alimentaron su expansión.

Hacia el final de los 16 días de viaje, el monje se detuvo en Dunhuang, un próspero oasis de la Ruta de la Seda convertido en una encrucijada de gentes y culturas que iba a dar a luz a una de las grandes maravillas del universo budista, las cuevas de Mogao.

A unos 19 kilómetros al sudeste de Dunhuang emerge de entre las dunas esculpidas por el viento un risco en forma de arco que cae más de 30 metros hasta un río orillado de álamos. A me­­diados del siglo VII, cientos de grutas horadaban el kilómetro y medio de pared rocosa. En ellas los peregrinos pe­­dían en oración cruzar sin so­­bre­­saltos el temido desierto de Takla-makan o, como Xuanzang, da­­ban gracias por la bondad de la travesía.


La aridez monocroma del desierto daba paso a una exuberancia de color y movimiento en el interior de las cuevas. Miles de budas brillaban sobre los muros de las grutas, vestidos con centelleantes ropajes de oro importado. En los techos flotaban apsaras (ninfas) y músicos celestiales con vaporosos atuendos de lapislázuli, demasiado delicados para haber salido de la mano de un ser humano. Junto a las etéreas imágenes del nirvana había detalles terrenales bien conocidos por los viajeros de la Ruta de la Seda: mercaderes de Asia Central, de nariz larga y tocado flexible; ajados monjes indios de hábito blanco; campesinos chinos trabajando la tierra. En la cueva más antigua, que data del año 538, Xuanzang habría visto de nuevo a aquellos bandidos, sólo que la pintura los mostraba cautivos, cegados y finalmente convertidos al budismo.

Cuando Xuanzang pasó por Dunhuang, no podía saber que sus traducciones de los sutras budistas inspirarían a los artistas de Mogao de siglos posteriores. 

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