lunes, 26 de diciembre de 2016

Tríptico de la Adoración de los Magos (El Bosco)

La Adoración de los Magos o Tríptico de la Epifanía es un tríptico del pintor neerlandés El Bosco. Es un óleo sobre tabla, cuyas medidas son de 138 x 72 cm para la tabla central, y de 138 x 33 para las tablas laterales. Está firmado en el compartimento central, en el ángulo inferior izquierdo: JHERONIMUS BOSCH.

Tríptico de la Adoración de los Reyes (cerrado).
Aparece una grisalla con la Misa de san Gregorio, tema muy representado durante el todo el arte medieval, y alcanza el Renacimiento, como puede verse en un grabado sobre el mismo tema de Durero (1511). Relata el momento en el que al papa Gregorio, mientras celebra una misa en el Vaticano, se le aparece Jesucristo, con los atributos de la Pasión.
 En los reversos, con el tema de la misa de san Gregorio en semigrisalla, se incluyen otros dos donantes. El joven es el hijo de los comitentes, Jan Scheyfve, y el anciano debe ser Claus Scheyfve, el padre de Peeter, fallecido antes de 1495, pertenecientes a la alta burguesía de Amberes.
Tradicionalmente se creía que fue pintado para una capilla de la catedral de Bolduque. No obstante, más recientemente se ha desestimado esa posibilidad, entendiendo que era propiedad de Jehan Kassembrood, de Bruselas, cuyas propiedades fueron confiscadas en 1567 por el Duque de Alba; estaba casado con Wilhelmina Bronchorst, cuyo escudo aparece en el tríptico. El duque lo envió al rey Felipe II; en 1574 el rey lo envió al Monasterio de El Escorial, ubicándose en el oratorio. Está identificado con una Epifanía que el padre José de Sigüenza describió en El Escorial. En 1839 pasó a formar parte de la colección del Museo del Prado de Madrid, donde se encuentra en la actualidad.

El cuadro se encuentra en buen estado de conservación, conservando incluso su marco original.

En el panel izquierdo figura Peeter Scheyfve, protegido por san Pedro y con su divisa, Een voert al (Uno para todos), y en el derecho su segunda esposa, Agneese de Gramme, protegida por santa Inés.

En el ala izquierda está el donante, Peter Bronckhorst, identificado gracias al escudo familiar con la inscripción «Een voer al» (Uno para todos). En segundo plano aparece un hombre sentado sobre una cesta y protegido bajo un precario tejadillo, seca sus ropas al fuego. La opinión generalizada es que se trata de san José intentando secar los pañales del Niño. Mediante la desaparición de José de la tabla central, desplazándose a la izquierda, hace de esta compleja epifanía, además, una escena de género.
Es considerada como una de las obras más bellas y refinadas del pintor junto con El Jardín de Las Delicias. En este cuadro, el Bosco asocia lo divino a lo fantástico de una manera más serena que en obras anteriores

Aunque el título no lo sugiere, se trata de un tríptico con un gran contenido simbólico, donde las intrusiones extrañas, frecuentes en las obras del pintor, se deslizan en esta apacible escena.
Detalle de la tabla central: Ciudades del fondo.

El pintor representa a personajes extraños, que realizan movimientos inexplicables dentro del contexto sagrado que se presupone. Toda la escena principal se encuentra rodeada de símbolos del mal, como los dos pastores sobre la cabaña o los ejércitos que atraviesan la escena; incluso las construcciones sobre el fondo tienen un aspecto antropomorfo e inquietante.

En las ofrendas de los reyes y en sus trajes se incluyen las escenas del Antiguo Testamento que prefiguran la Adoración de los Magos en la Biblia pauperum (Biblia de los pobres). El Bosco hace gala de su maestría como pintor, patente en la opulencia de los trajes de los magos y de sus ofrendas, en la riqueza de los materiales y en el modo magistral con que traduce con pinceles finísimos los toques de luz, como si los dibujase, según se constata en el grupo del sacrificio de Isaac representado en uno de los presentes. La ofrenda del primer mago, situada junto a su rico casco, a los pies de la Virgen, es un adorno de mesa hecho en oro y perlas en el que se representa como se ha dicho el tema del sacrificio de Isaac, que prefigura el del propio Cristo en la cruz, idea que contribuye a reforzar el que se apoye sobre unos sapos, alusivos al pecado


En la esclavina metálica del segundo mago, que ofrece al Niño mirra en una bandeja de plata, se incluye, arriba, uno de los temas que la Biblia pauperum asocia con la Adoración de los Magos, la reina de Saba ofreciendo sus presentes a Salomón . Abajo se incorpora la ofrenda que hacen Manoa y su mujer después de que Dios les comunique el nacimiento de su hijo Sansón, que asimismo prefigura el nacimiento de Cristo. 


El tercer mago tiene en la mano su ofrenda, un recipiente de forma esférica para contener incienso. En él se representa a Abner arrodillado ante el rey David, ofreciéndole que las tribus del norte de Israel se sumen a las del reino de Judá, la otra escena que, junto a la de la reina de Saba, prefigura la Adoración de los Magos en la Biblia pauperum. Sobre la esfera está posada el Ave Fénix, que evoca la Resurrección de Cristo, cogiendo un grano con su pico. Cabe reseñar en este tercer mago, además de la cenefa de su manto blanco, las hojas de cardo que adornan sus hombros y su cuello y que aluden a la Pasión de Cristo y, por tanto, a la Redención. También se debe resaltar la cenefa del bajo de la túnica del paje negro con el motivo del pez grande comiéndose al chico -realizado directamente con el color-, que debe interpretarse en el contexto de salvación que da sentido a toda la representación del tríptico. 

LA BIBLIA PAUPERUM - la Biblia ilustrada de los pobres
Salomón y la reina de Saba - Los magos ante el niño Jesús - Ester y el rey Asuero.

El Anticristo, a la puerta del pesebre -bajo la forma de una cabaña de Brabante-, apenas cubre su cuerpo con una capa y un velo transparente. Prueba del carácter maléfico que otorga el pintor a este personaje es el búho que se oculta por encima de él, en la parte superior del henil, mirando al ratón muerto que se convierte en su presa. También le dan un cariz maligno los personajes que están a su lado en el interior de la cabaña, entre ellos una mujer de rasgos feos, deformados por su expresión, que lleva un tocado antiguo al igual que algunos demonios representados por el Bosco. 


Completan esta escena de la Adoración al Niño los seis pastores situados en el extremo derecho, que encarnan tradicionalmente al pueblo judío. En el paisaje del fondo, tras la cabaña, el Bosco representó a la izquierda una casa cuya enseña, un cisne, así como el palomar en lo alto, identifican como un burdel. A él se dirige un hombre que tira del ronzal de una cabalgadura sobre la que va montado un mono, alusivo a la lujuria. En un plano más bajo dos ejércitos desplegados a izquierda y derecha cabalgan uno en dirección al otro. Por sus tocados orientales se han asociado con las huestes de Herodes buscando a Jesús para matarlo. La ciudad que se recorta al fondo contra el celaje debe ser Belén. Aunque el pintor se deje llevar aquí por su fantasía, y sus edificios adopten formas orientales, no falta el molino fuera de sus muros, junto al que el Bosco despliega un tercer grupo de jinetes.


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