sábado, 3 de diciembre de 2016

Museo Guggenheim - Francis Bacon: de Picasso a Velázquez - La belleza de lo enfermo: Bacon arrebata en el Guggenheim

Francis Bacon, Pasion, muerte... y resurrección en Madrid, pincha aqui
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Autorretrato de 1978, donde Bacon repinta por encima las formas dinámicas. También en el rostro, que tiene trazos de color con formas curvas por encima.

Francis Bacon decía: 
  • “¿Por qué no quiero contar una historia? No es que no quiera contar una historia pero deseo profundamente hacer lo que dijo Valéry: transmitir la sensación sin el aburrimiento de la transmisión. Y en cuanto aparece la historia y su explicación aparece el aburrimiento. ”
  • “Quisiera que mis pinturas se vieran como si un ser humano hubiera pasado por ellas, como un caracol, dejando un rastro de la presencia humana y un trazo de eventos pasados, como el caracol que deja su baba”. 
Obras preferidas de Francis Bacon 

Transgresor con su vida y con su obra, Bacon cruzó algunas fronteras hasta entonces difíciles de vulnerar, situando al ser humano ante un espejo en el que pudiera contemplarse de forma cruda y violenta.


Fotograma con primer plano de nodriza con disparo recibido en el ojo, proveniente de la película muda El acorazado Potemkin (Sergei Eisenstein, URSS, 1925). Bacon: "Hubo un tiempo en que tenía la esperanza [...] de hacer el mejor cuadro del grito humano."

Ludópata, borracho, mentiroso, masoquista y “un tío muy raro”, para el comisario Martin Harrison, la persona con más influencia sobre Bacon muerto, “nunca hay que creer lo que dijo” el pintor. Pero le haremos caso: “Yo quería pintar el grito más que el horror”. Y la sala con los estudios sobre los papas a partir del Inocencio X de Velázquez lo demuestran. Frente a la expresión comedida e implacable del retrato del genio barroco, la vehemencia contenida de Bacon que reinventa la evolución de la pintura.
Máscara mortuoria de William Blake. Bacon poseía en su estudio una copia de ella y la empleó como modelo para su pintura Estudio para retrato III (a partir de la máscara mortuoria de William Blake), 1955.
Del pintor que traicionó a Picasso por Velázquez, Harrison ha conseguido traer la segunda obra firmada por él y su primer óleo (de inspiración claramente picassiana). A Goya el comisario lo incluye con una plancha de la Tauromaquia, pero pasa de largo el asombroso reflejo que se establece entre Figura en una habitación (1958) y la estampa de El Coloso. 

Retrato de un hombre bajando una escalera, 1972.
La repetición de las formas para lograr movimiento: Con este truco lograba crear la sensación de movimiento, aunque un movimiento más interno que externo, pues los personajes tienen efectos expansivos, distorsiones y torceduras en sus cuerpos. Por ejemplo en este cuadro, los pies del hombre que baja la escalera se ven repetidos por detrás de sus piernas.

La proyección cronológica de la muestra descubre cómo el pintor camina hacia lo concreto, descargando la anécdota, limpiando la figuración hasta dejar la carne en los huesos. Pinceles secos y al toque.

Grünewald, La Pequeña Crucifixión, c. 1511. National Gallery of Art, Washington D.C.
Las figuras al pie de La crucifixión de Grünewald fueron una de las principales fuentes de inspiración para Tres estudios de Bacon.

"La matanza de los Inocentes" Obra de Nicolas de Poussin (1625-30. "

Cimabue, Crucifijo, 1287-88. Santa Croce, Florencia

Rembrandt, El buey desollado, 1655. Louvre, París

Segunda versión de “Pintura 1946” (1971), de Francis Bacon.

 Soutine, Buey y cabeza de venado, c. 1923. Musée de l'Orangerie, París

Goya, Saturno devorando a su hijo, 1818-23. Prado, Madrid

Ingres, El Baño Turco, 1863. Louvre, París

Miguel Ángel, Tumba de Lorenzo de Médici, Florencia, 1519-29

Edgar Degas, Después del baño, pastel, 1903. National Gallery, Londres. Se trata de un trabajo sumamente apreciado por Bacon, quien se interesó por él dada la vulnerabilidad que emana del mismo: "Conoces sin duda ese hermoso pastel de Degas en la Galería Nacional; una mujer que se seca la espalda. Si te fijas en la parte superior de la columna, verás que casi sale por completo de la piel."

La exposición
30 setiembre 2016 – 8 enero 2017Francis Bacon: de Picasso a Velázquez muestra una selección de cincuenta pinturas que se cuentan entre las más importantes y atractivas de Francis Bacon (Dublín, 1909─Madrid, 1992), junto a una treintena de obras de distintos maestros clásicos y modernos que influyeron en su carrera. La exposición, que incluye muchos trabajos de Bacon que apenas se han exhibido en público previamente, pretende profundizar en la impronta que las culturas francesa y española dejaron en la producción de este artista británico nacido en Irlanda, ferviente francófilo y gran conocedor del arte de grandes maestros españoles, como Velázquez. Bacon inició su carrera como pintor tras visitar la exposición Cent dessins par Picasso en la galería Paul Rosenberg de París. Sumamente interesado en la literatura francesa, fue un ávido lector de Racine, Balzac, Baudelaire y Proust, y un apasionado del arte de pintores establecidos en Francia, como Manet, Degas, Gauguin, Van Gogh, Seurat, Matisse y Picasso, así como de otros creadores franceses de épocas anteriores, como Ingres, Géricault y Daumier.

El Retrato de Inocencio X es una pintura realizada al óleo sobre lienzo por Diego Velázquez, en el verano de 1650. Actualmente se encuentra en la Galería Doria Pamphili de Roma
Bacon se negó a ver el cuadro original de Velázquez y lo reprodujo siempre a partir de fotografías, introduciendo en el rostro del Papa otro que siempre le impresionó: el primer plano del grito de la anciana en la escena de las escaleras de El acorazado Potemkin, de Eisenstein. Tampoco utilizó el posado en ninguno de los retratos que cierran la exposición, hechos siempre a partir de imágenes tomadas de los medios o encargadas a fotógrafos. Las vitrinas que muestran los objetos encontrados en su estudio dan idea de un caos visual y material de recortes de periódico, planchas de contactos, fotos retocadas, que contrasta fuertemente con la pureza de sus cuadros. 
Más allá de sus primeros encuentros parisinos con la obra de Picasso en los años veinte y treinta, su relación con la cultura española se manifiesta principalmente en su obsesión por el Retrato del Papa Inocencio X, realizado por Velázquez en 1650. Pese a haber tenido la oportunidad de contemplar la obra directamente en la Galería Doria Pamphilj durante un viaje a Roma en 1954, Bacon prefirió tener presentes en su memoria las reproducciones del cuadro, y no el original, durante la creación de las más de cincuenta obras que dedicó a este motivo. Además de Velázquez, a Bacon le fascinaron otros maestros clásicos, como Zurbarán, El Greco o Goya, cuya pintura pudo admirar en el Museo del Prado de Madrid.

Tres estudios para una Crucifixión (Three Studies for a Crucifixion), 1962 - Óleo sobre lienzo, tríptico - 198,1 x 144,8 cm, cada uno - Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York 
Esta obra esta cargada de una terrible violencia expresiva, que si bien no presenta ninguna acción violenta, el cuadro imprime su horror en las formas y el área cromática que las rodea. El color naranja es tan impactante que imposibilita la correcta interpretación de las formas, lo que nos deja con una representación ambigua, poco alentadora.
Hugh Davies sostiene que de las tres figuras, la que se encuentra a la izquierda tiene apariencia humana, y que posiblemente represente a un hombre moribundo clavado en la cruz.
Sentada en una especie de mesa, la criatura sin miembros tiene un cuello alargado, unos hombros muy redondeados y un copete con cabello negro
La forma de las tres Furias están tomadas directamente de las pinturas que Picasso hizo a finales de la década de 1920 y a mediados de los años 1930 sobre seres biomorfos con fondos de playas y en especial de la obra The Bathers (1937). Sin embargo, el erotismo y la comedia que presenta Picasso en sus obras fueron sustituidas por la sensación de amenaza y miedo derivada de la obra de Grünewald.

Pablo Picasso - Bathers with a toy boat (1937) 

Matthias Grünewald,  (Wurzburgo, actual Alemania entre 14551 y 14832 -Halle, 1528) fue un pintor renacentista alemán. Pintó principalmente obras religiosas, especialmente escenas de crucifixión sombrías y llenas de dolor.

Grünewald, Retablo de Isenheim: Crucifixión, 1512-16. Musée d'Unterlinden, Colmar

“Picasso abrió la puerta a todos esos sistemas nuevos. Yo he tratado de poner mi pie en esa puerta abierta, para que no se cerrara. Picasso pertenece a ese linaje de genios del que forman parte Rembrandt, Miguel Ángel, Van Gogh y, sobre todo, Velázquez”. Francis Bacon.

Bacon: Composición (Figura), 1933. A la derecha, Picasso: Composición (Figura femenina en la playa), 1927
No cabe sospecha de que Bacon fuera una persona religiosa, pero la crucifixión, una de las ideas claves de la religión católica, es la descripción visual de una tortura mortal de crueldad extrema. Y es en esa idea de la tortura, la violencia, donde Bacon encuentra una de las cuestiones centrales de su pintura: la abyección. El sentimiento de abyección está ya en esa Furia (1944) que describe un ser de cuerpo informe y una cabeza con boca semihumana, que lanza un alarido inaudible para nosotros.
Proveniente de una acomodada familia británica afincada en la Irlanda rural y turbulenta de principios del siglo XX, Francis Bacon se enfrenta, con diecisiete años, a la obra de Pablo Picasso en la galería Paul Rosenberg de París. Este hecho, como el propio Bacon reveló, marcó el comienzo de su dedicación al arte; así lo atestiguan algunos de sus primeros trabajos, como Composición (Figura) (1933), que hace clara referencia a la obra de los años veinte del artista malagueño, y en especial a Las casetas, serie en la que aparecen unas bañistas deformes sosteniendo una llave.
Furia' ('Fury'), ca. 1944 Óleo y pastel sobre conglomerado
Tríptico titulado Tres estudios de figuras bajo un crucifijo (Three Studies for Figures at the Base of a Crucifixion) de 1944. Pintura óleo. Cada lienzo de los tres que forman el tríptico mide 94 x 73 cm. Derechos de imagen: Tate Gallery. 
Partiendo de un desconocimiento técnico, Bacon se adentra en el mundo del arte y asimila con celeridad lo que otros creadores cercanos a él, como Roy de Maistre, podían aportarle desde el punto de vista técnico. Los escasos lienzos de esta época que han sobrevivido —la mayoría no satisficieron a Bacon, que los destruyó— atestiguan la temprana influencia del Cubismo Analítico y Sintético, y del Surrealismo biomórfico de Picasso, que desembocarían en el desarrollo por parte de Bacon de un lenguaje propio. Este vocabulario fue reconocido por primera vez en 1933, cuando el crítico Herbert Read reprodujo la Crucifixión (1933) de Bacon en un lugar privilegiado, enfrentada a Bañista (1929), de Picasso, en su publicación Art Now: An Introduction to the Theory of Modern Painting and Sculpture. Aunque Bacon recibió esta muestra de consideración en los inicios de su carrera y siendo muy joven, no gozó de la misma suerte durante los años siguientes.  

Tres figuras y un retrato (Three Figures and Portrait), de 1975. Óleo y pastel sobre tela, 198 x 147 cm. Pintura con una temática muy compleja y psicológica, lograda con mucha síntesis de formas.

Francis Bacon - Estudio para un retrato de Van Gogh I - 1956  

Francis Bacon 'Van Gogh in a Landscape' 1957

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