domingo, 11 de diciembre de 2016

Mi semana en Roma - (II) Basílicas sorprendentes - Santo Stefano Rotondo


La basílica de Santo Stefano al Monte Celio, en una de las siete legendarias colinas de Roma, en el actual rione Monti, y también conocida como Santo Stefano Rotondo por su planta circular, tiene un modesto aspecto exterior que no deja, ni por asomo, adivinar su sobrecogedor ciclo pictórico y su extraordinario y equilibrado interior arquitectónico, ante el que cayeron rendidos los artistas del Renacimiento, que la consideraron un perfecto modelo de referencia para realizar edificios de planta central. En este sentido no sólo se sabe del interés que despertó en Leon Battista Alberti o Bernardo Rossellino, que trabajó en ella, sino que también fue estudiada por Francesco di Giorgio.

Santo Stefano Rotondo en una pintura de Ettore Roesler Franz en el siglo XIX.
El edificio fue consagrado por el papa Simplicio entre 468 y 483. Fue dedicado a san Esteban protomártir, cuyo cuerpo había sido descubierto unas pocas décadas antes en Tierra Santa, y llevado a Roma. La iglesia fue la primera de Roma que tuvo un plano circular, inspirado por la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén.


Reconstrucción de la apariencia en el siglo V
Santo Stefano probablemente fue financiada por la rica familia Valerio, cuyas fincas cubrían amplias zonas del monte Celio. Su villa quedaba muy cerca, en el lugar en que actualmente se alza el Hospital de San Giovanni - Addolorata. Santa Melania, una miembro de la familia, fue una frecuente peregrina a Jerusalén y murió allí, así que la familia tenía conexiones con Tierra Santa.

Giovanni Battista Piranesi. "Veduta dell'interno del Tempio di S. Stefano Rotondo".La Antichita Romane, Bouchard e Gravier, 1756
Planta actual de Santo Stefano con el mitreo del subsuelo señalado en negro
En el transcurso de las excavaciones arqueológicas iniciadas a mediados del siglo XX en su subsuelo se localizó un mitreo del siglo II que en diciembre de 2014 estaba cerrado al público. Daría servicio de culto a Mitra, especialmente popular entre la soldadesca, al Castra Peregrinorum, el campamento de los oficiales apartados de sus ejércitos provinciales para servicios especiales en la capital ubicado en el lugar.
MITREO. Templo dedicado al culto de Mitra que en principio ocupó cavernas naturales y después construcciones artificiales que las imitaban, oscuras y carentes de ventanas. Constaba de la antecámara, el speleaum o spelunca, una sala alargada decorada con pinturas y con dos bancos corridos, y el santuario, en el que se ubicaba el altar y la imagen de Mitra Tauróctonos, con el dios dando muerte al toro.
Uno de los ámbitos del mitreo localizado en el subsuelo de  Santo Stefano Rotondo - siglo II
La iglesia fue embellecida por el papa Juan I y el papa Félix IV en el siglo VI. En 1130 el papa Inocencio II añadió tres arcos transversales para soportar la cúpula.

En ese mismo siglo VI, el papa Teodoro I trasladó a Santo Stefano, desde las catacumbas de la via Nomentana, las reliquias de los hermanos santos mártires Primo y Feliciano, construyéndose una capilla ex profeso para alojarlas.

La capilla de los santos Primo y Feliciano tiene mosaicos muy interesantes y raros, del siglo VII. La capilla fue erigida por el papa Teodoro I quien trajo aquí las reliquias de los mártires y las enterró (junto con los restos de su padre).
Representación de los dos santos en el mosaico del ábside de su capilla
A pesar de que la basílica fue entregada a los canónigos de San Giovanni Laterano, la ruina en los siglos siguientes, iniciada tras el saqueo de Roma por las tropas normandas de Roberto “Giscardo” de Hauteville en 1083, hizo que en el siglo XII terminara perdiendo las cubiertas, por lo que el papa Innocenzo II ordenó una restauración en la que el templo perdió su disposición original.

  
Pero el edificio, sin clero regular que lo habitara, no pudo evitar seguir deteriorándose. En 1420 era tal su estado de ruina que se describe como un antiguo templo romano, iniciándose una leyenda apócrifa que se mantuvo hasta el siglo XIX en la que se defendía que la iglesia se había levantado sobre estas ruinas romanas conocidas como "Tempio di Bacco".

En 1454 el papa Niccolò V entregó la iglesia a la Orden paulina, única orden católica fundada en Hungría, iniciándose su profunda restauración de la mano del toscano Bernardo Rossellino, no en vano el nuevo papa había vivido unos años en Florencia, imbuido de su nuevo humanismo.


En 1580 Gregorio XIII lo entregó a la Compañía de Jesús húngara, convirtiéndose en sede del Collegium Germanicum et Hungaricum para la formación de sacerdotes jesuitas en lengua alemana, una institución esencial para los intereses de la contrarreforma.

Imagen del rey San Esteban, de la Crónica Ilustrada húngara.
Giovanni Battista Piranesi. "Veduta dell'interno del Tempio di S. Stefano Rotondo".La Antichita Romane, Bouchard e Gravier, 1756
La relación del templo con Hungría se vio reforzada en 1778 cuando la vieja iglesia nacional húngara de Santo Stefano degli Unghresi en el Vaticano fue derruida para abrir hueco a la sacristía de la Basílica de San Pedro y el papa Pío VI, en compensación, financió la renovación de la antigua capilla de san Pablo eremita para convertirla en una capilla húngara para uso de los estudiantes de esa nacionalidad consagrada a san Esteban I de Hungría, cristianizador de los húngaros en el siglo X y su patrón, primer monarca magiar santificado por sus virtudes cristianas y no por haber muerto como mártir, con San Stefano Rotondo convertida en la iglesia oficial de las gentes de origen húngaro asentadas en Roma.

Pórtico de entrada añadido el siglo XII
La planta contaba con dos amplios deambulatorios concéntricos separados por columnas jónicas soportando arcos de medio punto y un espacio central también delimitado por columnas jónicas, aunque de mayor tamaño y arquitrabadas, sobre las que se elevaba un tambor horadado por veintidos ventanas sobre el que se cree que se alzaría una bóveda construida con tubos de arcilla y bajo la que se ubicaba la zona absidial, quizá separada por un muro a modo de iconostasio preservando el altar. 

Los fustes de las columnas fueron reaprovechados de obras romanas anteriores pero los capiteles jónicos son del siglo V, de la época de la iglesia.

 Se observan las columnas que soportan un arquitrabe circular abiertas al espacio central y las de arcos de medio punto que abrían al deambulatorio externo que fueron tapiadas
Se cree que el primer deambulatorio estaría cubierto con bóveda de cañón y el segundo, quizá descubierto, conectaba cuatro ámbitos que formaban, a su vez, una cruz griega que quedaba inscrita en el círculo con los brazos, orientados al noreste, sureste, suroeste y noroeste, abiertos al deambulatorio mediante cinco arcos de medio punto más grandes que el resto y sobre columnas con capiteles corintios, convirtiendo a Santo Stefano en ejemplo paradigmático que mezcla la estructura circular, con carácter funerario desde antiguo, con la planta en cruz, el símbolo de la victoria de Cristo sobre la muerte y el mal. 

El acceso inicial se realizaba mediante ocho pequeñas puertas, agrupadas de dos en dos en los ejes de los puntos cardinales y desde las que se pasaba al deambulatorio exterior, después al deambulatorio interno y, finalmente, al espacio central.


Las paredes de la iglesia están decoradas con numerosos frescos, incluyendo los de Niccolò Circignani (Niccolò Pomarancio) y Antonio Tempesta representando 34 escenas de martirio, encargados por el papa Gregorio XIII en el siglo XVI. Todas las pinturas tienen una inscripción explicando la escena y el nombre del emperador que ordenó las ejecuciones, así como citas de la Biblia. Las pinturas son algo morbosas, cuando no naturalistas y groseras representaciones de tortura y ejecución.

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