jueves, 15 de diciembre de 2016

Lo fantástico en el Arte - El Bosco (II) - Tríptico de las Tentaciones de san Antonio

Las tentaciones de San Antonio, por El Bosco. Museo del Prado, Madrid, España
San Antonio o Antón Abad (Heracleópolis Magna, Egipto, 251 – Monte Colzim, Egipto, 356) fue un monje cristiano, fundador del movimiento eremítico. El relato de su vida, transmitido principalmente por la obra de san Atanasio, presenta la figura de un hombre que crece en santidad y lo convierte en modelo de piedad cristiana. También figura en el Calendario de Santos Luterano. El relato de su vida tiene elementos históricos y otros de carácter legendario; se sabe que abandonó sus bienes para llevar una existencia de ermitaño y que atendía a varias comunidades monacales en Egipto, permaneciendo eremita. Se dice que alcanzó los 105 años de edad.
De acuerdo con los relatos de san Atanasio y de san Jerónimo, popularizados en La leyenda dorada del dominico genovés Santiago de la Vorágine en el siglo XIII, Antonio fue reiteradamente tentado por el demonio en el desierto. La tentación de san Antonio se volvió un tema favorito de la iconografía cristiana, representado por numerosos pintores de importancia.
El Tríptico de las Tentaciones de san Antonio es un tríptico del pintor flamenco El Bosco, ejecutado en óleo sobre tabla que mide 131 centímetros de alto por 238 cm de ancho.


Está firmado en el compartimento central, abajo a la derecha: JHERONIMUS BOSCH.
Se encuentra en el Museo Nacional de Arte Antigua de Lisboa (Portugal).
Como el resto de la obra del Bosco, no hay una datación fija. Actualmente se considera que pertenece a la fase final de la producción bosquiana, lo que avalan los estudios dendrocronológicos que hablan de 1501 o después.
Las primeras noticias acerca del tríptico son ya de finales del siglo XIX cuando estaba en el palacio real de Lisboa. Tras proclamarse la República pasó Museo de Arte Antigua en el año 1911.
Para este tríptico, en el que el Bosco desarrolla el tema del bien y el mal, el Bosco pudo utilizar como fuente la Vita Sancti Antonii, de Atanasio, conocida en a través de Las vidas de los santos de Pieter van Os o, más posiblemente, la Leyenda áurea de Jacopo da Varazze.
Cuando el tríptico está cerrado, se ven dos escenas en grisalla: a la izquierda, el Prendimiento; a la derecha, Cristo subiendo al Calvario con la Cruz a cuestas.
El primer plano del Prendimiento está ocupado por san Pedro, cortando la oreja a Malco. El Prendimiento propiamente dicho está detrás, ocupando la mitad superior. Jesucristo está caído en el suelo y lo rodean los soldados. En el borde izquierdo se ve una figura vuelta de espaldas: es Judas Iscariote.
Del mismo modo, en la otra escena, la subida de Cristo al Calvario está en segundo término, con la figura de la Verónica arrodillándose ante Jesucristo; el primer plano está ocupado por los dos ladrones: el malo a la izquierda, el bueno a la derecha, confesándose.
En el panel de la izquierda está el Vuelo y caída de san Antonio: en lo alto del cielo, el santo con las manos juntas, es llevado por una nube de demonios. Más abajo una gruta, probablemente un burdel más que el antro del santo, bajo una colina formada por un árbol con forma de hombre sobre sus manos y rodillas. Su parte posterior forma la entrada hacia la que se dirige una procesión sacrílega guiada por un demonio que lleva vestimentas sagradas y un ciervo, normalmente figura cristológica pero usado aquí en sentido sacrílego. En primer plano, el santo, exhausto, es sostenido por dos monjes antes de la caída y atraviesan un puente sobre un lago helado; otra de las posibles lecturas es que el demonio lo ha dejado caer y estos monjes caritativos lo ayudan. Debajo del santo se ven tres figuras, una de las cuales está vestida de monje y lee una carta. Sobre el lago un demonio pájaro con patines que lleva en el pico un rollo de pergamino con la escritura «graso». Puede que con esto se aludiera al escándalo de la venta de las indulgencias, la figura patinadora podría derivar de los grylloi del arte de época alejandrina. 

El panel central, sin embargo, ejemplifica la atracción del Bosco por la habilidad santa de rechazar la tentación. Contiene escenas con todas las posibilidades de perversión ofrecidas al ermitaño. Antonio se arrodilla ante un altar, con su mano en el gesto de bendecir, y al tiempo señalando un Cristo en miniatura, y devuelve la mirada al espectador. El santo señala la pequeña celda excavada en un torreón derruido, donde está la aparición de Cristo que indica el Crucifijo, única salvación posible y verdadero sacrificio, por contraposición a lo que están llevando a cabo los demonios a su izquierda: una misa sacrílega celebrada por sacerdotisas, entre las cuales hay una negra que lleva una bandeja sobre la que hay un sapo, símbolo de brujería pero también de lujuria, sostiene un huevo y con un músico vestido de negro con cara de cerdo y con un búho sobre la cabeza, símbolo de herejía, y un lisiado, que se preparan para comulgar. El diablo como un puerco tonsurado y con casulla que celebra la misa negra sigue las precisiones del Malleus Maleficarum, tratado de brujería. Una pareja de ricos engalanados juega a los dados. En la fachada del templo derruido, en la parte derecha de esta tabla central, se aprecian una serie de frisos que representan escenas bíblicas: como el regreso de la Tierra prometida, la adoración del Becerro de oro o la entrega a Moisés de las Tablas de la Ley. Sobre el fondo, a la izquierda, hay una ciudad en llamas mientras que a la derecha en el cielo un pájaro nave y otra navecilla volante.
La tentación de san Antonio
Al fondo se ve una ciudad en llamas, rasgo típico de las escenas infernales del Bosco, y que aquí puede tener una justificación iconográfica, dado que el fuego se asocia tradicionalmente a san Antonio.
El pescado que aparece en el centro, en la parte inferior, puede ser símbolo del sexo femenino.
En el panel de la derecha está la Meditación de san Antonio o San Antonio y la reina de los diablos: Antonio intenta mirar al espectador, pero su vista queda fijada en una tabla rodeada con curiosas criaturas que están pecando. En el cielo dos figuras vuelan sobre un pez, según la creencia, el diablo concedía la facultad de volar a las brujas. En el fondo hay una ciudad con torres, en primer plano una mujer desnuda, esto es, el demonio en forma de reina. La reina-diablesa, otras tentaciones variadas, y la agresión física no pueden igualarse a su devoción, el tema más optimista del Bosco. Se vuelve hacia un tronco horadado a través de una tienda ladeada por un sapo, el santo sobre la derecha pretendiendo meditar y con los ojos fijos en el espectador, junto a él un enano con una capa roja con un molinillo y un aro andador, símbolo de la inconsciencia de la humanidad, en primer plano una tabla con los panes y la jarra de vino, última tentación del santo, está sostenida por demonios desnudos
San Antonio meditando

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