viernes, 27 de diciembre de 2013

Otón I de Alemania - Rodolfo de Altenbourg

Otón I de Alemania
También conocido como Otón el Grande (en alemán, Otto I., der Große) (Wallhausen, cerca de Sangerhausen, 23 de noviembre de 912 – Memleben, 7 de mayo de 973), fue rey de Germania (936–973) y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (962–973). Hijo de Enrique I el Pajarero o el Cazador, duque de Sajonia y rey de Germania, en 929 ya fue asociado al trono por su padre para facilitar así la sucesión.



Tras la muerte de Enrique I, fue ungido y coronado en Aquisgrán en 936 con el título carolingio de Rex et sacerdos ('Rey y sacerdote'). 

Tuvo la vocación de restaurar el imperio de Carlomagno (Imperio carolingio) y es el primer representante del Sacro Imperio Romano Germánico. Con la eficaz ayuda de la alta jerarquía eclesiástica —en manos de sus amigos y familiares— y de los duques de Franconia, Suabia, Lorena y Baviera, Otón logró consolidar rápidamente su posición.



Su política exterior se dirigió inicialmente a la Península Itálica, donde sostuvo los derechos de Adelaida de Italia frente al rey Berengario II de Ivrea. Tras entrar victorioso en Pavía, en 951, siguiendo de nuevo la tradición carolingia, se hizo proclamar rey de los francos y los lombardos, para casarse a continuación con Adelaida. Ante esto, Berengario cedió y aceptó rendirle vasallaje, por lo que se le hizo un hueco en el reparto del poder y recibió el título de rey de Italia.

La corona Imperiar de Oton I
Alianza con la Iglesia y coronado emperador de los romanos
En 961, vinculó a su hijo Otón II al poder, según el procedimiento iniciado por su padre Enrique, para garantizar una sucesión poco conflictiva. Poco después atendió la petición de ayuda del papa Juan XII y marchó a Italia para defender los derechos del pontífice frente a las intromisiones de Berengario. Fue coronado emperador el 2 de febrero de 962. La coronación de Otón I resucitó por segunda vez el Imperio romano de Occidente (la primera fue con Carlomagno), que era el estado territorial más grande de Europa. La alianza con el Papa duró poco, ya que éste pronto cambió sus ideas políticas. Otón marchó entonces sobre Roma y lo depuso, pero los romanos no cedieron ni aceptaron al Papa nuevo, León VIII, impuesto por el emperador, y a la muerte de Juan XII eligieron a Benedicto V. Tras una nueva campaña en 966, Otón I consiguió por fin afianzarse y que su hijo fuese nombrado emperador.



Bajo el patronazgo de Otón I y sus inmediatos sucesores se produjo el llamado «Renacimiento otoniano», un limitado renacimiento de las artes y la arquitectura. El renacimiento otoniano se manifiesta en algunas escuelas catedralicias revividas, como la de Bruno I, arzobispo de Colonia, y en la producción de manuscritos iluminados, la principal forma artística de la época, de un puñado de scriptoria de élite, como Quedlinburg, fundado por Otón en 936. Las abadías imperiales y la corte imperial se convirtieron en centros de la vida religiosa y espiritual, guiados por el ejemplo de mujeres de la familia real. Otón quedó escandalizado por el estado de la liturgia en Roma, así que encargó el primer Libro Pontifical, un libro litúrgico que contenía tanto oraciones como instrucciones sobre el rito. La compilación del Pontifical romano-germánico, como se le llama actualmente, fue supervisada por el arzobispo Guillermo de Maguncia.

Problemas del poder: Los emperadores no gozaban de un poder absoluto donde, como en el código romano del Digesto, el rey era la "ley viva". Sino que tuvieron varias trabas que no dejaban actuar a su brazo libremente. 

Las tres principales fueron las siguientes:

El sistema de organización feudal
El Sacro Imperio estaba dividido en grandes dominios feudales, cuyos dueños defendían enérgicamente su libertad de acción, y los emperadores no lograron crear instituciones comunes a todo el país ni establecer en las diversas regiones funcionarios que hicieran respetar su voluntad. Los grandes señores feudales mantuvieron celosamente el principio de la elección imperial e impidieron que por la transmisión hereditaria se afirmara la autoridad imperial.
Distintos territorios
Otro factor de debilidad imperial fue la reunión, bajo un mismo cetro, de territorios heterogéneos, como el norte de Italia, cuya población difería mucho por raza, tradición y costumbre de los germanos y a la que los Alpes separaban naturalmente de Alemania.
El pontificado y el imperio
A raíz de la restauración del Imperio, Otón I afirmó el derecho de los emperadores a intervenir en la elección de los pontífices, pero tal facultad desapareció desde que el Papa Nicolás II (1059) estableció que la elección pontificia sería privativa del Cónclave o colegio de cardenales. El antagonismo entre papas y emperadores subsistió avivado por la pretensión imperial, resistida por el pontificado, de sojuzgar a Italia.
Las relaciones entre los emperadores y los pontífices, jefes absolutos de la Iglesia de Occidente, abundaron en conflictos que debilitaron el poder imperial y papal. La dinastía de Sajonia sólo duró dos generaciones después de Otón I. A principios del Siglo XI (1024) alcanzó el trono la familia ducal de Franconia. Durante un siglo la elección imperial recayó en esta familia, a la que pertenecieron Enrique IV, el emperador humillado en Canossa, y Enrique V, quien celebró con la Iglesia el concordato de Worms.
El Emperador Otón I y su esposa Adelheid 
Oton I Sarcofago de Carlomagno oro y Plata(XIII)
Rodolfo de Altenbourg
Ottmarsheim, Haut Rin (Francia).
Una población de unos dos mil habitantes, ubicada al lado del Rin, al este de Mulhouse, y perteneciente a la región de Alsacia, al departamento del Alto Rin (Haut Rhin).




El impulsor de la abadía de Ottmarsheim, hacia 1030, fue Rodolfo de Altenbourg, de una familia que acabaría trocando el apellido de Altembourg por el de los Habsbourg o Augsburgo, y que tendría una influencia notabilísima en la historia posterior del imperio germánico. Pues bien, este Rodolfo de Altembourg, propietario de amplios dominios en Suiza y Alsacia, impulsó un centro religioso, para el que eligió una estructura famosa: la Capilla Palatina de Aquisgrán, mandada construir dos siglos antes por Carlomagno. 
Puede que el propio Rodolfo de Altembourg conociera la famosa capilla de Aquisgrán o puede que fuera su hermano Werner, arzobispo de Estrasburgo, quien sugiriese este prototipo. El hecho es que la abadía benedictina copió literalmente el edificio carolingio y así ha durado hasta hoy. 
Pero mientras la capilla de Carlomagno ha sufrido varias modificaciones, entre ellas la construcción de una nueva cúpula y la inserción en un lateral de un extraordinario coro gótico, que altera la percepción de la obra, Ottmarsheim ha tenido la suerte de conservar su iglesia como estaba en su origen. La única variación sobre la palatina es el tamaño; la iglesia abacial es ligeramente menor. 

Es impresionante contemplar esta estructura, tanto por su belleza como por su valor histórico, con la severidad del recinto octogonal y el juego de columnas. 
La iglesia tiene adosada una pequeña capilla gótica y conserva pinturas murales del siglo XV. 
En el lugar se pueden ver también algunas casas alsacianas típicas, con sus entramados de madera, y unas esclusas del canal de Alsacia, que pasa por las inmediaciones. (Por Tomás Álvarez)






  

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