sábado, 31 de mayo de 2014

Pedro Pablo Rubens - El Rubenianum

Autorretrato, 1623. Royal Collection.
Es uno de los grandes pintores flamencos del barroco del siglo XVII.
En 1598, a los 21 años, concluye su formación superando el examen de maestro ante la Guilda de San Lucas de Amberes y viaja a Italia para ampliar su formación artística estudiando las obras del Renacimiento. En Venecia se sintió atraído por las obras de Tiziano, Veronés y Tintoretto, que tendrán gran influencia en su producción. Allí conoció a un noble que le recomendó para trabajar en la corte del duque de Mantua, Vincenzo Gonzaga, quien lo contrató durante un periodo de nueve años.
En Génova pintó numerosos retratos, como el de la marquesa Brigida Spinola-Doria (National Gallery of Art, Washington D. C.) y el retrato de Maria Serra Pallavicino (The Bankes Collection, Kingston Lacy), considerado uno de los mejores jamás pintados por Rubens, en un estilo que influyó posteriormente en obras de Van Dyck, Reynolds y Gainsborough.

Maria Serra Pallavicino, The Bankes Collection, Kingston Lacy.
En 1608, el delicado estado de salud de su madre le obligó a regresar a Amberes. Allí se casó con Isabella Brant en 1609, fue considerado el pintor más importante de Flandes y requerido como pintor de corte del archiduque austriaco Alberto y de su esposa, la infanta española Isabel, que gobernaban los Países Bajos como virreyes al servicio del rey de España.


Autorretrato con su esposa Isabella Brant, Alte Pinakothek, Múnich.
La fama de Rubens se extendió a todas las cortes europeas y recibió tantos encargos que tuvo que crear en su casa un gran taller, en el que él sólo realizaba el boceto inicial y los toques finales, mientras que sus aprendices se encargaban de las fases intermedias.
En 1628 los virreyes de Flandes lo envían a España. Estuvo al servicio de Felipe IV, quien le nombró secretario de su Consejo Privado y fue mentor del joven pintor español Diego Velázquez.
Finalmente, falleció el 30 de Mayo de 1640 en su casa de Amberes, a punto de cumplir los 63 años. Su pintura ha ejercido enorme influencia en otros artistas como Jean Antoine Watteau, Delacroix o Auguste Renoir.

Un espía llamado Rubens
Al mismo tiempo que manejaba sus pinceles con un talento que asombró a sus contemporáneos, Rubens mantuvo una actividad oculta como espía y diplomático sirviendo de enlace entre las distintas potencias europeas de su tiempo, entre ellas España. Esta fue la doble vida de un artista que se sumergió en las intrigas políticas con la esperanza de acabar con la guerra que consumía a toda Europa.

Por: Javier García Blanco
Basta pasear por las salas del Museo del Prado para advertir, debido a la más que notable abundancia de obras realizadas por el pintor flamenco, que Peter Paul Rubens tuvo una estrecha relación con España.
Sin embargo, esta relación fue mucho más allá de lo meramente artístico pues Rubens no sólo fue un notabilísimo artista, sino también un diplomático y espía de gran valor.

Aunque de origen flamenco, Rubens había nacido en junio de 1577 en Siegen —una ciudad de la provincia alemana de Westafalia—, porque su padre, el abogado Jan Rubens, no sólo era un calvinista que había huido tras el estallido de la rebelión que daría lugar a la Guerra de los Ochenta años, sino que además había tenido una hija ilegítima con Ana de Sajonia, esposa de Guillermo de Orange.

Retrato ecuestre del duque de Lerma, 1603, Museo del Prado, Madrid. Obra realizada durante la primera visita de Rubens a España, en 1603. Se trata de Francisco de Sandoval y Rojas (1553-1625), valido de Felipe III de España.
Este desliz de cama con la esposa del príncipe le valió a Jan una condena a muerte, aunque finalmente fue conmutada por unos años en prisión y la obligación de mudarse a Siegen. A pesar de sus antecedentes protestantes, cuando la familia regresó a Amberes en 1589 tanto Rubens como su madre se habían convertido al catolicismo.

Un año después, en 1590, Peter Paul comenzó a trabajar como paje para la condesa de Ligne-Arenberg, bajo cuyo servicio tuvo su primer contacto con los ambientes aristocráticos europeos. Además, Rubens inició sus estudios de pintura en los talleres de Tobias Verhaecht, Adam von Noort y Otto van Veen, destacando de tal forma que en 1598 ya era maestro del gremio de pintores en Amberes.

Van Heen, su último maestro, no sólo le instruyó en arte, sino que también le dio una gran formación intelectual. Un conocimiento que, unido a su dominio de varias lenguas y a su paso por la "corte" de la condesa, le sería de gran utilidad en sus labores políticas.

Su primer contacto real con una corte llegó en el año 1603, cuando su entonces patrón, el duque de Mantua, le encomendó la tarea de dirigir una embajada ante el rey Felipe III de España. Aquel primer contacto de Rubens con España fructificó con algunas pinturas notables, como el 'Retrato ecuestre del duque de Lerma', hoy en el Prado.

Tras unos años en Italia en los que el pintor aumentó su ya rico bagaje artístico, Rubens regresó a Amberes, ciudad en la que se establecería definitivamente hasta su muerte.

'Los horrores de la guerra', de Rubens | Crédito: Wikipedia.

En 1609 se convirtió en pintor de la corte de los archiduques Alberto de Austria e Isabel Clara Eugenia, entonces soberanos de los Países Bajos españoles. La muerte en 1621 del archiduque Alberto coincidió con el fin de la llamada Pax Hispánica, desatándose un nuevo infierno bélico en el que el imperio español jugaría un importante papel, tanto por la continuación de la guerra en Flandes como por su lucha de poder frente a Francia e Inglaterra.

En 1627 el escenario era realmente complicado: Francia y España habían comenzado a negociar una alianza ofensiva contra Inglaterra, que se ratificó cuando en el mes de julio el conde-duque de Olivares decidió ayudar a los galos a aplastar la rebelión de los hugonotes en La Rochelle, apoyados por una flota británica.

Los ingleses, como era de esperar, se vengaron de España apoyando la rebelión de Flandes. Y no fueron los únicos. Pese a la ayuda recibida de España, Richelieu tampoco mostró reparos en apoyar a los "herejes" holandeses. España, por su parte, no se iba a quedar atrás, iniciando poco después sus propios contactos con el monarca inglés.
Este contacto con Inglaterra fue posible, precisamente, gracias a Rubens. El pintor había tenido conocimiento de la buena disposición para negociar de Carlos I de Inglaterra a través de un embajador del rey de Dinamarca, y enseguida puso al corriente a la infanta Isabel.
Ésta, a su vez, informó a Felipe IV, y el monarca no tardó en convocar a Rubens para que acudiera a la corte española. Así fue como el pintor viajó por segunda vez a España, en esta ocasión para poner al servicio del rey sus dotes como espía.
'Alegoría de la paz y la guerra' | Crédito: Wikipedia.

Rubens llegó a Madrid en agosto de 1628, y permaneció en la capital hasta abril del año siguiente. Además de informar al monarca y recibir instrucciones de los pasos que debía seguir, el artista también tuvo tiempo de realizar unas 40 pinturas para distintos clientes, entre ellos el propio rey.

Su siguiente misión era viajar a Inglaterra y conseguir pactar con el rey. Para cruzar el canal de la Mancha, infestado de barcos holandeses que habrían apresado cualquier navío español, Rubens tuvo que viajar a bordo de un barco inglés, el 'Adventure', cuyo capitán había recibido órdenes directas del mismísimo Carlos I.

Una vez en Londres, Rubens —bajo la coartada creíble de pintor de renombre contratado por un monarca amante del arte— cumplió uno de los cometidos que Olivares le había encomendado: entregar 30.000 ducados al representante de los hugonotes en Francia, dinero destinado a contratar mercenarios con los que hostigar a Richelieu.

En cuanto a su misión principal, Rubens no sólo conquistó la amistad del rey —a quien realizó también varias obras de arte, como una 'Alegoría de la Paz y la Guerra'—, sino que cumplió su tarea (no sin dificultades) a la perfección, consiguiendo que el embajador británico Francis Cottington viajase a España para firmar el Tratado de Madrid, que puso fin a las hostilidades entre ambos países.

Aunque media Europa siguió desangrándose en los distintos conflictos que formaron parte de la Guerra de los Treinta Años, Rubens había aportado su más que notable granito de arena a su sueño de pacificar Europa. Un sueño por el que había accedido a convertirse en espía para la corte española.


Los contemporáneos del pintor flamenco Pedro Pablo Rubens (1577-1640) supieron reconocer el indudable talento de este extraordinario maestro del Barroco. Sus sensuales desnudos, sus eruditas alegorías históricas y la perfección de sus retratos no tardaron en convertirlo en uno de los artistas más cotizados y requeridos por las monarquías de su tiempo.Por otra parte, su inteligencia y discreción, su carácter fuerte y voluntarioso, junto al hecho de que también hablara seis idiomas, propiciaron que, desde su juventud, Rubens llevara una doble y clandestina existencia como diplomático y, a menudo, espía, obligado a intrigar en las cortes de España, Inglaterra o Francia. La suya fue una época de guerras y sangrientos conflictos religiosos, un tiempo en que los Países Bajos luchan por independizarse de España, y Flandes es asolado por las tropas del duque de Alba. Hastiado de las atrocidades de la guerra, convencido de que sólo la paz podía traer la prosperidad, Rubens movió los hilos entre las sombras para que las potencias europeas forjaran alianzas duraderas y construyeran una auténtica confederación de naciones, algo que lo convierte, a todas luces, en nuestro contemporáneo.
Principales obras de Pedro Pablo Rubens

El estilo de Rubens se caracteriza por los contrastes de color, de gran riqueza cromática y los juegos de luces y sombras. Sus composiciones están llenas de dinamismo, sensualidad y sensibilidad emocional.

El rapto de las hijas de Leucipo (1616)

El rapto de las hijas de Leucipo (1616)
Se trata de un tema mitológico, el rapto de las hijas de Leucipo por Cástor y Pólux.Rubens realizó este lienzo durante los primeros años de su trayectoria artística. Se sitúa en la transición entre el clasicismo y el barroco. Mientras la composición es clásica y equilibrada, el sentido de movimiento y dinamismo son característicos del barroco.
Las tres Gracias (1638)

Las tres Gracias (1638)
En la actualidad el cuadro se conserva en el Museo del Prado de Madrid. Se piensa que una de las figuras es la representación de su segunda mujer, Elena Fourment.
Es su obra más conocida. Las Tres Gracias se inspiran en tres personajes de la mitología griega: Eufrosine, Talía y Anglae, hijas de Zeus y Eurymone. Son la representación de la afabilidad, la simpatía y la delicadeza.
El tema había sido representado por Rafael durante el Renacimiento y Rubens lo retomó, ofreciendo un planteamiento distinto. Mientras las Gracias de Rafael son el prototipo de belleza ideal, las de Rubens lo son de una belleza más sensual. Para ello cambia el canon de belleza, sus cuerpos femeninos son blandos y opulentos, caracterizados por la flacidez de sus carnes.
Aunque la obra mantiene la composición del artista italiano, Rubens cambia la relación entre las tres figuras conectándolas psicológicamente entre sí a través de los brazos, el velo y sus miradas. Sobre el paisaje de fondo se sitúan las tres mujeres, estando la de en medio de espaldas, con la cabeza vuelta y apoyada en sus compañeras.
El jardín del Amor (1630-1638)


El jardín del Amor (1630-1638)
Conocida también como El jardín de las Gracias, representa una fiesta en un parque. Las figuras, unas sentadas y otras de pie, aparecen en actitud relajada, próximas a una fuente dedicada a la diosa Juno, protectora del matrimonio. Alrededor de la escena revolotean los putti disparando flechas.
Se ha dicho que con este cuadro Rubens hace un homenaje a su esposa Elena Fourment, con la que se casó en 1630. Incluso algunos críticos opinan que el caballero de la izquierda es un autorretrato del autor y la dama que apoya su brazo sobre otra dama, en la parte central, es Elena Fourment.
Saturno devorando a sus hijos (1636-37)


Saturno devorando a sus hijos (1636-37)
Saturno es un cuadro de Peter Paul Rubens, pintado en 1636 para las obras de la Torre de la Parada, en las que también participó Diego Velázquez.
Es uno de sus temas más dramáticos. Saturno era uno de los titanes más poderosos y pensaba que la mejor manera de evitar que uno de sus hijos le destronase, era devorándolo al nacer. Será Zeus, su sexto hijo, el que consiga derrocarlo al ser salvado por su madre.
Saturno aparece aquí desgarrando el pecho de uno de sus pequeños. La escena es de gran dramatismo, conseguida gracias al uso de la luz y al color, que se inspira en la escuela veneciana.
El Juicio de Paris (1638)

El Juicio de Paris (1638)
La rivalidad existente entre las diosas Minerva, Venus y Juno por ser la más bella, tenía que ser resuelta por Paris, que entregaría una manzana de oro con la inscripción "a la más bella", a la diosa más bella.
Rubens plasma el momento en el que Paris, hijo de Príamo, rey de Troya, toma la manzana que le da Mercurio, mientras que las tres diosas intentan convencerle con diferentes ofrecimientos.
La elegida fue Venus, que consiguió convencerle entregándole la mujer más hermosa del mundo, Helena (la esposa de Menéalo), provocando así la Guerra de Troya.
Otras obras famosas:

El Descendimiento de la cruz, Los cuatro filósofos, el Triunfo de la Iglesia, Danza de aldeanos o El desembarco de María de Médicis en el puerto de Marsella.

El Descendimiento de la cruz
Los cuatro filósofos
El Triunfo de la Iglesia
En 1625 la archiduquesa Isabel Clara Eugenia encargó a Rubens el diseño de una serie de veinte tapices con destino al Monasterio de las Descalzas de Madrid. Tratan el tema de la Eucaristía, dogma principal del catolicismo que la infanta defendía como princesa soberana de los Países Bajos meridionales. Las escenas fueron concebidas por Rubens a modo de desfiles triunfales, simulando ser telas colgadas de arquitecturas barrocas, que provocaban una efectista duda entre realidad e imagen artística.
En un carro triunfal vemos a una mujer que representa a la Iglesia. Con ambas manos sostiene la custodia en la que la Hostia eucarística era transportada en las procesiones y expuesta ante los fieles. Detrás de ella hay un ángel a punto de colocarle la mitra papal, y delante, sobre el caballo blanco, otro que porta un dosel o canopeo con unas llaves de oro y plata, símbolos del pontificado. Un tercer ángel lleva la palma y la corona de laurel que simbolizan la victoria. Las ruedas del carro, con incrustaciones de piedras preciosas, arrollan a tres figuras (una apenas visible), acción que representa el triunfo de la Iglesia sobre el mal. Los dos personajes que caminan junto al carro -uno de ellos, atado con cuerdas, lleva los ojos vendados; el otro tiene orejas de burro- representan la Ceguera y la Ignorancia. Les sigue una mujer llevando la luz que ellos no ven. En la parte inferior se representa el perenne triunfo y gobierno de la Iglesia sobre el mundo: el globo terráqueo rodeado por la serpiente que se muerde la cola simboliza la eternidad, la pala del timón el gobierno y la palma la victoria (Texto extractado de Vergara, A.; Preciado, J. J.: Rubens. Guía de la exposición,
Danza de aldeanos
El desembarco de María de Médicis
La Rubenshuis 

Era la casa-taller de Peter Paul Rubens durante sus últimos 29 años de vida, situada en la plaza Wapper en Amberes, Bélgica siendo un museo sobre el pintor en la actualidad.


Fachada del taller
Un año después de su boda con Isabella Brant en 1609, Rubens comienza la reconstrucción de la casa basándose en sus conocimientos de arquitectura copiando el estilo de las villas italianas que había visto en su estancia en Italia (1600 — 1608). Diseña el edificio basándose en los palacios renacentistas de Génova. Los diseños incluyen la casa privada, el taller y un pórtico barroco que une las dos partes del edificio. El pórtico da paso a un jardín que estaba diseñado por él con plantas exóticas de sus viajes en el que destaca un pabellón.
Jardín con el pabellón al fondo
Pórtico barroco que separa el jardín del patio
En 1630, cuatro años después de la muerte de su primera mujer, contrajo matrimonio con Hélène Fourment, hija de un acaudalado comerciante de sedas y tapices, Daniël Fourment, con el que Rubens tenía gran amistad, y de la hermana de Isabella Brant, Clara, siendo por tanto sobrina política suya. 
La pareja se llevaba treinta y siete años de diferencia, puesto que ella tenía dieciséis y él ya cincuenta y tres. Tuvo con ella cinco hijos.
Fachada del edificio dedicado al taller.
Pabellón del jardín.
La casa tras el fallecimiento del artista
Tras la muerte del pintor, el palacio fue habitado durante cinco años por su viuda, Helena Fourment. Después fue arrendado a Sir William Cavendish, confidente del rey Carlos I de Inglaterra, quien estableció allí una academia de equitación española. En 1660, los herederos de Rubens vendieron la casa. 

Exterior de la la casa desde la plaza
Fue luego ocupada por diversos propietarios. Desde la segunda mitad del siglo XVIII, pasó por diversas alteraciones y modificaciones, y posteriormente cayó en el olvido. Ya durante el siglo XIX, hubo una creciente conciencia de que la residencia debiera ser rehabilitada como monumento. El 1 de agosto de 1937 el municipio decidió expropiar la casa, que se encontraba en estado de ruina. El 21 de julio de 1946, tras la remodelación, la casa fue de nuevo abierta al público.

De la época original, se conservan sólo el pabellón del jardín y el pórtico barroco. El resto se ha reconstruido siguiendo bocetos y dibujos.

El Rubenianum, un centro dedicado al estudio de Rubens, se ubica en un edificio en el jardín.

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