domingo, 26 de diciembre de 2021

XXV - Los santuarios de Apolo - Delos - Terraza de los Leones - Templos de Apolo - Los Juegos Píticos - El ónfalo ('ombligo') - El Auriga de Delfos

XXIV - (II) - Undine - Pandora - Leto/Latona con Zeus = Apolo y Artemisa - Asteria - Los Juegos Píticos - Pitón - Nacimiento de Apolo y Diana - Midas - Pan - Marsias, pincha aqui

Delos era considerada la ya que, según la mitología, fue donde nacieron Apolo, dios de la música y de la luz, y su hermana Artemisa, diosa de la caza. Era una isla flotante que emergió agarrada por el tridente de Poseidón, pero Zeus la ató con cadenas al fondo del mar para que Leto, la madre de Apolo y Artemisa, pudiera dar a luz a sus hijos. Así, Delos le sirvió como refugio de la ira de Hera, esposa de Zeus, que se había enterado del embarazo de Leto.

La isla de Delos fue pues uno de los centros espirituales más importantes de los antiguos griegos y en la ciudad de Delos – situada al noroeste de la isla – se construyeron santuarios, templos, columnas de mármol, un teatro, un gimnasio…

La isla de Delos es una de las islas más pequeñas de las Cícladas y está deshabitada. Se sitúa enfrente a la isla de Rinia (también deshabitada) y a 2km al suroeste de Mykonos. Y es uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de Grecia, de hecho, se considera uno de los cuatro principales del país; y ha sido declarado Museo Nacional.

Delos o Delo​ (‘estable y visible’), es una de las más pequeñas islas griegas de las Cícladas, en el mar Egeo también llamada Lagia, isla de las liebres; Ortigia, isla de las codornices; Cintera, también Clamidia, Cinto, Pirpile y Pelasgia. Administrativamente pertenece a la unidad periférica de Miconos, periferia de Egeo Meridional.

Era uno de los lugares más sagrados de Grecia. La mitología griega dice que emergió agarrada por el tridente de Poseidón, pero fue una isla flotante hasta que Zeus la ató con cadenas al fondo del mar, para convertirla en un lugar seguro para Leto, al abrigo de los celos de Hera, para el nacimiento de Apolo y Artemisa. Como lugar de nacimiento de Apolo fue uno de los lugares en los que se rendía culto a este dios, y la isla fue posesión del dios que la cambió con Poseidón.

Su época de mayor esplendor tuvo lugar en el siglo II a.C cuando Delos fue declarado como puerto libre, lo que le llevó a desarrollar una gran actividad comercial. De hecho, se han encontrado varias ágoras y, por los hallazgos, se cree que Delos atesoraba gran parte del comercio de vino del Mediterráneo.

Al norte del pórtico de Antígono se extiende el ágora romana, con el lago sagrado, secado en nuestros días, y la famosa «Terraza de los Leones» dispuestos aquí para la protección simbólica del sitio. De originalmente nueve, no quedan más que cinco leones (se trataría más precisamente de leonas) de mármol de Paros o de Naxos, alojados en el museo de la isla. En el lugar original, mirando al lago sagrado se encuentran actualmente cinco copias, formando a modo de avenida a lo largo de la Vía Sacra.

Una sexta fiera fue llevada como botín a Venecia, junto con otros leones llevados de Grecia, a finales del siglo XVII y fue colocada montando guardia en la puerta principal de su arsenal.

Los leones de Delos, sentados a diferentes alturas, rugiendo, fueron esculpidos con estilo muy particular, bien lejos del naturalista: los cuerpos magros y alargados, las cabezas pequeñas y redondeadas se prestan a comparaciones con la cerámica cicládica de la segunda mitad del siglo VII a. C. y por su hieratismo y estilización con el influjo del Oriente Próximo.

Desde el siglo XVII los europeos visitaban la isla atraídos por sus ruinas. Y a finales del siglo XIX arqueólogos franceses comenzaron las excavaciones de un yacimiento, que se considera uno de los más importantes de Grecia. De hecho, la isla de Delos forma parte del catálogo de lugares culturales protegidos por la UNESCO. En la actualidad es un conjunto de ruinas situadas al noroeste de la isla, que están admirablemente bien conservadas; como ya habíamos dicho es uno de los yacimientos griegos más importantes y mejor organizados.

Hay ruinas todavía muy bien conservadas, como es el caso de las del templo de Isis. Foto de spinorbital.

Templos de Apolo

Detrás del puerto también empieza el camino sagrado por el que se entra al santuario, al oeste hay un altar y al este los tres templos de Apolo:

  • Templo dórico (s.V-III a.C.), con frisos decorados, pero sin columnas en el interior, y con pocas esculturas.
  • Templo ateniense dórico (425-417 a.C.)
  • Templo Porinos Naos

Cerca del conjunto hay un santuario con un altar para sacrificios, el templo de Dionisios (al este) y los templos de Afrodita y Hermes (al oeste, en una explanada).

Hay muchas casas excavadas de gran riqueza arquitectónica y decorativa. Están la Casa de los Delfines, la Casa de las Máscaras y la Casa de Dionisio, las tres con impresionantes mosaicos en el peristilo. los tres templos de Apolo, el Camino de los Leones, las casas con atrios adornados con hermosos mosaicos y una bella decoración mural.

Restos de una casa. Se aprecian las columnas y el mosaico. Foto de Gerardo M.N.

«Layo, suplicas una próspera descendencia. Te daré el hijo que deseas, pero está decretado que dejes la vida a sus manos». Así profetizó el oráculo de Delfos al padre de Edipo; el oráculo también advirtió a Edipo de que mataría a su padre y se casaría con su propia madre. Fueron vanos los intentos de padre e hijo por evitar que tales predicciones se cumplieran: Edipo mató a un hombre y se casó con su viuda, sin saber que se trataba de sus progenitores; al conocer lo que había hecho, se sacó los ojos. Pero no todos los oráculos de Delfos fueron tan tremendos. Aparte de los ejemplos míticos o legendarios, de las más de quinientas preguntas y respuestas délficas conservadas sólo se consideran históricas unas cincuenta y cinco, y la mayoría responden a cuestiones políticas, bélicas o religiosas por las que se interesaron las ciudades.

En Delfos, lugar que los griegos consideraban el ombligo de la tierra, existía un templo del dios Apolo ya en el siglo VIII a.C., y desde entonces se estableció una red de peregrinaje que unía toda Grecia con ese lugar. Lo habitual era que las ciudades o polis enviasen delegaciones sagradas que debían transmitir al oráculo preguntas sobre los asuntos públicos. Junto a los comisionados oficiales viajaban consultantes privados, cuyas preguntas debían de diferir, lógicamente, de las que formulaba la ciudad: seguramente se referían a la conveniencia de un matrimonio, a los hijos, a los riesgos de negocios y viajes.

El hecho de acompañar a las embajadas permitía a estos consultantes particulares disfrutar de cierta seguridad, ya que la delegación al completo estaba bajo protección divina y era inviolable. Ello resultaba muy conveniente cuando se tenía que realizar un viaje siempre difícil y peligroso, a veces muy largo, expuesto a ataques y al pillaje. 

Aunque Delfos no intervenía directamente en la política de las ciudades, sus oráculos podían ser usados como arma política en caso necesario.

Los atenienses realizaban en Delfos una procesión anual, la Pitaida, para conmemorar la caída de un rayo en el monte Parnaso. Crátera con procesión, 430 a.C.

La llegada al santuario

Cuando los peregrinos llegaban al pie del monte Parnaso, donde estaban la ciudad de Delfos y el recinto de Apolo, los recibía el próxenos, el embajador que cada polis tenía en el santuario y que atendía por igual a embajadores y a ciudadanos particulares. Hay que suponer que los días en que el recinto estaba abierto a consultas debía de concentrarse allí mucha gente, y que las colas para entrar eran constantes. Pero no todos tenían que esperar: ciudades como Atenas o Esparta disfrutaban del privilegio de la promanteia, la prioridad de consulta, de la que se beneficiaban tanto sus emisarios como los ciudadanos privados que los acompañaban.

Lo primero que encontraban los viajeros, a un kilómetro y medio del recinto, era la zona conocida como Marmaria por los mármoles de los edificios allí construidos, entre ellos el templo circular de Atenea Pronaia. Luego los peregrinos pasaban por la fuente Castalia, que brotaba entre las dos piedras Fedríades («brillantes»), y se purificaban con sus aguas. Acto seguido entraban en procesión por la vía Sacra, ya en el interior del santuario propiamente dicho.

Esta calzada ascendía por una pronunciada pendiente y estaba flanqueada por los tesoros de las más prominentes ciudades: Sición, Sifnos, Cnido, Tebas, Atenas, Corinto, Massalia. Los tesoros eran pequeños templos o capillas en los que se conservaban los exvotos y donaciones que los ciudadanos de una polis entregaban al santuario. Después la vía llegaba al templo de Apolo, más arriba del cual se encontraban la palestra, el gimnasio, el estadio y el teatro. Este edificio, con capacidad para unos 5.000 espectadores, acogía los certámenes artísticos de los juegos píticos, que se celebraban en honor de Apolo e incluían competiciones atléticas y celebraciones religiosas.

La consulta al oráculo de Delfos

Frente al templo estaba el altar para los sacrificios. Las consultas al oráculo se «pagaban» en forma de sacrificio o de pastel: el propio templo vendía los animales que debían sacrificarse y las tartas sagradas (pélanos). 

Poco sabemos de la organización en el interior del templo. Allí se encontraban la sacerdotisa pitia, por cuya boca hablaba Apolo, y el cuerpo de sacerdotes que la atendía y que se repartía las diferentes tareas.

El peregrino entraba en el templo a través del chresmographeion, donde se guardaba el archivo del santuario con la lista de consultantes, sus preguntas y respuestas, así como la lista de vencedores en los juegos píticos; probablemente allí formulaba su pregunta.

A lo largo de la Via Sagrada, la avenida que lleva al templo de Apolo se suceden diversos edificios votivos, como el tesoro de los Atenienses, del siglo V a.C.

Se cuenta que ahí masticaba laurel, bebía agua de la fuente Casotis y se sentaba en un gran trípode situado sobre una grieta natural del suelo de la que salían vapores. Al inhalarlos, la sacerdotisa entraba en un frenesí o delirio gracias al cual pronunciaba las palabras, quizás incomprensibles, que los sacerdotes del templo escuchaban y escribían, y que luego se entregaban al consultante. Pero el ritual de la consulta tal como se ha descrito aquí presenta un problema: es tardío y se trata más bien de una elaboración esotérica de la realidad. Los relatos de diferentes historiadores griegos ofrecen una imagen muy distinta de cómo se desarrollaba.

LA DECADENCIA

Después de la consulta, el peregrino regresaba al chresmographeion, donde los prophetai le entregaban por escrito un informe oficial y la respuesta del oráculo interpretada y formulada solemnemente, a menudo en verso. Tras esto emprendía el viaje de regreso a casa, tan peligroso como el itinerario de ida. De hecho, la gran cantidad de problemas y obstáculos a los que se enfrentaron los peregrinos entre el estallido de la guerra del Peloponeso (431 a.C.) y el advenimiento de Alejandro Magno contribuyó a la pérdida de importancia del oráculo y al desuso de las rutas de peregrinaje.

Durante la guerra, por ejemplo, los atenienses se acostumbraron a visitar el oráculo de Dodona porque Delfos había caído en manos espartanas. El prestigio de Delfos comenzó su declive tras la muerte de Alejandro, en 323 a.C., aunque continuó siendo un centro de atracción durante la época helenística y el período romano. Por fin, en 391 d.C., el emperador romano Teodosio decretó el cierre de todos los oráculos y la prohibición de la adivinación de cualquier tipo. El cristianismo había silenciado la voz de los antiguos dioses.

Detalle del cuadro de Eugène Delacroix Apolo combatiendo con la serpiente Pitón (Apollon combattant le serpent Python, 1850 - 1851). Óleo en lienzo. Galería de Apolo del Museo del Louvre.
Del término "Pitón" provienen los de "pitia" (Πυθία) o "pitonisa", nombre de las sacerdotisas del templo, que interpretaban las respuestas.

En la mitología griega, Pitón era una gran serpiente, hija de Gea, la madre Tierra, nacida del barro que quedó en la tierra después del gran diluvio. El monstruo vivía en una gruta cerca de Delfos, en el monte Parnaso, y allí custodiaba el oráculo. El dios Apolo mató a Pitón, exigió el oráculo para sí y desde entonces fue conocido como Apolo Pitio. Se dice que el dios había fundado los Juegos Píticos para celebrar su victoria.

El ónfalo ('ombligo') es un antiguo betilo o artefacto pétreo de uso religioso originario del ádyton del oráculo de Delfos, en la Antigua Grecia. Según la mitología, sería la piedra (según algunas versiones, la misma que su padre Crono había engullido en su lugar) dejada por Zeus en el centro (ombligo) del mundo.
En el lugar sagrado de Delfos fue descubierto en el siglo XIX el gran yacimiento del recinto sagrado, dedicado al dios solar Apolo. Muchas de las piezas encontradas fueron llevadas al museo que se creó para estos descubrimientos y entre ellas una copia romana del ónfalo que se guardaba en aquel lugar. El original estaba en el interior del templo de Apolo y una de las copias de mármol es la que vio Pausanias delante del edificio. La red de bandas de lana que recubría el ónfalo estaba representada en relieve sobre la piedra. En el original los nudos estaban adornados con piedras preciosas tallados en forma de cabeza de Gorgona y con dos águilas en la parte superior.

El ombligo ha sido, desde tiempos remotos en el Viejo Mundo, el símbolo del centro. A partir de ese centro se creía que se había realizado la creación del mundo. Se sabe de la existencia de este símbolo en muy diversos pueblos. Su colocación en un lugar escogido otorgaba su sacralización y lo convertía en el centro del mundo. El historiador y geógrafo griego Pausanias escribió sobre el ónfalo y decía de él que era el símbolo del centro cósmico donde se crea la comunicación entre el mundo de los hombres, el mundo de los muertos y el de los dioses.

Los Juegos Píticos fueron uno de los cuatro Juegos Panhelénicos con los de Olimpia, los Juegos Nemeos y los Juegos Ístmicos. Fueron realizados en el santuario de Delfos, y eran consagrados a Apolo; se daba como premio una corona de laurel.se celebraban cada 8 años.

La competición debe su nombre al lugar, que se llamaba Pito, bien por las preguntas que le hacían los visitantes del oráculo, bien porque el animal que allí murió se estaba pudriendo (punthesthai).

La más difundida relata que los implantó el propio Apolo, tras haber matado a Pitón y haber colocado sus huesos en un caldero dentro de su templo.

Los Juegos Píticos incluían carreras de carros. El Auriga de Delfos representa a uno de los vencedores de esta carrera.
Auriga de Delfos es la denominación historiográfica de una escultura griega del denominado estilo severo (transición entre la escultura arcaica y la clásica). Se realizó, en bronce, en el año 474 a. C., para conmemorar la victoria del tirano Polizalo de Gela en la carrera de cuadrigas de los Juegos Píticos (los que se celebraban en honor de Apolo en el santuario de Delfos). La figura formaba parte de un grupo más amplio, del que sólo quedan fragmentos de cuatro o seis caballos y un pequeño esclavo que se situaría ante ellos. Todo ello fue hallado en 1896 durante unas excavaciones en ese mismo lugar arqueológico. En la actualidad se expone en el Museo Arqueológico de Delfos.

El Estilo severo, estilo clásico temprano o estilo arcaico final, es el estilo de la escultura griega correspondiente a la primera mitad del siglo V a. C. (entre 490 a. C. y 450 a. C.). Marca la ruptura entre las formas canónicas del período arcaico anterior y la transición al vocabulario y expresión grandemente expandidos del periodo clásico de mediados de siglo.

Los juegos duraban varios días. Los primeros se dedicaban a los sacrificios, a las procesiones de los teoros, sacerdotes y participantes al altar de Apolo para ofrecerle una hecatombe, y a un banquete. Puede que también se celebrara una representación, en forma de drama sagrado, de la lucha de Apolo contra Pitón (mitología) (el primer día, el 6 de bucatio).

Los fragmentos dispuestos sobre una reconstrucción teórica de su estado originario.
La escultura mide 1'80, altura que, tradicionalmente, se ha pensado como de tamaño natural, pero debemos tener en cuenta que los aurigas, para tener más estabilidad y conseguir mayor velocidad sobre el carro, probablemente eran de una estatura menor. Se trata de una de las escasas esculturas originales en bronce que se conservan del mundo griego. El grupo estaría formado seguramente por el auriga que sostiene las riendas de la cuadriga, los cuatro o seis animales, un guerrero detrás de él, además de un mozo de cuadra. La escultura está fundida en varias piezas separadas y soldadas posteriormente, tal y como era costumbre en representaciones que incluían un número importante de figuras.

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