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Son notables y muy aclaratorias las correspondientes al capítulo 125 del Libro de los Muertos donde se representa la Psicostasis presidida por Osiris y la ceremonia de la Apertura de la boca y los ojos.
El Libro de los muertos es el nombre moderno de un texto funerario del Antiguo Egipto que se utilizó desde el comienzo del Imperio nuevo (hacia el 1540 a. C.) hasta el 60 a. C tras la caída de Egipto.
La momia de Hunefer, sujetada por un sacerdote de Anubis, recibe el ritual de la apertura de la boca y los ojos practicada por varios sacerdotes. |
Representación de Psicopompo |
Psicopompo
Un psicopompo es un ser que en las mitologías o religiones tiene el papel de conducir las almas de los difuntos hacia la ultratumba, cielo o infierno.
Anubis es el nombre griego del guardián de las tumbas asociado con la muerte y la vida después de ésta en la religión del Antiguo Egipto, maestro de las necrópolis y patrón de los embalsamadores, representado como un gran cánido negro acostado sobre su estómago, probablemente un chacal o un gato salvaje, o como un hombre con cabeza de lobo.
ARCÁNGEL SAN MIGUEL PSICOPOMPO
Como en tantas ocasiones, el cristianismo reconvirtió imágenes paganas resignificándolas en iconografías de la nueva religión.
En España este tipo de representación se generalizó en la segunda mitad del siglo XII.
El término psicostasis proviene del griego y significa el peso del espíritu o la lucha del alma, esto es, el procedimiento por el cual se determina la condenación o salvación eterna. En el cristianismo sucederá al final de los tiempos, cuando se produzca el Juicio Final y San Miguel pese en una balanza las buenas y malas acciones. En este proceso también interviene el diablo, quien utiliza artimañas para inclinar la balanza a su favor y llevarse el alma al infierno.Los arcángeles son uno de los nueve coros angélicos. Aunque en las Sagradas Escrituras indican que fueron siete.San Miguel era un ángel intercesor, al que rezan reyes, nobles y caballeros.
Según la mitología, tras la muerte las almas de los hombres iban a parar a un lúgubre reino subterráneo, gobernado por el terrible dios Hades y su esposa Perséfone. Héroes como Orfeo, Heracles o Ulises se atrevieron a visitarlo
Fuente: David Hernández de la Fuente
El guía de las almas en los infiernos
Hermes, mensajero de los dioses y guía de las almas hacia el inframundo, aparece rodeado de los espíritus de los difuntos que esperan a orillas del Estige para ser transportados por Caronte al reino de Hades. Óleo por Adolf Hirémy-Hirschl. 1898. Galería Belvedere, Viena.
Foto: Culture-images / Album |
La pasión del dios infernal
Este magnífico grupo escultórico, obra de Gian Lorenzo Bernini, recrea el rapto de Perséfone por el dios Hades, soberano del inframundo, contemplado por el can Cerbero. 1622. Galería Borghese, Roma.
Foto: l. Romano / Scala, Firenze |
Perséfone es hija de Zeus y Deméter (hija de Cronos y Rea, hermana de Zeus, y diosa de la fertilidad y el trigo). Su tío Hades (hermano de Zeus y dios de los Infiernos), se enamoró de ella y un día la raptó.
La joven se encontraba recogiendo flores en compañía de sus amigas las ninfas y hermanas de padre, Atenea y Artemisa, y en el momento en que va a tomar un lirio, (según otras versiones un narciso), la tierra se abre y por la grieta Hades la toma y se la lleva.
De esta manera, Perséfone se convirtió en la diosa de los Infiernos. Aparentemente, el rapto se realizó con la cómplice ayuda de Zeus, pero en la ausencia de Deméter, por lo que ésta inició unos largos y tristes viajes en busca de su adorada hija, durante los cuales la tierra se volvió estéril.
Al tiempo, Zeus se arrepintió y ordenó a Hades que devolviera a Perséfone, pero esto ya no era posible pues la muchacha había comido un grano de granada, mientras estuvo en el Infierno, no se sabe si por voluntad propia o tentada por Hades. El problema era que un bocado de cualquier producto del Tártaro implicaba quedar encadenado a él para siempre.
Para suavizar la situación, Zeus dispuso que Perséfone pasara parte del año en los confines de la Tierra, junto a Hades, y la otra parte sobre la tierra con su madre, mientras Deméter prometiera cumplir su función germinadora y volviera al Olimpo.
Perséfone es conocida como Proserpina por los latinos.
La leyenda cuenta que el origen de la Primavera radica precisamente en este rapto, pues cuando Perséfone es llevada a los Infiernos, las flores se entristecieron y murieron, pero cuando regresa, las flores renacen por la alegría que les causa el retorno de la joven. Como la presencia de Perséfone en la tierra se vuelve cíclica, así el nacimiento de las flores también lo hace.
Por otra parte, durante el tiempo en que Perséfone se mantiene alejada de su madre, Deméter y confinada a el Tártaro, o mundo subterráneo, como la esposa de Hades, la tierra se vuelve estéril y sobreviene la triste estación del Invierno.
La geografía del inframundo
Las múltiples descripciones del Hades por autores antiguos y modernos permiten representar el desolador paisaje del infierno de los griegos, repleto de lugares horrendos. Tras entrar por cualquiera de las bocas del infierno existentes, el difunto se dirigía a la orilla del Estige, el río que rodea el inframundo y que cruzaba a bordo de la barca de Caronte. En la otra ribera el alma se encontraba con el guardián Cerbero y con los tres jueces del inframundo. Los autores explican que en su penar por el Hades las almas encuentran tres ríos de infausto recuerdo: el Aqueronte o río de la aflicción, el Flegetonte o río ardiente y el Cocito, el río de los lamentos. También separan nuestro mundo del Más Allá otros lugares prodigiosos, como las aguas del Leteo, el río del Olvido, que John Milton describe en su Paraíso perdido. Las almas de los justos van a parar a lugares felices como los Campos Elíseos o las Islas de los Bienaventurados. Los iniciados en los misterios, que a veces se hacían enterrar con instrucciones para emprender su viaje, se aseguraban la llegada sin problemas a los Campos Elíseos invocando el poderoso nombre de Deméter, Orfeo o Dioniso. Por último estaba el Tártaro, lugar de tormento eterno donde iban a parar los condenados.
Foto: Marzolino / Shutterstock |
Monedas para pagar el pasaje
Era costumbre colocar en la boca del difunto una moneda para pagar el viaje a Caronte. Si el alma no disponía de moneda, se veía obligada a vagar durante cien años por las orillas del Estige hasta que el barquero accedía a llevarla gratis. Moneda con el rostro de Perséfone, 260 a.C. Numismática Jean Vinchon, París.
Foto: Bridgeman / Aci |
Hipnos y Tánatos
En las tumbas, sobre todo las femeninas, se acostumbraba a disponer como ofrenda un tipo de cerámica característico, el lécito, de color blanco y decorado con escenas apenas esbozadas. El que se reproduce junto a estas líneas, atribuido al llamado pintor de Tánatos, muestra a los gemelos Hipnos y Tánatos levantando el cuerpo de un guerrero. Siglo V a.C. Museo Británico, Londres.
Foto: British Museum / Scala, Firenze |
Detalle donde se ven Hipnos, Tánatos y Sarpedón. |
En la mitología griega, Hipno es la personificación del sueño. Su madre era Nix, la noche, que lo tuvo sin intervención masculina, aunque en alguna otra tradición su padre fue Érebo. Su hermano gemelo es Tánatos (la muerte sin violencia). El equivalente romano de Hipnos era Somnus.
Su palacio era una cueva oscura donde el sol nunca brillaba. A su entrada crecían amapolas y otras plantas hipnóticas. Según algunas fuentes, vivía junto con Tánatos en un palacio subterráneo cercano al de Nix. Según otras, lo hacía en una cueva bajo una isla griega, a través de la cual fluía Lete, el río del olvido.
Ánfora ática de figuras negras donde se representa a Hipnos y Tánatos trasladando el cuerpo de Sarpedón. 500-490 a. C. Museo del Louvre. |
Cortejo funerario
En los entierros, las mujeres iban detrás del cortejo y sólo podían acudir si tenían más de 60 años, a no ser que fueran familiares próximas. En cambio, para los ritos fúnebres se contrataban flautistas, cantantes, plañideras y danzantes, como las que aparecen en esta escena, procedente de una tumba de Ruvo, en la Campania, del siglo IV a.C.
Foto: Museo Archeologico Nazionale, Naples / Bridgeman / Aci |
Foto: Bridgeman / Aci |
Hades, Perséfone y Cerbero
En un templo dedicado a los dioses egipcios Isis y Serapis, en Gortina, en la isla de Creta, se descubrieron estas estatuas que dan fe del sincretismo religioso imperante en el mundo antiguo. Perséfone, la reina de los infiernos, porta elementos típicos de la diosa Isis, como el sistro y el creciente lunar en la frente, y el dios Hades porta un kálathos, un tocado característico de Serapis, dios grecoegipcio. Siglo II. Museo de Heraclion.
Foto: Dea / Scala, Firenze |
Sísifo
Tiziano muestra en este óleo, pintado entre 1548 y 1549, el terrible castigo al que fue condenado Sísifo, el embaucador que se había atrevido a engañar al mismísimo dios infernal. Fue condenado a empujar una enorme roca hasta lo alto de una colina, para luego verla caer y volver a empezar de nuevo. Prado, Madrid.
Heracles y Cerbero
Uno de los doce "trabajos" de Heracles consistía en bajar a los infiernos para llevarse al can Cerbero. El héroe se presentó ante Hades para pedirle que le prestara a su guardián. El dios accedió, siempre y cuando Heracles pudiera atraparlo con las manos desnudas. Éste es el momento que recrea muy gráficamente el óleo de Domenico Pedrini, que muestra al héroe, con su clava y cubierto con la piel de león, arrastrando encadenado al fiero can fuera del Hades. Siglo XVIII.
Odiseo y Tiresias
En la Odisea, Homero relata cómo Odiseo acude a las puertas del reino de Hades para consultar al espíritu del adivino Tiresias sobre los peligros que le esperan durante su vuelta a Ítaca. Este relieve muestra al héroe ofreciendo la sangre del sacrificio a la sombra de Tiresias, que acude presta a beber antes de poder contestar las preguntas del héroe. Museo del Louvre, París.
Foto: H. Lewandowski / Rmn-Grand Palais |
Al igual que el cristianismo y otras religiones creen en un Más Allá donde pervive el alma, los griegos de la Antigüedad también imaginaban un inframundo al que las almas de hombres y mujeres eran conducidas tras su muerte. Para los griegos, el reino de los muertos estaba bajo el poder de Hades, hermano de Zeus y Poseidón. Estos tres dioses viriles y barbados, que encarnan la masculinidad regia en el panteón griego, se repartieron los diversos ámbitos de nuestro mundo tras derrocar a su tiránico padre Crono y vencer a los poderosos Titanes en una épica lucha por el dominio del universo.
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